BUDA EN EL ÁTICO de JULIE OTSUKA
DUOMO EDICIONES 150
PAGS
Traductor: Carme Font Paz
Allí estamos…otras han tenido que irse, huir, mejorar, querer
mejorar, irse para cumplir promesas, saltar al vacío, dejar una vida detrás…allí
estarán. Aquí estamos…otros vienen a unirse a nosotros, traen el miedo y la
emoción en sus bolsas de viaje, traen la feroz nostalgia por lo que dejan y la
esperanza de que aquí, donde nosotros estamos, todo será mejor, porque muchos
vienen para poder volver mejor, otros vienen a dejar todo detrás; hay luz en
todas partes, pero la luz ilumina de frente, parece que la espalda va quedándose
a oscuras y que ya nadie podrá ni querrá poder abrir esa puerta. Lo más
terrible de todo es que va a parecer que los pasos que ya hemos dado en la
vida: los pasos de trabajo, de amaneceres con la luna aún en alto, los pasos de sudor que cae
todo el día como una lluvia fina, la
espalda que duele cuando aún no has cumplido los 10 años; va a parecer que
hasta los más queridos primeros besos, las primeras danzas, hasta los besos de
tu madre, hasta los adioses de tus amigos, todo, todos esos pasos, va a parecer
que parecían preparados llevarte a este camino de ida a otra parte, pasos que
te llevan lejos de allí para siempre. La esperanza es el arma que gastará ese
cansancio, la esperanza es la que hará recordare besos, caricias y amores. Siempre
vivimos así entre huidas y esperanzas, Hasta que llegamos al destino…
Aquí, en el libro, aparecen, gritan, todas las voces de un
barco que lleva a miles de jóvenes japonesas a principios del siglo XX a
Estados Unidos a casarse con sus prometidos a los que conocen por carta y
fotos; todas esas voces nos hablan sobre cómo ha sido ese mundo pasado que las ha llevado allí; todas se agarran el
barco queriendo huir o queriendo mirar por la borda, o quieren no arrepentirse,
o quieren conocer el futuro antes de que llegue; quieren ser ya lo que han
soñado que van a ser. Todas nos hablan, todas son un coro de voces tristes y
alegres y arrepentidas y soñadoras y escépticas, todas esas casi niñas, casi
mujeres, saben –quieren saber- que viajan al mundo de oro donde estará su galán
rico y apasionado que las amará y que las hará felices y no les hará trabajar
de mañana hasta la noche, peleando con la tierra y con la pobreza. Todas se
apasionan por el futuro hasta que este caerá sobre ellas, y allí las flores
está marchitas y el sexo no es amor, y la pobreza ya no está tan lejos, y el
racismo sale de las puertas de las casas de los americanos que no comprenden y
que las aterran.
El mundo del futuro, de aquel futuro, de repente las ha
golpeado cuando debería haberlas acariciado, haberlas levantado por el aire
como si no pisaran la tierra, nunca más iban a pisar la tierra, pero el futuro
está lleno de nuevo de pelea, y de peleas, de violaciones, de incomprensión,
pobreza, de hijos, muchos hijos, y con
la lucha por la vida de nuevo; la vida que de nuevo es lucha para sobrevivir,
no para vivir, no, no para vivir. La vida será lucha por un camastro de hierba
y por una pobre palabra agradecida y nada
más: solo eso… la huida, el barco, el vértigo de la nada para volver a pisar otras tierras con los mismos zapatos.
Y la vida dará más vueltas , y los japoneses en Estados Unidos irán perdiendo hijos que van siendo otros, y van sabiendo lo que es tener que
buscar la vida entrando por la puerta de atrás, por donde solo entran ellos y
los negros, son los últimos de los últimos, nadie sabrá de ellos sino saltan sobre
los pies, pero ellas y ellos, pero sobre todos ellas no aparentaran que existen, sumidas en su educación
de siglos no levantan la voz, ni la
cabeza ni los ojos, no alzan la voz sumisas al mundo y a los hombres que la
sojuzgan, que las vencen porque no se pueden defender, y la vida será trabajo,
solo trabajo: en la tierra, como en Japón,
o en las casas, o en máquinas o en el tren… en la vida… Solo eso: toda la vida trabajando y todo el universo dándoles
las espalda.
Un centro del universo que gira y gira y gira centrifugándolo
todo, pero al que no pueden agarrarse siquiera a las esquinas, a esas a las que las manos callosas y heridas no podrán aferrarse siquiera a las heridas de sus
marcos, ni siquiera a las espinas de rosas, esas –ellas- saldrán despedidas hasta
perderse en el universo, lejos de casa.
Pareciera que el invierno no se iba nunca.
Realmente interesante ese periplo de las jóvenes y casaderas japonesas a los Estados Unidos. Un viaje-Odisea, pero Ulises retornaba a su hogar conocido. Éstas jóvenes solo van a un hogar soñado, idealizado, pero se abocan a una pesadilla... tus palabras hacen visible ese "presidio" al que se dirigen. Interesante sí, saber de esta escritora J. Otsuka y su libro. Una vez más, Wineruda, gracias por estos hallazgos.
ResponderEliminarCuídate.
Es un excelente libro contado en una primera persona grupal que hace que el mundo aquel sea más comprensible.
Eliminargracias a ti
como suele decir el atlas, -no sin cierta cuota de desdén-, el libre albedrío está sobre-valorado.
ResponderEliminar.................................................................................................
Macedonio Fernández
JLB dijo de este señor amigo de su padre:
"Yo por aquellos años lo imité, hasta la transcripción, hasta el apasionado y devoto plagio. Yo sentía: Macedonio es la metafísica, es la literatura. Quienes lo precedieron pueden resplandecer en la historia, pero eran borradores de Macedonio, versiones imperfectas y previas. No imitar ese canon hubiera sido una negligencia increíble."
Yo siempre con Spinoza, determinista por naturaleza, siempre hay alguien que hará una copia que hará una copia que hará una copia de una copia, aunque no lo sepa.
Eliminar................
Aunque no sea yo de defender a JLB, la versión, cuando no la imitación, es algo que está en la literatura desde siempre. Nada es nuevo, no, pero si es cierto que hay muchas veces que la versión supera al versionado.
Al final, el peligro es que los escritores crean que lo importante no es ser original, sino parecerlo y se lancen a cosas huecas muy bonitas; digo, y creo yo, que lo importante, querida Selva, a pesar de su JLB, no es siempre el cómo si no el qué.
Cuíde de cuidarse
Yo he leído de la misma autora 'Cuando el emperador era dios', donde narra las vicisitudes de los inmigrantes japoneses en EE.UU. tras la declaración de guerra al Japón en la IIGM. Hasta allí, yo no tenía idea de la existencia de campos de 'internamiento' en Utah, por haber sido declarados 'enemigos'. Ni tampoco del espíritu revanchista americano, que hasta se apropiaron de sus bienes durante la ausencia.
ResponderEliminarCuando leí ese libro, éste que reseñas no había llegado. Parece un libro más que interesante; sobre todo, por ese contraste entre la idealización y los sueños de esas jóvenes mujeres, y la realidad que les esperaba. Veré si puedo hallarlo.
Como siempre, sus líneas describen el sentir de las protagonistas, de manera poética y exquisita.
Un abrazo, Maestro.
De alguna forma parece como si "cuadno el emperador era dios" fuese la continuación temática de "Buda en el ático", lo cierto es que es un gran libro, muy ilustrativo además de una época y una forma de ver el mundo.
EliminarGracias Marcelo