EL SACRILEGIO DE ALAN KENT de ERSKINE CALDWELL
The Sacrilege of Alan Kent (1936)
Ed Navona 160 Páginas
Miro el mar desde el dique, estoy al
final de él, pegado al agua y las rompientes, desde aquí veo las olas
venir, tranquilas, desnudas; las veo venir sin detenerse; llegan,
golpean, a las rocas y apenas queda de ellas más que gotas de agua,
quedan manchas efímeras en los enormes granitos, y una salpicadura
de espuma que desaparece, lentamente, en charcos de algas, cangrejos
y botellas de plástico que han quedado apresados en este
hacinamiento de escollos que se abre, inmenso, frente a mí. Cada ola
podría contarme una historia diferente, cada ola me trae diferente
colores, raros olores, dispares sonidos, desiguales, acaso,
recuerdos. Me pongo a pensar, mientras alguna gota me salpica la
cara, en la vida que va trayéndote historias y recuerdos e
incidentes y aventuras e impresiones que llegan a nosotros y apenas
nos dejan marcas y manchas, pero, algunas, se quedan encalladas en
nuestra inmensa escollera, atrapados entre recuerdos de vida, basura,
amor y muerte. Verter todos los recuerdos, tajantes como un
escupitajo, certeros como un mirada de odio, apenados como una
caricia no olvidada, tristes como una carcajada solitaria; verterlos
en un texto es saber que la vida son apenas instantes, y que los
rellenos son los que nos consuelan, pero son las realidades, las que
duran un momento, las que hacen daño o las que quieres, y, esas, no
se mudan nunca del dique que somos; y que contar esos recuerdos es
contar, sí, tu vida, pero también la vida de todos; nada cambia,
solo nombres y sonidos, acaso muertes o penas o risas, pero eso no
importa, lo que importa, lo que es común a todos, es la sensación,
la impresión, -la vida es interior, lo exterior solo es
circunstancial-; así que eso interior, eso profundo, es lo que queda
grabado en tu cerebro, pegado a la piel; y eso, es lo mismo para
todos.
“El sacrilegio de Alan Kent” es la
historia de un tipo en el profundo sur de EEUU que buscaba. Buscaba
la vida, buscaba el amor filial y sensual, amor a la vida y a la
propia búsqueda, buscaba ser diferente, buscaba el
camino de vuelta, buscaba a alguien, se buscaba a sí mismo -buscaba saber dónde perdió la senda, el motivo de todo- buscaba
a su familia y el amor y la calle donde jugó de niño y buscaba ser
visto, pero encontró la absoluta complicación del yo propio -disperso y extraño, sólido y conformista- en un
mundo desierto donde no importas a nadie; y si no importas a nadie no
sirve cómo seas, solo te importa sobrevivir al precio que sea, tener un
techo, una cama, una caricia efímera pagada o dispersa; te sirve tener
un pasado y tener un futuro, solo que, si no eres parte de nadie, de
absolutamente nadie, no tienes la certeza de tus pasos, ni del
camino y, lo que es peor, del fin del camino. Alan Kent, busca vivir,
no importa el modo, no importa el camino, pero a veces sí importa
el fin, y bajo la figura de un tipo que no tiene futuro se descubre,
incluso cuando recibe los mayores golpes y mira las mayores
tristezas, aún así, se descubre que las olas golpean en un dique
grueso que no se romperá a pesar de todo. Tras el basto rodaje de
la vida, tras el pesado pasado que se torció sin saber, sin querer,
sin motivo, quedan en Alan las ganas de volver al camino que perdió,
que no debió abandonar, aunque la vida va perdiéndose en el polvo
que levantó en el viaje y tras ella no se ve el fin, y no se ve el
principio.
Alan Kent cuenta en frases escuetas-versos sacudidos por el viento y quemados por el sol del sur-, en
ideas sueltas, en pocos textos de imágenes bellas y rudas -cuadros atrapados en un segundo- que van cosiéndose, con un profundo hálito poético,
su historia - su pasado profundo con sus padres que se perdieron como su vida entonces, y la historia desde que escapó de allí- descrita como en versos perdidos de una canción de gesta
moderna. Gesta contada como una explicación del pasado, donde nos enseña su recorrido por el mundo, la razón de su ser, la extrañeza con sus comportamientos. Nos va descubriendo esa vida pasada y su recorrido; para mostrarnos, herido y resignado, su futuro. Canción de gesta extraña donde sobrevivir es el único motivo de estar;
y en la que el amor y la vida tranquila, y la compresión y la
suerte y la mirada amable y el mundo apacible, solo se le parecen a a Alan en
los sueños, que van apareciendo y despareciendo del texto. Nos cuenta una historia cosida con silencios, en las que no sabes si
te oculta su vida, o su vida es esa sucesión de espacios solitarios e
impresiones solitarias -miradas de ojos entrecerrados por el sol-, que nos dejan
ver acaso un poco de la vida, acaso lo que quiere que veamos, acaso
lo único que merece la pena que sepamos. Aquel vivir entre muerte y soledad e infinita pobreza y miradas frías y amores que se pierden, podría ser, y es,
una vida de infierno, de tenebroso pasado, de futuro cerrado como la puerta de un hotel de lluviosa
noche, pero aún en esa triste sensación, la belleza de las palabras, la
percepción de que el que cuenta, el cerebro y el alma que transcribe
esas ideas, es tan compresivo y cercano como sus hermosa prosa
poética atravesada por imágenes duras.
Las olas que parecen la vida, van, pequeñas, llegando a su final, cada una es un momento; todas hacen el mar.
Las olas que parecen la vida, van, pequeñas, llegando a su final, cada una es un momento; todas hacen el mar.
Sacrilegio: dícese cuando se ultraja lo
que para otros es amado o sagrado. Sacrilegio: el amargo despertar al
mundo del que nada tiene. Sacrílego: el que muestra que la vida
amada por otros es tan sucia y esquiva y cruel que no soporta un
simple amanecer. Sacrilegio: vivir en un mundo en el que para algunos
es fácil y placentero y para otros se compone de errores pasados, de
presentes sin intención y no hay futuro visible. Sacrilegio: el amor
venerado por algunos, el amor perdido por los que ya no volverán a
verlo. Sacrílego: el que no ve lo que otros ven. Sacrilegio: vidas
derrotadas entre salones de perlas, diamantes y ámbar. Sacrilegio: no hay más
que mirar por la ventana la vida pasar.
Fenomenal Win. Reitero lo que siempre te digo, o a veces no te digo pero lo pienso y más que ello estoy convencido, tus análisis son un poema; ciertamente te metes tan dentro de la historia que has leído , que no puedes más que hacer correr la magia de las letras, hacia los dominios de la poesía. Místico y de alto impacto, me apresuro a ponerme de pie para aplaudirte y sigo pensando como es posible que aquellos que nunca publicaron, tienen el don de hacernos sentir, comprender y admirarnos ante tanta virtud literaria. Y como dices por ahí, ...es la vida. Un abrazo, genio.
ResponderEliminarSUcede que cuando he exprimido todo lo que puedo sacar de la prosa, me queda solo el lenguaje poético para expresar lo que me dice el texto, para hablar de sensaciones y sentidos. La poesía, o algo parecido a ella, es lo que aparece cuando no te llega el diccionario para expresarte, o lo aprendido.
Eliminarun abrazo
gracias por la recomendación
Querido Wineruda, me encuentro con este regreso tuyo, y lo haces por la puerta grande, no tanto por el libro (que también, por supuesto) como por tu forma de transmitirlo, única, como bien dice José Santos, e inmensa, igual que esa escollera a la que vas, en donde rompen las olas y permanecen los recuerdos.
ResponderEliminarTodos aquellos que acuden al mar, a contemplar en silencio el viaje final de las olas, llevan dentro algo de Alan Kent, así es, un nuevo amanecer es el Edén para unos y el infierno para otros. Bien lo dices en tu memorable final...
"no hay más que mirar la vida por la ventana pasar"
Abrazo, amigo Wineruda ;)
La vida es amada por unos y odiada por otros, sacrílegos de la vida de los primeros, que adoran la santa creación, la sensata obviedad, el tranquilo paso de la vida por ellos; para estos los que no aceptan que haya gente inconformista con esa forma de vivir, incluso un tipo de política, de educación, de mirada al mundo, de un consumo normal, de... para aquellos, los que protestan, los que sufren son sacrílegos de su ideología diaria. El mundo también se compone de arrabales y periferia, de pobres y descontentos.
EliminarSacrilegio es morir sin ver el mar y sacrilegio es dejar que, tantos, mueran en el mar...
Nuestras ventanas muestra cosas que no muestran los periódicos..
un abrazo
cuídate
Caldwell escribía sobre ese Big Sur, profundo, tan desapercibido como sustancioso. Éste parece uno de esos libros donde pesa tanto la mirada del observador como la del protagonista, una simbiosis difícil de hallar.
ResponderEliminarNo hace falta agregar nada a lo que han dicho José y Paco respecto de tu bien decir, al que nos tienes habituado; siempre sensible, siempre sentido.
Sacrilegio... ¡qué buen vocablo! Tú lo has resumido de magnífica forma, aunque creo que daría para una colección con varios tomos.
Gracias por tu reseña.
Un abrazo grande.
El libro cuenta en flash momentos, fotos, casi escupitajos, como digo, en los que adivinas una historia, una vida, un desastre, un esperanza...
ResponderEliminarSacrílego es una palabra a laque buscar todos sus significados
gracias Marcelo
cuídate
Si, Wine. Llevan mucha razón tus palabras. Debiéramos empaparnos un poco más.
EliminarY no soló con estos vocablos...
Me cuido. Hazlo tú también.
Si, Wine. Llevan mucha razón tus palabras. Debiéramos empaparnos un poco más.
EliminarY no soló con estos vocablos...
Me cuido. Hazlo tú también.