EL TÚNEL de ERNESTO SÁBATO
El yo domina nuestra
mente como un ser casi ajeno a nuestro pensamiento, nos referimos a
nuestro ser con un yo que parece ser extraño y
superior, un yo que puede ser un él, un
yo absoluto que apenas cubre todo lo que somos, que
abarca todo más allá de nuestra conciencia: yo
soy alto presupone una definición que no puede ser ponderada, no es
medible porque parte desde mí para acabar , solo, de nuevo, en mí;
lo mismo pasa con: yo soy bueno o soy listo o soy
eterno, o, peor, ella es mía, o eso es solo mío. Mí deseo se
confunde con la pretensión, con la palabra, así aparece el poder
absoluto de nuestro yo sobre nuestra actitud, siendo,
probablemente, un yo fingido o un yo
pactado para recrear una persona que no se es, una sola persona no
conlleva una sola actitud o una solo modo de comportarse
porque...¿Por qué? Porque el yo es variado y
cambiante, el yo sale y entra de nosotros y nos
adivinamos en muchos formas, yo fui así hace diez
años, no puedo cambiar eso, aquel yo hizo a este, pero
aquel también era yo, ¿qué yo era?,
aún así la creencia de ser únicos en el mundo, o soles de de todos
los sistemas que nos rodean no nos dejan nunca. Cuando al yo
incumbe al nosotros, cambia, es la pareja -o la multitud- como sujeto
actuante, pero deformada por los yoes que la
componen y cada uno de ellos la quieren dominar, pero que llega en el
peor de los caso el posesor que quiere ser el que lo posea todo. Así,
las variaciones tétricas de actividad del yo son
muchas desde el solipsismo en el que nada existe fuera de nosotros
sino es por nuestra actuación, de nuestra aceptación de su ser;
hasta el egoísmo que es la percepción de que existiendo un mundo
ajeno, solo importa el tuyo, lo que le rodea está bajo el poder de
su necesidad (la del yo) y está´unida al egocentrismo
o al individualismo: la necesidad de ser el primero, el único,
entre todos.
Juan Pablo Castel, el protagonista de
“El túnel”, es preso de su yo, que lo domina, su
necesidad de poseer del mundo trasciende el solipsismo puesto que
acepta que existe algo fuera de él .-María-, y trasciende el
egoísmo porque no solo quiere que sea suya , sino que debe ser su
posesión exclusiva; necesita dominarla y poseer todo su cuerpo y
mente para que ese otro yo sea suyo, sea parte no ya
de su mundo, sino que sea parte de él , casi como otro brazo o el
torso, o conseguir ser el parásito de su mente. El yo
de Juan Pablo supera el solipsismo, supera el egoísmo, para llegar a
ser ese parásito que quiere agarrarse al cuerpo y la mente de María,
para que sea suya en todo los aspectos: sea alfombra, sea amante, sea
compañera, sea esclava, sea universo propio, sea él mismo, sea su
yo, dos yoes en el único yo
de Juan Pablo. La posesión absoluta y vencida.
Juan Pablo Castel, se muestra a sí mismo como un misántropo que procura esconderse del contacto humano,
huir de los pasos de la gente, solo sus obligaciones artísticas o
laborales o monetarias le obligan a recorrer mundos que no quiere.
En una exposición de sus cuadros encuentra a una mujer, María, que
observa un cuadro suyo, él adivina, o cree o descubre que su mirada
es la única que descubre el significado, el motivo último, de ese
cuadro; dicha capacidad supondrá el inmediato interés por esa
mujer, que será en principio leve, hasta convertirse en una acoso
acentuado por una mínima admiración de ella por su arte, el arte
como presión, el artista como receptor de interés que saliendo de
su industria se integra o es absorbido por la persona; casi,
pienso, como si un actor fuera Hamlet todos los días de su vida;
pero el artista se desprende de su idea y cae en el papel, lienzo o
pentagrama y ya puede que no tenga razón de ser que sea necesario
que el artista sea parte interesante de su obra, tan interesante como
su obra, pero en ello cae María y su inicial interés y admiración
, se convierte en compañía mutua, apego, supuesto amor o interes o admiración o lo que fuese, hasta que, el hartazgo, o
aburrimiento, o la pura decisión de ella hace que intente separarse
del pegamento que desprende Juan, del sifón subcionador que
comienzan, en espiral, a ser sus preguntas, sus miradas, sus
exigencias, sus oportunidades.
Juan Pablo describe en primera persona,
en un hablar al papel o al viento que solo parece ser un retorno a
él, una suerte de cueva en la que sabe solo responderá el eco,
aunque clame por la necesidad de ser entendido, de ser escuchado por
ella, por la vida . La exasperación por el distanciamiento de María,
por la perdida de su posesión, de su mirada, de sus caricias, o de
su simple presencia, lo vuelve siniestro, lo vuelve protector de si
mismo, y como perro castrado busca cortar cuellos y caminos, busca
que se acabe la historia tras él,.
El mundo alucinado y alucinante que
describe en su explicación de su vida, o de su actitud o actividad,
es más delatora en el registro de su obcecación por él mismo, en
el que se ve, encerrado en un túnel en los que nadie entra, solo
existen ventanas desde donde mira el mundo que está ajeno a él, o
al menos alejado por gruesos muros de indiferencia, o de miedo o de
odio, o de propia auto definición como dueño de ese micro país,
micro universo, micro existencia, micro realidad que se encierra
dentro de sí mismo, y rehuye lo que no es propio, porque no lo es o
porque ha decidido que no lo sea. Un mundo sin esquinas que doblar ,
un mundo para no perderse, un mundo para ser uno solo; aun
acompañado, su mundo gira a su alrededor, nada se opondrá a que
los satélites que lo rodean sean cautivados por su gravedad o serán
reventados por su omnipotencia.
La nada del que cree tenerlo todo, ser
dueño de todo, sale de las páginas de este libro de Sábato, para
demostrar que las personas abyectas o bellas solo son separadas por
una decisión, por una manera de ver el mundo, que pudiera ser
diferente, y que pudiera , sí, ser enfermiza, pero que puede , y es
lo siniestro, poder cambiar el curso de la vida de otra persona, que
era feliz, sin esa extraña presencia, sin su mutiladora potencia
desmedida de ser el único, de ser sol y luna, de ser la nada y el
todo; ser el YO, absoluto.
wineruda
El Túnel, o los túneles, tienen la particularidad de conducir tu mirada hacia un único punto de fuga, no hay más amplitud que esa, no hay nada a la izquierda, nada a la derecha, nada hacia arriba, nada hacia abajo, solo una proyección claustrofóbica hacia una luz débil y lejana, y desde ahí pretendía Juan Pablo amar a María, en un lugar donde es imposible amar… solo escapar, huir hacia esa luz débil y lejana, huir de sí mismo.
ResponderEliminarLo leí hace unos años ya, querido Wineruda.
No te imaginas lo que me ha alegrado “verte” por aquí de nuevo, no sé si es un regreso (ojalá), o solo una promesa que hiciste… pero me has alegrado el día (o la noche, más bien)
Un abrazo. Y un inmenso placer leerte, nunca eres igual, qué difícil es eso.
Hola Paco
EliminarTodo libro es diferente, así que cada análisis procuro que lo sea, echo lejos de mí todo tipo de mirada que no sea subjetiva, la concisión de lo objetivo leyendo es como el agua en la leche, no sirve para nada , solo para hacer volumen.
Un abrazo de un amigo que te aprecía
cuídate
Gracias.
ResponderEliminarEs perfecto.
Leí El túnel viviendo becada en Madrid, estudiando y extrañando, extrañando y estudiando, estudiando.
Elegí volver de ese lugar, elegí este yo, "lo que podría haber sido es una abstracción." Eliot
María Selva
Gracías Selva.
EliminarMe gusta que te guste, y me gusta que este sea tu yo, con tu filias y fobías es de agradecer que en esta época se tenga una opinión propia sobre las cosas, no la larga lista de personas de la cola de los que no saben, que no opinan, que dicen (mira abajo en el cuadro de Van WIeck): que es un cuadro sobre un vagón de metro...
gracias por ello también...
un saludo
Leí este libro hace casi una década por recomendación de un amigo y me sigue pareciendo esclarecedor.
ResponderEliminarLo que señalas sobre el Yo es antológico. Porque este libro es un viaje al Yo obsesivo; del que nada escapa, ni siquiera la luz al final de ese túnel, como si cruzáramos el horizonte de sucesos de un agujero negro astronómico. La densidad de ese Yo absorbe y aplasta cualquier intento de ser otro. Lo disgrega, dispersa y lo hace uno con el resto de la materia condensada que es sí mismo.
Se te extrañaba mucho. Gracias por volver, Wine. Y nada menos que con este libro de Sábato, muy apreciado por quienes estamos en este lado del río color de león.
Recibe un fuerte abrazo desde estas costas.
Hola Marcelo.
EliminarCuando todo yo se quiere imponer al otro, siempre habrá lucha o venganza o mal fin..
Me alegro de leerte yo también
un abrazo desde las orillas del golfo de Bizkaia
cuídate
Estimados amigos, me gustaría preguntarles si conocen El Mandarín, de Eca de Queiroz.
ResponderEliminarCuando por aquí en el Río de la Plata, Saramago estaba de moda y a mí tanto me sorprendían sus novelas como su no sintaxis, alguien me dijo que merecía leer al verdadero Saramago. Otro portugués, no contemporáneo del primero, Eca de Queiroz.
De manera que los invito a saltar del existencialismo de Sábato al realista admirador de Flaubert, compartiendo con Uds. uno de los primeros párrafos de El mandarín, que a mí me siguen pareciendo magistrales:
“Además, nunca fuí excesivamente desgraciado, porque no tengo imaginación; no me consumía rodando en torno de paraísos ficticios, nacidos de mi propia alma deseosa, …….
…….Soy muy positivista. Sólo aspiraba a lo racional, a lo tangible, a lo que era alcanzado por otros en mi barrio, a lo que es accesible a un bachiller. Y me iba resignando como quien ante una «table d' hôtel» mastica la corteza de pan seco en espera del rico plato de la «Charlotte russe».”
Selva
Tengo "la ilustre casa de RAmirez" por ahí esperando, pero, también tengo una enorme remesa de libros portugueses( mejor dicho: en portugués) junto a él
Eliminartodo Lobo Antunes
Lidia Jorge
Agustina Bessa Luis
VERGÍLIO FERREIRA
JORGE DE SENA
CARLOS DE OLIVEIRA
MARIO DE CARVALHO,
FERNANDA BOTELHO,
MARIA VELHO DE COSTA
VALTER HUGO MAE
TODO GONÇALO M. TAVARES
Urbano Tavarés Rodrigues,
Hélia Correia
MIA COUTO
Mafalda Ivo Cruz
CARDOSO PIRES
JoseLuís Peixoto
en fin un sinfín de autores que ahora son mi pasión (en especial Lobo Antunes y Gonçalo Tavares)
Cuídate
PD)
Yo siempre espero, al contrario, lo menos racional, o por lo menos lo intuitivo de lo racional.
Selva,
Eliminar¿Cuál consideras buena traducción de `El mandarín´, disponible en librerías rioplatenses?
Estimado Marcelo, la mía es de la colección Biblioteca Personal Jorge Luis Borges (tapa dura negra, letras doradas), usado obviamente. Recién consulté en Mercado Libre de Uruguay y allí hay varios ejemplares a la venta, por lo que seguramente no será difícil encontrarlo en Argentina.
EliminarBorges era fan de Eca de Queiroz (sé que al Sr. Wineruda esta circunstancia no le gustará nada, pero es así).
De Queiroz también me gustó muchísimo La reliquia (disponible Ed. Acantilado). Si lo lees verás que no cabe duda alguna que esa historia fue la musa de Saramago (por decir lo menos, esa vez no fue Pilar) para su Evangelio según San José. Qué es bueno pero el original es el original.
La reliquia es una maravilla, ese concepto positivista de la vida del bachiller desposeído la encontrarás también allí. Queiroz fue un diplomático que vivió bastantes años en Paris, o sea que de bachiller pobre nada, pero fascinaba por Flaubert, ese realismo tan exacto, al que no sobra ni falta nada para dibujar esos tiempos. Advierto que el planteo pudiese incomodar a un lector católico practicante "empedernido" pero bien sabes que los uruguayos somos medio ateos, medio agnósticos, medio todo, porque en general estamos bautizados, recibimos la comunión y las novias la primera vez nos vestimos de blanco, incluso luego cuando repiten van con colores pasteles.
Mi entusiasmo es tal que seguiría hablando de ese libro, pero no.
Espero haber sido de tu ayuda.
Lisboa tiene ese tempo que Queiroz capturó muy bien, me gusta esa ciudad, es íntima, invita a leer, quizás alguna vuelva allí.
Marcelo gracias por tu consulta, me llevaste a recordar esas lecturas, esos tiempos y lugares (no co-existentes unos de otros), los que fueron muy gratos para mi.
Selva
Y otra vez Selva para decir que el Flaubert de Queiroz no es el de Madame Bovary. No, no.
EliminarEs el del cuento "Un corazón sencillo" (Un coeur simple) y a esa lectura la seguiría con "El loro de Flaubert" (Julian Barnes, inglés, contemporáneo). La suma de esos dos da el Queiroz del bachiller positivista, el que nada espera porque nada debe esperar y lo acepta consciente o no, soñando/deseando únicamente lo posible, por ejemplo para el postre flan con dulce de leche!
Ahora sí chau, Selva
Me has dado una paliza literaria, Selva.
EliminarGracias por los datos.
Memoria, recuerdo, tiempo perdido, Proust.
ResponderEliminarEl tiempo y la memoria solo sirven para las tablas de multiplicar y el recuerdo se ve contaminado por el presente toda vez que se le invoca, situándole por tanto en una dimensión existencial. Sin embargo lo que nunca fue recordado es lo que lleva a recuperar el tiempo perdido. Nos trae por ejemplo los colores de la sombrilla de playa de los abuelos. Los hechos insignificantes atesoran las perlas de nuestro pasado y lo tenemos guardado para nosotros mismos.
El tiempo no es el tiempo de la memoria, el tiempo es el encapsulado de aquel momento perdido y cuando algo de los sentidos lo convoca, llega a nosotros, y con amor y temor nos damos cuenta del paso del tiempo.
Vengo de las ciencias, trabajo en ingeniería civil y doy clases de una asignatura muy técnica en la Universidad. De manera que por formación carezco de educación formal en letras, difícilmente reconozca estilos, no sabría analizar un texto, apenas alguna vez leer entre líneas.
Aprendí a catar las letras leyendo sin pausa, un autor o título me llevaba al otro y así fueron asomando, definiendo y acentuándose mis preferencias, las que por formación, una vez alcanzadas les juré fidelidad eterna, no cuestiono y hasta allí llegué. Todo eso fue en un tiempo pasado, ya hace años que dejé de buscar, olvidé la paciencia de errar. De manera que solo leo novelas policiales, todos los días, una sucede a la otra y Borges, siempre está Borges.
En eso estaba cuando conocí este Atlas que ya no es, al que accedí por azar. Apurando el sándwich de mediodía, paseando en el computador de rama en rama di con el blog del Sr. Wineruda. Y fue la llave que me condujo a recuperar algunos de mis tiempos perdidos. Por semanas sus elecciones literarias fueron mi único otro comensal.
Desde mi formación cristiana agradezco esos encuentros. Siguiendo la nota que nos era dada, juntos, reunidos en coinonía tomamos y bebimos de la sabiduría del otro. Agradezco ese tiempo recuperado y les deseo una muy feliz Navidad.
Selva
PD Ya no intentaré re-iniciar al Sr. Wineruda, fue un gusto conocerle.
Hola Selva
ResponderEliminarSiento no haber sido más constante, pero mis problemas de humor y salud no me han dejado seguir con asiduidad, me alegro de haberte servido de algo
el placer ha sido mio
feliz navidad para ti
un saludo
pd, (si lees novelas policiales acabo de acabar "hija del tiempo" de Josephine Tey, fantástica ;))
Gracias Selva, en esta casa de Wineruda, reunidos como en El Club de los Poetas Muertos, siempre he leído con mucha atención tus líneas, brillantes palabras nos dejas.
ResponderEliminarY, por supuesto, gracias a mi querido amigo, Wineruda, por mostrarnos con su mirada las cosas que otros no supimos ver.
Felices Navidades para vosotros.