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jueves, enero 17, 2019

YO IBA A SER HOMERO, PAULO LEMINSKI






















YO IBA A SER HOMERO, PAULO LEMINSKI

Kriller71 2018  145 Páginas.
Versión de Aníbal Cristobo

Pensé comenzar este comentario sobre lo que me ha dicho este libro de Leminski, lo que me ha fijado en la mente, el resultado de las múltiples lecturas que hice de él y que van licuando el significado de sus versos a mi manera de ver ese mundo, su mundo; decía que pensé empezar esto hablando de las cosas  que aparentan y no son; luego pensé comenzar hablando de cómo las convenciones poéticas se pierden en los poemas de Paulo; incluso planeé hablar de haikús modernos – o brasileños-, y, en lo avanzado de la noche,  decidí comenzar este texto hablando de una canción de Mary Poppins. Al final,  terminé pensando que lo lógico con un poeta es comenzar con un poema, y con más razónl con este tipo tan especial. ¿Qué poema puede presentarlo a un desconocedor de su obra? ¿Qué esconde su poesía detrás de esos versos cortos, de rima alegre casi rítmica, en apariencia fácil?

                luna a la vista
¿brillabas así
sobre auschwitz?

Tres versos y te dejan helado, tres golpes, tres lluvias torrenciales, tres golpes al hígado, tres golpes en la puerta en la noche, tres estrellas amarillas en la luna blanca. Leminski concentra en este poema corto todo su mundo: utiliza la luna, recurso –imagen y símbolo- de los poetas desde los principios de los siglos, para retorcer su sentido poético y utilizar su belleza cantada para decirnos que ella se veía desde el infierno, que era la observadora -el público-de aquel horror, la compañera de aquellas vidas, de aquellas muertes, la vigilante de aquellas vallas. Pero también utiliza la imagen de la luna para contar que el mundo ha girado, ha cambiado nuestras vidas, se han olvidado tantas cosas, Auschwitz parece tan lejano, tan imposible, pero estamos bajo el mismo cielo, nos cubre el mismo satélite, ilumina el mundo como si no hubiera pasado nada, y todo parece que hubiera haber habido cambiado, pero todo brilla igual, con la indiferencia de lo que parce eterno. ¿Ha cambiado algo?
No deja de ser curioso, pienso ahora, que tres versos expliquen la banalidad del mal, el mal en la vida, la vida del mal, más que sesudos libros.

Sí, eso es Leminski, pero no solo: un pequeño libro puede contener, y  contiene, muchas vidas. Los poetas que olvidaron la pista única, los que ya fueron de banda múltiple, de estéreo, no hablan de un solo tema, no cruzan las calles con un solo paso, no juegan con una sola carta, no apuestan todo a una rima o a una ficha, Lemismki no lo hace.  Veamos…
Él a veces  también es acero tras la belleza, es plomo en las venas de la hoja que cae, Leminski es amargura tras las sonrisas,

La vida son las vacas
Que pones en el río
Para atraer a las pirañas
Mientras los bueyes pasan



---


Yo no discuto
Con el destino
Lo que él pinta
Lo firmo

O es humor, diría que sorna, diría que alegría para los momentos que se mueven todos los días, diría que es pasión por las cosas, por ser, pasión por estar. Se forman rimas juguetonas, a veces fáciles, a veces casi infantiles, siempre agradables. Sus chanzas, el replegarse sobre sus errores no existe para él en su sorna para consigo mismo, para él y sus vidas, para los poetas, para las cosas de la vida, para todo, todas esas cosas salen paseando por este libro, siempre.


de cómo
el polaco jan korneziowsky
se puso la persona/disfraz
de joseph conrad
y se convirtió en lord jim/childe harold

un día de estos quiero ser
un gran poeta inglés
del siglo pasado
decir
oh cielo oh mar oh clan oh destino
luchar en la india en 1866
y desaparecer en un naufragio clandestino


Aviso a los Náufragos

Esta página, por ejemplo
No nació para ser leída
Nació para ser pálida
Un mero plagio de la Ilíada,
Alguna cosa que calla,
Hoja que vuelve a la rama,
Muchos después de caída.

Nació para ser playa,
Quien sabe Andrómeda, Antártida,
Himalaya, silaba sentida,
Nació para ser última
La que aún no ha nacido.

Palabras traídas de lejos
Por las aguas del Nilo,
Un día, esta página, papiro,
El símbolo, al sanscrito
A todos los dialectos la india.
Tendrá que decirle buen día
A lo que solo se susurra al oído,
Tendrá que ser brusca piedra
Donde alguien ha dejado caer el vidrio
¿y no es así la vida?


Lapida 1

Aquí yace un gran poeta
Nada ha dejado escrito.
Este silencio, medito,
Son sus obras completas.

Y es ritmo; vertiginoso ritmo de lectura, que debes domar para que su galope se pare para pensar en lo que lees, más allá del agradable pasear por sus letras o el agradable sonido de los versos, de las rimas, de los juegos de palabras, de las salidas por las rotondas de los versos para acabar en el mismo carril que viniste Y acabas. –o empiezas- cada poema, cada verso, cada hoja del libro, silbando cualquier canción que dome el ritmo.

Recuérdeme
Como a alguien
Que oía llover
Como quien asiste a misa
Como quien duda, mestiza
Esté la pereza y la prisa

 Y música. En el ritmo está la música , también en la combinacion de frases y palabras cortas de rima juguetona consonante, de música para versos cortos,  para oídos afilados.

ESTUPOR

Ese súbito no tener

Ese estúpido querer

Que me lleva a dudar

Cuando debería creer



Ese sentirse morir

Cuando no existe lugar

Adonde se pueda ir



Ese tomar o dejar

Esa poesía vulgar

Que no me deja mentir

Otras veces, muchas, Leminski es, también, belleza: belleza en un lugar cercano a la poesía japonesa. Son pasos silenciosos, que apenas rozan el suelo, son un susurrar de ideas que tocan la vida, lo hermoso; con una mirada apegada a las cosas sencillas, con una mirada poética a lo que versan las cosas de la vida, a lo cercano al visor de los que ven el mundo con la pupila de ver, como la de los gatos, aún en la oscuridad.

Dos hojas en la sandalia

El otoño
También quiere andar

Es todas esas cosas y es siempre algo que reconcome al lector, me reconcome a mí: un rastro triste en las páginas, como un surco de amargura que no puedo evitar sentir en todos-casi- los poemas, como con el viejo payaso sonriente que ves cruzar la oscura pista solo, como el viejo cantante rodeado de vacío, como el patio de butacas que no sonríe; Leminski tiene versos pegados a la injusticia del mundo, los tiene pegados a la vida pasada, a los recuerdos acaso de cosas que no volverán

Mi madre decía
- ¡hierve, agua!
- ¡fríete huevo!
- ¡gotea, grifería!

Y todo obedecía.

Tiene versos pegados a las almas; se impregna de ellas, y como. al menos en los buenos poetas,  toda alegría lleva colgada al tristeza en la espalda, pero no al revés, sería humor amargo, y el humor amargo es cinismo y eso no es Leminski. Los versos que salen en este libro hablan de su mundo que, sin conocerlo, hablan de un tipo-un poeta- que vivió y deseo vivir más, que cantó y deseo ser cantante de papeles, y quiso ser libre y quiso cambiar el mundo a golpe de verso, pero vio que el mundo no le iba a dejar, y vio que la poesía no solo son versos contundentes y adustos, no son versos de punta roma sino que pueden ser de punta y filo afilado; y que jugar es también poesía, y saltar y cantar y lo bueno muchas veces es breve y pasa como un suspiro de una boca amada, o como el aire del mar que, sin notarlo,  apaga una vela, silencioso.

Mira
Todo lo que respira
Conspira







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