EN EL CULO DEL MUNDO de ANTÓNIO LOBO
ANTUNES
os cus de Judas 1979
Siruela 209 Pág
Trad. Mario Merlino
¿En qué piensas cuando estás
cayendo? ¡Eh amigo? ¿En qué estás gastando tus últimos momentos
de estar aquí? ¿En qué se han convertido tus sueños de niño? ¿
Y los de juventud? ¿Dónde , amigo, se fueron los ideales, los
slogans y las peleas? ¿Dónde terminaron tus sueños? ¿Cuándo has
cambiado? Tu mente, tu cerebro, tu presente, está a punto de
reventar contra el suelo, pero no te preocupes no sentirás nada,
solo una explosión de realidad. No, créeme, no morirás, solo
pasarás a ese estado de sedosa futilidad que es la aceptación de la
vida como es, o como dicen que es. Amigo ya no queda nada por hacer o
si lo hay de nada sirve, acéptalo ya estás al otro lado de la
barricada, estás al lado de la puerta del hospital donde nacerán
tus hijos, nacerán tus nietos, y morirás, no lo sé amigo, no sé
cuándo será.
“En el culo del mundo” te habla de
un tipo, no importa, creo, que diga su nombre, es igual que todos los
que fueron a guerras estúpidas como soldados y las perdieron:
siempre las pierden los soldados de rancho y tierra en la boca, sí
esos son los que siempre las pierden, y son inmensa mayoría. Te
decía que el tipo ese habla a una mujer sobre sus recuerdos de la
guerra de Angola, a la que fue como médico; rellena una noche de
alcohol y saliva pegada a la comisura de los labios; habla y no para
de aquellas viejas historias que le reventaron la vida en su
juventud, aquellas matanzas, aquellos cuerpos mutilados, de aquella
sangre, sesos y estómagos reventados, aquella estúpida crueldad,
aquella sucia mercancía de guerra, aquellos cuerpos cortados por la
metralla o la tortura, de aquellos ojos acusadores, de aquella
indiferencia delatora, de aquel calor, de aquella soledad, de aquella
tozuda realidad que le impuso un estado dominado por Salazar, el
dictador, por Salazar, el torturador, por Salazar, el general que ya
no tiene quién le escriba; y por toda aquella generación de
secuaces que no se conformaron con matar a angoleños, sino que
mandaron a sus propias tropas a morir por nada. Y por los otros
fieles que se tomaron la guerra como un asunto personal , como un
lugar en el que lo atroz está permitido, donde matar y violar, y
destruir está permitido porque los otros no son nada.
Amigo, cuando luchábamos contra las
guerras, cuando negábamos el derecho de un pueblo a ser superior al
otro, no sabíamos que incluso entonces, eramos parte de la ciega y
cínica mano de obra que compensa el mundo, para haber, amigo , un
poder fuerte debe haber un contrapoder débil, y nosotros éramos
esos, los débiles, que dejábamos tranquilos a las tranquilas mentes
bien pensantes, ya hay quien protesta, ¿para qué más? Estoy en
contra, pero ya ves que no conduce a nada. ¨Sí lo sé , amigo, soy
un cínico, pero la realidad fue esa, fuimos el contrapeso sin
fuerza, sin ganas, sin testículos ni ovarios para parar nada, éramos
los tontos útiles.
Y el tipo que narra habla a aquella mujer a una
mujer que no dice nada, que no aparece, pero está ahí, como la
parte inmutable y callada, de los países a los que pase lo que le pasé
al otro no les afecta, mientras esté tranquilo, mientras solo sea
una historia contada a las luces mortecinas, mientras sea solo el
preámbulo de un noche de sexo sin ataduras, en un bar a punto de
cerrar, y luego olvidarme que ocurra lo que ocurra, porque yo me largaré y
patearé las calles sin tener culpa de sus muertos y sus heridas, porque
solo valen mis muertos y mis ojos y mis silencios y mis valores. Sí,
ese tipo habla de aquella guerra, y que va y vuelve del pasado al
presente, pero que para él es siempre es presente, siempre están
vomitando sobre sus rodillas, manchando de sangre el bisturí
que ya no tiene en las manos, están orinando de miedo en su bata de
doctor, están sembrando minas en su mente, esa guerra le jodió la
vida, ya no queda nada del joven que fue 27 meses a Angola, no queda
ni su sonrisa, ni siquiera queda su matrimonio, ni sus hijas están en su casa, han pasado años y no hay nadie más que aquellos fantasmas de Angola, no queda ni barro que resbala para excusarse, no queda nada de él joven, solo derrotas, todas las
derrotas del mundo, todas las batallas las ha perdido, cada mañana
pierde una, cada camino es el falso desde entonces, solo le quedan
los recuerdos, solo le quedan las ganas de que no hubiera sucedido,
de que quisiera que hubiera sido de otra forma.
Pronto amigo, pronto, golpearás
contra el suelo delator, ese que te levantará las tapas de las
sienes, saldrán expulsados todos tus recuerdos, y ya te librarás de
ellos. Olvídalo todo, ya no tienes edad, ya no quedan días para
pelear. Y lo que fue ya pasó.
El tipo ese siempre
estará en el filo de la vida, ya no puede cambiar, el mundo se
derrumbó para él, desde aquella experiencia ¿Quién puede
olvidar'¿Cómo poder hacerlo?¿Cómo saber lo que hacer'¿Cómo
combatir a los recuerdos? Un día se olvida, quizá dos, o una
semana, pero siempre vuelve, porque está taladrado en el cerebro
como una bala en el estómago. Los ríos pueden llevar poco caudal,
pero sabes que tarde o temprano lo recuperarán y levantarán una
ola, un riada que se llevará por delante toda la vida que has tenido, quieras o no. El destino lo fijaron otros, tú has sido el
espantapájaros que usan como diana de los disparos. Entre el heno
que sobresale de tu cerebro seco por la rabia irá el primer disparo.
Te he mentido, amigo, no puedo
seguir engañándote; la vida, ahora cuando golpees contra el
asfalto, no cambiará, y querrás ser el de antes, y pelear y ser
diferente, y no podrás , porque ya te hicieron preso desde pequeño,
eres preso de sus enseñanzas, de sus exigencias, de todo lo que te
han dicho que tienes que ser y hacer para ser feliz, y saben que
pequeñas peleas no hacen guerra, solo escarceo , pero al final
vuelves, volvemos, a la manada, lo saben, sí, así que irás, iremos,
a guerras, lucharemos por ellos y para ellos, compraremos sus balas,
y mataremos a tipos como tú y yo, la misma carne de cañón, que están en el otro lado. Sí
amigo, siempre hay otro lado...Ya sabes que debemos odiar el otro
lado. Y si cuando volvemos de sus guerras, estamos sin piernas o
tullidos emocionales, no importará, nos darán pensiones, o si
matamos a alguien echarán la culpa a mi cerebro destruido o cualquier
otra estupidez, y nos moriremos de asco, por la patria.
Hola Wineruda.
ResponderEliminarSombrío es este tránsito por la vida que parece relucir tras tu lectura de este libro de Lobo Antunes.
Lo más inquietante es que hay demasiados argumentos a favor de esa triste realidad. Vivimos en manada, somos animales gregarios, pero si esta condición pesa demasiado sobre nuestras espaldas, habrá que utilizar todos los recursos que estén a nuestro alcance para caminar más livianos.
Los libros son buenos aliados, al menos te permiten tener conciencia de como están las cosas, y de alguna manera te ayudan a escapar fuera de la manada, aunque solo sea una fuga transitoria... pero siempre regresas del viaje con más conocimiento, eso al menos ayuda a que no des palmaditas en la espalda a quien te exprime, y lo mires de reojo y con recelo. Leer a Antunes debe de ser un buen antídoto contra la indolencia colectiva.
Cuídate Wineruda.
La indolencia tiene muchos remedios, pero me temo son poco usados, la importancía del "bledo" ha subido de manera exponencial en esta parte de la vida que nos/me ha tocado.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola, Wine
ResponderEliminarVaya! Te has convertido en todo un especialista en Lobo Antunes. El que nos traes ahora parece lúgubre pero no por ello menos interesante.
La guerra marca la vida de quien ha participado en ella; los demás solo sienten alivio de no haber sido parte.
Queda debidamente apuntado.
Recibe un fuerte abrazo.
Hola Marcelo
EliminarJjaja, No creo que haya nadie experto en Lobo Antunes, es demasiado suyo el potugués, . No es que sea lúgubre, creo que la mayoría de los libros que he leído (o todos) de él, lo son, pero es tan magnífico escritor que eso se asume porque se engloba en toda esa magnitud de sus libros.
cúidate
Sigues avanzando en la lectura completa de Lobo Antunes y deduzco que sigue gustándote. La guerra colonial de Portugal es un tema piloto en la obra de Lobo Antunes como se vuelve a comprobar en este caso.
ResponderEliminarUn abrazo!!
Ten por seguro que seguiré insistiendo en ANtunes, y no he reseñado todo lo que he leído...
Eliminarun abrazo
cuídate