YO IBA A SER HOMERO, PAULO LEMINSKI
Kriller71 2018 145
Páginas.
Versión de Aníbal Cristobo
Pensé comenzar este comentario sobre lo que me ha dicho este
libro de Leminski, lo que me ha fijado en la mente, el resultado de las múltiples
lecturas que hice de él y que van licuando el significado de sus versos a mi manera de ver ese mundo,
su mundo; decía que pensé empezar esto hablando de las cosas que aparentan y no son;
luego pensé comenzar hablando de cómo las convenciones poéticas se pierden en
los poemas de Paulo; incluso planeé hablar de haikús modernos – o brasileños-,
y, en lo avanzado de la noche, decidí comenzar este texto hablando de una canción de Mary Poppins. Al final, terminé pensando que lo lógico con un poeta es comenzar con un
poema, y con más razónl con este tipo tan especial. ¿Qué poema puede presentarlo a
un desconocedor de su obra? ¿Qué esconde su poesía detrás de esos versos
cortos, de rima alegre casi rítmica, en apariencia fácil?
luna a
la vista
¿brillabas así
sobre auschwitz?
Tres versos y te dejan helado, tres golpes, tres lluvias
torrenciales, tres golpes al hígado, tres golpes en la puerta en la noche, tres
estrellas amarillas en la luna blanca. Leminski concentra en este poema corto
todo su mundo: utiliza la luna, recurso –imagen y símbolo- de los poetas desde
los principios de los siglos, para retorcer su sentido poético y utilizar su
belleza cantada para decirnos que ella se veía desde el infierno, que era la
observadora -el público-de aquel horror, la compañera de aquellas vidas, de
aquellas muertes, la vigilante de aquellas vallas. Pero también utiliza la imagen de la luna para contar que el
mundo ha girado, ha cambiado nuestras vidas, se han olvidado tantas cosas,
Auschwitz parece tan lejano, tan imposible, pero estamos bajo el mismo cielo, nos
cubre el mismo satélite, ilumina el mundo como si no hubiera pasado nada, y
todo parece que hubiera haber habido cambiado, pero todo brilla igual, con la
indiferencia de lo que parce eterno. ¿Ha cambiado algo?
No deja de ser curioso, pienso ahora, que tres versos expliquen la banalidad del mal,
el mal en la vida, la vida del mal, más que sesudos libros.
Sí, eso es Leminski, pero no solo: un pequeño libro puede
contener, y contiene, muchas vidas. Los
poetas que olvidaron la pista única, los que ya fueron de banda múltiple, de estéreo,
no hablan de un solo tema, no cruzan las calles con un solo paso, no juegan con
una sola carta, no apuestan todo a una rima o a una ficha, Lemismki no lo hace.
Veamos…
Él a veces también es acero tras la belleza, es plomo en
las venas de la hoja que cae, Leminski es amargura tras las sonrisas,
La vida son las vacas
Que pones en el río
Para atraer a las
pirañas
Mientras los bueyes
pasan
---
Yo no discuto
Con el destino
Lo que él pinta
Lo firmo
O es humor, diría que
sorna, diría que alegría para los momentos que se mueven todos los días, diría
que es pasión por las cosas, por ser, pasión por estar. Se forman rimas juguetonas,
a veces fáciles, a veces casi infantiles, siempre agradables. Sus chanzas, el replegarse sobre sus errores no existe para él en su sorna para
consigo mismo, para él y sus vidas, para los poetas, para las cosas de la vida,
para todo, todas esas cosas salen paseando por este libro, siempre.
de cómo
el polaco jan
korneziowsky
se puso la
persona/disfraz
de joseph conrad
y se convirtió en lord
jim/childe harold
un día de estos quiero
ser
un gran poeta inglés
del siglo pasado
decir
oh cielo oh mar oh
clan oh destino
luchar en la india en
1866
y desaparecer en un
naufragio clandestino
Aviso a los Náufragos
Esta página, por
ejemplo
No nació para ser
leída
Nació para ser pálida
Un mero plagio de la Ilíada,
Alguna cosa que calla,
Hoja que vuelve a la
rama,
Muchos después de
caída.
Nació para ser playa,
Quien sabe Andrómeda, Antártida,
Himalaya, silaba sentida,
Nació para ser última
La que aún no ha
nacido.
Palabras traídas de
lejos
Por las aguas del Nilo,
Un día, esta página,
papiro,
El símbolo, al sanscrito
A todos los dialectos la
india.
Tendrá que decirle
buen día
A lo que solo se
susurra al oído,
Tendrá que ser brusca piedra
Donde alguien ha
dejado caer el vidrio
¿y no es así la vida?
Lapida 1
Aquí yace un gran
poeta
Nada ha dejado
escrito.
Este silencio, medito,
Son sus obras
completas.
Y es ritmo; vertiginoso ritmo de lectura, que
debes domar para que su galope se pare para pensar en lo que lees, más allá del
agradable pasear por sus letras o el agradable sonido de los versos, de las
rimas, de los juegos de palabras, de las salidas por las rotondas de los versos
para acabar en el mismo carril que viniste Y acabas. –o empiezas- cada poema,
cada verso, cada hoja del libro, silbando cualquier canción que dome el ritmo.
Recuérdeme
Como a alguien
Que oía llover
Como quien asiste a
misa
Como quien duda,
mestiza
Esté la pereza y la
prisa
Y música. En el ritmo está la música , también en la combinacion de frases y palabras cortas de rima juguetona consonante, de música para versos cortos, para oídos afilados.
ESTUPOR
ESTUPOR
Ese súbito no tener
Ese estúpido querer
Que me lleva a dudar
Cuando debería creer
Ese sentirse morir
Cuando no existe lugar
Adonde se pueda ir
Ese tomar o dejar
Esa poesía vulgar
Que no me deja mentir
Otras veces, muchas, Leminski es, también, belleza: belleza en
un lugar cercano a la poesía japonesa. Son pasos silenciosos, que apenas rozan
el suelo, son un susurrar de ideas que tocan la vida, lo hermoso; con una mirada apegada a las cosas sencillas, con una mirada poética a lo que versan las cosas de la
vida, a lo cercano al visor de los que ven el mundo con la pupila de ver, como la
de los gatos, aún en la oscuridad.
Dos hojas en la
sandalia
El otoño
También quiere andar
Es todas esas cosas y es siempre algo que reconcome al
lector, me reconcome a mí: un rastro triste en las páginas, como un surco de
amargura que no puedo evitar sentir en todos-casi- los poemas, como con el viejo
payaso sonriente que ves cruzar la oscura pista solo, como el viejo cantante
rodeado de vacío, como el patio de butacas que no sonríe; Leminski tiene versos
pegados a la injusticia del mundo, los tiene pegados a la vida pasada, a los
recuerdos acaso de cosas que no volverán
Mi madre decía
- ¡hierve, agua!
- ¡fríete huevo!
- ¡gotea, grifería!
Y todo obedecía.
Tiene versos pegados a las almas; se impregna de ellas, y
como. al menos en los buenos poetas, toda alegría lleva colgada al tristeza en la
espalda, pero no al revés, sería humor amargo, y el humor amargo es cinismo y
eso no es Leminski. Los versos que salen en este libro hablan de su mundo que,
sin conocerlo, hablan de un tipo-un poeta- que vivió y deseo vivir más, que cantó y deseo
ser cantante de papeles, y quiso ser libre y quiso cambiar el mundo a golpe de
verso, pero vio que el mundo no le iba a dejar, y vio que la poesía no solo son
versos contundentes y adustos, no son versos de punta roma sino que pueden ser de
punta y filo afilado; y que jugar es también poesía, y saltar y cantar y lo
bueno muchas veces es breve y pasa como un suspiro de una boca amada, o como
el aire del mar que, sin notarlo, apaga una vela, silencioso.
Mira
Todo lo que respira
Conspira