lunes, febrero 20, 2006

EL HURGÓN MÁGICO de Robert Coover


EL HURGÓN MÁGICO de Robert Coover
(Pricksongs and descants) (1969)
Seix Barral 1978, 283 pag.




Colección de diecinueve relatos y dos prólogos, uno al libro y otro dedicado a Cervantes a modo de presentación de unas novelas ejemplares muy "sui géneris" del tamaño de un cuento corto.

Historias emparentadas con los juegos, con los cuentos infantiles (Hansel y Gretel o el cuento de la lechera), de irreverentes visiones de la religión; con miradas, entre juguetonas y malvadas, de la vida, de la simple vida, de la maldad cotidiana. Un humor malévolo sale de hasta los relatos más crueles y busca cierta complicidad con el lector, un guiño, “te estoy contando esto, exagero lo sé, pero lo hago a sabiendas” parece decir: “A veces olvido que ese arreglo es de mi propia invención” (pag. 33).

Pero sobre todo las historias destacan por la forma, el estilo de Coover: la metaficción, esa palabra que aparece por todas las reseñas que últimamente el mundo literario ha visto (exagero, lo sé), sin embargo aquí es una definición necesaria y absoluta; así, por ejemplo, en el colmo de “ficción dentro de la ficción” Coover rectifica el nivel narrativo (él es el ser superior- por encima del narrador está el escritor-), cambia su línea narrativa, pero incluso el propio narrador cuenta como inventa lo que narra y, como así lo hace, puede escribir esa historia o ese suceso concreto o cambiarlo a su antojo. O directamente el narrador es un dios del relato que lo ha hecho a su antojo y por ello podría deshacerlo; " he traído estos dos hermanos a esta isla inventada" (pag 33); o habla directamente el narrador con el personajes, o se dirige directamente al lector para prevenirle que es lector ahora porque : “como te he inventado a ti querido lector” (pag 41) . Rompe absolutamente las historias desde el punto de vista del tiempo, la secuencia de actos van y vuelven del supuesto pasado al presente y viceversa, convirtiendo el relato en una sucesión de flahses que componen el conjunto (y los descomponen) y que van conformando la imagen cuando te vas alejando de él. También desbarata la estructura de los relatos, los despedaza a su gusto, para que busquen el final del laberinto. ¿Dónde está el final de una cuerda?

Lo absurdo resuena sobre sus historias, como en la vida misma por otra parte...

Parece adivinarse un juego con el lector para descubrir qué es sueño y qué es cierto; el relato amaga realidades y cuenta sueños ¿o es al revés ? Las certezas son como las posibilidades, pueden existir o no; pero al final, como toda la literatura es un engaño a los sentidos, un teatro escrito con personajes que montan su carpa en la mente y las palabras son las que los crean y como ellas son engañosas puedes hablar de comedia y ser un drama...o al revés.

Es difícil descubrir un patrón temático en los cuentos: el terror, el humor, la parodia, la vida, el juego... Todos sólo tienen en común la particular voz de Coover. Particular voz y particular estilo, donde puede combinar un preciso estilo puntuado y clasificado casi por número de letras a, en otro cuento, un estilo sin comas ni puntos, un cuento “sin resuello” que combina con el tema y la acción para dar la impresión de agobio y nerviosismo.


Emparentado con la novela postmoderna, su estilo enlaza y cose con todas las formas características de ella, pero Coover alejado de toda clasificación huye como de la peste de ellas, no concibe esa relación, creo que simplemente, Coover es Coover, sin más, inimitable ¿o sí? De cualquier forma un escritor que merece la pena, un libro que merece muy mucho ser leído.

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