lunes, agosto 05, 2019

EL TIEMPO DE NUESTRAS CANCIONES de RICHARD POWERS







EL TIEMPO DE NUESTRAS CANCIONES de RICHARD POWERS
The time of our singing 2003
Mondadori . 772 Pag.
Traductor: Jordi Fibla




Reedito y corrijo un libro que me llegó como pocos



Hacía tiempo que buscaba este libro, lo único que me hacia dudar es que en ningún blog, en ninguna web, había un mísero comentario sobre él, eso que ya tiene 12 años. Ahora lo único que lamento de haber empezado esta novela, es que no puedo volver a empezarla y descubrirla por primera vez, de nuevo. El placer de la lectura se  hace dimension entre sus páginas, encuentras un punto comparativo, una medida con la que cotejar, encuentras un refugio de tus dudas, he descubierto un mapa por donde caminar sin perderme entre ese laberinto de libros de los que sospechas. Aquí, en esta novela, no recelas, fluyes por sus letras como por un tobogán de niño, veloz, hacia alguna parte divertida, instructora. A pesar de sus cerca de 800 páginas tuve que poner freno a la lectura, apaciguar mis ganas de seguir, - pudiera ser que fuera también. saber, digerir, escuchar- , para saborear sus textos, oir su música, llorar sus penas, entender sus conceptos y gritar sus ganas. Pero la leí en silencio, sin musitar nada, para entender el sonido, la música que se agolpa en la esquinas de sus páginas, que desborda el pápel en un estruendo de afinación y concierto; y sentirque sus pasajes, como una partitura de un motete a capella  escrito para muchas voces y un sólo oído, eran solo para mí.

“El tiempo de nuestras canciones“ es la historia del matrimonio entre David Strom y Delia Daley. Entre un científico judío huido de Alemania, y una joven cantante negra, en el Nueva York de los años 30 del siglo pasado; tiempo y lugar en los que en muchos estados norteamericanos estaba prohibido ese matrimonio “mixto” bajo pena similar a la de homicidio. Y es la historia de sus hijos - Jonah, Joseph , Ruth- Y es el testimonio sobre sus familias, de su crecimiento, de su cambio, de sus verdades. Pero también es la crónica de un familia y una sociedad sumida y sojuzgada por el racismo, donde nada les es permitido a los negros, nada se les perdona, ningún derecho les es otorgado. La novela discurre entre aquellos acontecimientos históricos reales - lucha por las libertades civiles, panteras negras, asesinatos … -y su reacción y relación sobre los protagonistas del libro.

Pero lo que amalgama el libro, lo que le hace sobresalir, es la música. Sus descripciones, sus detalles, su conocimiento, todo resalta sus líneas, agita tu intelecto. Por sus folios pasan desde Byrd, Bach, Schumann, Schubert, Beethoven, Rodrigo, Dvořák, Mozart, Haydn, Verdi, Dowland, Mahler... hasta el jazz de Coltrane, Nina simone o Miles Davis. Y el gusto es tan exquisito que conmueve los sentidos, pareces oír latir sus gargantas, acompañar sus teclados, insuflar aire a sus pulmones para que surjan sonidos fortes o pianissimos, crescendos o diminuendos. Y es la música la que une el matrimonio, la que alegra sus días y noches, la que perdona sus problemas. Su belleza los salva o los puede condenar,  y la que crea refugio, es su casa y es un vida, sobre ella educan el futuro de sus hijos, y sus hijos construyen el futuro, sea el que quisieron o no, y es el cauce que creará sus vidas o las cambiará.Y  será la que separe a parte de su familia -música que creían de blancos , pero sentidas, amadas, creadas casi  para esos corazones de esos niños negros -mulatos-.

Son esos compases afinados y bellos los que parecen ser unos extraños para este mundo desafinado.

Y sobre todos los pasajes de la narración , por sorprendente que parezca, sobrevuela la teoría de la relatividad. Más que ella, es el tiempo, es la necesidad de saber cómo puede ser superado, como puede cambiar, acelerar o detenerse o , quizás, volver al pasado o ir al futuro, allá donde están tus corazones, allá donde no haya problemas, allá donde esté la vida, allá donde no haya colores.

“El tiempo de nuestras canciones“ esta escrita y descrita de tal modo que va y vuelve, no hay sitio para el tiempo o el espacio. Los hechos -los capítulos- se suceden, pasan del pasado al futuro, de un lugar a otro, de un momento histórico a una realidad ficticia, de un narrador a otro. Nada se detiene, todo cambia, como el tiempo que para cada uno es diferente, para cada personaje también lo es. El sonido de las horas, los días, los meses, a veces va acompañado a veces desparejado; hay momentos de comunión perfecta, hay momentos de divergencia absoluta, pero cada uno busca encontrar su camino, bajo las razones que les han sido dadas, heredadas o aprendidas. Y así cada uno busca su identificación, su realidad, desde su estado de ser pareja de negra y blanco buscando un lugar entre los suyos, ¿pero quién son los suyos? O desde el hecho de sus hijos mulatos que no son ni blancos ni negros, posicionados en medio de una lucha tanto racial como de clases, mirados de forma vacilante u odiosa por unos o por otros. La búsqueda de esa identidad les llevará a cada uno por diferentes caminos y allí se cruzarán los espacios y los tiempos...

Supongo que definir una novela es difícil, una vez leí que cierta novela era una obra de arte, aquella no lo sé, ésta lo es: por como escribe Powers, por lo que cuenta, por cómo lo cuenta y ciertas razones más que sólo las sabrás si la lees.



martes, julio 30, 2019

VILLA AMALIA de PASCAL QUIGNARD


VILLA AMALIA  de PASCAL QUIGNARD
- Ed Espasa 279 Pág.

 


















Ann Hidden descubre que su pareja la engaña. Ann Hidden quiere desaparecer, no dejar marca de dónde fue y lo qué fue de ella. Ann Hidden se va, conoce otras tierras, Ischia… Nápoles… Ann Hidden conocerá otras vidas. Pero Ann Hidden sabe o, quizá sabrá, que la vida te tiene presa no ya del pasado, sino presa de su selección de actos, de ese determinismo que parece que atrapa a sus actores entre telas de araña, y nadie puede escapar de esa pegajosa sensación de huir, como en los malos sueños, de andar de nada hacia la nada, de caminar pasos como flotando y solo te has movido de lado de la cama, y el sudor es lo que te hace despertar para reconocer que estás en la misma habitación de siempre, con la misma mirada  de siempre, y el  cuadro de Jack Vettriano te mira con el mismo gesto de indiferencia de siempre. Nada cambia a pesar de los intentos, y nada parece que va a dejar que pases de carril y al final todas las autopistas están llenas de coches vacíos con ruedas blancas a un lado, en los que nadie conduce ni te abrirá. Ann Hidden solo va a necesitar una cuerda que la una al presente, una pequeña escalera de entrada a su casa vieja, a su vida vieja, incluso al muy viejo pasado que es lo único que la une a esa vida; esa cuerda será un amigo que solo será su representante en la tierra, un pequeño confesor para obras impuras, terrenales, bancos, conversación y noticas, solo eso. Acaso un asa, solo un asa, para salvarse en caso de rotura, o un cristal para rajar en caso de incendio.

Ann Hidden no sabrá si el engaño de su pareja le ha hecho que cambie de vida o es que todo cambiaba desde siempre. Todo cambia y nada pertenece a nadie, eso es lo que debió aprender. Su madre que esperará siempre al marido que la abandonó, ella que espera a ese padre.  Ella que espera algo, ella que espera que todo sea ella, así que se refugia en un círculo de soledad en una casa de Ischia, Villa Amalia, y allí creará una bolsa amniótica con el mar y el espejo del aire y de la nada, ella y el mundo, hasta que algo y alguien hará cambiar su vida, hará romper esa bolsa amniótica. Villa Amalia es un parto y es un refugio, es un lugar para estar y convivir, es un lugar nuevo en un lugar viejo, Villa Amalia es donde siempre quiso esta . lejos de todo, hasta que se puebla de seres y de gritos y de luz y de música, de mucha luz; y solo hay luz si hay oscuridad, no existe una sin la otra.

Ann Hidden, pianista y compositora, de música que expresa, o quiere expresar; música que es solo un golpeo en la cabeza y en alma, una torcedura de notas y de sabios, solo una expresión de que ella es pura rabia, de que quiere no ser, que quiere, de nuevo , huir, porque también se huye delante de un papel, o se escapa delante de los teclados, de las notas que flotan; o se emerge del agua con la simple expresión de lo que sale de tu mente o de tu boca o de tus entrañas, supongo que eso es escapar, acaso el mejor escape, ese que nadie podrá quitarte, y que ella se expresa golpeando las teclas, atacándolas, sintiendo que lo que sale de las cuerdas del piano, es solo eso vida, sin pasado , acaso sin futuro, pero es eso… un presente,

¿Y el amor? EL amor, cualquier tipo de amor, es parte de la vida, y como todo lleno de fronteras y de pasadizos, y requiere esa misma atención que necesita Ann para vivir, y se irá y volverá a amores de padre de madre de amistad de pareja; en ellos todo acaba y nace, todo será construido y derruido porque la vida es el amor y el amor es la vida, por lo tanto, no somos lo que queremos ser, solo terminamos queriendo ser lo que somos. Perdemos y vencemos, pero siempre está el maldito destino que puede con todo, el determinismo aquel que nos caza y nos devuelve al mundo, al siniestro ser que habita en los días que no quisiéramos haber vivido. Oyendo ahora, cuando escribo en la pantalla, a Tom Waits, él canta sobre alguien que dice ser algo que no es, y tras ese mundo deseado, aparece el mundo que es, y con dos frases, Tom Waits, nos dice que el cielo, como siempre, se ha derrumbado y el sonido del piano solo acompaña belleza con derrota, amor que hubieras deseado con la botella rota de whisky junto a la cama. Y Quignard así lo ve, suspende de las hojas del libro una serie de hilos de palabras que quisiéramos haber escrito nosotros, y las ensalza con la infinita belleza de las islas, del Mediterráneo, que contrasta con la oscuridad de aquella Francia; y sabrá de lo que piensa Ann y lo que sorbe su alma y le engaña la mirada; sabrá, Quignard, sobre azules y negros; sabrá de amores y oídos, de relajación y tristeza, de besos y de odio; sabrá de lo que pasa en el mundo; sabrá ponerse como narrador y sabrá que, de repente, un personaje, otro , mirará lo que él miraba para adivinar otro mundo, como adentrándose en la cámara oscura de Ann, ese que se le ha escapado al autor, sabrá que hay un segundo narrador que buscará más que él; sabrá que el mundo se escribe en novelas, y las novelas hablan de ti y de mí, y que nada puede vencer al destino, solo la capacidad para seguir adelante, solo seguir adelante, como las nubes avanzan aún oscuras de tormenta, como las olas que barren el litoral, como la sonrisa de alguien que se fue pero que siempre estará en tu mente.
 Solo llueve si dejas la ventana abierta.


miércoles, julio 17, 2019

BUDA EN EL ÁTICO de JULIE OTSUKA























BUDA EN EL ÁTICO de JULIE OTSUKA

DUOMO EDICIONES  150 PAGS
Traductor: Carme Font Paz

Allí estamos…otras han tenido que irse, huir, mejorar, querer mejorar, irse para cumplir promesas, saltar al vacío, dejar una vida detrás…allí estarán. Aquí estamos…otros vienen a unirse a nosotros, traen el miedo y la emoción en sus bolsas de viaje, traen la feroz nostalgia por lo que dejan y la esperanza de que aquí, donde nosotros estamos, todo será mejor, porque muchos vienen para poder volver mejor, otros vienen a dejar todo detrás; hay luz en todas partes, pero la luz ilumina de frente, parece que la espalda va quedándose a oscuras y que ya nadie podrá ni querrá poder abrir esa puerta. Lo más terrible de todo es que va a parecer que los pasos que ya hemos dado en la vida: los pasos de trabajo, de amaneceres con la  luna aún en alto, los pasos de sudor que cae todo el día como una  lluvia fina, la espalda que duele cuando aún no has cumplido los 10 años; va a parecer que hasta los más queridos primeros besos, las primeras danzas, hasta los besos de tu madre, hasta los adioses de tus amigos, todo, todos esos pasos, va a parecer que parecían preparados llevarte a este camino de ida a otra parte, pasos que te llevan lejos de allí para siempre. La esperanza es el arma que gastará ese cansancio, la esperanza es la que hará recordare besos, caricias y amores. Siempre vivimos así entre huidas y esperanzas, Hasta que llegamos al destino…

Aquí, en el libro, aparecen, gritan, todas las voces de un barco que lleva a miles de jóvenes japonesas a principios del siglo XX a Estados Unidos a casarse con sus prometidos a los que conocen por carta y fotos; todas esas voces nos hablan sobre cómo ha sido ese mundo pasado  que las ha llevado allí; todas se agarran  el barco queriendo huir o queriendo mirar por la borda, o quieren no arrepentirse, o quieren conocer el futuro antes de que llegue; quieren ser ya lo que han soñado que van a ser. Todas nos hablan, todas son un coro de voces tristes y alegres y arrepentidas y soñadoras y escépticas, todas esas casi niñas, casi mujeres, saben –quieren saber- que viajan al mundo de oro donde estará su galán rico y apasionado que las amará y que las hará felices y no les hará trabajar de mañana hasta la noche, peleando con la tierra y con la pobreza. Todas se apasionan por el futuro hasta que este caerá sobre ellas, y allí las flores está marchitas y el sexo no es amor, y la pobreza ya no está tan lejos, y el racismo sale de las puertas de las casas de los americanos que no comprenden y que las aterran.
El mundo del futuro, de aquel futuro, de repente las ha golpeado cuando debería haberlas acariciado, haberlas levantado por el aire como si no pisaran la tierra, nunca más iban a pisar la tierra, pero el futuro está lleno de nuevo de pelea, y de peleas, de violaciones, de incomprensión, pobreza, de hijos, muchos hijos, y con  la lucha por la vida de nuevo; la vida que de nuevo es lucha para sobrevivir, no para vivir, no, no para vivir. La vida será lucha por un camastro de hierba y por una pobre  palabra agradecida y nada más: solo eso… la huida, el barco, el vértigo de la nada para volver a pisar otras tierras con los mismos zapatos.

Y la vida dará más vueltas , y los japoneses en Estados Unidos irán perdiendo hijos que van siendo otros, y van sabiendo lo que es tener que buscar la vida entrando por la puerta de atrás, por donde solo entran ellos y los negros, son los últimos de los últimos, nadie sabrá de ellos sino saltan sobre los pies, pero ellas y ellos, pero sobre todos ellas no aparentaran que existen, sumidas en su educación de siglos no levantan  la voz, ni la cabeza ni los ojos, no alzan la voz sumisas al mundo y a los hombres que la sojuzgan, que las vencen porque no se pueden defender, y la vida será trabajo, solo trabajo:  en la tierra, como en Japón, o en las casas, o en máquinas o en el tren… en la vida… Solo eso: toda la vida trabajando y todo el universo dándoles las espalda.

Un centro del universo que gira y gira y gira centrifugándolo todo, pero al que no pueden agarrarse siquiera a las esquinas,  a esas a las que  las manos callosas y heridas no podrán aferrarse siquiera a las heridas  de sus  marcos, ni siquiera a las espinas de rosas, esas –ellas- saldrán despedidas hasta perderse en el universo, lejos de casa.

Pareciera que el invierno no se iba nunca.


jueves, julio 04, 2019

TERCER LIBRO DE CRÓNICAS de ANTÓNIO LOBO ANTUNES.




TERCER LIBRO DE CRÓNICAS de ANTÓNIO LOBO ANTUNES
Mondadori   290 p
Traducción de Antonio Sáez Delgado

Siempre sorprende leer a Lobo Antunes, siempre te deja esa sensación de belleza:  belleza que reside en paisajes de la memoria, de la vida o de la imaginación que nunca pretenden ser amables; son sitios, dibujos o fotografías que enseñan  lugares que parecen inhóspitos o que no quieres volver a pasar, (no vuelvas al sitio donde fuiste feliz, decían mis libros, pero yo añadiría no vuelvas a un sitio que ya no existe, y no existirá nunca más), estas crónicas pisan siempre rastros de tristeza que a veces son tenues y a veces gritan., son un recorrido por el pasado que remueve entrañas y ojos; pero lo que sorprende, lo que me sorprende, no es solo lo pintado, el cuadro, sino que es el pincel, es la forma en la que están escritas las crónicas, los recuerdos; en ellos se descubre la poesía como un minero descubre oro en una mina abandonada, o un patrón un banco de peces en la nada del océano, se descubre la poesía de la belleza entre tristeza. Me estremece el sentido de lo bello y lo triste combinados hasta dejarte una sensación de que eso que lees te remueve y te conmueve, te asusta y te atrapa -yo también estoy entre sus recuerdos de los mismos hombres, pero los míos tienen otros nombres, o los mismos paisajes con diferentes soles, o son míos los recuerdos de olores con diferentes sensaciones o de paseos con otros zapatos, tienen sus músicas en mí otras notas, pero el pentagrama parece el mismo-.

Lo que lees en esas crónicas es parte de un libro de poemas,  pero sin versos, sin estrofas, pero haces un recuento de poesía, la pesas en tu básculas y ella llena más tu mente y tus ojos que muchos de los muchos libros de poemas que he leído en muchos años; sí,  nace el poema entre rastros de matojos, en la reñida oscuridad de la prosa o en la sensación de crudeza que destilan algunos textos, eso es algo que no puedo olvidar: porque podré olvidar las crónicas, olvidar los personajes, los sitios, los nombres, los sentidos de lo escrito por Lobo Antunes, pero me queda y me quedará la sensación de abastecerme de belleza, de versos refugiados entre prosas, de poemas ocultos entre frases sin punto y aparte, con la forma soñada del poeta que no quiso escribir versos. Lobo Antunes, dicen los textos profundos, es un escritor de novelas y crónicas, un duro lector y rector de recuerdos  de pasados a veces duros, a veces cariñosos, de recuerdos de niñez y de holgura que siempre revolotean sus hojas, o temas que siempre llenan sus hojas; el pasado, la guerra, la niñez, la locura, la tristeza, la soledad, Portugal…pero, yo siempre digo que es el más grande poeta que he descubierto, ritmo, atención , sonido, sensación, alegoría, sueños creados, sueños por cumplir, imágenes, repetición … todo hace de él, y a pesar de lo que él mismo dice de sí mismo, un poeta.

EL tercer libro de crónicas, no es nada diferente de los otros dos; todos son pequeños textos, pequeñas historias a las que no  hace falta, para hacerlos atractivos,  contar grandes aventuras, ni caer en profundos precipicios, ni siquiera necesita escenas de sexo ni de aventura, ni necesita, Lobo Antunes, atrapar al lector escribiendo un libro al  año, no necesita eso, porque lo atractivo está en la escritura y en el sentimiento de lo que escribe, sobre lo que escribe: el recuerdo, la vida, las personas, los amigos, los amores, los señuelos que te pone la vida, la vida que pasa…todo tamizado por la idea del escritor, de lo que piensa sobre todo; el libro no es un mero acontecer lineal o simplemente bello, no, lo que dice a veces te acuchilla y otras te acaricia, otras fustiga, pero no te deja indiferente; la indiferencia la dejo para lo que no llega, para el escrito blanco, para el color que no crece. La vida pocas veces sabe de poesía, pero hay veces que la poesía, esta poesía, sabe de la vida.

Hoy...

50 ESTADOS, 13 POETAS CONTEMPORÁNEOS de ESTADOS UNIDOS de EZEQUIEL ZAIDENWERG

  50 ESTADOS, 13 POETAS CONTEMPORÁNEOS de ESTADOS UNIDOS SELECCIÓN, TRADUCCIÓN Y PRÓLOGO DE EZEQUIEL ZAIDENWERG     Decían que decía...