Vi las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura,
hambrientas histéricas desnudas…
Normalmente no debería escribir esta reseña hoy, porque pareciera que en apariencia, en ganas, texto y tema no hay nada que me una, a esta hora de la noche insomne, a los versos largos y apretados de Ginsberg; pero ocurre que, al contrario del cadente sabor de la lectura en los libros, estos días he estado oyendo, AULLIDO, en un audio libro. Lo oí como pude escuchar a Pink Floyd con wish you were here, por ejemplo, o a 13th floor elevators con cualquiera de sus alucinógenas canciones; pero no, con sorpresa, siento que la voz del rapsoda, y con ella la de Ginsberg, me llega ahora de nuevo, a las 5 de la mañana, y aún me resuena, en los oídos, se me repite, me deja sabor salado en el paladar, me entumece las encías con esa sensación de bomba de ácido, banderas y de flores que es el libro. Y me quedo con la impresión y la necesidad de que ese Aullido, por evidente, es para oírlo, es para que repita ese golpeteo de ideas, textos, imágenes, metáforas, de versos libres y escapistas, de pensamientos obscenos y bárbaros, de locuras reales e imaginadas. Todos son para oírlos, saltando por los auriculares, mientras vas posando durante el paseo, como hoy, los ojos en los ríos desbordados, en ramas que bajan violentas por sus cauces, para mirar chicos y chicas que pasan enamorados o cansados, mojados y tensos, y dejas la mente libre entre los versos de Aullido que te guían para pensar en las nubes rotas, para mojarte, como hoy, con lluvias frías, para empaparte con nieve y barros, para besar estelas y trapos negros, para pensar. Sobre todo para pensar..
….que fueron expulsados de las academias por locos y por publicar odas
obscenas en las ventanas de la calavera,
que se acurrucaron en ropa interior en habitaciones sin afeitar,
quemando su dinero en papeleras y escuchando al Terror a través del muro,
que fueron arrestados por sus barbas púbicas regresando por Laredo con
un cinturón de marihuana hacia Nueva York,
que comieron fuego en hoteles de pintura o bebieron trementina en
Paradise Alley, muerte, o sometieron sus torsos a un purgatorio noche tras
noche,
con sueños, con drogas, con pesadillas que despiertan, alcohol y verga
y bailes sin fin,
incomparables callejones de temblorosa nube y relámpago en la mente
saltando hacia los polos de Canadá y Paterson, iluminando todo el inmóvil mundo
del intertiempo,
…Pensar mientras oyes poesía…, caminos tan buenos como originales,
tan largos como corto el trayecto, dejar que los textos te trasporten, -como en un inframundo maya- acurrucado en las calles
de esta población muerta del mundo actual: dejar que te lleven por otros
lugares, a barrios donde venden peyote, marihuana y bárbaro alcohol; que te
lleven, también, a espacios nacidos en los años 60 del XX y que aterrizan
en este mundo presente.También me dejan los versos escuchados, -y me llevan- pensar en cuánto durará en
las librerías este texto de Ginsberg, texto apologético y reverencial de un
mundo pasado, texto peligrosamente incorrecto para estas mentes de lo
políticamente correcto, mentes jóvenes que hacen de lo formal, de lo creíble,
de los sibilinamente adquirido una realidad única, una censura bastarda, apoyada
en un desconocimiento cultural y educativo, brutal; ¿Sobrevivirá Aullido? ¿Sobrevivirá
entre sus textos jipis y violentamente libres, entre sus textos sobre la
realidad de un momento, de un estado, de una política, de un obsceno paso por el
mundo de la libertad, por un sagrado ejercicio de amor literario y carnal,
carnal por literario, literario por carnal, sexualmente literario? ¿Sobrevivirá
al paso del tiempo, al desinterés por un momento de la vida, de la historia, de
la cultura, de la realidad? Y no solo
deberá sobrevivir a la violenta
indiferencia desconocedora del futuro, sino que deberá luchar contra el amor al
objeto, a las perfectas líneas cuadradas, a las mentes rectas de los críticos y
los poetas de oficio rector que creen que la poesía tiene una única lectura, y
que cada una de las lecturas de Aullido debe ser restringida a un momento, a
una hora, a un minuto, a un segundo de la vida de ALLEN GINSBERG. ¡¡Cada verso, señores, debe ser es un callejón sin
salida, una pantalla de cine, una calle de sentido único, una barca de pesca
con un solo remero!!!
….que saltaron del puente de Brooklyn esto realmente ocurrió y se
alejaron desconocidos y olvidados dentro de la fantasmal niebla de los
callejones de sopa y carros de bomba del
barrio Chino, ni siquiera una cerveza gratis,
que cantaron desesperados desde sus ventanas, se cayeron por la ventana
del metro, saltaron en el sucio Passaic, se abalanzaron sobre negros, lloraron
por toda la calle, bailaron descalzos sobre vasos de vino rotos y discos de
fonógrafo destrozados de nostálgico Europeo jazz Alemán de los años 30 se acabaron
el whisky y vomitaron gimiendo en el baño sangriento, con lamentos en sus oídos
y la explosión de colosales silbatos de vapor….
Creo que Ginsberg y esos que, como él, vivieron una época inflamada
de recuerdos, de gestos con un significado, de guiños a un forma de ver el
mundo, de formas de pisar la tierra, de fumar las barbas y afeitar la hierba;
creo que ellos viven y renacen -renaceran- cada dia en los que cuidamos, respetamos e identificamos ese mundo, extraño sí, porque cada
vez está más alejado; alejado en el tiempo y en el color de los zapatos y las luces; creo que debemos, los que sobrevivimos, mirar a esos autores, sus libros y creaciones, viendo, pensando, enseñando, que son un estado de la poesía, son un paso por
esta vida de personas e ideas que crean y viven en algo cercano al mito, a la
leyenda. Sí, creo, que todos estos versos viven , y sobrevivirán, en la leyenda, como un Sísifo
que vuelve -insistente, obligado, necesario, brutal- en cada verso oído o leído, y por ello, como todos esos mitos, ellos son y serán parte viva y palpitante de la interpretación de las personas que a ellos acuden o que en ellos
descubren nuevas cosas, nuevos caminos para identificar lo actual o descubrir y repatentar aquel mundo del que habla. Versos que crean leyendas, leyendas que esculpen y
escupen poemas, portadas de libros que hacen del
recuerdo, del sonido de sus letras y papeles un mundo diferente cada vez que te
cruzas con él.
….Qué esfinge de cemento y aluminio abrió sus cráneos y devoró sus
cerebros y su imaginación?
¡Moloch! ¡Soledad! ¡Inmundicia! ¡Ceniceros y dólares inalcanzables!
¡Niños gritando bajo las escaleras! ¡Muchachos sollozando en ejércitos!
¡Ancianos llorando en los parques!
¡Moloch! ¡Moloch! ¡Pesadilla de Moloch! ¡Moloch el sin amor! ¡Moloch
mental! ¡Moloch el pesado juez de los hombres!
¡Moloch la prisión incomprensible! ¡Moloch la desalmada cárcel de
tibias cruzadas y congreso de tristezas! ¡Moloch cuyos edificios son juicio!
¡Moloch la vasta piedra de la guerra! ¡Moloch los pasmados gobiernos!
¡Moloch cuya mente es maquinaria pura! ¡Moloch cuya sangre es un
torrente de dinero! ¡Moloch cuyos dedos son diez ejércitos! ¡Moloch cuyo pecho
es un dínamo caníbal! ¡Moloch cuya oreja es una tumba humeante!
¡Moloch cuyos ojos son mil ventanas ciegas! ¡Moloch cuyos rascacielos
se yerguen en las largas calles como inacabables Jehovás! ¡Moloch cuyas
fábricas sueñan y croan en la niebla!...
Ciertamente da igual de lo que va AULLIDO, esto no es una
reseña, esto no va de eso. Es mi libro y diga lo que diga a otra persona no le
parecerá, si también lee a Ginsberg, que
habla de un mundo de locura, sexo, de amor y de política, que habla de
manicomios y versos perdidos, que habla de droga y muerte, que habla de
violencia y de injusticias. Supongo
porque no habla de eso. O porque la poesía no es para reseñarla, es para decir
que la amas, porque… ¿si no la amas por qué ibas a hablar de ella? No se habla
de lo que no se quiere, no se habla de amor con quien no te quiere.
No hay comentarios:
Publicar un comentario