ONCE TIPOS DE SOLEDAD de Richard Yates
“Eleven kinds of loneliness” 1957
Emecé editores 2001
253 páginas
11 relatos, como dice el título, sobre personas que no mirarías al pasar junto a ellos, esos que se confunden (nos confundimos) con los que cruzan un paso de cebra a hora punta, con los que salen del hospital, que se caen borrachos en un bar, de chiquillos que salen corriendo de una escuela, o esos que ríen borrachos en una despedida de solteros, de militares que saludan agrupados en la fuerza del grupo... Relatos de gente normal, transparente para el mundo que camina a su lado, pero que sus situaciones, sus vivencias son exactamente las mismas que las de las grandes pasiones, tristezas, alabanzas, caídas, que los grandes amores y odios de los personajes mas interesantes o de las literaturas más aplaudidas.
Opinión
El maestro oculto, o el olvidado, o quizás el de menos suerte, o, acaso, el de vida menos atractiva de los grandes escritores norteamericanos de mediados del siglo XX.
No tiene nada, absolutamente nada, que envidiar a los mi muy queridos Carver o Cheever, maestro reconocido de Richard Ford o Richard Russo. Richard Yates escribe sobre la vida, no importa que sea sobre perdedores, o sobre a los que les explotaron los sueños en la cara, o sobre gente que sobrevive nada más, podría haber sido sobre extraordinarias muestras de humanos literariamente apetecibles, pero nada hubiera variado la calidad de sus cuentos, de su forma de entender la literatura y por ello de enseñar la vida.
Yates es un gran escritor de situaciones, las tensa y destensa a placer, las remueve y las enfrenta sólo con una mirada o las envuelve con un olor, (ambos, el olor y las miradas pueblan sus páginas como elementos que unen la literatura con lo más cercano del vivir diario). En sus escritos las posturas, las formas, los gestos, el enfrentamiento con la vida de sus personajes son una forma de describir lo más nimio, pero no menos importante, de la postura corporal , incluso vital , en las situaciones en las que se encuentran. Al final la vida se reduce a una serie de gestos a veces privados, a veces públicos, que se hacen para demostrar que eres lo que no eres. Casi siempre con poses llenas de vitalidad y de individualismo, en donde falsean la realidad porque en realidad todo el mundo quiere ser como los demás, como la masa, no distinguirse... para que la soledad , la constante soledad de la vida moderna, rodeada de gentíos, de ciudades llenas de gentes y aislamiento, no acabe llenándolo todo; y por ello cada uno se enfrenta a ella como puede o como sabe, casi desde niño buscando ser aceptado, ser parte de ese grupo, pero casi nadie lo consigue, y si lo consigue, son solitarios en grupo...Toda vida se reduce a una rutina de hechos que te alteran si cambian, solo cambian para los triunfadores, al resto del mundo sólo desean que no cambie nada.
Richard Yates escribe desde la calle, desde la ventana de enfrente, no está en una torreón dorado, ni siquiera en un bar de lujo; mira las caras, las palabras de la gente, las miradas torvas o cariñosas, tiernas u odiosas, las describe mostrando el mundo como es, el que no quiera saberlo que no lea estos cuentos, que lea sobre aventuras amorosas con hermosas/os hombre y mujeres en hoteles idílicos con primavera eterna...