TYNSET de WOLFGANG HILDESHEIMER
tynset 1965
ED. El olivo azul 207 Pág.
Trad. María Cuenca
Un libro, una cerca, un cerco, un
círculo cerrado, una esfera en la nada, una mirada hacia adentro. Libros, pared, una voz que rebota en ellos y se convierte en
una conversación contigo mismo; eco de palabras sin futuro, verbos
que flotan como pompas de jabón y mueren tras explotar fuera de lo
oídos de nadie. Insomnio, sueño perdido, sueños perdidos, ojeras,
párpados abiertos para ver un solo mundo. Espejos; espejos que
muestran a otra persona que no eres tú, el que mira; hay alguien
detrás de ti mirando, miles de fantasmas detrás de tu imagen:
calaveras, ojos, pelo inquieto, iris sonde se ven los espectros del
odio reflejados.
Silencio, inquietudes que vuelven,
libros que son una maravillosa obsesión.
Mi obsesión siempre fue interpretar
los libros: los trituro y los abrazo, los corrijo y los certifico,
los odio y los amo, los mastico y los escupo, los reescribo y los
protejo. Sin embargo, “Tynset”, ha sido un reto, o más que un
reto. Así, he jugado al escondite con él o he intentado recomponer un
puzzle donde todas las piezas parecían tener la misma forma.
“Tynset” habla de algo, en apariencia claro y evidente: vemos
una fachada amplia y aparente; pero detrás esconde otra portada más
tenebrosa, esconde otras direcciones adonde dirigirte; pero no hay
mapa, no hay un libro de claves, ni , siquiera, una señal plantada
en medio del camino que nos indique si esa es, o era, la ruta
acertada. Debemos creer -y seguir- a los que han estudiado el libro,
y descubrir en los pliegues y resquicios de las frases, incluso en el
papel, el reflejo de un trauma, de una pena, del desgarro de
Hildesheimer provocado por su condición de judío escapado de la
Alemania nazi, y de interprete en el juicio, a los mandatarios del
Reich, en Nuremberg. Lo oído allí, es de suponer, es de creer, deja
grabada una señal -cruel e inmemorial-, evidente, en la mente, en
los ojos, en las manos, en la pluma estilográfica, en las palabras
-y en las imágenes- de un escritor.
Por lo tanto cuando leo las páginas de
este libro, estoy atento a lo que me dice y, también, a lo que me
puede decir.
Me habla -me dice- sobre un hombre, sin
cara, sin nombre -de forma que no es nadie, pero, a la vez somos
todos-, que vive en cualquier ciudad sin nombre de Alemania -en una y
en todas-. Esta noche en la que lo vemos por única y primera vez, no
duerme - es posible que le pase siempre-y habla para si mismo
unicamente -pero, así lo oímos-. Habla -empieza y acaba sus
relatos, o empieza y sus historias se terminan bruscamente- de
lugares, de huidas, de enfermos, de fiestas arruinadas, de biblias arrojadas, de historias ligadas a pasados
crueles -a muertes y venganzas-; habla sobre gallos cantando en la
oscuridad de la noche -extendiendo su canto, escandaloso y fuera de
tiempo por toda la noche y por todo el mundo-; habla de Tynset
-ciudad noruega- donde quiere ir quedarse allí, entre personas que
no conoce, y personas que pueden serlo todo -hasta figuras y
figurantes de Hamlet-; y habla de fantasmas que pueblan su casa;
habla de su sirvienta -borracha y beata a la vez, culpable e
inconfesa a la vez-; nos enseña el modo de descubrir que los
alemanes de la posguerra tenían miedo al teléfono – a lo que le
decían por él-; habla de camas, grandes camas, viejas camas,
-tentaciones del insomne- que habitan en su casa y que seguramente
fueron las mismas donde mataron a gente o murieron de enfermedad o de
viejos o de vergüenza, o de ….
Me paro y recuerdo esas páginas sobre
esa cama; recuerdos sobre un prostituta, y un casi santo y unos
molineros ricos, y un soldado moribundo y unos ladrones... Rememoro
con gusto -mucho- esa original -y asombrosa- parte del libro. En
ella, Hildesheimer, hace un juego músico-literario y compone una
“Fuga musical” con palabras, con imágenes, con el juego de ida y
vuelta, de tomar y retomar, historias y palabras; volviendo a recoger
los temas, para volverlos a soltar y volverlos a atraparlos, y componer
una de los pedacitos de literatura más hermosos que he leído en los
últimos años -hermosa obsesión-.
Todos los círculos concentricos,
aquellos cercos y cercas de los que hablo al inicio; aquellas voces
rebotadas, aquellos fantasmas tras los espejos, aquellas pompas,
aquellas calaveras; son parte del lado oculto del libro. Del que
adivinas, o inventas, o descubres, acaso en las paredes de la casa,
en el ácido olor de la boca de la sirvienta católicamente borracha;
inerte personaje que cruza por las páginas para mostrar un lado
oculto de los alemanes. Los mismos que se sienten amenazados cuando
alguien avisa, al azar por teléfono, que saben todo de ellos, que
huyan...y lo hacen. Pesadas piedras-rojas- que esconden debajo de los
grandes abrigos que estaban de moda en la Alemania de la posguerra,
piedras llenas de cruces gamadas, de pasados que quisieran olvidar -o
¿solo la derrota-. Creo que los mensajes de Hildesheimer se
encuentran debajo de muchas de esas piedras, pero también en el
ácido rencor que se encuentra -y ahora, no precisamente escondido- en las
palabras, recuerdos, tonos, miradas aceradas, reproches certeros que
aparecen en todo el texto. Texto que reprime una obsesión -ahora no
bella- sobre lugares cerrados de donde se necesita huir, de donde
escapar, cercados por las paredes y el pasado, cercados de personas que no volvieron, de religiosos y religiones que van
cumpliendo con lo que no debió esperarse de ellas. Tynset como lugar
a huir, lejano lugar en el que refugiarse y sobrevivir lejos del
insomnio que provoca la casa, y sus fantasmas y los fantasmas de los
fantasmas y los...
Pienso en “Tynset” como una lección
dada por un viejo profesor -de literatura, de arte, de ciencias, lo
que os guste- con imágenes bellas, con palabras hermosas, con
certera mirada, en una aula en la que se ven las cicatrices de
antiguas guerras y huele, aún, a sangre reciente.
Wineruda
Si el libro está a la altura de lo que (y cómo) has escrito de él no me cabe la menor duda de que será una grandísima lectura. No te digo más.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola Ana
EliminarGracias por lo que dices. Y sí, es una gran lectura. Eso que de Hildesheimer no buscaba este libro, buscaba hace mucho tiempo otras dos ("EL fin del mundo" y "las aves del paraiso también son falsas") que son difíciles de encontrar ( de él se encuentra fácil su famosa biografía de Mozart ) y encontré este "Tynset" baratito, y me ha encantado.
un gran abrazo
Hala, otro a la lista (los tres últimos que he apuntado son recomendación de Wineruda). Es el tema sobre el que doy vueltas una y otra vez, intentando comprender lo incomprensible, entendiendo cada vez más, no solo por lo que leo, sino por lo que veo (el auge de la extrema derecha en Europa y cómo se percibe con despreocupación, ignorando que el huevo de la serpiente vuelve a crecer de nuevo).
ResponderEliminarTe leo, especialmente el brillante primer párrafo y se me pone la piel de gallina (esa reacción instintiva ante lo que no podemos racionalizar).
Un fuerte abrazo!!
Hola Laura
EliminarSiempre temo que hablar sobre ciertos temas hagan que alguien te llame-me llame- elitista o snob o lo que sea que se le ocurra al tipo que me oye o lee, sin embargo supongo que lo mejor es olvidarte de todo e ir a cuchillo contra lo evidente que ves. ¿y que veo? el papanatismo que provoca la falta de cultura y de educación y que nos lleva a que magnates de la televisión ( véase Donald Trump, véase Berlusconi) manipulen sus medios de comunicación para convencernos no solo a su mundo sino a todo el mundo “de sus bondades” (véase en España los especiales en una cadena de TDT sobre Trump, vomitivos) ¿de qué se aprovechan? lo dice la tele será verdad, lo dice la tele algo tendrá de razón, cuando el rio suena....Y ya no solo eso, sino el bombardeo de programas de encefalograma plano y...
LA falta de educación nos hace culpar al nuevo de todos nuestros males, al diferente (¿te suena de hace 70 años?) y los comedores de cerebros de encefalograma cero aprovechan para inculcar que fuimos los mas grandes y por culpa de estos no lo somos (siempre igual) pero en cuanto los eche, volveremos a ser grandes: y tú pringao!! no tienes trabajo porque te lo quita ese don nadie que no habla como tú, que has nacido en el centrito mismo de alemania (con minúscula)
y así nos va
y así nos irá
y mientras muchos adolescentes viendo mujeres hombres y viceversa (¿si les prohíben ver porno por qué no les prohíben ver esa pornografía moral?)
En fin
Tenemos lo que nos merecemos
un abrazo
cuídate
Hola wineruda.
ResponderEliminarCon las libros nunca tengo del todo claro en que proporción hago del libro algo mío, es parte de mí, o el libro hace de mí algo suyo, ¿Cómo encaja la mirada del escritor en la mía propia, y viceversa? De alguna forma tienes que hacer tuya la mirada con la que otro (el escritor) ha observado la vida, asumir sus experiencias.
Sí, uno hace por interpretar los libros, hacer tuya la mirada del otro. Seguro que grandes libros como éste, Tynset, te llevan a un terreno fronterizo en dónde el lector es el que tiene que cerrar el círculo de la historia, con sus experiencias, recuerdos, su mirada curtida de lecturas, de vida en definitiva. Por eso me encanta leer, y leerte por supuesto.
Un abrazo amigo.
Hola Paco
EliminarMuy interesante relfexión.
YO tomo un libro como si fuera un tren. Este me lo pone el escritor: sus asientos, mis acompañantes, el tipo de decoración , la duración del viaje, el lugar de destino y salida, el tipo de tren (gasolina, electricidad, carbón , nuclear..)...Bien, todo eso lo pone él. ¿Qué es mio? Los paisajes que veo, son todos míos, si pasa por un lugar nevado es de la primera ladera con nieve que vi enfrente de mi casa, si es cereal son los paisajes alaveses a los que quiero desde siempre, si es...) Las caras de los personajes son mías, son las de un tipo encantador pero estúpido que conocía ayer, o de una mujer bella que pasó junto a mí, o de un hombre hermoso pero receloso que conocí hace mucho...son sus caras), Son del escritor los temas, pero mías las experiencias, son mías las interpretaciones, es mio el freno y es mio el elemento con el que se conduce el tren, en mi caso un volante, blanco y grande como de un volvo antiguo, y es mio porque todo lo que me puede contar, todo lo que me puede sucedes en el tren, tiene que ser imaginado por mi- por lo tanto será filtrado por mi vida pasada, será filtrado por mi humor en ese momento, será conducido por mis intenciones en ese momento, será canalizado por mis gustos personales (políticos, sociales, artísticos, literarios, …). Los temas y el planteamiento es del autor pero las imágenes mías, a mi me gusta la poesía, entiendo que al que no le guste o no la lea no interprete una imagen igual que yo (una imagen, unas palabras, unas ideas) por lo tanto no existe un libro, existen los libros. EL mismo mil veces, un millón de veces.
Cuando llego al final, a la vía muerta o a la estación, me bajo, agarro mi equipaje, guardo el tren en la caja y lo guardo en el desván.
Cuídate mucho