lunes, diciembre 06, 2021

VIDA EN MARTE de TRACY K. SMITH.

Si amaneciera como antes, cruzando la puerta de un bar al alba, en el mismo momento en el que las estrellas van desapareciendo y alumbra el sol,  mínimamente, como con timidez, con cierta sorna con respecto a nosotros y a nuestros pasos, vacilantes. La música que dejamos atrás es , por ejemplo, mi amado disco “Live in Pompeii” de Pink Floyd, acaso fueran esas ruinas y aquella música  y ese amanecer  los mejores lugares  para encontrarse humanos y estrellas, cielo y tierra, universo y carne, lo palpable y lo infinito; de tal forma que el alba y la música, y acaso la felicidad del alcohol o acaso del olvido, son lo que nos impone para mirar el mundo de otra forma, como removiendo la marmita de las brujas y los sabios, que miran el cielo, las estrellas, los planetas y el vacío lleno de nada o de todo, depende cómo lo quieras mirar. Este libro viaja a las estrellas, a los planetas que rondan las calles, de madrugada o al alba, silenciosos para el mundo, rugiendo a tu oído.

 

¿Quién entiende el mundo y cuándo hará

Él que éste tenga sentido?¿O Ella?

 

Quizás haya un par de ellos y se sienten

a observar la crema deshaciéndose en su café.

 

Como la bomba atómica, se parece a eso, dice uno

mientras coloca un enjambre de coordenadas

 

sobre una cuadrícula gigante. Intercambian sonrisas.

Es tan sencillo que lo habrán terminado para el almuerzo.

 

Tendrán toda la tarde para nombrar

los espacios entre los espacio, esos que sus ojos

 

han sido enterrados para distinguir. Nada

se les escapa. Y cuando la nada que es

 

algo se arrastra hacia ellos, queriendo

ser sentida, la sienten. Entonces anotan

 

ecuación tras ecuación, sonriéndose mutuamente,

los labios fuertemente sellados.

Tracy K. Smith, mira el cielo para descubrirse a ella misma, no a los planetas, no a las estrellas, no al vacío de Dios o de Ángeles de metal, que miraba su padre desde su telescopio, ella, a su manera,  mira al mundo , con la herida de las perdidas, de su padre, de la fe , de la duda de vivir o de ser, de la duda de verse a ella misma en el pasado y en el futuro. Sus versos evocando el espacio, el universo, buscan saciar sus ganas de explicarse el mundo, de resolver sus dudas, maquinan un espacio donde Dios y la nada basculan entre mirarse a través de un telescopio y de encontrase mirando la nada.

Cuando mi padre trabajaba en el Telescopio Hubble, dijo

que trabajaban como cirujanos: desinfectados y empapelados

de verde, un frío aséptico y luz blanca en la sala.

 

Leía a Larry Nieven en casa, bebía whisky escocés con hielo,

sus ojos exhaustos y enrojecidos. Eran los años de Reagan,

cuando vivíamos con el dedo sobre El Botón y nos esforzábamos

 

por ver a nuestros enemigos como a niños. Mi padre pasó temporadas enteras

postrado ante el ojo del oráculo, hambriento de hallazgos.

Su rostro se iluminaba cada vez que alguien le preguntaba, y levantaba los brazos

 

como si florara, confortablemente en la interminable

noche del espacio. En el patio atábamos a los globos mensajes

de paz. El príncipe Carlos se casó con Lady Di. Murió Rock Hudson.

 

Aprendimos nuevos nombres para las cosas. Cambiamos de década.

 

Las primeras imágenes llegaron borrosas y me sentí avergonzada

de todos aquellos alegres ingenieros, mi padre y su tribu. La segunda vez

las lentes acertaron. Vimos hasta el confín de todo lo que allí había.

 

Tan brutal y tan vivo, que parecía abrazarnos.

 

La evocación al espacio siempre parece mirar el futuro, pero en Tracy K. Smith; se vuelve al pasado, solo son futuro las dudas, la nada que reinventa cada espacio, para luego revolverse y dejar un “quizá” en la boca,  en la mente, pero con una  sensación de esperanza vana, de desnudo vacío de recuerdo intenso que desboca la fe y los espacios. Tracy duda del mundo, de este mundo , de esta religión, de las creencias, quiere no estar y no está, está y  no quiere estar. ser y no ser, eterna evidencia

 

 

El museo de la obsolescencia

Cuánto lo codiciábamos entonces. Tanto

que nos habría salvado, pero vivió,

 

en cambio, su propio momento, regresando

a la inutilidad con la muda aprobación

 

de una nueva piel. Nos mira al mirarlo:

nuestros ojos cansados, nuestra temperatura, corazones

 

de relojería tras nuestras camisas. Estamos aquí

para reírnos de las baratijas, de las ingenuas herramientas,

 

de esas réplicas de réplicas apiladas como ladrillos.

Hay billetes verdes y bidones de aceite.

 

Tarros de miel robados de alguna tumba. Libros

sobre guerras, mapas de estrellas muertas.

 

En el ala sur hay una pequeña habitación

donde se exhibe a un hombre vivo. Pregunta,

 

y te describirá antiguas religiones. Si

te ríes, se echará las manos a la cabeza

 

y suspirará. Cuando muera, lo reemplazarán

por un vídeo en bucle ad infinitum.

 

Habrá exposiciones itinerantes. “Amor”

estuvo una temporada, seguida de “Enfermedad”,

 

Conceptos difíciles de entender. Lo último que ves

(Tras un espejo -¿Un chiste de alguien?-)

 

Es una imagen del viejo planeta tomada desde el espacio.

Fuera, hay quien vende camisetas de los Hawks a tres por ocho.

 

EL libro descubre versos , los acerca como un microscopio o un telescopio, mirar lejos o mirase las entrañas, da igual todo es lo mismo, todo es vida y tierra, todo son huellas de pasos en la nieve o en el cemento. Los versos desnudan la mente de la poeta, desde su intenso recuerdo de su padre, de su muerte, de su falta, de sus recuerdos, de sus olores, desde el  propio estar en el mundo al vuelo infinito por las estrellas, acaso. Pero , también habla desde su Pompeya llena de espacio vacíos en el magma de la vida, almas que parecen descubrirse cuando se despejan las calles llenas de sus Vesubios particulares, en ella , vidas, odios, muertes, siempre compasión, siempre latidos cruzados, siempre saber que alguien ha cruzado esta tierra, que la ha pisado, sean familias propias o gente que no llegó o niños que se quedaron en los primeros pasos, o amores que siguen o amores que fueron, vida, tierra, olores, espacio, tiempos vientos ,alas , sembrar para amar, sembrar para irse, siempre queda algo, algo en la tierra, como un meteorito inverso que nace en la tierra para incrustarse eternamente en el todo del universo, donde nada se destruye, solo palpita, en este caso en las páginas de un libro, libre, intenso, huellas de tierra y lignito, de hierro y poemas. La vida siempre discurre entre dudas, siempre aporrea la mente cuando sabes que cuando , quizá cruces, esa alba la puerta de un bar que entras de noche, ya estará amaneciendo y el alba trae nuevas cosas, malas o buenas, solo que tú no la diriges, solo las ves, las amas o las soportas, las sufres o las elevas. 

La tierra bajo nosotros. La tierra

alrededor y encima. La tierra

empujando hacia arriba contra nuestras casas,

cómplice de la gravedad. La tierra

sin edad, viéndonos erguirnos y acurrucarnos.

Nuestras espadas, nuestros bueyes, las líneas dentadas

que surcamos en la tierra. La tierra

sesgada y dividida en territorios

saboteada y llena de hoyos. Taponada con fuerza.

Trampeada. La tierra se marca con minas,

paciente, esperando su momento. La tierra

flotando en la oscuridad, suspendida en el giro.

La tierra a toda velocidad alrededor del sol.

La tierra a la que nos subimos con incredulidad.

La tierra que saqueamos como ladrones.

La tierra cubierta de lodo en el vientre

de un pueblo sin comida. Enterrándonos.

La tierra que se desprende de nuestros zapatos.

 

 

En mi universo de Pink Floyd, en este momento que escucho elevarse las notas como si fuera una explosión, el libro …. el libro tiene un hermoso poema dedicado , no sé si dedicado o en alabanza , a David Bowie, un hermoso poema a  Starman, al que descubre entre la vida y la muerte. Y está  tan vivo… , tan exactamente limpio…, porque existe en las mismas notas que el éter hace llegar a tu oídos por lo tanto a tu ser... a tu vida… Bowie vivo, porque así lo recuerdas, vivo porque lo que se palpa, existe, y lo que se ama se palpa aun a tientas aun a ciegas aun  sin estrechar la piel; existe porque es. Todo el libro hace que el mundo exista porque es, en ese monte es, padre, Bowie, ella niña, amigas, tierras, niños, vidas antes olvidadas, muerte, cielo, dioses acaso que son y no son, dudas, amagos ciertos eternos..

¿No te preguntas, a veces?

1.

De noche, las estrellas brillan como el hielo, y la distancia que abarcan

Esconde algo elemental. No a Dios, exactamente. Más bien a alguien

De caderas delgadas y brillante con la esencia de Bowie — un Starman

O un as cósmico planeando, balanceándose, sufriendo para que podamos ver.

¿Y qué haríamos, tú y yo, si pudiéramos saber con seguridad

´

Que alguien estaba ahí viendo de reojo a través del polvo,

Diciendo que nada está perdido, que todo vive en la espera sólo

Para ser querido de nuevo con suficiente intensidad ? ¿Irías entonces,

Incluso por unas cuantas noches, a esa otra vida donde tú

Y el primer amor que ella tuvo estuvieron ciegos al futuro, y felices?

´

¿Debería ponerme mi abrigo y regresar a la cocina donde mi

Madre y mi padre se sientan a esperar y calentar la cena en la estufa?

Bowie nunca morirá. Nada vendrá por él mientras duerme

Ni nada se cargará por sus venas. Y nunca se volverá viejo,

Al igual que la mujer que perdiste, aquella que siempre tendrá el cabello oscuro

´

Y la cara ruborizada, corriendo hacia una pantalla electrónica

Que marca los minutos, las millas que faltan por correr. Al igual que la vida

En la que siempre soy una niña que mira por la ventana el cielo nocturno

Pensando que un día tocaré el mundo con las manos desnudas

Incluso si éste quema.

´

2.

Él no deja rastro. Pasa inadvertido, veloz como un gato. Eso es Bowie

Para ti: el Papa del Pop, modesto como Cristo. Como una obra de teatro

Dentro de una obra de teatro, él es una marca registrada dos veces. Las horas

´

Caen como el agua de un aire acondicionado. Lo transpiramos,

Enseñándonos a esperar. En silencio, con pereza, el colapso ocurre.

Pero no para Bowie. Él ladea su cabeza, sonríe con esa malvada sonrisa.

´

El tiempo nunca se detiene, ¿pero termina? ¿Y cuántas vidas suceden

Antes del despegue, antes de que nos busquemos a nosotros mismos

Más allá de nosotros mismos, todo glamoroso-resplandeciente, todo brillante y dorado?

´

El futuro no es lo que solía ser. Incluso Bowie tiene sed

De algo bueno y frío. Los jets parpadean en el cielo

Como almas migratorias.

´

3.

Bowie está entre nosotros. Justo aquí

En New York City. Lleva una gorra de beisbol

Y unos jeans caros. Sumergiéndose en

Una tienda delicatessen. Exhibiendo todos esos dientes

Al portero en su camino de regreso.

O está tomando un taxi en Lafayette

Mientras el cielo se nubla en el crepúsculo.

Él no tiene ninguna prisa. No siente

De la forma que piensas que siente.

No presume ni alardea. Hace bromas.

´

He vivido aquí todos estos años

Y nunca lo he visto. Es como no distinguir

Un cometa de una estrella fugaz.

Pero apuesto que arde brillante,

Arrastrando una cola de ardiente materia blanca,

Igual que cuando uno de nosotros deja un rastro de papel higiénico

Cuando regresa del sanitario. Él obtiene

El mundo entero bajo su pie,

Y somos pequeños a su lado,

Aunque hay ocasiones

´

En las que un hombre de su tamaño puede encontrarse

Con tus ojos sólo por un instante

Y mandar un pensamiento como BRILLA

BRILLA BRILLA BRILLA BRILLA

Directo a tu mente. Bowie,

Quiero creerte. Quiero sentir

Tu voluntad como el viento antes de la lluvia.

Ese tipo de voluntad que cualquier persona simplemente obedece,

Arrasado por ese baile hipnótico

Como si algo con el poder suficiente

Hubiera mirado en su dirección y dicho:

Sigue adelante


No  existen metáforas en este libro. al menos metáforas en los versos, acaso todo es una gran metáfora para quien lo lee,  quien lo absorbe para cambiarlo, para ser libro  de versos que cuenta cosas. Podría ser como de una prosa azul cielo, o acaso sean versos verde metálico,  o negros como el cielo por la noche, sembrado de puntitos blancos que crean una sensación de belleza, como un contrapunto de vida y tierra o lápiz y añil, como el olor  de los obradores de pan en verano o de las tostadoras de café cuando llueve, el libro hace un recorrido por el mundo, el mundo de Tracy y el mío ,o supongo, el tuyo, Todos los versos nacen para ser  devorados por los lectores, asumiendo venenos y viandas que nutren para que nos alcancen. Poesía para mascar, para deslizar el dedo por sus versos mientras lo lees y te lleva, ligero, casi flotando hacía ese lugar donde la belleza y lo real, lo que importa, lo que te dice algo, no la vana sucesión de imágenes hasta el infinito rosa.

 

El bar cierra a mis espaldas, Pink Floyd hace esta música celeste que parece salida desde las estrellas, esa evocación alucinada de psicodelia, donde los silencios son parte de la música, y la música de los silencios, como los versos son parte de los silencios, de lo olvidado que recordamos, y lo que recordamos y sus silencios son parte de estos versos.

 






 

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