domingo, abril 03, 2016

LAS MENTIRAS DE LA NOCHE de GESUALDO BUFALINO





















LAS MENTIRAS DE LA NOCHE de GESUALDO BUFALINO
le menzogne della notte 1988
Edtral. Anagrama 185 Pag
Tduc. Joaquín Jordá






Acabaríamos leyendo textos limpios y sin más sentido que el claro y directo que surge de la rápida lectura de la unión de sus letras; acabaríamos leyendo pasajes al que sólo el sentido práctico daría valor a lo que entendiéramos; acabaríamos leyendo relatos en los que te cuentan lo que quieres oír ; acabaríamos leyendo narraciones en los que los temas tratados sean el resultado de un estudio de los gustos más de moda aparecidos tras una encuesta; terminaríamos leyendo dejando de lado la belleza de lo inútil, del encanto de lo improductivo; dejaríamos de saborear lo leído con paciencia, con la parsimonia del que saborea una taza de chocolate espeso, con el saber del que escucha una canción de cuna cantada en euskera; todo eso sucedería si no existieran textos como los de “Las mentiras de la noche” y escritores como Gesualdo Bufalino, en los que, lejos de la unión monótona de letras y conjunciones, de comas o puntos y seguidos más o menos abundantes, de palabras de significados únicos o polisémicos; él descubre -nos hace descubrir- lugares por donde vadear el rio mojándote hasta el gaznate de ideas y frases, y párrafos, y hojas, y capítulos, y búsquedas, que no hubieras conocido si hubieras cruzado por el puente, más cercano, más transitado,  pero más tedioso. De modo que él encuentra ese paso que cruza el rio y que se aleja de lo pedante vacío y ocupa la orilla de lo culto rebosante de sutilezas, inteligencia, sabiduría, y, más que nada, eso que alguien definió como sublime. Porque sublime es su forma de escribir, su modo de contar historias, de inventar mundos que a pesar de lo pequeños que parecen en lo que miden, consiguen abarcar todo un universo de temas, sensaciones, pasiones, muertes, desavenencias, últimos estertores, paraísos cercados. Y si como los antiguos maestros alfareros hacían cuencos de un pedazo de barro, y ese cuenco en su limpia fragilidad, representa todo lo que de la utilidad ha troncado a ser inútilmente maravilloso; contar historias, como estas, es la más maravillosa de las inutilidades, pero que nos hace un poco más listos, debido a que si alguien, como Bufalino, nos apunta con el indice para que veamos lo bello que es el atardecer, miramos no sólo la caída del sol sino también las manchas de tinta en la mano y los ojos secos de leer y escribir del que señala: los atardeceres ocurren todos los días,  que alguien se pare para mostrárnoslos es , ahora, cosa de lunáticos...





Una noche sirve al libro para contarnos una historia de siglos: la de la lucha de las personas por su libertad y la de otros para que no la consigan. Un castillo, una celda, una simple habitación es el centro de un universo, donde explotará una supernova que engullirá presentimientos, presunciones, palabras dichas o calladas, miedos y vergüenzas de unos simples humanos condenados a elegir entre sus ideales y la muerte, entre ellos y la vida de los demás. Cuatro personas, cuatro reos en un penal en una isla, son condenados a la guillotina, por actos en contra del rey borbón. El gobernador del penal les hará una proposición: perdonarles si delatan a su jefe supremo. En la vigilia de la noche anterior a su delación o muerte, los cuatro, junto a un legendario bandido al que van a ajusticiar con ellos, deciden contar -como un decamerón moderno- historias que hagan pasar el mortífero tiempo, y les sitúe, según su opinión,  en el momento en el que su vida cambió. Verdades, mentiras, sabiduría y estupidez, orgullo y rubor, sexo y castidad, muerte y vida , pasaran por sus relatos contados a la tenebrosa luz de una luna perezosa en salir y rápida en su intención de ocultarse en el horizonte. Pero, si alguien se fiaría de que el mundo  tiene un único y simple camino, este libro hará hacerse desconfiado a esa persona desconocida:  nada creerá porque sí, nada pensará porque es lo lógico, porque así siempre fue, porque nada cambia, porque el mundo es tan aburrido como parece, que vencida la inteligencia la monotonía nos invade.


De los papeles que, parece sorprender, resultan ser  las hojas de este libro, hay momentos que aparenta exudar gotas de sudor frio resultantes del miedo momentáneo de los reos de muerte, pero también gotas de sudor resultantes del calor que parecen despedir las historias que cuentan, los paisajes que cruzan, los soles de los que se ocultan, de las lunas que buscan, de las frias mañanas que preferirían olvidar...Parece que esos papeles rememoran, también, historias de antiguos estudios lectivos, donde socialistas utópicos, Saint-Simon, carbonarios,...son parte de esa memoria entre joven y olvidadiza, y que aquí parece dar cuerpo y sentido a todo aquello, dando forma y concepto a las ideas, a los hombres, a los porqués, a las venganzas, a las luchas...Pisando terreno húmedo, parece que te hundes en las profundidades de la historias, comes con ellos, peleas con ellos, mientes con ellos, descubres con ellos, pero sabes que todo aquello son los estertores, quizá, de su vida; ponerte en su piel es lo que un lector atento haría para gozar y vivir, llorar y morir con sus letras. Simplemente es literatura, no hay más elogio.


 Como en las antiguas películas, los vampiros góticos y de bajo  presupuesto pero plena y extrañamente majestuosos  en su decrepitud  y en su milenaria  decadencia,  huyen del sol que alumbra y calienta pero no de la luna que brilla..¿la diferencia? siempre he pensado que porque  uno es útil y la otra es hermosa...


Posdata: no cometáis la estupidez que hice yo de leer la contraportada del libro antes de leerlo. Lo cierto es que, sin acritud, el que la pensó parece que no ha leído un libro en su vida...

wineruda









3 comentarios:

  1. Hola Wineruda.
    Siempre que te leo, atento, como ha de hacerse, encuentro alianzas de palabras sutiles, poderosas, o sorprendentes, bellas... pero jamás banales.

    Tengo a Bufalino en mente, ya que un buen amigo, apasionado lector también, me recomendó encarecidamente uno de sus títulos, “Argos el ciego”, libro que le encantó, y le tengo por lector de muy buen criterio. Tus palabras parecen corroborar las excelencias de este autor, a ver si le pongo remedio.

    En cuanto al que nos presentas, hay algo que me entusiasma, es cuando el libro adquiere esa dimensión de relato cuasi oral, historias al amparo (o desamparo en este caso) de la noche contadas por los protagonistas, a mi ya me fascinó el Decamerón en mis tiempos jóvenes… Me gusta encontrarme esos mundos inventados, como bien dices.
    ¿Ves por qué te decía lo de tus alianzas de palabras? Eso que comentas, casi al final, de la luna y el sol… es poderoso :)

    Por cierto, ha quedado muy elegante tu blog!

    Un abrazo amigo!

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    Respuestas
    1. Hola Paco

      Lo cierto es que hay dos escritores italianos que no se parecen en nada, pero yo los uno por una razón que es difícil de explicar, pero digamos que porque parecen ser melodías diferentes del mismo autor, y son Bufalino y Manganelli. Sí hay una cosa que los une y es que son unos jodidos genios (con perdón) . Bufalino es un escritor que usa un lenguaje culto de la manera más amena, y menos pretenciosa que te puedas imaginar. Sus palabras son ajustadas y resultan necesarias en cada instante y cada espacio, no podrían ser otras aunque lo quisieras cambiar. Este libro , una vez leído cuatro suyos, me ha parecido el mejor de ellos, pero es mi opinión nada más.

      En cuanto a las palabras o a las frases que escribo reconozco, también, que algunas puede que parezcan fuera de sitio en cuanto al tema del libro o lo que cuenta, pero de alguna forma para mí es imprescindible escribirlas por que en cuando he pensado, seriamente, en el libro me ha surgido de , supongo, mi subconsciente esa frase, o esa imagen o esa palabra relacionada con el tema. Ambas cosas -imagen y libro- siempre irán unidas cuando piense en él. Este libro me ha llevado a la cabeza la belleza de lo improductivo, que podría aplicarse a cientos de libros que he leído, pero ¿por qué en este? Pues no lo sé, porque así está predestinado supongo ;)


      Un abrazo
      cuídate

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    2. POr cierto, gracias por lo del blog, pero el cambio de color lo he hecho porque siempre he pensado que el verde permite leer mejor y eleva la imaginación, pero sólo son teorías mias... jajaj

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