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jueves, abril 09, 2020

RIMBAUD EL HIJO de PIERRE MICHON



RIMBAUD EL HIJO de PIERRE MICHON

De los muchos Rimbaud que hay: Rimbaud genio, Rimbaud joven, Rimbaud herido, Rimbaud huyendo, Rimbaud harto de escribir, Rimbaud amante, Rimbaud malhumorado, Rimbaud naciendo…Michon elige Rimbaud hijo, que no excluye a los demás, es más los incluye, pero hace un aparte, acentúa, una parte del poeta, la de su madre. Ella, dominante, viuda sin finado, la exigente, la rígida educadora, la que sostiene la familia, pero también es la que pone en el cielo el sol y en la tierra el mando de la familia Rimbaud. ¿Cuánto de ella hay en el carácter del poeta? o ¿Cuánto contra ella hay en su vida? No sé, tampoco importa, o ¿El peso de las almas no se compensa como plumas de grúa con los contrapesos?, ¿no se compensa el peso de las almas con los de la vida, con los conocimientos, los sufrimientos, con las vueltas las huidas? Saber más es como intentar recoger cosechas donde solo se plantaron soplidos, hálitos de respiración o de viento inocuo.


El libro es una región extraña, es el camino por el que Michon desvía a Rimbaud del camino oficial, del camino de las biblias, las vulgatas, que definen la vida del poeta, las que la sajan, y sacan sangre y supuestas verdades, y la vuelven a coser para ofrecer a los dioses de la historia o en su defecto a los institutos de enseñanza con ejemplares profesores que acaso harán amar u odiar a Rimbaud a sus alumnos. Michon va por el camino de al lado, ese que resulta cuando viajas en tren y te adelantan por la carretera justo al lado de las vías, coches y camiones sobrepasando la velocidad y la tranquilidad, para llegar a ninguna parte, y tú en el tren ves, por un momento, vidas pasar, otras vidas, como si fueran postes de luz arrancados de la tierra para huir a alguna parte, a alguna…


Pecaré de lo que suelo pecar cuando acabo un libro que voy a adorar toda la vida, la verdad es que me dejo pecar, me encanta decir que este es uno de los mejores libros que he leído nunca. Me permito decirlo porque, quizá, no llegarán otros y seré feliz al menos estos instantes, sí.  A nadie le importará, pero si lo hiciera, deben saber que pasear por estas hojas es un delicado movimiento de lectura, un pasear por un bosque con hojas que se rompen entre los pies y la niebla se eleva para taparlo todo: tú, lo verde y lo marrón de los árboles, lo gris de la niebla, el ruido suave del paso en las hojas que acarician y rompen a la vez, un lugar amniótico. En el caso del libro es el mismo paseo, es la belleza de lo escrito, los pasos que recorre, los pasillos estrechos y las grandes avenidas repletas de voces calladas, son las palabras, el montaje, la construcción del edificio, grande, opulento, que remite a todo, que lo añade todo, y el paso suave por las hojas ya muertas de Rimbaud (y con él el recuerdo que tengo de sus poemas que lo acompañan), todo hace un lugar que parece parir un mundo relleno de arte.

La vida de Rimbaud recorrida como si fuera un túnel en el que van apareciendo habitaciones, o mejor, ventanas enormes a paisajes y figuras que conforman y reconstruyen, paso a paso, la posible, vida de Rimbaud, otra vida. Por un parte son los profesores o los poetas que lo acompañaron en el cortísimos paso de su paso por la poesía, los que Michon utiliza desde su primera persona que describe todo que lo analiza , todo lo que juzga, el narrador es absolutamente  subjetivo (ama, odia, explica, se desdice, escupe, miente, exagera...) de la misma manera que lo es un tipo que ama lo que hace; que pregunta por las cosas que pasaron y las que pudieron pasar: el es el narrador, es Michon, es el fantasma de los poetas pasados, es el fantasma de los profesores de literatura que no fueron … no sé…es alguno de ellos… Él hace que deriven los personajes y hace que describa y se dirija  al lector y le pregunte, o, a veces,  esté en la cabeza de Rimbaud cuando se dirige a casa de Theodore de Banville, a enseñar,-infante nervioso-sus poemas, ¿Nervioso? acaso no. O , aparece, como Verlaine amenazando borrachos con sus pistola, o de repente es el hombre que ve subir al coche de caballos en Londres a pesar de la espesa niebla a los dos poetas enamorados. El narrador, Michon, los fantasmas... dan  una explicación a su amor y a su odio: alguien la da... si el fantasma de los escritores futuros lo dice... será así...

La forma de escribir de Michon, no deja de ser un camino con aristas, con dificultades, un lugar en el que sale y entra de temas, abre puertas que cierra, abre temas , la primera persona, el narrador omnisciente, pero también creador y matador, dios de letras tapizadas de plata, voz de los que no leen vulgatas, vulgar narrador de inventos.  Sí, él, el que reconstruye o recuerda personajes que debes conocer, pasea por precipicios, pasea por calles concurridas o por tejados sin cuerdas, pasea siempre pasea de la mano de ideas, rapidez de ideas, desbordante de ideas y formas, humor, saber… El presente del lector se une al pasado del poeta que es presente porque, el narrador,  todo  lo sabe, pero de Rimbaud todos sabemos, todos hemos entrado en sus escuelas como en sus versos, en sus poemas como en su casa, en su huida como en nuestras sorpresas.  Pero en los pasos del narrador, aquí, es presente: hay dos presentes, el presente que explica al lector y el presente de Rimbaud, siempre lo es, todo es realidad, todo es verdad, todo es como debe ser la literatura: juego, pasión, belleza y pasos estrechos por caminos de montañas, que llevan a nuevos valles.

EL EXTRANJERO DE ALBERT CAMUS





EL EXTRANJERO DE ALBERT CAMUS





Nuestras opciones, nuestra elecciones, se mueven entre lo aprendido y lo deseado, el deseo viene dado por lo amado y lo odiado. Lo odiado viene dado por la vida, nuestras elecciones por lo tanto son la vida; la vida, el acontecer,  rige por tanto nuestra elecciones. Pequeño es el mundo por el que giramos, giramos como una peonza en un mundo que parece enorme, pero no va más allá de lo que peonza pueda moverse en el descansillo de un escalera que sube a ningún sitio o en un parque estrecho en el que nos vemos rodeador por miles de peonzas  que se golpean, caen y se paran. Nuestras relaciones con el mundo, con la gente , con los amigos , están encajonadas, presas, están como asomadas al balcón sin puerta de salida que es nuestra vida, se componen, apenas, de  20 o 30 personas que consideres que pasaron o están y fueron amigos o buena gente; y podrás viajar, podrás callar, podrás hablar por teléfonos, cables, aires, ventanas, podrás ver todo el mundo, podrás tener un millón de empleados a tu servicio , o serás parte del millón de empelados al servicio de alguien que nada te hará moverte de tus círculo de peonza, de la cuerda que da fuerza a tu mundo, a tu cajita de conocidos y conocimiento; hasta que un día ese círculo se rompe, hasta que un día te rompes, hasta que un día el cielo se oscurecerá o el movimiento de un astro se parará sobre ti, y no todo será lo mismo, pero ya estarás perdido.


Camus lleva a su protagonista, Meursault, por un camino recto, sin esquinas, sin curvas que lo hagan girar;  su vida será sobre la indiferencia sobre lo que hará, o lo que resultará de lo que haga, no importa lo que sucede, su camino no parece pasar por allí, y si pasa seguirá recto, sin tener un destino, sin tener horizonte, o con un horizonte tan lejano y tan indefinido que no sabrá a dónde se dirige, y tampoco sabe para qué o por qué. El mundo girara´ sobre él pero  Meursault no querrá párarlo, ni acarrearlo, no querrá que nadie cambie, y si lo hace él seguirá su camino ajeno a todo; solo  sentirá que lo que le rodea lo mira, lo amenaza,  o  parece apreciarlo, o querer amarlo, o querrá odiarlo, sentirá que el mundo se cansa o varía o se cae o que la gente llora o muere o ríe o golpea o reduce su espacio a la nada, o toca, pero para él no tendrá importancia, no creerá que tenga importancia, no demostrará que lo tenga, no juzgará, no distinguirá si lo que se hace es justo o injusto para él, pero tampoco si lo que su actuación será de acuerdo con lo establecido, o que sea lo correcto, que tenga empatía para con otras personas; eso a él no le importa. Su elección es no tener elección, ser anónimo para el mundo, ser extranjero, ser de otra parte, de donde no vienen los demás, de dónde no se es. Y saber y poder  no distinguir o actuar más allá de lo que necesita para cubrir sus necesidades básicas, para seguir un camino, para distinguir que parece ser alguien amable con él o que lo ama, pero no es una elección suya, es de otro, solo lo aceptará, solo dejará que el camino siga, tiene que hacerlo a fin de cuentas, nada parece parase y sigue un camino como pudo seguir otro, pero en este está. en este camino a la nada,


La nada, la nada como elección: nada que llorar, nada que regir, nada que amar, nada que reprochar, nada que sospechar, nada que penar, nada que pensar; acaso solo elecciones primarias, gestos instintivos, sonrisas o risas, nada más; solo gestos para el mundo, un  mundo que tampoco quiere saber de él, están en la misma distancia uno del otro. Se filtran, se intercambian, sonidos, murmullos,  recuerdos, pero entre la vida y Meursault, entre el mundo y  Meursault, entre lo que sucede y Meursault, no pasa más allá de lo que sucede a cualquier ser humano: nace, crece,  trabaja, tiene un amante, se puede casar, se muere familia, conoce amigos y enemigos, y el destino puede llevarte para la esquina del que ha perdido el combate o alzar el brazo,; a fin de cuentas, Camus, solo dice que aún bajo la falta de elecciones, aún en el final siniestro que puede esperar a Meursault, o el final que pudo ser otro, entre un tipo que no elige, que deja que la ola del destino le lleve con su poca participación, con el escaso actuar de sus instintos y necesidades, de sus elecciones o partidos, de sus miradas o sus negaciones, aún en ese caso, a un tipo que no quiere nada a un tipo que no espera nada, que parece hacer nada, aún a ese tipo dice Camus, que al tipo contrarío: al tipo que espera todo del mundo, y hace todo para ser el que rige su vida y de lo que le rodea, de lo que le mueve , y que elige amigos, sitios , viajes, piso, estado y saber, aún a este tipo puede acabar igual. Los dos horizontes lejanos e indefinidos, para los dos, es el mismo, o puede serlo. 

Supongo que, al final, la no elección es también una elección. Dejar que el mundo pase te atropella igual estés parado o en movimiento.

viernes, abril 03, 2020

Todas las mañanas del mundo, de Pascal Quignard






Todas las mañanas del mundo, de Pascal Quignard


Todas las mañanas del mundo son caminos sin retorno” Todos los caminos terminan alguna mañana;  todos los mundos son lugares sin retorno, el mundo de mi vida o de la tuya, los mundos que creamos y recreamos solo tienen camino de ida. Las mañanas que creemos eternas llegan desde la oscuridad y acaban cegadas por la luz deslumbrante, en lo más alto, del sol, que no deja mirar más arriba; así que vienen de la nada y no dejan ir más allá.
 Todas las mañanas nacen en mi vida con el sonido de siete campanas en las torres que me rodean:  en mis recuerdos más amables, son las campanas, campanillas, cencerros, de ovejas y vacas que rompían las mañanas en el campo, temprano, siempre; en mi recuerdo, junto con el rocío, tanto que creo, aun recordar, los sonidos quedos de sus pasos en la hierba, el olor de la hierba mojada es música para mí; el heno, los pastos, los pequeños tréboles, si los miro, me traen cadencias de campanas o cencerros y pasos como caricias. La niebla, cuando llega, me trae sonidos de huidas, la gente huye en la niebla, por ello me trae recuerdos de carreras o pasos apresurados de zorros o de personas, de susurros rasgados de serpientes que huyen de miedo o de vértigo. Las cadenas que cortan el camino de los coches a los caseríos llevan sonido a paz, a seguro de hogar. En la ciudad los sonidos ya no son recuerdos, son recurrentes,  se quedan y se renuevan cada día. Sin embargo, hay algunos como los sonidos de las noches que son rumores cantarines de pasos en la oscuridad, taconeos a la nada; o el paso de los coches en la calle mojada, anunciando, pomposos como tubas,  días de brisa y frío. Las mañanas son de los pájaros, son música de trinos de pájaros que rompen el silencio, o en primavera los primeros gritos de las golondrinas rasgando la calma que luego arrasarán los camiones de pan o de ropa. El mediodía, todo el día, es un ruido intenso de prisa, de zapatos rotos, y gritos, y de ambulancias y sirenas remozadas para asustar a ancianos y niños sin prisa. El silencio es el ruido más querido y el más odiado, es el sitio donde nace el pensamiento, la reflexión de la vida y la muerte.

Quignard utiliza personajes reales para inventar, o proponer, una vida, unas vidas, que pudieron serlo o acercarse a serlo… o no: el señor de Saint-Colombe queda viudo con dos hijas, queda amarrado a su viola y sus recuerdos, y se aferra a ellos; para él la música es síntoma de vida, será su recurso para vivir, su modo de existir, su exhalación en el espejo. La música no es su vida, la vida es su música. Sus hijas, Madeleine y Toinette, aprenderán de él que los días pasan con la música y, sobre todo, por la música, su niñez y juventud es un aprendizaje, a veces extremo de la viola. La viola es principio y fin de la educación y del ser. La llegada de Marin Marais como discípulo moverá la vida de la casa, y del amor y el sexo de las dos hermanas. Esto es en pocas palabras de lo que va la novela, de ahí salen senderos que no van a ningún lado y caminos largos que enseñan nuevas plazas y acumularan nuevas situaciones. Pero la novela no es eso, al menos no es solo eso: Quignard habla de otra cosa, habla de la música; Saint-Colombe es la música, vive para ella, inventa para ella, recoge y comprime el campo en sus escalas, discurre nuevas vidas para ella. Y la música le responde, desde ella llega el mundo mirado desde otro punto de vista, llega vida más allá de la vida, llega, con sus pasos, con su aires, con su tonos, a recrear a su esposa muerta, pero también hace nacer de todos los lugares los impulso que hacen de los sonidos de la viola,  como pudieran serlo del piano o del violín o de la guitarra, hace, pues, que los sonidos de la viola no se recreen, no nazcan para el hombre , sino que nazcan para ser música, simple y llanamente, el placer de la música, para ser ella solo, de ser ella misma, o de ser del que lo toca;  que nazcan, los sonidos de las cuerdas vibrando,  y mueran en ese instante o lo hagan  con el autor de las obras- Porque ella, la música,  nace, surge de las cuerdas del instrumento, de la mente apasionada del creador, del dios de pequeña esfera,  no para ganar dinero, no para ser alabada, no para bailar, nace por el hecho de serlo, por ser bella o por ser fea o por reflejar algo,y con ella vivir, sobrevivir y morir como lo hace ella inquieta, moviendo, apenas, el aire: sin más necesidad por el mundo.
La música es vida y nace de la vida; así,  la viola reflejará en las manos de Saint-Colombe, recreará,  los pasos del saltamontes, o los golpes del  herrero, los gritos de las golondrinas, saltaran por las rompientes, o caerán desde los árboles hasta estrellarse en el suelo. La música es pasión, es pura pasión, que se vive para y por ella, sino no es música;   sonará como música, pero será otra cosa, será canción de amores perdidos que no se han perdido, o serán canciones de ordenador, o serán campanas rotas por el rayo que  suenan a hueco o será murmullo de gente en iglesia por cerrar, pero no será música, no será razón de vivir, y la música es lo que es porque es una razón de vivir, es una razón, también, de morir.

La pasión puede ser obscena o pude ser lo más hermoso del mundo;  el amor , algún tipo de amor, es parte de todo lo que puede remover y tocar las cuerdas de la viola, igual solas, puede ser la que creen callos en la punta de los dedos que toca las cuerdas; la pasión convierte un instante en el momento más bello del mundo;  la falta de ella, aunque quizá sea lo más cómodo, lo que apetece ver a la gente, ver personas sin altos ni bajos, es lo que hace un ejemplo de hermosura técnica en un alarde de vacuidad.

sábado, diciembre 21, 2019

EL CHARLATÁN de LOUIS-RENÉ DES FORETS









 EL CHARLATÁN de LOUIS-RENÉ DES FORETS
ARENA LIBROS Pág 96
Traducción: José Antonio Guerrero Reyna



 "Y un gato de porcelana
Pa' que no maúlle el amor"  Carlos César Lenzi






Como las pisadas en el barro se quedan plasmadas hasta las siguientes lluvias, o las marcas de la marea quedan grabadas en las arenas o en los guijarros de la playa, con una marca de verdín, algas o suciedad en esos límites, allí donde llegó, donde  su esfuerzo de naturaleza desnuda pudo llegar.... hasta la siguiente tormenta , hasta que la siguiente agitación de  lunas, peces o vientos le lleve más allá, hasta el lugar dónde ya no tiene límites; de esa misma manera Des Forets nos muestra en papel una larga charla sin paradas blancas, sin hitos que marquen el camino ni de ida o vuelta, un largo monólogo que abarca días y acontecimientos de un personaje, un tipo cualquiera que habla: habla de él, habla de una mirada a su mundo, que no al mundo, no habla de lo que sucede sino de lo que le sucede, habla de sus pensamientos, habla de sus lectores, habla de suposiciones sobre lo que él habla, y de las suposiciones que tendrán sus lectores... sus lectores... yo,  -o sus oyentes-, que el que lee, oye.
Un patrón de movimiento de pluma o lengua que vira y gira en sus ideas, en sus pensamientos. Es una charla de charlatán, que vira cuando debía ir recto, y gira cuando no debía girar, girar o mover es cuestión no solo de movimiento corpóreo sino también de  las ideas; las ideas van y vuelven como el río o como esa marea del mar, que nos lleva y lleva botellas, ramas o el pañuelo que  te llevó el viento. Él, el charlatán, no quiere ser como es, o sí,  supongo que quiere decir que no era un charlatán, pero lo era;  pero lo era porque un día necesitó serlo; él y las vueltas del mundo lo llevaron,  otro día, a ser hablador-un día en un acantilado solo, sin nadie a quien hablar, con nadie alrededor, entonces se hizo charlatán sin remedio- O cualquier otro día de los que cuenta, a dejar, de nuevo, de ser él, para que en una discoteca ser como no era, y bailar con una bella española que no lo entendía y con ella habló sobre lo que quiso, sobre lo que necesitaba, habló  y habló pero… no debía hacerlo, o , como mínimo habló  lo que no debía decir, ...ella no entendía, ella no sabía descifrar ese farfullar alocado de palabras que no ereconocía, el hablar solo tiene el fin de entender, solo ese fi, sin emabrgo, sí, el resto de la discoteca lo entendía,  sí así que.. ¿Qué es lo cierto, lo que se dice al que te escucha, al que hablas o lo que tiende el resto al que no te diriges? No sé..


Entre dos puntos de la mente del hablador, entre dos ideas, no existe la recta, no tiene que ser el verbo más económico el lugar por el que debe transitar una conversación, sobre  todo una que tiene solo un origen, una boca, una lengua, una mente, una salida…Lleva el lenguaje hablado por dónde quiere el emisor, el cantante, el hablador, el charlatán… Él, el escritor –el charlatán- sabe que es el que domina estas hojas, sabe qué tienen, sabe lo que quiere, sabe él, lo que hay  al final de esos textos; tiene el poder de mentir o el de decir verdades, pero…no…no tiene el dominio...todo no, porque es cuestión de que se lo crea el lector, oyente, que este también se mienta o que lo entienda mal; este, yotiene el poder de dejar de oír , de leer,  dejar de saber de esas ideas descabelladas-o no-. El emisor y el remitente se necesitan, pero no se entienden, no tiene, al menos que hacerlo. Porque sí miramos al tipo, al charlatán del librito, que interpela en el libro  al lector(oyente) y le conmina a dejarlo, o a saber, le conmina a no pensar como piensa, le conmina a que identifique lo que explica –verdad, mentira, suposición creencia, saberlo todo-o que no deje que las cosas que piense sean las verdades. Parece que el libro, el texto le habla, es dominado por el escritor, por el hablador charlatán, es dominado por el que escribe, pero...el lector podrá pensar, podrá dejarlo, podrá examinar los textos, podrá pensar lo contrario del texto, podrá exagerar, podrá dejar que lo que diga el tipo sea aceptable, todo podrá ser así, podrá, incluso, que todo eso que piense o haga el lector sea la verdad, nadie podrá decir otra cosa,. El charlatán está indefenso solo protegido por sus historias, por lo que él cree que cuenta bien, que expresa lo que sucede o lo que piensa, pero nunca podrá dominar lo que piense el que está  enfrente, no sabrá si lo entiende, si lo que ha dicho es aceptable, si lo ha cambiado,  o si es necesario, podrá aquel creer que  la noche es más oscura que lo que ha dicho, o si lo persigue alguien o es una suposición, nadie y nada existe hasta que nace en el libro y lo cree el lector, todo es suposición, todo en el escritor  es suposición, y hasta que lo resuelve, hasta que busca la explicación al mundo, su mundo,  está al nivel de lector, y luego, es así, lástima, cuando lo hace, el lector  es de nuevo el nuevo dominador…No hay solución.


Solo, el charlatán, el escritor, el emisor, tiene un poder, el poder más oculto, el de acabar la novela,el libro, el poema, la charla, el saber, la mentira, la verdad, la obsesión, el viaje....tiene el poder  de tener la última palabra, el de identificar todos aquellos restos del mar en la playa, todas las marcas del agua y, como último ejemplo de poder, o de venganza, o de pequeño sátrapa de escoger un significa. Una explicación, decidir sobre la verdad o la mentira; y es un poder que acaso en ese escaso momento tiene por única vez. Pero ¿será verdad de nuevo? ¿o..?

viernes, diciembre 20, 2019

LAS SOLIDARIDADES MISTERIOSAS de PASCAL QUIGNARD





LAS SOLIDARIDADES MISTERIOSAS de PASCAL QUIGNARD
ED GALAXIA GUTENBERG 2012 202 pÁG
Trad. I. Vidal Foch

" A la  sombra de mi sombra le estoy haciendo un sombrero..." Manolo Chinato



Lo leí ya hace un mes, pero no quería escribir sobre él, quizá no podía: leer, pensar, acabar preguntarme lo que he leído, lo que me ha dicho el libro. Saber qué pisadas sigo para comenzar el camino, saber que no sabes más que lo que te dice tu experiencia, saber que el mundo con la edad se va reduciendo a lo que sabes de él por tu propia vida-nada-. Quignard  escribió ¿Me escribió?? Me escribió solo a mí... supongo que sí… este camino es mío, no necesito guías, no necesito saber qué paso por las rutas paralelas, ¿Para qué? Importa el camino, no la compañía, es tu aventura. Lo leí hace un mes, y hay algo en ese lado del libro que me explica que la soledad hace solidaridades misteriosas, soledades intensas o soledades de un momento concreto de la vida, solidaridades que explican que ames un lugar que no visitas, o beses puertas que no hubieras querido abrir en cualquier otro momento; solidaridades misteriosas que no encajan en el paisaje total de tu vida, no aparecen en el cuadro de tu vida hasta entonces; solidaridades que no sabrán explicarse más allá de la soledad, pero entiendo que la soledad solo es una espera, la esperanza que sobreviene que acompaña a  una espera, de  encontrar algo, de saber qué camino podrá tomar el futuro y estar sentado al final de él, o esperar en el puente que cruza de un lado al otro de las lagunas, junto  a la última esquina; esa espera de saber qué es lo que queda, o, a lo mejor,  de esperar que algo cambie, o, sí,   que exista una explosión milagrosa que pueda salvarte de tu espacio vacío. La espera… todo es espera en este libro, todo fue espera, todo fue el deseo de querer que algo cambie, de derrotar enemigos o cambiar mentes, cambiar momentos, espera de cambiar pasados…cambiar, ¡sí, es cambiar, por dios! Cambia, cambiar el espacio por la masa, lo vacío por la piedra. Cambiar el presente., cambiar el pasado…

Claire vuelve al pueblo de su infancia en una Bretaña que inunda su espacio con espacios vacíos en el paisaje, y lugares vacíos en el pasado de ella en ese pueblo, donde paso su niñez, con la compañía de su hermano y de un amigo, Simón, viviendo en casa de una familia que no quería, que no los querían ni a ella ni a su hermano,  tras desaparecer su padres. Pero en aquel espacio desnudo, en aquel tiempo opaco, ella deja el pueblo, deja esa vida, deja a su  hermano, deja apenas jirones en aquel pueblo, en aquel tiempo, en aquella verde impaciencia, deja, en aquella huida, a  Simón, su amor abandonado: cuando vuelva él estará casado, y , a pesar de ello, reinventarán el amor pasado. Pero la vuelta supondrá encontrarlo y perderlo, la vida no es como esperas: el fin de la relación, el abandono, la imposibilidad, la nada, el olvido cansado, el olvido no necesario supondrá el inicio de la eterna  espera por él: ella mirando tras las esquinas esperando que él aparezca, ella mirando el mar desde las colinas verdes y húmedas esperando que aparezca en su barco, todo por un pequeño instante,  por una ráfaga de su figura, por su gabardina marina saliendo de la cabina del barco, por el instante de  saber que está vivo, de que exista, de explicarse a sí misma que está viva por eso, de que nada se olvida, -de que se vive para esperar que hoy , sí hoy, cambie el  mundo, tu mundo-,  porque él  está. Que su vida es esperar que se cruce en su camino, de verse en las entrañas del pueblo, de mirarse un instante en la cristalera de la farmacia que él regenta, de que la vida sigue hasta que no lo hace, hasta que las rutinas sustituyen a la vida, y la espera es la única rutina, aun sin vista, aun sin figura que ver.

 La vida de ella en la soledad de un casa en el páramo que subee desde el acantilado, acompañada de su hermano y el amante de él, solo se reduce a moverse por el mundo, a saciar su esperanza: esperanza, espero, esperar,la espera no tiene desesperanza, pero la desesperanza si tiene espera …  despedir a…desesperanza, amar, vivir, amar, morir, amar, saber del mundo, saber que nada queda, nada queda solo el verde las colinas, el mar es verdad que existe, solo el mar y el horizonte que no tiene fin, nada tiene fin….todo,  todo es saber que el mundo gira y todo existe por un pequeño  instante, por una fugaz mirada , por un deseo posible, por una potencia, porque puede ser probable, pero que aunque no ocurra la espera  hace merecer la pena, la esperanza de todos los días, de poder ver, de pensar que este otro día será el que cambie este monótono discurrir de los días…¿Queda algo?


El verde de los paisajes rodea las letras, mezclado con la bruma que asciende del mar y de la tierra, los paseos reducen el mundo a unas botas llenas de rocío o escarcha, las estrellas son pasos hacia el mundo que no se irá, el sol solo es un semáforo  de entrada al día, a la mirada, al sentarse a ver el mundo: el mar, un mar con figuras, con barcas llenas de una sola persona, ¿el habla se reduce si no hablamos? Amanece y las puertas de la tierra y el mar se abren y cierran por solo una razón, saber que podrá ser diferente al anterior, solo esa probabilidad abre el mundo, como los mares del medio oriente rojo, solo se abren para esperar que sea diferente.

Sumido en la prosa esférica de Quignard, esa que rodea el mundo con pasos cortos, con frases detenidas y definidas hasta mostrarte todo el globo terráqueo, redondo y verde, de hierba finísima que parece que oliera cuando lees su libros.

Hoy...

50 ESTADOS, 13 POETAS CONTEMPORÁNEOS de ESTADOS UNIDOS de EZEQUIEL ZAIDENWERG

  50 ESTADOS, 13 POETAS CONTEMPORÁNEOS de ESTADOS UNIDOS SELECCIÓN, TRADUCCIÓN Y PRÓLOGO DE EZEQUIEL ZAIDENWERG     Decían que decía...