miércoles, marzo 14, 2018

ÁNGELES DEL UNIVERSO de EINAR MÁR GUDMUNDSSON

 












ÁNGELES DEL UNIVERSO de EINAR MÁR GUDMUNDSSON
englar albeinsins 1993
Siruela 179 Pág.
Trad. José Antonio Fernández Romero




¿De dónde aparecen las heridas?¿Desde qué apartado  lugar surgen para cruzar nuestra piel, nuestra mente, nuestros ojos y se quedan en forma de cicatrices efímeras o se quedan como llagas inmortales? ¿Cuáles son más profundas?¿Serán más profundas las de las manos o serán las de los brazos o las de los ojos, o serán las del alma o aquellas que desbrozan sentimientos y requerimientos: las heridas de la mente?¿De dónde nacen las heridas que marcan el cerebro, el comportamiento , el modo de mirar el mundo y el modo que te mira el mundo?¿Y dónde se oculta la vida que se pierde entre visiones terribles y voces que se escuchan de la nada y te hablan desde lo profundo? ¿ Dónde escondemos la vida que desaparece en hospitales y sanatorios para enfermos mentales?, ¿ Y dónde se ha perdido la vida que se va en ese miedo que se ve en los ojos de los otros o el miedo en los ojos que están detrás del espejo? ¿Qué pueden los heridos, los enfermos, los llagados, los enfermos mentales, sí los locos, esperar de la vida en ese manto de espinas y clavos y cristales rotos que cubre las calles y los suelos y las sábanas de las casas; de ese no poder descansar nunca, entre pastillas que dan y quitan vida, entre vacíos que dan locura, locura de existir, de vivir, de no poder vencer ni ser derrotado? Nada sale, nada entra en el futuro, ni el pasado, solo un presente de pastillas o de huidas o de sanatorios o de errores que no van a ningún sitio; solo parece existir un lugar circular, del que entras y sales,   en el que giras para dar la espalda y la cara a la vez, que hiere, que saja los ojos, y revienta las venas, y la memoria. Todo parece nacer y morir, día tras día, dentro de una mente desnortada que no sabe dónde ir, siempre huyendo; el futuro es huida, todo es huida.

Päll nos cuenta su vida desde un lugar y un tiempo  indefinido en el futuro,  y desde allí nos habla de cómo ha sido su existencia, de cómo comenzó, incluso antes de nacer, a ser llevado por una vida que otros querían; llevado desde los sueños de su madre embarazada, habla de su vida infantil en el campo donde vivía libre, feliz, entre amables lugares, y amigos y familia que no estaban lejos, siempre estaban cerca, cerca de él y su mente; siempre cerca: Toda su vida en aquellos momentos, controlada y amable, está suspendida sobre su hombros y está en los raíles, como de tren, por donde piensa que trascurrirá su destino, transcurrirá su modo de existencia normal, apacible, cansino o amable, aburrido y feliz, sensato y contenido. Päll piensa, desde un futuro que sobrevuela todo su mundo, en cómo su llegada a la ciudad es la llegada a un mundo duro y cruel; a un mundo donde nadie quiere a nadie, un lugar oscuro, en los sótanos donde viven, nada quiere ser feliz, nada quiere que sea feliz; las casas invaden el cielo, las calles son avisperos de cosas rotas, de amigos rotos, de nada. Päll pasa así la vida, entre nuevas escuelas, nuevas casas, diferentes amigos, nuevos hermanos, nuevas formas de ver el mundo. Päll, revive el pasado, que va y viene, en el tiempo y en el espacio: va al sanatorio y vuelve a la adolescencia, va a casa atemorizando a sus hermanos y padres y vuelve al sanatorio, o la casa donde vive alejado del mundo y vuelve a su noviazgo de juventud, al primero, donde él vio torcerse todo, o simplemente es donde vio su cara en el espejo, directamente, sin más caretas, y allí vio su primera huida; sí, siempre su huida. Ve desde el futuro el alcohol que ciega sus pasos y las ganas de ser diferente, y se ve , otra vez, volviendo de nuevo al hospital, con sus nuevos amigos que son los residente en la institución psiquiátrica; sí, son los enfermero, y los médicos, ellos son su nuevo mundo y, con ellos, sus propios compañeros de encierro, con sus cicatrices enormes que se cruzan de lado a lado, de mente a mente, de golpe a golpe; sus amigos que van y vienen como él del sanatorio, entre pastillas y aventuras lejos de sus camas de habitación protegidas, como niños que huyen del colegio; ellos avanzan entre sus identidades rotas, sus pasados que han desparecido, sus mentes eternas de locos para siempre, de eternos enfermos , de rotos muñecos para la vida.
Päll, va y vuelve de la borracheras desaparecidas, y de las perdidas de conciencia, de sus peleas y sus abrazos, de sus amenazas, de la mente que naufraga, y se pierde, no siente miedo. Tampoco siente que hizo mal, porque él se reconoce en sus movimientos, en sus actos, pero no lucha contra sí mismo, contra su modo de actuar o ver la vida; él, para sí mismo, es así, no puede ser de otra forma, no puede combatirlo, no puede vivir la vida entre pastillas y no puede vivir sin ellas, no puede existir y debe existir...

Gudmunsson, no pone filtros en la herida, no restaña nada, no sale humo de su llaga cauterizada, no quiere hacerlo; muestra un mundo ajeno a la vida que poseemos; ha quitado el paraguas y nada nos cubre y llueve sobre nosotros, llueven gotas que queman, pero que hacen abrir los ojos, para ver ese lugar alucinado y alucinante que es la mente del enajenado, o del loco, o del que sufre o del que no es él, o del que ya ha dejado de ser él, o el que ya no será o del que se pierde; pero que él, Gudmunsson, quiere mostrarnos su lado, el lado del que, realmente,  se ve cuerdo, no se ve loco: mostrarnos el lado, la visión,  del atormentado, del que busca, del que busca ser él, del que algún día quiere ser , de nuevo, él,  el que quiere encontrarse. Sí, nos muestra la visión del que nos da miedo ver, encontrarlo en la calle, en la vida, en el ascensor,  del que no sabemos nada, del  huimos o rechazamos; ese punto de vista que nos da miedo, por no querer saber o por no poder saber.

El corazón que palpita en el lado oscuro de la luna aparece en este libro, ese que ríe y llora y grita y se calla, lejos, siempre lejos.



Hoy...

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