lunes, febrero 26, 2018

RÉQUIEM ALEMÁN de JOHANNES BRAHMS y EL CAFÉ DE LA JUVENTUD PERDIDA de PATRICK MODIANO




RÉQUIEM ALEMÁN de JOHANNES BRAHMS y EL CAFÉ DE LA JUVENTUD PERDIDA de PATRICK MODIANO



Siempre que leo oigo música, siempre. Me acompaña en el ritmo, en la entonación; está cerca, alta, o lejos, casi silenciosamente, y así me lleva sin que sepa a veces que estoy escuchándola porque la lectura me absorbe, pero la necesito. Cada lectura  tiene su música, casi siempre siento cuál es, y otras veces voy probando hasta que me paro en una, y sé que es esa la que acompañará, y acunará, al libro, no diría que es su banda sonora, pero si abre el camino, o lo cierra, depende del estado. Hoy, estos días, me ha pasado lo contrario, mientras estaba oyendo el Réquiem alemán de Brahms leía “El Café de la juventud perdida”, hoy era el libro el que encajaba en la música, hoy he buscado el libro que necesitaba para este Réquiem, esta obra, esta obsesión,  que hay días que oigo más de dos o tres  veces, ese sonido del que conozco sus paradas y sus tempos, conozco sus giros y sus altos, sus voces, sus tristeza, sus penas, sus notas; conozco el sabor de esta música, hasta el tacto; conozco los detalles de sus violines, de sus escalas y su partitura; conozco sus sombras y sus lágrimas; conozco a quién le duele su sonido y cuándo  lastima la piel; sé por dónde caminan sus voces, y por dónde se pierden cuando las escucho, y dónde encontrarlas cuando alguien las necesita.

El libro encajaba con este Brahms porque es el recuerdo de un pasado del que las personas que lo cuentan sienten que lo han perdido, es la evocación de aquel Café Condé donde unos jóvenes, escritores, rebeldes, exiliados del mundo se reunían para contar y contarse historias y vidas, para beber y escuchar sabores diferentes. Allí, en aquel Café, aparece el centro de la novela, una joven misteriosa, Louki, que parece, desde la nada, desde casi el silencio, deslumbrar, o acaso sería mejor decir que parece alumbrar a algunas personas. Y ellas son, incluyendo ella, las que cuentan lo que recuerdan de aquellos años, y dan la explicación partida, el puzzle, que unido compondrá el cuadro, el espejo quizá, de lo que pasó en aquellos años; lo que eran aquellos, en apariencia, lejanos años: diferentes, más felices, y más tristes, más eternos y más muertos como pasa con todo lo que se mira con la distancia de una vida o de un felicidad perdida o un amor derruido o un acaso que pudo cumplirse. Y decía que encaja este libro con Brahms porque qué es sino recuerdo un Réquiem, ¿No está esta música hecha para abstraerte en el paso de la vida, en lo que se hizo o se truncó? ¿No es un Réquiem un estruendo de la memoria, una campanilla para despertar imágenes pasadas, para separar lo cierto de lo soñado? ¿No es un último esfuerzo para que el olvido no arrastre a todo aquello que quisimos de esa persona, o de nosotros o del mundo o de la vida, de cualquier vida? ¿No es un repentino adiós a algunas cosas?¿O es un cortar, una frontera para despedir un estado, un momento de nuestros tiempos?

Sucede que hay momentos y días, y sonidos y letras que nos llevan al adiós de las cosas, a la pena por un tiempo que pasó, fuera feliz o no,- desde la distancia parece que siempre lo es- y parece que la distancia quiere limpiar la memoria de unos tiempos. Sucede que buscamos el adiós-le definitiva despedida- de paisajes, de gentes,  de sitios por los que paseamos, o en los que amamos, o en los que fuimos felices, aunque fuese un momento, un solo momento, eso es el libro y eso es Brahms aquí.
Hay momentos que el personaje que ensalzamos, despedimos o recordamos, aparece en la mente como aquí aparece Louki, una mujer que no sabe apresar la vida, no sabe prenderse de los días y de las personas, solo en la fría soledad de lo desconocido, de la rotura, de pisar la raya de las fronteras a al nada o de los abismos donde parece querer convivir, Siempre corte, siempre separación, siempre fronteras entre dos nuevos momentos, vida y muerte, soledad y compañía, cambio e inmutabilidad.

La música tiene la facultad, el poder, de que cada vez que lo oigas sea diferente, que el recomponer de sus notas en el oído sea distinta un día u otro, puede que un día la tristeza te abroche el alma, puede que otro día sea la relajación la que te invada, puede que sea un día de furia, de rabia por lo perdido o lo no hecho, puede que otro... En el libro no solo es la mirada del que lee, la mía, la que recompone el poder de la historia, sino que son los propios narradores, cada uno de los que da su visión de aquellos años, las que van recomponiendo el paisaje, el sonido, el peso, el calor de aquella época, de aquel Café, de aquella gente, de aquellas calles, de aquellas miradas, de Louki...

Cerré el libro, la palabra fin no coincidió con el fin de la música de Brahms, pero ambas se movieron paralelas, acompañándose en mi mente, hasta fundirse en el silencio un buen rato después...

wineruda

viernes, febrero 16, 2018

UN HOMBRE QUE DUERME de GEORGES PEREC




















UN HOMBRE QUE DUERME de GEORGES PEREC

Un homme qui dort 1967


Impedimenta, 136Pág.
Tradc, Mercedes Cebrián

Si te sitúas en un oscuro bulevar a finales de noviembre, donde nada ilumina tus pasos, el agua se levanta con el paso de tus zapatos, alguien fuma a tu espalda y el olor a tabaco y un ácido olor a colonia demasiado fuerte llega a tu nariz, pero nadie parece estar tras de ti; si te ves confundido por el parpadeo de los faroles estropeados de la calle apunto de apagarse, si no sabes dónde vas, si crees que no hay nada tras la esquina, ni al otro lado del paso de peatones, nada tras la puerta de tu portal, nada tras la ventana cerrada, nada tras la próxima zancada, nada... Podrías ser tú el que quisiera querer abandonar este sucio bulevar, esta ración de espacio vacío, de frases vacías que pudieran parecerte, hasta ahora, reales, la vida real. Podrías pensar desengancharte del carro, podrías quitarte el collerón y dejar el bulevar, el camino, la casa, los amigos. Separarte de este mundo; podrías ser otro, podrías ver el mundo desde arriba o desde  detrás o desde el lado, pero no ser partícipe de sus historias, ni de su caminar, ni de sus impresiones; nada de sueños compartidos, nada de prisas, nada de relacionarte, nada de vivir para ser. Podrías, algún día, pensar que hasta aquí has llegado, y algún día, sí, correr lejos, lejos, hasta donde no necesites ser ese tú  todos los días.

Un hombre que duerme un día apaga el despertador, deja de ir a un examen, deja la universidad, deja de relacionarse, deja de convivir con nadie; y está solo consigo mismo; deja que París sea su acompañante, pero solo para ser el lugar, casi el objeto, donde pasa la vida, pero donde no se queda, pasa;  él que se ha apartado del mundo no se queda. París, y sus calles que se descubren y se olvidan, y sus habitantes que no son nadie más que caras que pasan y no se quedan en la retina vacía de memoria, y los coches que son números perdidos y colores que le rebasan, y la habitación que no es más que un cuchitril donde la vida se concentra en estar. Lugar donde ni el juego solitario de los naipes, ni las grietas del techo, ni el periódico que es una sucesión de noticias sin ningún espacio para quedarse , ni el goteo del grifo que parece dar cadencia al tiempo, ni el gruñido de los vecinos,ni sus ruidos sin cara, sin posibilidad de ser aprehendidos, nada de ese cuchitril sirve para otra cosa que no sea vivir cuando se sueña, y soñar cuando se está despierto. No queda nada por la que algo pueda importarle, o pueda entrar en su memoria y quedarse, o pueda influir en su decisiones; importarle a él, a el hombre que duerme y está insomne del mismo modo, con el mismo sentido, con la misma necesidad de no ser nada, de ser olvidado, de no pertenecer ni al mundo, ni a las calles, ni a la casas, ni a la habitación, ni a la cama; no ser parte de la memoria de nadie, ser para ellos lo que ellos son para él, seres que pasan, que no destacan. El hombre que duerme se ha apartado de todo para poder dominarlo, para no participar de sus luchas, ni de sus victorias ni de sus derrotas, así podrá ser él mismo.
¿Podrá ser él mismo? La vida derrota de muchas maneras; vivir fuera de ella, de los lugares comunes, no exime de ser derrotado;  la intención de no ser nada, de apartarte, no exime, no, de perder el camino, de que veas, que sientas, que eres tan habitante del sucio bulevar como lo es el barrendero que barre sus aceras, o del tendero que pone sus manzanas en el escaparate, o del borracho que rompe las botellas, llenas de rabia, como él, contra el suelo; todos tienen su destino marcado entre hospitales que dan vida y hospitales donde la pierdes, entre misas de entrada y de fin, de abrazos de recibimiento y de despedida.


Pero no puedes estar toda la vida viviendo a contracorriente. ¿Por qué? Porque no has sido preparado para ello, no reconoces la victoria en hacerlo, y tampoco sabes vivir, convivir contigo mismo, en un mundo monótono, tanto como del que te has ido; y no sabes hacerlo sin que añores el cambio de tus conductas; no sabes si necesitas volver al mundo o este te llama o, simplemente, no puedes ver que has sido derrotado, que el bulevar es de una sola dirección, y aunque no lo sepas has sido preparado para seguirlo, está en tus genes o en tu aprendizaje social, moral o religioso. Impuesto, o no, debes seguir la corriente aun fuera de ella, porque abandonarla del todo te enfrenta a ti mismo, a la fría realidad de tu cara extraña en el espejo, a la fría cama vacía, a la necesidad de ser un ser social; y por ello te nacen fantasmas y te nacen sueños donde vivir es una sucesión de intentos de saber cómo eres y cómo son ellos, el resto del mundo, y saber cómo está, cómo vive,  lo que te rodea. Ya no puedes abstraerte de ello ni de ellos, pero tampoco de tu cuerpo, y de tus pensamientos circulares que van y vuelven sobre ti y que te rodean, que parecen caerse sobre ti. Y ves tu cara por todas partes, y tu pelo, y tus manías y tu repeticiones y tu soledad impuesta y tu desaparición, tu ser nada, tu nada ser, los ves reflejados en cada átomo de aire que te rodea. Así que esta huida no puede funcionar, porque hasta tu espejo te devuelve la cara de un tipo que no reconoces, que vas perdiendo de la memoria de quién eres: ese alguien que te devuelve el reflejo no se parece al que crees que eres, al que sale en tu sueños, en tu memoria, en tu idea de ti mismo, no es él, no puede ser. No, ese no eres tú; los fantasmas nublan tu mente, ese fantasma, y la locura, o algo que se parece a ella, parecen surgir del espejo, y de la cama, y de las brechas del techo y del ruido de los coches en al calle.

La farola estropeada del sucio bulevar se apaga, quedas a oscuras.
Perec deja el gato suavemente en la acera, sube, por los trece escalones de la escalera de madera manchada de pintura azul, hasta la farola y pone una bombilla nueva, roja.





martes, febrero 13, 2018

UN CONEY ISLAND DE LA MENTE de LAWRENCE FERLINGHETTI

 

UN CONEY ISLAND DE LA MENTE de LAWRENCE FERLINGHETTI

A coney island of the mind (1955)
Hiperión 178 Páginas.
Versión. Carlos Bauer y Julián Marcos



La verdad es que llevo un buen rato intentando escribir sobre el significado de la palabra “beat” , movimiento literario al que pertenece Ferlinghetti; he mirado las introducciones de mis libros de Corso, de Ginsberg, de Kerouac, de Snyder, de William Burroughs, de Denise Levertov, hasta de Rexroth; he mirado en antologías y libros de texto, he mirado tras las ventanas, y en algún apunte de universidad que no ha aparecido porque se lo ha debido comer el tiempo, o solo fue que no me hablaron de ellos, -contracorriente hasta cuando ya no lo eran-. No creo que merezca la pena decir qué es un beat, queda lejos, no tiene importancia lo que sea un beat o , la razón por la que los llamaron beatniks. Ellos estaban, debes saberlo,  perdidos en una maraña de conservadurismo en EEUU, y se comieron el mundo a tiras, ayudaron a crear aquel movimiento hippie, y, en el arte, un modelo de literatura que variaba de lo imperante entonces; lucharon -hombres y mujeres- por llevar su reivindicación estilística y literaria pero también vital, política y  social; eso paso, sí,  pero ellos y ellas también fueron comidos, por un lado por la masa social conservadora y académica, y, por otro lado, por esa política y por el tiempo; fueron engullidos, fueron masticados y  deglutidos por la cultura reinante y el mercado, poderosos caballeros; fueron reabsorbidos por la corriente sanguínea del mundo que los cicatrizó y los limpió en sus hígados llenos de dinero y de decoración, y de economía y de ventas. Si hoy  los queréis encontrar están en la misma sección de las camisetas del Che en concursos de belleza, o de aquel Bob Dylan veitenañero cantando a la vida, o Woodstock entero bailando desnudo y fumando grifa, o de Chuck Berry y Little Richard cambiando la música o de Mayo del 68 queriendo cambiar el mundo -Seamos realistas busquemos lo imposible-.

Llevo un buen rato buscando cómo poner en letras lo que es la poesía beat, pero realmente, he descubierto, es que da igual, me da igual; la poesía beat es un relato, un retrato y un asalto al mundo donde nació; es un pedazo de vida entre flores muertas por la monotonía de una época -otra- donde ser distinto era ser culpable. Y lo cierto, decía, que me da igual qué es la poesía beat, porque yo sé lo que es para mí. Y aunque haya leído a todos aquellos de arriba, para mí siempre será, ante todo,  Ferlinghetti...


AUTOBIOGRAFÍA

Llevo una vida tranquila
en el bar de Mike Place todos los días,
mirando a los campeones
del Salón de billar Dante
y a los franceses viciosos de las máquinas de bolas.
llevo una vida tranquila
en la parte4 baja del Este de Broadway.
Soy un americano.
Fui un típico niño americano.
Leía la revista del American Scout Magazine
y me hice un boy scout
en los suburbios.
Creía que era Tom Sawyer
pescando cangrejos de río BBronx,
e imaginando que era el Mississippi.
tenía un guante de béisbol
y una bici American Flyer.
Repartía la revista Woman's Home Companion
a las cinco de la tarde
o el Herald Trib.
a las cinco de la mañana.
Aún puedo oír el periódico al golpea
contra los perdidos porches.
Tuve una niñez desgraciada.
Vi como Lindberg aterrizó.
Miré hacia la casa
y no vi ningún ángel.
Me pillaron robando lápices
en unos grandes almacenes
el mismo mes que jefe de los Boy Scouts.
Corté árboles para la C.C.C.
y me sentaba en ellos.
Desembarqué en Normandía
en un bote de remos que volcó
he visto educados ejércitos
en la playa en Dover.
He visto pilotos egipcios entre nubes púrpuras,
tenderos subiendo persianas
a mediodía
ensaladilla Rusa y dientes de león
en fiestas anarquistas.
Estoy leyendo "Lorna Doone"
y una biografía de John Most,
el terror de los grandes industriales
con una bomba en el escritorio en todo momento.
He visto el desfilar a los basureros
En el desfile del día de Colón
Tras los locuaces
trompeteros pedorreros.
No he ido por los cloister
desde hace mucho tiempo
Ni por las Tullerías
pero sigo pensando
en ir.
He visto desfilar a los basureros
cuando nevaba.
He comido perritos calientes en los campos de béisbol.
He oído el discurso de Gettysburg
y el discurso de Ginsberg.
Me gusta estar aquí
y no volveré a ir
de donde he venido.
Yo también he viajado en furgones furgones furgones
Viajé entre desconocidos.
He estado en Asia,
con el Arca de Noé .
Estaba en la India,
cuando edificaron Roma.
He estado en el pesebre
con un asno.
Vi al eterno Distribuidor
Desde una colina blanca
En South de San Francisco
y a la Mujer Que Ríe en el Loona Park
fuera de la casa de los espejos
bajo una gran tormenta,
riendo todavía.
He oído el toque de diana
por la noche.
He deambulado solitario
como una multitud.
Llevo una vida tranquila
Fuera del bar de Mike Place todos los días,
observando pasar el mundo
con sus curiosos zapatos.
Una vez empecé
a dar la vuelta al mundo a pie
pero acabé en Brooklyn:
Aquel puente fue demasiado para mí.
He tomado parte del silencio,
en el a exilio y en la astucia.
Volé demasiado cerca del sol
y se cayeron mis alas de cera.
Estoy buscando a mi viejo
que nunca conocí.
Estoy buscando al Perdido Líder
con quién volé.
Los jóvenes deben ser exploradores,
el hogar es dónde uno comienza.
Pero mi madre nunca me dijo
que habrían escenas así..
Cansado del útero,
descanso,
he viajado.
He visto la ciudad drogada.
He visto el gran lío
HE oído llorar a Kid Ory; llorar.
He visto a un trombón predicar.
HE oído a Debussy
a través de una sábana.
He dormido en cien islas
donde los libros eran árboles.
He oído a unas pájaros
sonar como campanas.
He llevado pantalones de franela gris
y caminando por la playa del infierno.
He residido en cien ciudades
donde los árboles eran libros.
¡Qué metros, qué taxis, qué cafés!
¡Qué mujeres con pechos ciegos,
y miembros perdidos entre los rascacielos!
He visto las estatuas de los héroes
en las encrucijadas.
Danton sollozando en una entrada del metro,
Colón en Barcelona,
apuntando al oeste por las ramblas
hacia el American Express,
Lincoln en su silla de piedra
, y su cara también de piedra
en Dakota del Norte.
Sé que Colón
no inventó América.
He oído cien pulcros Ezra Pound.
Deben soltarlos a todos.
Hace mucho tiempo desde que fui guarda de ganado.
Levo una una vida tranquila
en el Bar de Mike place todos los días,
leyendo la sección de anuncios.
He leído el Reader´s Digest
de cabo a rabo
y he notado la estrecha identificación
entre los Estados Unidos y la Tierra Prometida,
donde en todas las monedas pone
Confiamos en Dios
pero los billetes de un dólar no lo llevan,
siendo dioses en sí mismos.
Leo todos los días los anuncios por palabras
buscando una piedra, una hoja,
una puerta inencontrable.
Oigo a América cantando
en las páginas amarillas.
Uno nunca puede puede estar seguro
el alma tiene sus iras.
Leo los periódicos todos los días
y oigo a la errada humanidad ,
en la triste plétora impresa.
Veo que han vaciado el estanque de Walden,
para hacer un parque de atracciones.
Veo que le están obligando a Melville
a comerse a su ballena.
Veo que se acerca otra guerra,
pero no estaré allí para luchar.
He le´dio los escritos
en la pared del retrete,
ayudé a  Kilroy a escribirlos.
Marché por la Quinta Avenida
tocando el clarín en filas cerradas,
pero me di prisa en volver a Casbah
en busca de mi perro.  
Veo una semejanza
entre los perros y yo.
Los perros son los observadores auténticos
que pasean arriba y abajo por el mundo de arriba abajo
atravesando el país de Molloy.
He caminado por callejones
demasiado estrechos para un Chrysler.
He visto cien coches lecheros sin caballo
en un vacío solar de Astoria.
Ben Shahn nunca los pintó
pero están allí,
sesgados en Astoria.
He oído el canto del chatarrero..
He viajado por las autopistas,
y credos en las promesas de los grandes anuncios.
He cruzados las Llanuras de Jersey
y visto las Ciudades de la Pradera,
y me he revolcado en la selva de Westchester
con sus errantes pandas indígenas
en furgonetas.
Les he visto..
Soy ese hombre.
Estaba allí.
Sufrí
un poco.
Soy un americano.
Tengo un pasaporte.
No sufrí en público,
y soy demasiado joven para morir.
soy un hombre que se ha hecho a sí mismo
Y tengo planes para el futuro,
soy un candidato
para una empresa importante.
Podría mudarme
a Detroit.
Pero sólo por el momento
un vendedor de corbatas.
Soy un buen chico
Soy un libro abierto
para mi jefe.
Soy un misterio completo
para mis mejores amigos.
Llevo una vida tranquila
En el Bar de Mike Place todos los días,
rascándome el ombligo.
Soy una parte
de la larga locura del cuerpo.
HE deambulado por varios bosques nocturnos,
me he apoyado en portales borrachos.
HE escrito locas historias
sin puntuación.
Soy ese hombre.
Estaba allí.
Sufrí
un poco.
Me he sentado en un intranquilo sillón.
Soy una lágrima del sol.
Soy la colina
donde los poetas corren.
Inventé el alfabeto
tras observar el vuelo de las grullas que hacían letras
con sus patas.
Soy un lago en la pradera.
Soy una palabra
en un árbol.
Soy una colina de poesía.
Soy una incursión
contra lo inarticulado.
He soñado
que todos mis dientes se cayeron,
pero que mi lengua vivía
para contar la historia.
Porque soy una destilería
de poesía.
Soy un banco de canciones.
Soy una pianola
en un casino abandonado
en un paseo marítimo
que todavía toca
en una espesa niebla.
Veo la semejanza
entre la Mujer Que Ríe
y yo.
He escuchado el sonido de verano
bajo la lluvia.
He visto que las chicas en los paseos de tablas
tienen complicadas sensaciones:
comprendo sus vacilaciones,
soy un recogedor de fruta.
He visto como los besos
causan euforia.
Me he arriesgado al encantamiento.
He visto a la Virgen
en un manzano en Chartres,
y a Santa Juana quemarse
en la Bella Unión.
He visto jirafas en las estructuras de hierro de los parques infantiles
con sus pescuezos como el amor,
envueltos alrededor de las circunstancias de hierro
del mundo.
Vi a Venus Afrodita
sin brazos en un aireado corredor.
He oído cantar una sirena en la Quinta Avenida.
He visto bailar a la Diosa Blanca
en la Rue des Beaux arts
el 14 de Julio,
y a la Hermosa Tipa Sin Piedad
hurgarse la nariz en Chumley´s.
No hablaba inglés,
tenía el pelo amarillo
y una voz ronca.
Y no cantaba ningún pájaro
Llevo una vida tranquila
en el Bar de Mike Place todos los días,
Observando a los jugadores de billar
que se dan el gran banquete de minestrone
engullendo los macarrones
y he leído en alguna parte
el Sentido de la existencia
pero me he olvidado dónde .
Pero soy ese hombre
Estaré allí.
Y quizá conseguiré que los labios
de los que dormidos
hablen.
Y quizá convertiré a mis cuadernos
en haces de hierba.
y quizás escribiré mi propio
epitafio epónimo
dando instrucciones a los jinetes
para que pasen.



Y la razón por la que para mí siempre será él, es que, hace ya muchos años, recién salido de la universidad, llena la cabeza de poetas y escritores de larga alcurnia o de nombres repetidos desde mi pétrea infancia, no supe dónde buscar nuevas cosas con las que alimentar mi avidez de lectura, no había medios ni caminos que te llevaran por otros sitios que no fuera lo sabido hasta la extenuación. Y por un lazo extraño del tiempo y la gravedad, cayó en mis manos este libro, que luego desapareció, y fue como soplar velas al aire o quemar agua con cerillas; fue un lugar donde me acomodé y repetí, me aislé, contuve la respiración hasta casi ahogarme, me senté en la repisa de la ventana con los pies en la calle, mi sexto piso olvidado como de vertigo de Harold Lloyd, ¿Por qué citar a Harold Lloyd? Porque recordar a este viejo actor del cine mudo fue plasmar  mi sensación de abismo, de descontrol, de pasear por la esquina del arte que me suecedio al leer este libro, fue un recordatorio de qué era lo que me divertía de la poesía, saber qué era la lluvia de versos, aun con nombres y lugares que desconocía, saber lo que  me mojaba la cabeza y la piel como con una lluvia fina de cemento armado que me colocaba en el mundo. Quise aquel libro, este libro que ahora se repite, como se quiere a las lonas en un aguacero de verano, o se quiere a la boca que primero besas o la piel que primero acaricias o cómo se adelanta un pie detrás de otro cuando te han derrotado , un día...






13

No como Dante
Al descubrir una comedia
Sobre las vertientes del cielo.
Yo pintaría un Paraíso
distinto
sobre la gente estará desnuda
como siempre están
en escenas así
porque se supone que es
un retrato de sus almas
pero no habría ángeles ansioso contándoles
que el cielo es
el retrato perfecto de
una monarquía
y no habría fuego ardiendo
en las bocas infernales de abajo
donde podía haber caído
ni ningún altar en el cielo excepto
las fuentes de la imaginación



15



Arriesgando constantemente lo absurdo
y la muerte
cuando actúa
sobre las cabezas
del público
el poeta al igual que un acróbata
escala en rima
el alto alambre de su propia confección
y balanceándose en una ojeada
sobre un mar de rostros
midiendo sus pasos
hacia el otro lado del día
haciendo trenzados
juegos malabares con los pies
y otros importantes efectos teatrales
y todo ello sin equivocarse
en lo que
no puede ser
Porque él es el superrealista
que debe percibir a la fuerza
la severa verdad
antes de adoptar cada `postura o paso
en su puesto avance
hacia este trapecio todavía más alto
donde la belleza permanece y espera
con gravedad
para comenzar su salto mortal
Y él es
un hombrecito
que se pude captar o no
su eterna bella forma
con las piernas abiertas en el aire vacío
de la existencia.






Supongo que puede protestar, de lo que estoy diciendo, mi alter ego que revisa mis posturas pasadas, ese que se arrepiente de todo en las abundantes noches de insomnio, y es la razón acomodada en este estúpido ahora, que me ha cercado con este circulo de fuego donde me hundo mi propio aguijón en el cerebro. Me he propuesto contestar a ese yo mio preso que representa el poder de este río de lo estúpidamente correcto que nos inunda, nos ahoga y hay que luchar a contracorriente para salir de él, si no ha ocurrido que ya te hayas ahogado. Por suerte en el motivo -ese río-está implicita la  respuesta: Ferlinghetti, Ginsberg, los beat, eran, para aquella época, al menos para aquella época mía, el ejemplo de la lucha contra eso idiotamente correcto de entonces, y aun de mi época  de letras atrasadas,  de misa de diez abarrotada, pescado los viernes y besos en el anillo al monje con con un llavero de Pablo VI en la palma de la mano. Ferlinghetti era la furia contra la inútil, contra lo cultura establecido por norma porque sí, era la crítica a la moral cristiana malpensante, contra la barbarie de lo aburrido, contra la política inmutable, contra lo inefable en el comportamiento humano,  contra lo repetido, contra Boecio riéndose de la vida  y Kempis en zapatillas, contra lo normal por uniforme, contra la lluvia en invierno y el sol en verano.
Abrías la puerta y había aire.



6
la verdad no es el secreto de unos pocos”
pero
podría usted pensarlo
por la forma en que algunos
bibliotecarios
y embajadores culturales y
especialmente los directores de museos
actúan
podría usted pensar que al tienen
monopolizada
por la manera en que
caminan por todas partes sacudiendo
sus altas cabezas y
pareciendo que nunca
van al cuarto
de baño u otro sitio así



Pero yo no les echaría la culpa
su fuese usted
Dicen que lo espiritual es mejor concebido
en términos abstractos
y además
cuando camino por los museos siempre me
dan ganas de
“sentarme”
Siempre estoy muy estreñido
en aquellas
elevadas altitudes.



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10



No me he acostado con la belleza toda la vida
repitiéndome
sus abundantes encantos
No me he acotado con la belleza toda la vida
ni tampoco he mentido con ella
repitiéndome
que la belleza nunca muere
pero queda aparte
ente los aborígenes
del arte
y muy por encima de los campos de batalla
del amor
Está por encima de todo eso
oh sí
Se sienta en los asientos más selectos
de las iglesias
allá arriba donde se reúnen los directores artísticos
que seleccionan las cosas para la inmortalidad
Y ellos se han acostado de la belleza
toda la vida
Y ellos se han alimentado de dulce melón blanco
y bebido los vinos Del Paraíso
de modo que saben exactamente que
una cosa bella es un placer
para siempre jamás
y que nunca nunca jamás
puede llegar a convertirse
en una nada perdedora de dinero.



Oh no me he acostado
en una cama Reposo de Belleza como esta
teniendo que levantarme de noche
por miedo de que se escapase de algún modo
algún movimiento que la belleza hubiese podido hacer



No obstante he dormido con la belleza
a mi propia y loca manera
y he tenido una o dos hambrientas escenas
con la belleza en mi cama
y así derramé otro u otros dos poemas
sobre el mundo del Bosco.






Y ciertamente, debo recordarme a mí, revistiendo los poemas con esa saliva que se genera cuando tus sentidos te alertan de algo goloso, de algo que ciega la vista y parpadean los labios. Como un sacrílego de parto reciente descubrí algo nuevo ¿Sabré recordar hoy lo que es ver algo nuevo?¿Sabré sentir ese gusto en la boca cuando recibes algo diferente desde más allá´de tus sentidos? Hay veces que un olor te revienta la mañana de pena por un olvido bienintencionado, hay veces que olor a goma te recuerda un abrazo efímero en el asiento de detrás de un coche, o el olor a café es un viaje a la infancia; hoy el tacto de las letras, el olor de las ideas es lo que me recuerda aquellos, 20, no sé , 25 años en los que amaneció Ferlinghetti, y sus palabras cansadas de joven desnudo, y sus palabras despiertas de joven vestido de fiesta, y su Sonido a rock antiguo y a cool jazz, a Chet Baker y a Miles Davis, a Thelonius Monk y a Bill Evans, y a Librería pasada por filtros de viejas cafeteras, y a gafas caidas en une pelea de escuela y recitales con enfervorizados lectores y a mesnadas de policias labrando la calle. O a misiles nucleares bailando sobre tus fiestas.



11
El mundo es un hermoso lugar
para nacer
si no te importa que la felicidad
no sea
tan divertida
si no te importan que todo se vaya a hacer puñetas
justo ahora cuando todo marcha bien
porque hasta en el cielo
no se canta
todo el rato



El mundo es un hermoso lugar
para nacer
si no te importa que algunas personas mueran
diariamente
o que quizás solo padezcan hambre
parte del tiempo
lo cual no es tan malo del todo
si no te toca a ti



Oh el mundo es un hermoso lugar
para nacer
si no le das demasiada importancia
a unas mentes muertas
en altos cargos
o a una o dos bombas
de vez en cuando
que caen en vuestras caras mirando hacia el cielo
u otras cuantas cosas impropias
de las que cae presa
nuestra sociedad de Marcas Conocidas
con sus nombres de distinción
y sus hombres de extinción
y sus curas
u otros guardias de tráfico
y sus diversas segregaciones
e investigaciones del Congreso
y otros estreñimientos
de los que es heredera
nuestra imprudente carne




el mundo es el mejor sitio de todos
para muchas de estas cosas como
representar la escena divertida
y representar la escena del amor
y representar la escena triste
y cantar canciones en voz baja y tener inspiraciones
y caminar por todas partes
mirándolo todo
y oler la flores
y dar pellizcos a las estatuas
y hasta pensar
y besar a la gente y
hacer niños y llevar pantalones
y saludar con los sombreros y
bailar
e irse a bañar en los ríos
en excursiones
en pleno verano
y generalmente
“pasárselo bomba”

pero justo en medio de todo eso
llega el sonriente
empresario de pompas fúnebres.






La furiosa Ironía de Ferlinghetti, el descreimiento del soldado perdido en mil batallas dentro y fuera de la guerra, el analista que no borra lo que no le gusta, el ateo desprendido de su pasado rural, el cantante que despega los labios de una saxofón que no toca, el sonriente hasta la herida, la herida en la sangre por la que ve las cosas evidentes y nadie lo sigue, el que mira el mundo diferente que la adocenada sociedad de posguerra ha abandonado;  ese Ferlinghetti, es tan actual como lo era entonces, cada verso que he puesto, cada estrofa, cada acento y cada tipografía, todas son parte de ese descreimiento, esa eterna batalla contra lo imbecilmente correcto que invadió e invade, e invadirá nuestras vidas, contra lo que nadie apaga si se enciende , contra las batallas que ya perdidas se necesitan ganar, y contra las ganadas que dejamos que nos venzan: Ferlinghetti desnuda su mundo, sí, allá por 1950 y lo hace ahora 60 años después.



Obligado del Chatarrero



Vamos
venga
Vámonos
Vaciemos los bolsillos
y desaparezcamos.
Perdiendo todas nuestras citas
y reapareciendo sin afeitar
años más tarde
con viejos papeles de colillas
pegados a los pantalones
y hojas en nuestros cabellos.
Nos nos preocupemos

de los plazos
nunca más.
Que vengan
y se lleven
aquello
que estábamos pagando.
Y a nosotros también



Levántate y vamos ya
donde lo hacen los perros
al otro lado de la Colina
donde guardan los terremotos
detrás de los Estercoleros de la Ciudad
perdidos entre las cañerías de gas y basura
Vamos a ver para qué son de verdad
los Estercoleros de la Ciudad.
Mi país llora por ti
desaparezcamos
en cementerios de automóviles
y reaparezcamos años después
recogiendo trapos y periódicos
secando nuestros calzoncillos
sobre fuegos de basura
con remiendos en nuestros culos.
No te tomes la molestia
de decir adiós
a nadie.
Tu señora no va a echarnos de menos.
Vámonos
oliendo a latas de Sterno
donde los bancos están llenos
de abandonadas estatuas de Bowling Greeen
en la oscura noche interior
del florido bowery
con nuestros ojos llorosos
al contemplar
las vacías botellas de moscatel,.
Vamos a recitar biblias rotas
por las esquinas.
A seguir perros en los muelles
Decir las canciones
Tirar piedras
Decir cualquier cosa
Parpadea al sol y rascarse
y tambalearse hacia el silencio
Echar meaditas en los portales
Conocer putas de tercera mano
después de todo el mundo ha terminado ya con ellas
Tambalearse confusamente adentrándose en el ocaso de East River
Dormir en cabinas telefónicas
Vomitar en casas de empeño
reclamando un abrigo para invierno



Levántate y vámonos ya
bajo la ciudad
donde ruedan los cubos de basura
y reaparezcamos con las ropas podridas
como subterráneos reyes sin corona
de los servicios de caballeros del metro.
Vamos a dar de comer a las palomas
en el ayuntamiento
rogándoles que hagan sus deberes
en el despacho del Alcalde.
Por favor date prisa ya es la hora.
Se acerca el fin.
Repentinas inundaciones
desastres solares
perros desatados
la hermana en al calle
con el sostén hacia atrás
(…)
Vámonos entonce tú y yo
dejando nuestras corbatas en los postes de la luz
a apoderarnos de la barba llena
de la anarquía caminante
como la de Walt Whitman
con una bomba casera de bolsillo,.
Deseo descender en la escala social,
la alta sociedad es baja sociedad
soy un trepador
que baja
y el descenso es difícil
El ideal de la Alta Clase media
es para pingüinos
pero a los pingüinos no les sirve
tienen su propia ley del más fuerte
basada en pingüinos
hay palomas en la yerba






Levántate y vámonos
a la Isla de Hombrelibre.
Suelta a los cerdos de la paz.
Date pisa por favor que es la hora.
Levántate y vámonos ya
hacia el interior
del cafetería Foster,.
Hasta la vista de Emily post.
Hasta la vista
de Lowell Thomas
Adiós Herlad Square.
Apaga y vámonos.
Confunde al sistema.
Anulemos los alquileres.
Perdamos la guerra
sin matar a nadie.
Deja que griten los caballos
y corran las damas
al lavabo atascado de señoras.
El fin acaba de empezar.
Quiero anunciarlo.
No andes corre
a la salida más próximas.
Viene el verdadero terremoto.
Siento temblar el edificio.
Soy un tipo refinado.
No lo soporto.
Me voy
adonde los burros se acuestan
con los aduaneros que si mismo se llaman
críticos literarios.
Mi picha está llena de polvo.
Mi cuerpo lleva colgado demasiado tiempo
de extraños tirantes.
Búscame una brillante bufanda
para taparrabos.
Desátate y partamos
donde los coches deportivos se derrumban
y el mundo empieza otra vez.
Date prisa por favor que ya es la hora
son horas extras
y esa es la pega.
EL bloc de las ideas nos hace a todos muchachos hogareños.
Larguémonos
hacia la descarriada eternidad.
En alguna parte los campos están llenos de alondras.
En alguna parte la tierra se divierte.
Voy cantando .
Mi país es tu país
levántate y vámonos ya
a la Isla de Hombrelibre
para vivir la fiel vida sencilla
de sabiduría maravilla
donde todo crece
hacia arriba
inclinado y cantando
en el amarillo sol
amapolas saliendo de rebaños de vacas
pensativos ángeles saliendo de cagadas.
Debo ya levantarme e irme
a la Isla de Hombreslibres
allá lejos detrás de las palabras rotas
y del bosque de Arcadia





Pero “Un Coney Island de la mente” es “un divertimento de la mente”, es un ejercicio de salud mental, para el que escribe y el que lo lee: jugar con la ironía y con los textos y con las ideas, para lanzar cuchillos a tientas y desgarrar el telón que todo quiere tapar: lo aburrido, lo inmoral, lo ilógico, lo irreal, lo injusto, la verdad propia que respeta tu mundo.
Después de tantos años sigue naciendo un sol oscuro todos los días, y hay luz en mi biblioteca que lo alumbra, suave y sin moverlo, pero lo alumbra...

27



Caminaban pavos reales
bajo los árboles nocturnos
en la perdida luz
de la luna
cuando salí
en busca de amor
aquella noche



Una tórtola se arrullaba en una cala
Una campana dobló dos veces
una vez para el nacimiento
y otra vez para la muerte
del amor
aquella noche.





wineruda





wineruda

sábado, febrero 10, 2018

EL SACRILEGIO DE ALAN KENT de ERSKINE CALDWELL

























EL SACRILEGIO DE ALAN KENT de ERSKINE CALDWELL
The Sacrilege of Alan Kent (1936)
Ed Navona 160 Páginas



Miro el mar desde el dique, estoy al final de él, pegado al agua y las rompientes, desde aquí veo las olas venir, tranquilas, desnudas; las veo venir sin detenerse; llegan, golpean, a las rocas y apenas queda de ellas más que gotas de agua, quedan manchas efímeras en los enormes granitos, y una salpicadura de espuma que desaparece, lentamente, en charcos de algas, cangrejos y botellas de plástico que han quedado apresados en este hacinamiento de escollos que se abre, inmenso, frente a mí. Cada ola podría contarme una historia diferente, cada ola me trae diferente colores, raros olores, dispares sonidos, desiguales, acaso, recuerdos. Me pongo a pensar, mientras alguna gota me salpica la cara, en la vida que va trayéndote historias y recuerdos e incidentes y aventuras e impresiones que llegan a nosotros y apenas nos dejan marcas y manchas, pero, algunas, se quedan encalladas en nuestra inmensa escollera, atrapados entre recuerdos de vida, basura, amor y muerte. Verter todos los recuerdos, tajantes como un escupitajo, certeros como un mirada de odio, apenados como una caricia no olvidada, tristes como una carcajada solitaria; verterlos en un texto es saber que la vida son apenas instantes, y que los rellenos son los que nos consuelan, pero son las realidades, las que duran un momento, las que hacen daño o las que quieres, y, esas, no se mudan nunca del dique que somos; y que contar esos recuerdos es contar, sí, tu vida, pero también la vida de todos; nada cambia, solo nombres y sonidos, acaso muertes o penas o risas, pero eso no importa, lo que importa, lo que es común a todos, es la sensación, la impresión, -la vida es interior, lo exterior solo es circunstancial-; así que eso  interior, eso profundo, es lo que queda grabado en tu cerebro, pegado a la piel; y eso, es lo mismo para todos.

“El sacrilegio de Alan Kent” es la historia de un tipo en el profundo sur de EEUU que buscaba. Buscaba la vida, buscaba el amor filial y sensual, amor a la vida y a la propia búsqueda, buscaba ser diferente, buscaba el camino de vuelta, buscaba a alguien, se buscaba a sí mismo -buscaba saber dónde perdió la senda, el motivo de todo- buscaba a su familia y el amor y la calle donde jugó de niño y buscaba ser visto, pero encontró la absoluta complicación del yo propio -disperso y extraño, sólido y conformista- en un mundo desierto donde no importas a nadie; y si no importas a nadie no sirve cómo seas, solo te importa sobrevivir al precio que sea, tener un techo, una cama, una caricia efímera pagada o dispersa; te sirve tener un pasado y tener un futuro, solo que, si no eres parte de nadie, de absolutamente nadie, no tienes la certeza de tus pasos, ni del camino y, lo que es peor, del fin del camino. Alan Kent, busca vivir, no importa el modo, no importa el camino, pero a veces sí importa el fin, y bajo la figura de un tipo que no tiene futuro se descubre, incluso cuando recibe los mayores golpes y mira las mayores tristezas, aún así, se descubre que las olas golpean en un dique grueso que no se romperá a pesar de todo. Tras el basto rodaje de la vida, tras el pesado pasado que se torció sin saber, sin querer, sin motivo, quedan en Alan las ganas de volver al camino que perdió, que no debió abandonar, aunque la vida va perdiéndose en el polvo que levantó en el viaje y tras ella no se ve el fin, y no se ve el principio.

Alan Kent cuenta en frases escuetas-versos sacudidos por el viento y quemados por el sol del sur-, en ideas sueltas, en pocos textos de imágenes bellas y rudas -cuadros atrapados  en un segundo- que van cosiéndose, con un profundo hálito poético, su historia - su pasado profundo con sus padres que se perdieron como su vida entonces, y la historia desde que escapó de allí- descrita como en versos perdidos de una canción de gesta moderna. Gesta contada como  una explicación del pasado, donde nos enseña su recorrido por el mundo, la razón de su ser, la extrañeza con sus comportamientos. Nos va descubriendo esa vida pasada y su recorrido; para mostrarnos, herido y resignado, su futuro. Canción de gesta extraña donde sobrevivir es el único motivo de estar; y en la que el amor y la vida tranquila, y la compresión y la suerte y la mirada amable y el mundo apacible, solo se le parecen a a Alan en los sueños, que van apareciendo y despareciendo del texto. Nos cuenta una historia cosida con silencios, en las que no sabes si te oculta su vida, o su vida es esa sucesión de espacios solitarios e impresiones solitarias -miradas de ojos entrecerrados por el sol-, que nos dejan ver acaso un poco de la vida, acaso lo que quiere que veamos, acaso lo único que merece la pena que sepamos. Aquel vivir entre muerte y soledad e infinita pobreza y miradas frías y amores que se pierden, podría ser, y es, una vida de infierno, de tenebroso pasado, de futuro cerrado como la puerta de un hotel de lluviosa noche, pero aún en esa triste sensación, la belleza de las palabras, la percepción de que el que cuenta, el cerebro y el alma que transcribe esas ideas, es tan compresivo y cercano como sus hermosa prosa poética atravesada por imágenes duras.
Las olas que parecen la vida, van, pequeñas, llegando a su final, cada una es un momento; todas hacen el mar.

Sacrilegio: dícese cuando se ultraja lo que para otros es amado o sagrado. Sacrilegio: el amargo despertar al mundo del que nada tiene. Sacrílego: el que muestra que la vida amada por otros es tan sucia y esquiva y cruel que no soporta un simple amanecer. Sacrilegio: vivir en un mundo en el que para algunos es fácil y placentero y para otros se compone de errores pasados, de presentes sin intención y no hay futuro visible. Sacrilegio: el amor venerado por algunos, el amor perdido por los que ya no volverán a verlo. Sacrílego: el que no ve lo que otros ven. Sacrilegio: vidas derrotadas entre salones de perlas, diamantes  y ámbar. Sacrilegio: no hay más que mirar por la ventana la vida pasar.




Hoy...

50 ESTADOS, 13 POETAS CONTEMPORÁNEOS de ESTADOS UNIDOS de EZEQUIEL ZAIDENWERG

  50 ESTADOS, 13 POETAS CONTEMPORÁNEOS de ESTADOS UNIDOS SELECCIÓN, TRADUCCIÓN Y PRÓLOGO DE EZEQUIEL ZAIDENWERG     Decían que decía...