domingo, marzo 25, 2007

HISTORIAS DEL MARIPOSA de William T. Vollmann


HISTORIAS DEL MARIPOSA de William T. Vollmann
“Butterfly stories”(1994)
Muchnik editores, 1995, 301 páginas




Había una vez un niño que se convirtió en “el muchacho que quería ser periodista”: luego, adulto, fue “el periodista” y al final se convirtió en “el marido de Vanna”. Toda esa vida transcurre persiguiendo a las mujeres, buscando su afecto, aunque sólo consiguiera, la mayor parte de las veces, que fuera él mismo el que diera el afecto, o el dinero, o la pena, o produjera el desinterés interesado por parte de las cientos de prostitutas que alquiló o compró, en su carrera sin fin, su vuelo sin pausas, de mariposa que liba de aquí a allá , sin quedarse en ninguna flor, pero queriendo quedarse en todas. Cada prostituta era una esperanza de encontrar algo que ni él siquiera sabía que era o la ocasión de llegar al final de su recorrido, de haber encontrado el final del camino. El periodista cree haberla encontrado en Camboya, como también pensó que en Thailandia, pero seguro al fin que Vanna, la prostituta camboyana de actitud sincera, es la mujer con la que viajará por el mundo, a la que educara y dará su amor, deja que el mundo siga girando, con él dentro, pero con un sueño en sus espaldas, una grata sensación de utilidad, de tener un ser amado y amante.

Un niño al que defienden las niñas, un periodista que recorre junto a un fotógrafo todos los prostíbulos de Thailandia y Camboya, de cualquier lugar a donde su trabajo le llevara, es la linea principal por las que discurre el libro, las lineas secundarias transcurren , por países torturados, muertos sin fin y sin causa, gente que sobrevive a la supervivencia, que no llora por que no sirve para nada, donde el SIDA recorre cada noche y cada día , uno a uno esos antros que pululan en los vecindarios llenos de humedad y de ratas o los elegantes hoteles sucios por dentro donde las camas blancas están llenas de nada. Por sitios donde se vive a pesar de todo...


La evolución del personaje, de la historia, podría esquematizarse, dejándola en su mínima expresión , en tres pasos: origen de una obsesión, expresión de la obsesión y el desenlace. De otra forma no tendría razón de ser la acumulación de situaciones similares con las que Vollmann cubre las páginas del libro, las que podrían encajar en eso que he denominado “expresión de la obsesión”, la continua aparición de prostitutas, clientes, reacciones -acciones-, pasos, pensamientos...sólo encajarían en la estructura de la novela bajo ese punto de vista. El niño-hombre- hombre mariposa, vuela de mujer en mujer – en este caso bajo la figura de la mujer más marginal y accesible como es la prostituta-. ¿Busca lo que la protección que le daban aquellas niñas de su infancia? ¿ o protegerlas a ellas?
“ No tiene nada malo acostarse con alguien, si uno quiere a todo el mundo”(Pag 204).
Quizá queda difuminada-o a mí me ha quedado - la respuesta en el fragor del ruido de las historias, del gemido de los muelles y el sonido de las botellas de licor al vaciarse... Lo obsceno y lo cotidiano se mezclan en la novela, la vida como realidad completa. Por que tras la historia del niño mariposa, aparece el mundo real, el narrador cuenta al lector -se dirige a él, le exige , o le ruega que le crean , que le escuchen- y entre las sombras de ese mundo casi psicótico muestra la historia real de Camboya, de las matanzas de los Jemeres rojos, de la crueldad infinita, de la muerte enterrada a cada paso y las tortura escondida entre las ropas... ¿pero, me pregunto, encajan ambas historias? ¿son compatibles de contar juntas?¿el escritor usa la historia real para apoyar una historia privada marginal? Supongo que la censura es el mayor pecado en el que puede caer la literatura, no sé si encajan, no tengo la respuesta, quizá la simple narración de un hecho al que la memoria -mas explicitamente la memoria occidental- ha querido y querrá olvidar como un mal sueño de un mundo que creen -y así lo juran- lejano, sirve. , No sé , pero quizá aparezca porque como decía Maquiavelo : “el fin justifica los medios”. Alguien cuenta y recuerda que existe un país, que existen supervivientes, que nadie los ayudó, que la muerte vigilaba cada vereda, que nadie hizo nada, que a los supervivientes nadie apoyo ni apoya, que no todo el mundo es igual...


Olvidándome de lo que cuenta, al menos en su parte esencial, querría decir que la novela está extraordinariamente escrita. Las descripciones de los lugares, de los tipos de vida, de las calles, de la gente, son de una sensibilidad fuera de lo común. Son como pequeñas fotos a contraluz de un país que se mueve delante de un objetivo que no solo atrapa lo físico, sino que también el alma, los olores, las sensaciones...Vollmann es un escritor experto en el dibujo fino del detalle, pero , también , en el trazo grueso en los diálogos y diestro en difuminar, como una pintura impresionista, el sentido real de la novela para que sea visto como en aquella, de lejos, sumando-conjuntando- todos los elementos para ver, al final, el sentido real de lo que quiere contar Vollmann.


Me es difícil dar una opinión seca y limpia de lo que me parece esta novela. Sé , lo tengo clarísimo, que depende con el ánimo o el humor o las ganas con las que se la tome parecerá una cosa u otra: una novela sin fondo o una evidente gran novela. Quizá necesite una opinión subjetiva, hasta literariamente “académica/objetiva”.Pero como no creo en ella para criticar un libro, porque es. por propia definición . algo inútil e irreal, por que un lector siempre -absolutamente siempre- debe tener su opinión sobre lo que lee, y ser objetivo es un alarde de personas sumidas en el “serpolíticamentecorrecto”: no decir nada para que nada falle, no sentir nada para no confundirse, rellenar la reseña con cuatro -o diez- conceptos literarios, con dos referencias literarias/críticas -muy anteriores a ser posible- y un trozo de texto y ya está, limpio y aséptico. Así, creo que la novela cojea en algo tan evidente como que Vollmann necesita un esfuerzo de Fé por partes de sus lectores para creer que la novela dice más de lo que dice, no es que necesite que sea evidente, no creo que tenga nadie que ser explicito, pero sexo a raudales, machismo, guerras y horror...., no explican sencillamente el comportamiento del Niño/Hombre Mariposa, al contrario de la otra novela que he leído de él , “Para Gloria”, en la que todo encaja con sentido, en esta peca en que, elaborada sobre parecidos conceptos, muchos de ellos acertados y admirables -auténtico lujos-,como decía antes, la pintura impresionista -la novela- no aparece clara en la distancia. ¿Qué me quería contar del niño mariposa? : ¿Que estaba obsesionado?... ¿Que amaba a todo el mundo?... ¿que necesitaba cariño? Pero... ¿por qué encajarlo en ese ambiente, por qué el continuo paso de prostitutas?, ¿por que huía de los preservativos? ¿ que función tiene en la novela el fotógrafo que lo acompaña? ¿utiliza Camboya para qué?...
Bueno...en fin... miles de preguntas, si podéis -y estáis de humor- ... leedlo.

domingo, marzo 04, 2007

TIERRA SONÁMBULA de Mia Couto


TIERRA SONÁMBULA de Mia Couto
(Terra Sonâmbula )(1992)
ED. Punto de lectura. 2002, 296 páginas.









Un niño y un viejo, Muidinga y Tuahir, sobreviven entre los hierros quemados de un autobús ( machimbombo) escondidos, a medias, de la guerra que les rodea, de la muerte que se acerca y que reposa entre los pasajeros asesinados en el camino. Entre las posesiones de uno de ellos , en una maleta que ya no irá a ninguna parte, encuentran unos cuadernos-unos diarios- que hablarán, a través de las palabras de Kindzu, de Mozambique, de la guerra, del amor, de las luchas, de fantasmas, de tribus, de casuchas, de fuerzas de la naturaleza, de magia, de lecciones y pasados, santos y espectros, mitos, ritos, agua, luz, árboles, venganzas, fierezas, esperanzas, deshechos, muerte y vida.. Los cuadernos supondrán para el niño y el viejo, no sólo entretenimiento, sino esperanza, que quizás no les lleve a ninguna parte, pero ya es más de lo que tienen; y encontraran, entre esas páginas heridas un explicación a cosas que pasan, y quizás a sus propias vidas. Las personas a fin de cuentas buscan huir de la realidad en las vidas de otras personas, sean más duras o noque las propias; y los libros -las palabras- parecen dar una explicación allá donde se la busca, un camino donde parece que no existe, y una luz en plena oscuridad...Todo es buscar, mirar, suponer o creer.




Mia Couto escribe un libro sobre Mozambique, de la guerra que lo arrastra todo, que acaba con toda una forma de vida y de creencias; que rompe con todas sus costumbres, con sus valores y que lleva a los hombres al grado más extremo de crueldad y bajeza. Los pobres sufren , los ricos se enriquecen, entre balas, muertes, venganzas y rapiña. Los militares viven y mueren , los desposeídos sólo mueren... La tapa de la cloaca humana desaparece en cuanto dinero , armas y odio la pisan, sea con paso enérgico o con pisada suave, el peso es el mismo si de guerra se trata.
¿Cómo podría explicar que este libro que habla de tales bajezas es un libro hermoso? Ni siquiera podría aferrarme a ese dicho que habla de la belleza de lo terrible; esa frase contradictoria y sofocante a veces. No. El libro es hermoso, es brillante, por cómo el tejido de la historia, las historias , puesto que es un doble relato, la del viejo y el niño por un lado, y la de el diario de Kindzu, por otro- , es hermoso por la prosa de Mia Couto, sencilla pero a la vez innovadora -creadora de neologismos y, a la vez, de imágenes a través de ellos-. Es hermoso por que habla de esperanza entre el odio, y habla del odio, mirándolo fijo, sin pausas. Y me da apuro decirlo, por el uso masivo del termino, también es bello por el esplendor de las historias escritas bajo la técnica del realismo mágico, que va apareciendo en el libro , poco a poco, hasta impregnarlo todo, como si las compuertas de la vida se fueran abriendo lentamente , para dar respiración a la propia muerte, como si Mozambique agarrara su pasado por los pies y no lo dejara escapar, y así resurgieran todas las tradiciones milenarias, todas las figuras míticas y reales -del todo reales- de la imaginería cultural de los nativos. Y así el libro combina realidad-tradición- realidad mágica-, como si un caldero de hechicero hubiera creado las palabras. Nacen árboles que hablan, y locos muy cuerdos, y muertos crueles, y vivos muertos, y viajes a ninguna parte, y enanos que caen del cielo, y fantasmas de entre las dunas, y guerreros inmortales y justicieros, y sueños que se cumplen y niños crueles y viejos inocentes.... Todo es sorprendente en las páginas de libro, para el bien y para el mal.

Tierra sonámbula, tierra que vive y muere entre sueños, que anda sin ruta por un sitio que conoce pero que no reconoce.


Quizás lo más terrible de todo, lo más contradictorio de la literatura,antes lo decía, es que puede crear un hermoso libro contando algo cruel y atroz. Es como la horrible belleza de los "Comentarios al Apocalipsis de San Juan” o del Infierno de Dante o la sucia belleza de los crueles libros de Fiodor Dostoyevsky o de... Quizás sea el camino para que las gentes miren hacia donde debieron mirar, fijar sus ojos entre la frontera de la muerte y de la vida para que el autor les diga: ¡eh mira! ! ¡aquí hay gente tan importante como tú, que ama y ríe como tú! ¡y que se muere entre la más atroz de las luchas! ¡la más cruel! ¡ la que mata por matar! ¡de la que todo el mundo se olvido por que está-estaba- más allá de vuestras grandes narices! ¡Mírala! !entre los muertos vive un pueblo tan grande como todo su pasado, tan hermoso como su paisaje!¡que respira 23 veces por minuto, que bombea su corazón 70 veces por minuto, y que come una vez por semana, y se muere cada día!..

Mia Couto, es un escritor que combina la mirada escrutadora sobre lo que le rodea, con la crítica sin perdón a todo un sistema sucio y corrupto, y que ama a su pueblo, a sus costumbre, sus formas, sus paisajes, a sus mitos...
Leedlo.

Hoy...

50 ESTADOS, 13 POETAS CONTEMPORÁNEOS de ESTADOS UNIDOS de EZEQUIEL ZAIDENWERG

  50 ESTADOS, 13 POETAS CONTEMPORÁNEOS de ESTADOS UNIDOS SELECCIÓN, TRADUCCIÓN Y PRÓLOGO DE EZEQUIEL ZAIDENWERG     Decían que decía...