PIGMALIÓN de GEORGE BERNARD SHAW
1914
Bruguera. 183 Pág.
Rad Julio Broutá
Uno, yo, que adora “My fair Lady” o a Audrey Hepburn, bueno…
a los dos. Había dejado pasar esta obra de Bernard Shaw como si ya lo hubiera
visto todo. Pero no habiendo perdido -mejor...habiendo retomado...- uno de mis
más profundos convencimientos como es que siempre es mejor un libro que su
interpretación en el cine, siempre: he vuelto al redil y he descubierto el
error, mal que me pese por mi querencia
por aquella película y estas canciones
y la graciosa versión pobre de Audrey, y el Higgins hombretón y poco dado al hallazgo
de Rex Harrison y su inerte capacidad de mirar con pasión; sí las echaré de
menos, como sus versiones españolas de las canciones y la frase monotemática
que habla de que la lluvia en Sevilla es una
maravilla, y las manchas de suciedad en la cara aristocrática de
Audrey, y las pegajosas flores mojadas y los coroneles dichosos... ¡YA! ¡Hasta
aquí!. Sí, he perdido la gracia de aquellas cosas ..pero he ganado una obra
literaria de mayor orden, un ejemplar cuidadoso de la crítica agarrada a las
letras de los libros, la raya en el escrito que remonta y acentúa cosas que son
necesarias, cosas que olvidaron en Hollywood como siempre, porque estorba la crítica
de lo absurdo del comportamiento humano, lo cruel de la vida del pobre, la ironía
del destino que es ser pobre y rico a la vez, la sórdida capacidad del mundo de
ser hipócritas por aparentar por encima de la propia supervivencia y del
trascurrir óptimo de la vida. Hollywood habla de amores y muertes, de ejemplos
para pobres y de excelsos ganadores, pero no habla de la vida.
Un día lluvioso cualquiera en Londres se reúnen, por azar,
en cualquier plaza del centro una serie de personas: una jovencita pobre
vendedora de flores, un rico coronel, un rico lingüista… Hay otros, pero nos interesan
estos tres: de ellos saldrá una apuesta en las que Higgins el lingüista apuesta
con el coronel, que en 6 meses puede
hacer pasar a la inculta floristera, Eliza, por una dama, solo enseñando
modales y habla “culta”.
Lo ocurrido después con ellos y con la madre de Higgins, el padre
de Eliza, y otros diversos actores es el camino por el que discurre la obra.
Nada que no se haya visto en series, películas, nada que no obedezca al mito de
Pigmalión, escultor que da vida a Galatea, su obra de arte a sus gustos y necesidades... Sin embargo...
Sin embargo, Bernard Shaw no solo habla del mito, no habla
de amores, o no exclusivamente de amores, o al menos, de los amores al uso, de
los de novela romántica como él mismo define. Él habla de la naturaleza humana,
habla de la hipocresía del mundo que crea fachadas, cree en espectáculos, crea
canales vacíos o estatuas vacuas, antes que en la realidad, antes que en el
sentido único que debe tener el ser humano: el ser uno mismo. Pero, unido a
esto, también habla de la falta de oportunidades y el injusto tratamiento de la
gente pobre, sacudida y pisada por el rico, dejándola a expensas de los gustos del poderoso, de sus mandatos, de sus excentricidades o de sus manejos. Tener el
poder del dinero por encima del conocimiento, hasta de la compasión,
o del vivir. Habla, también Shaw, sobre lo
vacío que es un conocimiento incompleto, de la acumulación estúpida de saberes inútiles,
de fachadas sin fondo, pero que no sirven parara nada. Y, a pesar de todo, gana el poder del dinero sobre la vida,; sí
habla de eso, de lo que nos esconde la vida real, de que los libros no son realidad,
de que la vida es más dura que ellos que
esta no tiene por qué acabar bien, las acciones, los resultados de nuestro paso
por el tiempo y el espacio real no tienen por qué ser igual que el resultado amable de un escrito. La vida
es más dura y se necesita dos cosas, o tres: suerte, dinero y capacidad
crítica. Y ahí entronca con su conocido compromiso político socialista, de
renovación social, de apoyo a una mujer liberada o casi… al menos en ese momento….
A veces se descubre en la obra ese vaivén de ideas que volaban y sobrevolaban a
Shaw y su cabeza,y que a veces se posaban en el palco, a veces en la platea, a veces
en el gallinero…
El mundo es un lugar serio donde cobijarse... es lo mejor en
ciertos momentos.