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lunes, noviembre 11, 2019

EL ORDEN NATURAL DE LAS COSAS de ANTÓNIO LOBO ANTUNES


 

















EL ORDEN NATURAL DE LAS COSAS de ANTÓNIO LOBO ANTUNES
SIRUELA 311 Pág.
Traduc. Mario Merlino

Mientras lo leía, un amigo me preguntó lo que pregunta por educación  todo el que encuentra a alguien conocido leyendo: ¿De qué va, está bien? Y me quedé pensando a ver cómo le explico a mi amigo, -que sé que nunca le gustará, ni por asomo, Lobo Antunes ni nada que se le parezca-, que el libro habla -la verdad es que habla de lo que siempre habla Don António-: del pasado, de la soledad, de la muerte, de la añoranza, habla de la tristeza,  del hombre y la mujer desnudos sin espacio para ocultar nada, habla de lo real, del pensamiento último de las personas, su naturaleza descarnada, habla de la maldad, y del amor, habla de la vida pura y dura sin ocultar nada, y, me preguntaba ante mi amigo, a ver cómo le iba a decir que iba de eso… y que es un libro tremendamente bello. 

¿De qué va, está bien? Era entonces algo que me hizo plantearme la razón por la que me gusta Lobo Antunes. Supongo, pensé, que decir que este libro con sus crudezas y sus sucesos terribles, y sus señales de soledad y de olvido, era hermoso, era algo atrevido, o supongo que sería más correcto decir, que era algo que no lo comprendería demasiada gente bajo estándares tópicos de la literatura actual; pero, pensé,  es inevitable que lo diga porque es cierto. Se confrontan entonces en estas novelas dos mundos enfrentados y en apariencia contradictorios, el mundo de los temas duros y no bellos, y de la expresión, la explicación, la exposición que sí es bella, hasta tremendamente bella. Sin embargo lo diferencia la clave para distinguir esa separación creo que es que  el mundo de Lobo Antunes, su territorio, como lo es Macondo para Márquez o Obaba para Atxaga o Yoknapatawpha para Faulkner, es la escritura, es su prosa, es su estilo; allá donde otros configuran un espacio o una manera de ver el mundo o de comportarse, él descubre en su prosa el mundo común en el que viven sus figuras y sus paisajes; él, desde la poesía, crea un lugar donde van dibujando, casi siempre en primera persona, un lugar y una vida que parecen un lugar común para muchas de sus novelas(las 12 que he leído). Poesía, o prosa poética, que empieza en la primera línea y acaba en el sucinto final –que casi siempre , ese final , pudiera acabar de otra manera que no importaría, los libros de Lobo Antunes no van de eso, de sorpresivos y tremendos finales- Y esa poesía va creando su propio ritmo interno, muchas veces como si fuera una letanía religiosa, que repite ideas o frases, o renueva personajes, o crea un sucesión de imágenes que van dando un ritmo de corazón viviente, como una sístole y diástole de verbos y adjetivos que van generando una corriente eléctrica –a veces como una descarga-  que engendra una novela. La poesía de sus libros no habla de cosas bellas, pero la propia poesía, la combinación de palabras e ideas son tan hermosas que superan las imágenes que a veces recrea. 

¿De qué va, está bien? También te hace pensar en que ese narrador en primera persona, ese descarnado recuento de suceso o sensaciones, o, simplemente, de pasados o ignorancias, sea una expresión última de un recuerdo, como el monólogo interior de una persona confesándose a sí misma. Pero no puedo dejar de pensar que en realidad todas esas primeras personas narradoras siempre están bajo el mismo patrón, ese territorio Lobo Antunes, y de forma que todas las primeras personas parecen salir del mismo árbol, o ser meandros del mismo río, y son sus experiencias las que diferencias la realidad de cada una de ellas. Sobre la persona narradora, entonces, está siempre, evidente, la voz de Don António.

¿De qué va, está bien? Me pregunté al acabarlo ý pensé que es probablemente, este, el mejor libro que había leído nunca. Pensé que este libro en el que la confesiones o explicaciones o declaraciones de amor, verdad, odio o sufrimiento  de cada uno de sus personajes en primera persona recomponiendo una historia desde sus puntos de vista (reales o falsos, soñados o recordados) era una creación literaria digna de decir que era lo mejor que había leído.  Luego lo repensé y me dije, que sí que era de los mejores libros que había leído, pero probablemente lo que estaba admirando es la totalidad de los libros que he leído de Lobo Antunes –cree recordar que 12- y que cada vez que lo leo voy sumando cosa al conocimiento de su forma de narrar, a la comprensión de sus textos, de sus guiños, de sus ritmos, de sus oraciones, de sus penas, de sus manías, de sus pasajes repetidos, de sus creencias, de sus tics, de sus nadas y sus todos; y  de las cosas que aún no he descubierto y tengo que descubrir o de las cosas que quiero entender y su “obra rio” irá completando; esas cosas que me faltan por saber, porque creo que todas las obras que he leído de él son parte de un conjunto superior, como un rio que va acogiendo afluentes y suman al río principal, y se ocultan en él, pero también lo muestran. Por eso creo que en realidad el lugar donde trascurren sus novelas es su escritura, es su prosa poética la que crea una uniformidad en su mundo,  la que hace que si lees a Lobo Antunes sabes perfectamente que es él, que no es nadie más , que aunque encuentre una hoja desgarrada en el suelo, sin título ni plan, sepas que es él, porque la literatura es más literatura cuando lo importante, o al menos tan importante como los sucesos contados, es el ´cómo están contados puesto que la literatura es, y no es otra cosa, que el arte de la expresión de la palabra.

sábado, junio 24, 2017

NADIE NOS MIRA de JOSÉ LUIS PEIXOTO




















NADIE NOS MIRA de JOSÉ LUIS PEIXOTO

Nenhum Olhar, 2000
Editorial HIRU, 212 Pág
Traducción, Bego Montorio



Si acaricias el lomo de un libro y sientes que , suave , raspa el polvo en la yema de tus dedos, que al acercarte a tus labios parecen secarte y dejarte ese sabor a antiguo, a pasos de siglos , a piedras rotas por labradores de espaldas dobladas. Si rozas el lomo de un libro y notas que desprende calor, que de sus páginas llega ese viento del sur que parece ahogarte, que penetra en tus pulmones y los colapsa como fuentes de muerte, viudas de manantial ; si miras un libro y de él se desprende tristeza, una tristeza arrepentida y asumida. Si desde sus páginas nace lo inevitable, y muere lo variable, donde todo está´establecido, la vida y la muerte son caminos paralelos. Si ocurre todo eso estás leyendo un libro que llena todos tus sentidos, manos, ojos, oídos, voz, hasta el sabor de la sequedad, y eso es este libro; y , como a mí, , se te ocurre pensar que estás leyendo una biblia pagana de hojas cortas, donde el demonio rige el destino del destino, y se aprovecha de la aspereza del comportamiento humano, de su falso entendimiento, del aceptar lo que sucede porque no puede ser de otra forma, porque son esclavos de sus mentes, de sus pasados, de sus envidias, de sus quehaceres, de sus obligaciones morales rusticas y anticuadas, de los siglos de ser siervos, de la falta de educación, de no ser nada más que manos y espaldas y pechos y úteros, y ser presos de las cosas que no comprenden. Una biblia, esta, donde el Génesis es a la vez el Apocalipsis , y sus jinetes siempre cabalgan con su espalda cargada de sol , polvo y muerte: allá se muere de silencio, se muere de palabras no dichas, se muere de desdicha, en un lugar, un universo seco y vació, donde todo parece parecer al infierno, donde no nace nada más que luces para apagarse.

Lo curioso, lo que no puedes esperar de esta descripción de un lugar siniestro, de este lugar donde la nada permanece aún en los campos llenos de hierba, de baúles de los que una voz habla sobre el destino de ese mundo, en este paraíso de ancianos y perros casi eternos, -Un Matusalem de polvo y piedra-, en los gigantes de muerte, en los siameses sujetos -presos y vivos por la unión- por la mano, en los que la violencia se aposenta hasta cerca de la muerte, donde se sabe lo que va a pasar porque es el designio de la vida y del diablo, que es el dueño del destino del destino.., sí, a pesar de todo... este libro habla de amor.


Y habla del amor, pero de todos los amores, no sólo de un tipo de amor, ¿alguien se cree que hay un solo amor, lleno y plácido que dura lo que dura el mirar comprensivo del uno al otro? No, hay muchos amores: amores tristes,  amores perdidos, amores  filiales, amores aprovechados, amores obligados, amores callados, amores que no saben explicarse, amores de muerte, amores sin destino, amores para ser mirados, amores desde niños, amores que no debieron ser, amores que vencieron, amores que siempre son vencidos, y son estos últimos los que rondan el libro. Un mundo refugiado entre valores de gente pobre , de gente bajo el yugo de sus señores, aun ausentes, y del diablo que controla sus acciones, el amor es siempre vencido, Sí es amor, el amor de los humillados, el amor de los que sabe que existe entre ellos, o el amor que se confundió de casa, vencido por el silencio, Pero es amor.


Este libro también habla del silencio, del silencio de las miradas, del silencio de lo que no es comprendido, del silencio humillado, del silencio de la voz no oída, del silencio de la derrota, del silencio para no protestar de esa vida humillante y repetida que va y vuelve, inmutable todos los días. Silencio de muerte, que solo rompe los soliloquios que aparecen en el texto, en el que los personajes dicen al libro, por lo tanto a sí mismos, lo que no saben decir al mundo, los celos atávicos, al hijo, al amado, a la amada, al dueño, al mundo. Palabras que van desgranando un mundo interior que explota en su contención preso de este lugar de vida rasgadas, de sol de muerte, de calor de tumba., de rabias contenidas, de voces que no pueden escapar de su bocas, que no se atreven , de miradas que debieron hacerse, y susurros que debieron perderse, de vidas que debieron unirse, de sitios que debieron ser palacios, y palacios que debieron derruirse y.. La mirada del escritor y las voces de los protagonistas se cruzan para explicarse la razón de las cosas. Si la tienen.... si pueden ser sentidas o comprendidas es cuestión de miradas y silencios propios.

Este libro habla de la historia de José y su mujer, trabajadores de los dueños ausentes del pueblo, y habla del pueblo, y de un gigante que violó a la mujer de José, y del Diablo que hace de José un preso de sus de sospechas sobre su mujer, Este libro habla del hijo de ambos, que repite, más tarde, sus historia – como un círculo de fuego, de aire caliente que ciega los ojos y seca las bocas y que vuelve y vuelve, para cegar también las mentes-, pero siendo él -el hijo de José-, el acusado de poseer a la mujer de su amigo. Y habla de un pueblo de personajes extraños, bíblicos por eternos, eternos por silenciosos, silenciosos por herencia, Es el infierno triste donde el diablo aposentó sus dominios, entre Caínes pobres y desgraciados, entre un Moisés que dirige sus pueblo con mano seca y llena de callos, donde una María Magdalena que sostiene los mundos de aquellos desgraciados que a ella llegan, de un tullido Job que no puede soportar el mundo, de madres que lloran el fin de su mundo, Una biblia blasfema dictada por un diablo que ejerce de cura en los entierros y en las bodas, un dios entre súbditos que no conocen otro mundo.

Diablo, sequedad, silencio, muerte, amor, destino, inmutable destino, aceptación, verdad, mentira...Todo encaja en este libro en el que las palabras van tejiendo un complejo poema de versos secos como pechos de madres sin hijos, versos en los que la prosa va desgastando los poemas y los va esparciendo por las hojas, llenándolas de frases que aparecen dictadas por la lluvia, la lluvia que falta en ese paisaje, parece que solo el autor quiere salvar el pueblo a través de sus palabras, pero sus personajes están presos del hechizo de ese maldito lugar, de la tristeza que lo impregna todo,  que ni las palabras hermosas, ni los pensamientos acuciantes de sabiduría, ni las miradas que dicen cosas que , aun entendidas,, no sirven sino para saber que el futuro no existe, saben ellos que hagas lo que hagas , ames a quien ames, sepas la verdad y no la quieres aceptar, eres preso del silencio de tu boca, de tu mirada, de tus manos, el maldito silencio que solo lo rompen en las páginas del libro, y expresan sus sentimientos a la nada, al viento, a la paginas en blanco que es lo que es un libro, lineas negras que unen espacios en blanco; porque nosotros los lectores solo servimos para ser testigos, para callarnos como los personajes, para acariciar una perdida, para no salvar lo salvable, para llorar una pena, no servimos para nada, solo para saber que el mundo de las palabras es el mundo del silencio, la contradicción eterna de que mientras más leemos, más comprendemos que somos como lo que leemos: presos de nuestras propias prisiones, de esas que no escapas nunca, de los diablos que nos enseñan, inevitables el camino que tomaremos, somos presos de todos los demonios que rigen nuestro comportamiento, sean dioses o demonios, nadie es libre, somos lo que alguien ha querido que seamos, o que hagamos, no somos nada. 
Los libros son, a veces,  espejos.


wineruda









viernes, junio 23, 2017

INSANIA de HÉLIA CORREIA



















INSANIA de HÉLIA CORREIA
insânia 1996
Edi Hiru 210 Pág.

Trad Paula Sentandreu Roget y Carlos Penela Martín




La culpa la tienen los poetas, no tienen perdón, los buenos poetas, que de poetas buenos el mundo anda necesitado y, aun así, son los culpables. Culpables porque cuando escriben en prosa cojean en la pierna en la que tienen el zapato donde guardan las metáforas o el celofán donde se pegan a la piel esa incesante necesidad de crear mundos en los que ves nacer en cada palabra; el lector ve nacer el libro en cada párrafo, en cada idea hay una nueva cosa en las que el poeta, culpable, ha creado una nueva mirada, porque eso es el mundo -la vida, la historia de tus y mis vidas-: el mundo son miradas. Tu mundo y mi mundo nunca se parecerán porque mi mirada no es la tuya, ni la tuya, ni la tuya, ni la de aquel, ni la de nadie, es mi mirada agazapada tras mis ideas  y mis aprendizajes, la que descubre lo que quiere-me- contar el libro, Y es entonces cuando el culpable poeta se convierte en inocente, pero inocente de ingenuo, mi mirada ha convertido su libro en mio, se lo he robado, y no, no he cambiado las letras, ni una coma siquiera , no he cambiado nada, pero es mi libro. El poeta prosista, el prosista tahúr, el tahúr poeta sabe que sus palabras dejan que entren en todos los mundos, en cada una de ellas, que la palabras sinónimo no tenga sentido porque no tiene sentido el vaciar un dedal de agua en el mar, el contenido de las cosas son las propias cosas, y las cosas son sus contenidos, pero los arcones que contiene un libro son tantos que abrirlos todos haría de un libro, mil,. Hélia Correia habla desde las entrañas de una poetisa, de sus sonoridades, sus ritmos, sus imágenes que aparecen al cruzar la esquina izquierda del libro, las palabras son poesía, una poesía en prosa que busca contarnos una historia, una manera de enseñarnos un mundo. ¿Qué mundo? Un mundo derruido, un mundo muerto-o a punto de hacerlo o de derruirse y casi desaparecer-, un mundo cayéndose y a punto de estrellarse,. Como una hermosa bailarina de ballet al que se le ha roto una pierna,o si al piano de Sviatoslav Richter se le rompiera la tabla armónica, la belleza está en los dedos, en la ejecución, está en las piernas, está en la intención, está presente en el vacío , está donde siempre estará, pero la crudeza del mundo supera esa extraña combinación de lo bello con lo feo, de la muerte con la letras doradas, de la ignorancia con el saber andar. Y se derrumban las cosas bellas a pesar de estar presas de hermosas cuerdas y horribles cimientos.


“Insania”... ¿Cómo podría describirla?, y ¿Si lo hiciera sabría expresar lo que he sentido al leerlo?¿Mentiría al decirlo? ¿Será esta ”Insania” mía la que quiso contar Helia? ¿El machete con el que desbrocé las zarzas y las enredaderas que dan imagen de ese mundo extraño es el necesario, el que debe cortar o puede cortar las palabras, y los verbos y los adjetivos con los que se quiso escribir este libro? Lo cierto es que no lo sé, y me da igual. Si quieres saber de este libro, debes aprender a mirar el mundo como si este se derrumbara, pero dentro de ese desplome, esa absoluta falta de todo, de esa muerte y amenaza constante esa crueldad de la vida, esa necesidad de todo, y debes aprender a a mirar que esta historia llega a un pueblo llamado A Levada, y el comienzo, vacío de miedo y de necesidad es la llegada desde la nada de una niña llamada Natalina, una niña que no habla, que parece retrasada, que solo se mueve por el pueblo, aceptando comida y algún cariño que solo acepta a cucharaditas, justas y buscadas,. La niña aparecerá y desaparecerá del texto, pero será su centro, será su discurrir y su intención, será acaso su metáfora de tahúr poeta que muestra al mundo de una niña desamparada en un mundo en decadencia y a través, o cerca de ella, aparecerá un mundo de personajes, un batido y desengañado grupo de personas que salen y entran de sus casas, de sus vida, esperando sobrevivir al fin del mundo, que no es y si es, que mueve el hambre y mueve la vida, Es un mundo condenado, amenazante, donde nada cabe excepto la necesidad de sobrevivir sin pensar en el prójimo, lejos de necesidades comunales y de caricias y ayudas: solo es la búsqueda de sobrevivir entre un mundo sucio, raro, casi calumnioso con la vida. Personas que mueren y viven entre cobardías y rebeldías, y destrozos y reencuentros y hasta instintos espirituales que se mueren entre cadáveres que no conocen.

Los libros necesitan, digo mal, mis libros, los libros que yo acepto y amo son los libros que te dejan sensación, sea inquieta o buena, los que son capaces de llegarte al alma o al cerebro o al corazón, o al estómago; no me valen los que utilizan el simple asco o la risa fácil o el lloro sensiblero, eso no es llegar al corazón, o al cerebro o al alma, para eso hay que tener algo más que cuatro formulas manidas que atrapan peces con redes de arrastre. Helia me ha llegado de dos formas: por un lado me ha producido inquietud, una sensación de desasosiego de que algo se trama en el mundo y no es lo que precisamente describe abiertamente ella, no te está contando lo que te está contando, te está hablando, por debajo -sotto voce- de la humanidad, de los tiempos que nos toca vivir, de los años, horas y minutos, en los que la soledad y la inquietud y la nada es parte de la vida de la gente, de nosotros mismos, esa maldita sensación de que nada es como parece y las almas que recorren el mundo se mueven por intereses y nada se sostiene sobre nada excepto en el puro egoísmo. Y por otro lado Helia me ha llegado por algo que repito en todos los libros que comento y en los que lo terrible se cuenta de la forma más hermosa, sea en sus palabras, sea en sus concepción, sea en sus creencias o sea en sus tentativas, y Helia lo hace, crea un mundo extraño, corrosivo, un mundo de muerte en la lluvia, hambre en las casas, frio en el cuerpo, odio en los ojos, bajezas en las ideas, y lo convierte en una novela en la que todo parece encajar como un puzzle del infierno de Dante o del “Juicio final”de El Bosco, un lugar terrible, apocalíptico, pero.... cruelmente bello.

Pero no sería normal hablar sobre “Insania” y dejar el personaje de la niña Natalina, en una pequeña mención que hago a mitad de comentario, ya he dicho que es un personaje silencioso y constante, hasta puede ser una metáfora del mundo débil, pero me he puesto a pensar y me he preguntado la razón por la que Helia creó el personaje, la razón por la que no habla, por la que recorre el mundo tomando lo que necesita, -hasta pedacitos de cariño- y el pueblo la oculta a los extraños y la ayuda y la... Y me respondo como lector tramposo que soy, o me creo, que Natalina es la vida, la simple, pura y hasta inepta vida que nos toca vivir a casi todos nosotros, porque queramos o no, somos o valemos solo nuestros silencios, nos dan cariño y aceptamos lo que podemos o nos quieren dar, la gente también, -sí, sí Helia-, a veces ayuda aunque no sabe la razón o lo hace por inercia, , y somos tan ocultos para el mundo, como una mujer que ha pasado hoy junto a mí-como podría ser un hombre pero digo mujer porque yo soy hombre- que me ha parecido muy hermosa, y triste y he pensado, que a pesar de que aquí “solo” vivimos 27.000 personas jamás la volveré a ver -todo es fugaz y silencioso-. AL final Natalina soy yo, al final Natalina y el mundo y yo y el futuro no es nada, no hay nada. Hasta las pequeñas cosas hermosas, o las pequeñas ayudas se olvidan y se van, hacia ningún lado.



wineruda

martes, febrero 21, 2017

EN EL CULO DEL MUNDO de ANTÓNIO LOBO ANTUNES























EN EL CULO DEL MUNDO de ANTÓNIO LOBO ANTUNES

os cus de Judas 1979
Siruela 209 Pág

Trad. Mario Merlino



¿En qué piensas cuando estás cayendo? ¡Eh amigo? ¿En qué estás gastando tus últimos momentos de estar aquí? ¿En qué se han convertido tus sueños de niño? ¿ Y los de juventud? ¿Dónde , amigo, se fueron los ideales, los slogans y las peleas? ¿Dónde terminaron tus sueños? ¿Cuándo has cambiado? Tu mente, tu cerebro, tu presente, está a punto de reventar contra el suelo, pero no te preocupes no sentirás nada, solo una explosión de realidad. No, créeme, no morirás, solo pasarás a ese estado de sedosa futilidad que es la aceptación de la vida como es, o como dicen que es. Amigo ya no queda nada por hacer o si lo hay de nada sirve, acéptalo ya estás al otro lado de la barricada, estás al lado de la puerta del hospital donde nacerán tus hijos, nacerán tus nietos, y morirás, no lo sé amigo, no sé cuándo será.

“En el culo del mundo” te habla de un tipo, no importa, creo, que diga su nombre, es igual que todos los que fueron a guerras estúpidas como soldados y las perdieron: siempre las pierden los soldados de rancho y tierra en la boca, sí esos son los que siempre las pierden, y son inmensa mayoría. Te decía que el tipo ese habla a una mujer sobre sus recuerdos de la guerra de Angola, a la que fue como médico; rellena una noche de alcohol y saliva pegada a la comisura de los labios; habla y no para de aquellas viejas historias que le reventaron la vida en su juventud, aquellas matanzas, aquellos cuerpos mutilados, de aquella sangre, sesos y estómagos reventados, aquella estúpida crueldad, aquella sucia mercancía de guerra, aquellos cuerpos cortados por la metralla o la tortura, de aquellos ojos acusadores, de aquella indiferencia delatora, de aquel calor, de aquella soledad, de aquella tozuda realidad que le impuso un estado dominado por Salazar, el dictador, por Salazar, el torturador, por Salazar, el general que ya no tiene quién le escriba; y por toda aquella generación de secuaces que no se conformaron con matar a angoleños, sino que mandaron a sus propias tropas a morir por nada. Y por los otros fieles que se tomaron la guerra como un asunto personal , como un lugar en el que lo atroz está permitido, donde matar y violar, y destruir está permitido porque los otros no son nada.


Amigo, cuando luchábamos contra las guerras, cuando negábamos el derecho de un pueblo a ser superior al otro, no sabíamos que incluso entonces, eramos parte de la ciega y cínica mano de obra que compensa el mundo, para haber, amigo , un poder fuerte debe haber un contrapoder débil, y nosotros éramos esos, los débiles, que dejábamos tranquilos a las tranquilas mentes bien pensantes, ya hay quien protesta, ¿para qué más? Estoy en contra, pero ya ves que no conduce a nada. ¨Sí lo sé , amigo, soy un cínico, pero la realidad fue esa, fuimos el contrapeso sin fuerza, sin ganas, sin testículos ni ovarios para parar nada, éramos los tontos útiles.

Y el tipo que narra habla a aquella mujer a una mujer que no dice nada, que no aparece, pero está ahí, como la parte inmutable y callada, de los países a los que pase lo que le pasé al otro no les afecta, mientras esté tranquilo, mientras solo sea una historia contada a las luces mortecinas, mientras sea solo el preámbulo de un noche de sexo sin ataduras, en un bar a punto de cerrar, y luego olvidarme que ocurra lo que ocurra, porque yo me largaré y patearé las calles sin tener culpa de sus muertos y sus heridas, porque solo valen mis muertos y mis ojos y mis silencios y mis valores. Sí, ese tipo habla de aquella guerra, y que va y vuelve del pasado al presente, pero que para él es siempre es presente, siempre están vomitando sobre sus rodillas, manchando de sangre el  bisturí que ya no tiene en las manos, están orinando de miedo en su bata de doctor, están sembrando minas en su mente, esa guerra le jodió la vida, ya no queda nada del joven que fue 27 meses a Angola, no queda ni su sonrisa, ni siquiera queda su matrimonio, ni sus hijas están en su casa, han pasado años y no hay nadie más que aquellos fantasmas de Angola,  no queda ni barro que resbala para  excusarse, no queda nada de él joven, solo derrotas, todas las derrotas del mundo, todas las batallas las ha perdido, cada mañana pierde una, cada camino es el falso desde entonces, solo le quedan los recuerdos, solo le quedan las ganas de que no hubiera sucedido, de que quisiera que hubiera sido de otra forma.

Pronto amigo, pronto, golpearás contra el suelo delator, ese que te levantará las tapas de las sienes, saldrán expulsados todos tus recuerdos, y ya te librarás de ellos. Olvídalo todo, ya no tienes edad, ya no quedan días para pelear. Y lo que fue ya pasó.


El tipo ese siempre estará en el filo de la vida, ya no puede cambiar, el mundo se derrumbó para él, desde aquella experiencia ¿Quién puede olvidar'¿Cómo poder hacerlo?¿Cómo saber lo que hacer'¿Cómo combatir a los recuerdos? Un día se olvida, quizá dos, o una semana, pero siempre vuelve, porque está taladrado en el cerebro como una bala en el estómago. Los ríos pueden llevar poco caudal, pero sabes que tarde o temprano lo recuperarán y levantarán una ola, un riada que se llevará por delante toda la vida que has tenido, quieras o no. El destino lo fijaron otros, tú has sido el espantapájaros que usan como diana de los disparos. Entre el heno que sobresale de tu cerebro seco por la rabia irá el primer disparo.


Te he mentido, amigo, no puedo seguir engañándote; la vida, ahora cuando golpees contra el asfalto, no cambiará, y querrás ser el de antes, y pelear y ser diferente, y no podrás , porque ya te hicieron preso desde pequeño, eres preso de sus enseñanzas, de sus exigencias, de todo lo que te han dicho que tienes que ser y hacer para ser feliz, y saben que pequeñas peleas no hacen guerra, solo escarceo , pero al final vuelves, volvemos, a la manada, lo saben, sí, así que irás, iremos, a guerras, lucharemos por ellos y para ellos, compraremos sus balas, y mataremos a tipos como tú y yo, la misma carne de cañón, que están en el otro lado. Sí amigo, siempre hay otro lado...Ya sabes que debemos odiar el otro lado. Y si cuando volvemos de sus guerras, estamos sin piernas o tullidos emocionales, no importará, nos darán pensiones, o si matamos a alguien echarán la culpa a mi cerebro destruido  o cualquier otra estupidez, y nos moriremos de asco, por la patria.




viernes, enero 20, 2017

EL BARRIO de GONÇALO M. TAVARES





















EL BARRIO de GONÇALO M. TAVARES
o bairro (2002-2010)
Ed. Seix Barral Pág 547
Trad. Florencia Garramuño




El otro día llovia, llovía mucho, pero me decidí a pasear al lado del río, llevaba los auriculares conectados al mp3 y oía, por milésima vez, el concierto para piano opus 54 de Schumann. El fragor del rio no ocultaba el sonido del concierto desde que entra como golpeando la puerta en sus primeros compases y que, desde allí, se elevaba por encima de las caídas de agua y el sonido de las piedras chocando entre ellas, y la furia color crema que intentaba silenciar la melodía casi esférica, el piano de teclas hechas del material de los ecos que vienen del pasado, y de la orquesta tan circular y soberbia como para entretenerse en decir cómo es. El otro día llovía, llovía mucho, y decidí no salir a pasear al lado del río, así que me animé a abrír un libro y oír el concierto para piano opus 54 de Schumann, mientras lo leía. El fragor de la belleza del concierto para piano, no podía compensar el estruendo que brotaba del libro, ese soberbio ruido de caídas de verbos y adjetivos, el que se genera cuando la poesía se choca con la prosa, el furioso sonido de las hojas blancas peleando por mostrarte el texto, ser las primeras, entre el estruendo del piano que se arremolinaba junto a dibujos que expresaban ideas casi filosóficas, entre la algarabía del violín rasgando poemas que parecen surgir de verbos, que parecen surgir de sustantivos, que parecen surgir de ideas, que parecen surgir del ruido de una cascada que gotea, que parece surgir de la pared donde nace la sensibilidad de un poeta; no podré dejar de lado la algarabía del violonchelo que no podía con el jaleo que generan los personajes que muestran su excentricidad a prueba de disfraces,  muestran su carácter instruido, destructor y corruptor de las malas ideas, corrector de las buenas, su ironía a disgusto de mercaderes de leyes; y que pueblan el libro; jaleo que se eleva del libro tapando el ruido que hace el rio, la orquesta, el piano, y el sonido que hace la obra al abrirse, pero no al cerrarse porque no se puede.

“El barrio” son 10 cuentos largos o novelas cortas, o libros sobre reflexiones largas y cortas de texto, o un libro sobre dibujos que aleccionan textos, o textos que crean dibujos, o minicuentos que se ensamblan para componer cuentos, o cuentos que se encajan para componer minicuentos que, a su vez, se dividen en micro-ideas luminosas, que se descomponen en todos los colores del arco iris llenos de ideas. Ideas que tantean a oscuras hasta encontrar la salida y unas veces salen por el rojo, otras por el blanco o por el amarillo o... Todo depende si el Personaje al que le toca salir de su casa del barrio, y nos muestra su vida y sus pensamientos, sale de noche, o sale de día, o sale derecho o sale tumbado, o sale borracho, o sale filósofo, o sale poeta o sale periodista o sale argumentador, o sale inventor, o sale soñador, o sale paciente, o sale displicente o sale hablador, bueno eso no, habladores son todos. Desde el que vive en constante lucha con la enciclopedia y la absenta, buscando la manera de que se hermanen en el punto justo de inteligencia y actitud, y y mantener el estado de equilibrio que todo buen enciclopedista debe tener en un bar. O podemos ver que sale por algún agujero que han abierto las micro-ideas y que se van convirtiendo en otra cosa, crecen como los cachorros de perro de san bernardo, a una velocidad inusitada, y las buenas ideas se convierten en grandes ideas en pocos pasos del calendario; y, como decía, entre los cuentos, aparece un señor, -Breton creo recordar, pero no es importante, lo descubrirán ustedes- que se entrevista a sí mismo buscando razones de la poesía para ser así, modos de ver la poesía, pero no se contesta, hoy está arisco. Hay un señor Eliot que busca entretener y educar al barrio disertando sobre versos de la historia de la poesía, y se sale de sus cauces y entra e invade e imita y desenrolla y enrolla y es poco amistoso con algún poeta al que critica, con denuedo, por ese verso. Y hay un señor Calvino que es tan listo como su homónimo y busca equilibrar el mundo equilibrando su mundo, es un tipo de frases sentenciosas muy rectas similares, pero en distinto nivel claro, a las de un juez a punto de jubilarse -pero no legales evidentemente-. Y hay un tipo que pierde su casa en medio de una catástrofe de gremios, y otro que dibuja en objetos circulares y cuadrados-entre otros- las razones por las que el mundo funciona y los modos por los que debería funcionar, con una idea esquemática y cruel para con los filósofos de letra armada. Y hay un periodista que apostilla textos ácidos con ideas crueles contra la estupidez---¡cuál? La política es evidente... Y hay un señor Juarroz, que inventaba su mundo cada día,. Y hay un señor...


El primer movimiento del concierto opus 54 de Schumann es el allegro affettuoso, no sé italiano, pero es evidente su significado, creo. Encaja en el libro, alegre porque el libro es un dispendio de humor sagaz, un despilfarro de ironía, un desembolso de sentencias cortantes como los filos de los folios A4; y es tanta, como digo, que desborda el libro, se va por las páginas, arrastra letras que chocan entre sí, y crean un estruendo  de sonrisas, lógica pedestre y empatía que no deja oír que son las 4 de la mañana en la maldita campana de la iglesia que aun sigue sonando, no sé la razón, y ya debo apagar la luz, y esperar que este desbordamiento del libro continúe mañana, y que el señor Henri, el señor Breton, el señor Calvino, el señor Valéry, el señor Brecht, el señor Juarroz, el señor Walser, el señor Kraus, el señor Swendenborg y el señor Eliot , (¿habrá algún señor Tavares?)sigan estando mañana -hoy- en las hojas del libro y que la algarabía  de la inundación tarde en acabarse porque la belleza de la visión y de lo que lleva el agua, es, como la del Nilo, la que alimentará las orillas  fértiles de la imaginación y de la sensibilidad por los cuentos, o la  poesía o la filosofía o el humor o la lógica extraña o la ironía o el dibujo o lo que rayos sea esto...


Terminó el libro y escucho a Schumann, parece que se echan de menos... ¿Será la belleza?...



martes, septiembre 06, 2016

SEGUNDO LIBRO DE CRÓNICAS de ANTÓNIO LOBO ANTUNES





















SEGUNDO LIBRO DE CRÓNICAS de ANTÓNIO LOBO ANTUNES
segundo livro de crónicas 2004
Ed. Debolsillo 267 Pág.
Traduc. Mario Merlino

Las crónicas que de las que aquí hablo son un punto intermedio entre la invención y el recuerdo, son un traspiés en el filo de la ficción y la realidad. Son historias, cortas, sobre pequeños mundos, universos enanos, que caben en el puño de una camisa, caben, incluso, en la carga de tinta de una vieja estilográfica, diría que parecen ocurrir en el tiempo que tardas en cruzar una carretera en un viejo coche con tres marchas. Son pequeños puentes entre el lector y el escritor, esbozos de improbablemente factibles tiempos comunes, o de posibles historias compartidas, o soñadas, o pensadas o...


Me recuerdo cavilando cosas -asustado, irritado, esperanzado, engañado-, como si fueran letanías de irritante necedad, que vuelven, no sé la razón, en las páginas de los libros que me gustan. Parecen que los libros se hacen grandes cuando hablan de lo pequeño.


No se cuánto tiempo hace que estoy aquí esperándote. ¿Quince minutos? ¿Media hora?¿Más? Pienso: si pasan diez coches rojos y ella no viene, me marcho- Pienso_ cuento de una a trescientos y si, al llegar a trescientos, no apareces, pido la cuenta. Pasan doce coches rojos y me quedo. He Llegado al cuatrocientos veintitrés y sigo esperando. Retrocedo del cuatrocientos veintitrés al cero con la certeza de que al ciento cincuenta te veo llegar...”

Me sorprendo a mí mismo pensando -y doliéndome- lo mismo hace muchísimos años, quizá todos, y me veo en alguna de las páginas del libro abstraído contemplando  una pequeña caja donde mueren los recuerdos, entre fotos viejas, caras asustadas y carnets olvidados. Me veo queriendo pensar lo que alguien años después pensó por mí.



Tuve siempre mucho miedo a los fotógrafos: nos ordenan que nos quedemos quietos y comienzan a observarnos, a rondarnos, a acercarse (...) y en esto un chasquido y nos devoran, la órbita mecánica nos traga de repente, pasamos, como los muertos, a un cuadrado de papel donde sin ser nosotros siendo nosotros, donde nos convertimos en una cara sin tiempo y en una sonrisa que no le pertenece a nadie
(yo no sonrío así)
y me esconde y me incomoda como un bigote postizo, imposible ser natural si dejé de existir congelado en ese gesto, en esa expresión, en esta actitud que nunca fueron mías, ninguna persona es así, ningún ser viviente es así, estas facciones tan serias sobre mis facciones fingiéndose alegres, ese hombre mayor que yo...


Como la combinación del sonido de las teclas de un piano puede crear tristeza o alegría, como los sonidos de la noche pueden asustarte o animarte; las palabras escritas son poseedoras no ya del efecto de rememorar en nombre de otras personas, en nombre de escritores que usurpan y asaltan tus recuerdos mimetizándolos con los tuyos, en una sucesión de recuerdos asumidos por ti, como basurero que eres de memorias que vas barriendo y asumiendo como tuyos; sino que son poseedoras también, esas palabras escritas, del poder de cambiarte. Poderoso poder: cambiarte. Son como una endoscopia contraria, una lobotomía inversa, un perro rastreador de si mismo. Borbotones de ideas nacen de los libros que te desnudan, y que desnudas, jirón a jirón, para ir descubriendo que no eras tú el que pensabas, no eras, ni siquiera, el que pensabas que pensabas.

La vida es una pila de platos que se caen al suelo”

Y te descubres en los papeles, mirándote con una cara que no es tuya, un pelo que no es tuyo, un idioma que no es tuyo, y recitas palabra por palabra lo que lees y los descubres en tu memoria de años, un deja vu eterno que parece que no acaba ni en las puertas del cementerio de ideas que es donde comienza mi mente.

El problema de envejecer es que nos volvemos jóvenes

Sí, lo recuerdo, eran-éramos- bárbaramente jóvenes, siempre jóvenes, hasta les-nos- bajaban el ritmo de los latidos, bajaban las luces, subían los ánimos o crecían los silencios, pero entonces era cuando nacían, a pesar de todo, las historias de cuando eran  -eramos- más jóvenes y hacían esto y aquello, que, incluso ahora,  aún seríamos -sí, seríamos- capaz de hacer, con más dignidad incluso.  Entonces empezaban -y empiezan- las crónicas de una vida -las largas peroratas-, los recuerdos y los inventos desgranados en pocas palabras, entre surtidores de risas y enjabonadores de lágrimas.


Y entre todas las crónicas, punto medio, como dije, del cuento y de la realidad, aparecen las historias sobre pobres viejos amores, sobre parejas rutinarias, sobre ruinas compartidas, sobre ilusiones olvidadas; esas cosas que parecen ser clavos que afirman, que te sustentan, en la realidad de la vida, esa de la que no te hablan en la escuela, esa de la que no naces aprendido,-nadie nace para estar solo-. Pero determinadas historias se elevan por encima y te pintan oscuros momentos, imperdonables recuerdos, viejas cosas inolvidables, pérdidas eternas, recuerdos dolorosamente amados, insatisfechas memorias, yermos antiguamente labrados por la vigencia del amor....



Con los años la muerte se va haciendo familiar. No digo la idea de la muerte ni el miedo a la muerte, digo su realidad. Las personas que queremos y se han ido amputan cruelmente partes vivas nuestras, y su falta nos obliga a cojear por dentro. Parece que no sobrevivimos a los otros sino a nosotros mismos, y observamos nuestro pasado como algo ajeno: los episodios se disuelven poco a poco, los recuerdos se diluyen, lo que hemos sido no nos dice nada, lo que somos se estrecha. La amplitud del futuro de antaño se reduce a un presente exiguo. Si abrimos la puerta de la calle lo que hay es un muro. En nuestra sangre circulan más ausencias que glóbulos”


La imposibilidad de hablar sobre todas las crónicas que aparecen en los escritos de Lobo Antunes, me ha permitido elegir ciertos momentos, destellos que me alumbraron, me evocaron, momentos concretos de mi pasado, o de mi improbable futuro, o de mi esencia como ser que a veces piensa. Podrían haber sido otros, podrían ser otras hojas, otras frases, otras memorias, otras luces encendidas, pero estas se reflejaron en el espejo y en el iris de mi imagen me vi a mi mismo desdibujado y a la vez reproducido con mimo, con detalle. No afirmo, no lo haría nunca porque para eso no sirve la literatura, que haga el mismo efecto al próximo lector, sería extraño, pero sí encontrará el que se embarque en el viaje por estos recuerdos y por estas historias, que algo lo atrapa, le parecerá que lo han pillado desnudo enfrente de una multitud, o bebido a la puerta de la habitación de tus padres, entonces cuando eras joven.

Un pequeño momento, para unas pequeñas historias, acaso no son nada, pero como dije antes : acaso el secreto de la literatura se encuentra en parecer pequeño lo que en realidad es gigante.

wineruda

sábado, julio 02, 2016

LA MUERTE DE CARLOS GARDEL de ANTÓNIO LOBO ANTUNES





















LA MUERTE DE CARLOS GARDEL de ANTÓNIO LOBO ANTUNES
a morte o Carlos Gardel 1994
Siruela 328 Pág.
Trad. Mario Merlino



En un mercado de voces y miradas este sería el puesto más abarrotado, ese que contiene todas las visiones y todas las explicaciones sobre una situación o una relación, una historia, o un, simple, instante. Desde el centro de un figurado Zigurat en el que en la punta está Nuno en la camilla, a punto de morir, todos los caminos ascienden hacía él, pero, también, descienden de él. No hay sitio, lugar, conversación, caricia, desprecio, mirada, media verdad, insulto, reflexión o afirmación que, nacida desde la mirada vacía de Nuno en esa camilla, no lleve al pasado o al presente, incluso al futuro, de los personajes que lo han rodeado en su vida, los que han rodeado a estos, y los que los rodearán. Parece que cada minuto de existencia está estampada en aquellas miradas o estas voces que parecen querer recordar y que se los recuerde, como un papiro egipcio que quiere contar su historia antes que se convierta en polvo del tiempo.

“La muerte de Carlos Gardel” es una sucesión de monólogos que cuentan la visión de la vida de ellos mismos y de las personas que los rodean, que a la vez hablarán sobre aquellos. Sus versiones se entrecruzarán y mentirán sobre ellos y sobre los otros personajes, desvirtuarán otras versiones, saltarán sobre silencios, bajarán de las nubes de inocencia, explotarán de rabia, limpiarán su imagen... Todas esas miradas, en realidad,  nacerán desde la puerta del hospital donde Nuno, un drogadicto con el hígado destrozado, está a punto de morir. Sus padres divorciados, sus nuevas parejas, su tía, la novia de esta, el mismo Nuno, abrirán la puerta de su mente para contarnos y  enseñarnos de dónde vino este presente, cómo llegaron a ser lo que son, por qué son las cosas así. Toda una cadena de promesas rotas, vidas desparejadas, soportales para no enamorados, vigilias para nada, besos vacíos y niños que no llegarán a ninguna parte.

El libro posee una mirada oscura sobre las relaciones de pareja, donde todo sucumbe al paso del tiempo, incluso desde el primer segundo del nacimiento de su vínculo. Nada parece sostener la vida en común más que la inercia, la inaguantable inercia que parece caducar y nacer mil veces por día y que se hace insoportable, pero que la cobardía o el miedo a estar solos la hace invisible, podridamente invisible. Y ese enfrentamiento, ese no saber vivir, ese no saber dónde se encuentran cada uno, esa despreciable impotencia, es la que hace sufrir a los hijos y a los más débiles, perdidos en un desierto de desencuentros y maldades no planeadas, de rutinas ideadas como mejor manera de soportar la presencia de un ser que parece sobrar, no ser nada. Y el mundo, el universo de cada uno de ellos,  sufre, se avejenta entre el paso del tiempo, entre chillidos de las mismas gaviotas que gritaban hace mil años, y el mismo rio que parece inmutable al paso de los cielos sin nubes, y las mismas personas que parecen no mudar la piel ni con el paso de las estaciones. Y la angustia no desaparece, nada la hará desaparecer, porque el desconsuelo nace desde la cima de aquel Zigurat, y parece desprenderse por el mundo como aquellos idiomas se desprendieron y cayeron desde la Torre de Babel.

Pero, a pesar de todas esas sensaciones oscuras que parecen derretirse y gotear desde las líneas del libro, el texto es una obra de arte, como las mismas canciones de la inigualable voz de Gardel que son expresiones de tristes de huidas, desamores, perdidas, desalientos, amores secretos; aquí es un susurro escrito por Lobo Antunes, en las que cuenta con una suavidad poética, con palabras tejidas con cuerdas de guitarra, con la brisa suave que desprende el agujerito de un bandoneón roto, con un estallido de palabras conversas, de las que abandonan el sentido normal para entonarse como una melodía nueva, que a veces se repite para recalcarse y, a veces, se inventa de nuevo para describir las cosas más tristes, las miradas más huecas, las muertes más instruidas; de la manera más terriblemente hermosa: como una sangre color arco iris, o una herida en la que supura oro verde, o una mirada gris bala. Es inaudita la capacidad que tiene Lobo Antunes para crear luz desde los mundos oscuros con bombillas de frágil delicadeza. Hasta, incluso, inventar en este libro una malvada fuente luminosa de humor negro, muy negro.

Y..¿qué pinta el gran Carlos Gardel muerto en la novela? Pues lo cierto es que es una mirada triste a la búsqueda de algo diferente fuera de ti, es un descubrir mundo nuevos donde no existen, es vivir apegado a un sueño y querer convertirlo en verdad, porque sí; como el que juega a la lotería todos los días de su vida, convencido que el próximo será su día, porque él es especial. Así, en la novela, Gardel es la lotería, la válvula de escape, el anhelo irreal de todos nosotros, pobres de todo...hasta de sueños.

Wineruda

lunes, junio 13, 2016

MEMORIA DE ELEFANTE de ANTÓNIO LOBO ANTUNES

MEMORIA DE ELEFANTE de ANTÓNIO LOBO ANTUNES
memória de elefante 1979
Ed Mondadori 152 Pág
Trad. Mario Merlino


Me rindo, bajo el puente levadizo, dreno el foso, destruyo la barbacana, y dejo que pase, que pasee como por su casa, que lo es, António Lobo Antunes.

 No me resulta fácil imaginar cómo se puede abastecer de belleza a todas y cada una de las 152 páginas que componen el libro sin saltarse una línea, y rellenarlas de lúcidas imágenes que sortean entre ellas el número que gana el momento de salir, sorteando los obstáculos con forma de semáforos de las calles vacías de ideas. Imágenes donde la hierba crece por doquier y de la que, al pisarla, se levantan cientos, miles, de palabras. Salen como los mosquitos que nacen de las aguas empantanadas; aguas cargadas de alimento, dueñas del placer de la quietud, de la corriente estática. Igual situación a la que que necesitan los verbos para nacer del pensamiento, ese que parece salir de donde nada ocurre, del lecho calmo de su río, pero que, en realidad, es el mayor generador de huracanes en el mundo. Como si Deep Purple pusiera en la plaza de mi pueblo altavoces a toda potencia mientras canta “Child in time” . Los agudos harán saltar los cristales de las ventanas, y los graves, levantar las faldas de las ancianas que miran con asombro como de unas palabras -cantadas- nace el mundo: furia y terror, belleza y luz. Luz que muestra caminos, pero también que enfoca el lugar donde debes mirar para observar ese puntito, pequeño y escondido, donde se encuentra lo hermoso. Lugar donde verás que se encuentra “Memoria de elefante”.

Cruzando Lisboa a lo largo de un día, un médico, un psiquiatra, cuenta sus cuitas, pasea sus desesperanzas, sus sueños, sus problemas, por lo ancho de las avenidas y por lo estrecho de sus posesiones; que empiezan en una casa donde remoja sus calcetines de hombre que ha dejado a su mujer, y limpia la conciencia de sus hijas sin padre; y que acaban en los hospitales que ahora defiende, y los que defendió en la guerra de Angola. Allá por los años donde todo parecía más difícil pero, a la vez, más factible. Todo podía ser, todo era inicio y posibilidad, hasta el amor y la vida entre sus miedos obsecuentes y sus obsesiones rebeldes. Entretanto en los entreactos de las nostalgias de pasados y amores perdidos, se descubre una ciudad que, aunque aparenta ser  un mapa de lugares - bares, escuelas, hospitales, prostíbulos...-;en realidad es la carrera de muchos personajes -borrachos, locos, perdedores, prostitutas, indigentes, colegas, sabios, abuelos, soldados, amantes-, que se retuercen cerca del psiquiatra y que parecen convivir en el texto buscando la manera de entrar en la foto de grupo en las que les espera un cámara con el flash de magnesio a punto de prender.



No habla el libro a través de complicadas tramas, no escribe sobre historias profundas, habla sobre las personas, sobre lo que hablan y piensan, acerca de lo que les ha pasado o les pasa. Lo que hace que el libro crezca y parezca gigante son las palabras: verbos, sustantivos, adjetivos, adverbios; todos llenos de poesía, de esos rasgos distintivos donde lo hermoso está en lo pensado, en lo descrito, más que en las situaciones ridículas, misteriosas, tensas, románticas o en las corrientes. Son las construcciones de frases, que conforman textos y que conciben imágenes, las que crean ese mundo de ideas tiernas, profundas, oscuras, terribles, sensibles, ilusorias, sabias. Oraciones sustantivas y predicadas a lo largo de un sinfín de conversaciones y pensamientos, que provocan que aparezcan senderos de donde no parece que existía nada: por ellos encontramos el camino al escondite donde está el poeta tímido. ¿Quién es el poeta tímido? Es el escritor que pisa con bota de bailarina el barro de los prosistas, pero que es un juglar, un cantante de fados, un labrador de campos de metáforas, un percutor de escopetas de imágenes; de esas que llenan el aire con un olor de acero y de pólvora de la que se usa para rellenar carcasas de fuegos artificiales; esas que ilumina el mundo durante segundos y dejan huellas en la imaginación de un niño recordado siempre, hasta en el lecho de su anciana muerte, el primer día que oyó los estampidos, que notó la caricia de la fina escoria y cogió de la mano a aquella muchacha que tenía los ojos dulces como pasteles de fresas color fuego y alegres como estallidos de caramelos. Mientras las comadres, ya viejas, miran con un ojo el cielo y con el otro a las jóvenes que lucen el siguemepollo mientras revolotean por la plaza entre la luz y la oscuridad de las explosiones.



El sonido de “Child in time” rebota en las paredes de mi pueblo; todavía retumba la voz de Ian Gillan: la lluvia de cristales sigue cayendo, los niños levantan los brazos en las cunas, los perros sonríen a las viejas que bajan sus faldas; todo parece haber cambiado entre mis conciudadanos, incluso los mas reticentes saben que tras la palabras, estén en inglés, en portugués, en prosa poética o en gritos agudos; está la belleza pura y dura, sagrada y bastarda, porque no es hija de nadie, aunque lo es de todos.



Wineruda

Hoy...

50 ESTADOS, 13 POETAS CONTEMPORÁNEOS de ESTADOS UNIDOS de EZEQUIEL ZAIDENWERG

  50 ESTADOS, 13 POETAS CONTEMPORÁNEOS de ESTADOS UNIDOS SELECCIÓN, TRADUCCIÓN Y PRÓLOGO DE EZEQUIEL ZAIDENWERG     Decían que decía...