TERCER LIBRO DE CRÓNICAS de ANTÓNIO LOBO ANTUNES
Mondadori 290 p
Traducción de Antonio Sáez Delgado
Siempre sorprende leer a Lobo Antunes, siempre te deja esa
sensación de belleza: belleza que reside
en paisajes de la memoria, de la vida o de la imaginación que nunca pretenden
ser amables; son sitios, dibujos o fotografías que enseñan lugares que parecen inhóspitos o que no quieres
volver a pasar, (no vuelvas al sitio donde fuiste feliz, decían mis libros,
pero yo añadiría no vuelvas a un sitio que ya no existe, y no existirá nunca
más), estas crónicas pisan siempre rastros de tristeza que a veces son tenues y
a veces gritan., son un recorrido por el pasado que remueve entrañas y ojos; pero
lo que sorprende, lo que me sorprende, no es solo lo pintado, el cuadro, sino
que es el pincel, es la forma en la que están escritas las crónicas, los
recuerdos; en ellos se descubre la poesía como un minero descubre oro en una
mina abandonada, o un patrón un banco de peces en la nada del océano, se
descubre la poesía de la belleza entre tristeza. Me estremece el sentido de lo
bello y lo triste combinados hasta dejarte una sensación de que eso que lees te
remueve y te conmueve, te asusta y te atrapa -yo también estoy entre sus
recuerdos de los mismos hombres, pero los míos tienen otros nombres, o los mismos paisajes con
diferentes soles, o son míos los recuerdos de olores con diferentes sensaciones
o de paseos con otros zapatos, tienen sus músicas en mí otras notas, pero el pentagrama parece el mismo-.
Lo que lees en esas crónicas es parte de un libro de poemas, pero sin versos, sin estrofas, pero haces un
recuento de poesía, la pesas en tu básculas y ella llena más tu mente y tus
ojos que muchos de los muchos libros de poemas que he leído en muchos años;
sí, nace el poema entre rastros de
matojos, en la reñida oscuridad de la prosa o en la sensación de crudeza que
destilan algunos textos, eso es algo que no puedo olvidar: porque podré olvidar las
crónicas, olvidar los personajes, los sitios, los nombres, los sentidos de lo
escrito por Lobo Antunes, pero me queda y me quedará la sensación de abastecerme
de belleza, de versos refugiados entre prosas, de poemas ocultos entre frases
sin punto y aparte, con la forma soñada del poeta que no quiso escribir versos.
Lobo Antunes, dicen los textos profundos, es un escritor de novelas y crónicas,
un duro lector y rector de recuerdos de pasados
a veces duros, a veces cariñosos, de recuerdos de niñez y de holgura que
siempre revolotean sus hojas, o temas que siempre llenan sus hojas; el pasado,
la guerra, la niñez, la locura, la tristeza, la soledad, Portugal…pero, yo
siempre digo que es el más grande poeta que he descubierto, ritmo, atención ,
sonido, sensación, alegoría, sueños creados, sueños por cumplir, imágenes,
repetición … todo hace de él, y a pesar de lo que él mismo dice de sí mismo, un
poeta.
EL tercer libro de crónicas, no es nada diferente de los
otros dos; todos son pequeños textos, pequeñas historias a las que no hace falta, para hacerlos atractivos, contar grandes aventuras, ni caer en profundos
precipicios, ni siquiera necesita escenas de sexo ni de aventura, ni necesita, Lobo
Antunes, atrapar al lector escribiendo un libro al año, no necesita eso, porque lo atractivo
está en la escritura y en el sentimiento de lo que escribe, sobre lo que
escribe: el recuerdo, la vida, las personas, los amigos, los amores, los
señuelos que te pone la vida, la vida que pasa…todo tamizado por la idea del
escritor, de lo que piensa sobre todo; el libro no es un mero acontecer lineal o
simplemente bello, no, lo que dice a veces te acuchilla y otras te acaricia, otras
fustiga, pero no te deja indiferente; la indiferencia la dejo para lo que no
llega, para el escrito blanco, para el color que no crece. La vida pocas veces
sabe de poesía, pero hay veces que la poesía, esta poesía, sabe de la vida.