LA MUERTE DE CARLOS GARDEL de ANTÓNIO
LOBO ANTUNES
a morte o Carlos Gardel 1994
Siruela 328 Pág.
Trad. Mario Merlino
En un mercado de voces y miradas este
sería el puesto más abarrotado, ese que contiene todas las visiones
y todas las explicaciones sobre una situación o una relación, una historia, o un,
simple, instante. Desde el centro de un figurado Zigurat en el que en
la punta está Nuno en la camilla, a punto de morir, todos los
caminos ascienden hacía él, pero, también, descienden de él. No
hay sitio, lugar, conversación, caricia, desprecio, mirada, media
verdad, insulto, reflexión o afirmación que, nacida desde la mirada
vacía de Nuno en esa camilla, no lleve al pasado o al presente,
incluso al futuro, de los personajes que lo han rodeado en su vida,
los que han rodeado a estos, y los que los rodearán. Parece que cada
minuto de existencia está estampada en aquellas miradas o estas
voces que parecen querer recordar y que se los recuerde, como un
papiro egipcio que quiere contar su historia antes que se convierta
en polvo del tiempo.
“La muerte de Carlos Gardel” es una
sucesión de monólogos que cuentan la visión de la vida de ellos
mismos y de las personas que los rodean, que a la vez hablarán sobre
aquellos. Sus versiones se entrecruzarán y mentirán sobre ellos y
sobre los otros personajes, desvirtuarán otras versiones, saltarán
sobre silencios, bajarán de las nubes de inocencia, explotarán de
rabia, limpiarán su imagen... Todas esas miradas, en realidad,
nacerán desde la puerta del hospital donde Nuno, un drogadicto con
el hígado destrozado, está a punto de morir. Sus padres
divorciados, sus nuevas parejas, su tía, la novia de esta, el mismo
Nuno, abrirán la puerta de su mente para contarnos y
enseñarnos de dónde vino este presente, cómo llegaron a ser lo que
son, por qué son las cosas así. Toda una cadena de promesas rotas,
vidas desparejadas, soportales para no enamorados, vigilias para
nada, besos vacíos y niños que no llegarán a ninguna parte.
El libro posee una mirada oscura sobre
las relaciones de pareja, donde todo sucumbe al paso del tiempo,
incluso desde el primer segundo del nacimiento de su vínculo. Nada
parece sostener la vida en común más que la inercia, la inaguantable inercia que parece caducar y nacer mil veces por día y
que se hace insoportable, pero que la cobardía o el miedo a estar
solos la hace invisible, podridamente invisible. Y ese enfrentamiento,
ese no saber vivir, ese no saber dónde se encuentran cada uno, esa
despreciable impotencia, es la que hace sufrir a los hijos y a los
más débiles, perdidos en un desierto de desencuentros y maldades no
planeadas, de rutinas ideadas como mejor manera de soportar la
presencia de un ser que parece sobrar, no ser nada. Y el mundo, el
universo de cada uno de ellos, sufre, se avejenta entre el paso
del tiempo, entre chillidos de las mismas gaviotas que gritaban hace
mil años, y el mismo rio que parece inmutable al paso de los cielos
sin nubes, y las mismas personas que parecen no mudar la piel ni con
el paso de las estaciones. Y la angustia no desaparece, nada la hará
desaparecer, porque el desconsuelo nace desde la cima de aquel
Zigurat, y parece desprenderse por el mundo como aquellos idiomas se
desprendieron y cayeron desde la Torre de Babel.
Pero, a pesar de todas esas sensaciones
oscuras que parecen derretirse y gotear desde las líneas del libro, el
texto es una obra de arte, como las mismas canciones de la
inigualable voz de Gardel que son expresiones de tristes de huidas,
desamores, perdidas, desalientos, amores secretos; aquí es un
susurro escrito por Lobo Antunes, en las que cuenta con una suavidad
poética, con palabras tejidas con cuerdas de guitarra, con la brisa
suave que desprende el agujerito de un bandoneón roto, con un
estallido de palabras conversas, de las que abandonan el sentido
normal para entonarse como una melodía nueva, que a veces se repite
para recalcarse y, a veces, se inventa de nuevo para describir las
cosas más tristes, las miradas más huecas, las muertes más
instruidas; de la manera más terriblemente hermosa: como una sangre
color arco iris, o una herida en la que supura oro verde, o una
mirada gris bala. Es inaudita la capacidad que tiene Lobo Antunes
para crear luz desde los mundos oscuros con bombillas de frágil
delicadeza. Hasta, incluso, inventar en este libro una malvada fuente
luminosa de humor negro, muy negro.
Y..¿qué pinta el gran Carlos Gardel
muerto en la novela? Pues lo cierto es que es una mirada triste a la
búsqueda de algo diferente fuera de ti, es un descubrir mundo nuevos
donde no existen, es vivir apegado a un sueño y querer convertirlo en
verdad, porque sí; como el que juega a la lotería todos los días
de su vida, convencido que el próximo será su día, porque él es
especial. Así, en la novela, Gardel es la lotería, la válvula de escape, el anhelo
irreal de todos nosotros, pobres de todo...hasta de sueños.
Wineruda
Así es amigo Wineruda, estamos condenados a la inercia más implacable de todas... Nacer,vivir y morir. Y, no obstante, el tránsito puede ser muy llevadero, incluso placentero para algunos, a mí no me hacen falta grandes cosas, Los libros son un gran aliado, sin duda.
ResponderEliminarTe deseo un verano provechoso.
Cuídate amigo.
Lo son, lo son, los libros son amigables compañeros de fatigas.
EliminarCuídate este verano
¡Hola!
ResponderEliminarTenía pensado leerlo, aunque últimamente no tengo mucho tiempo.
Genial reseña.
¡Nos leemos! :-)
Hola
ResponderEliminargracias, si puedes leerlo, hazlo, es muy bueno
un saludo
Veo que sigues con Lobo Antunes y por lo que te leo es otra joya recomendable. Si no tuviéramos válvulas de escape qué sería de nosotros... La música, la lectura y viajar, son las mías.
ResponderEliminarAbrazos!!
Hola
EliminarCreo que hay cosas que me obsesionan demasiado a veces, y Lobo Antunes es una de ellas, me pasó con Goran PEtrovic, Milorad Pavic, Marquez, Sylvia Plath, Neruda... Se me termina pasando, y me queda todo lo que les he conocido de sus lectúras. COn Lobo Antunes, me pasa que he encontrado la cuadratura del círcul; escribe de la manera que siempre he pensado que es la perfecta -prosa poética- es imáginativo y original, por ahora me tiene alucinado, tan es así que ya tengo 12 libros :) jajaj-lo que pasa que los encuentro muy baratos y no puedo resistirme-
Mis válvulas de escape varían cada día, siempre la lectura, a veces el jazz, a veces el blues, a veces el punk, a veces barricada, a veces hertzainak -un grupo vasco- a veces musica sacra. Ver películas, casi solo comedías. Y...pasear solo o hablar con mis amigos -ahora Lobo Antunes es mi amigo :)-
un abrazo Laura
De joven me pasaba eso, agotaba a un escritor cuando me gustaba, ahora me pasa excepcionalmente (me pasó con Joyce, jejeje), los leo también hasta agotarlos pero con más calma.
EliminarEl jazz es mi música, algo de rock tirando a blues (Barricada me gustó mucho también hace tiempo). Del cine me he alejado bastante.
Abrazos!
Hace muchos años que no me pasaba, casi era de libros concretos, más que de autores, pero , claro, todo cambia.
EliminarLo de Barricada es un ejercicio de añoranza...:)
un abrazo