viernes, octubre 11, 2019

ME ACUERDO de GEORGES PEREC


 


















ME ACUERDO de GEORGES PEREC
Impedimenta 176 Pag
Traducción de Mercedes Cebrián

Supongo que este libro es un ejemplo de vida, una pequeña reseña de fotos sin objetivo pero con objeto, de reflejos, casi olvidos, que quedan en el cerebro de Perec sobre el pasado; y, así, son la manifestación de que existieron, de que sucedieron, de que estuvieron en sus ojos, en su boca, en su oídos, en sus miedos y,  por otro lado, son, como libro, un recibo de vuelta, un redentor de pasados, un billete al mundo; son, como libro, por el simple hecho de serlo, un disparo a la eternidad, porque  no desparecerán con Georges, ni con el siglo, ni con la vida mía, ni con la historia de los materiales; son pereceros en cuanto papel y ojos, pero no como parte de la memoria colectiva que comerá de sus páginas, leerá de sus letras unidas y recordará que pasó esto o aquello, que para Perec sirvieron poco o mucho es poco importante; pero lo que es  importante es que quedaron en su mente –son reflejo de una época, de una era, de un día, de un instante tan importante como para eso, para quedarse-, se quedaron , pues,  por una frase, por un golpe, por ser importante, por no serlo; solo ellos, y por ser ellos. EL mundo se soporta, se apoya y estima en grandes historias que lo manejan y son el imaginario del grupo; en cambio las pequeñas cosas, esas que sostienen tu mundo y el mío, esas, sí, son las cosas que son importantes, como las que dibujaste con un dibujo desvaído en el libro de texto de primaria que recordarás que fue algo importante 40 años después, como un flash, como algo vivido. Y estos recuerdos recuerdan que algo olía, que algo se mojaba, que aquel cantaba, que aquella acuarela era bella, o aquel jazz importaba, que el mundo no está hecho de portadas  o grandes titulares , ni siquiera de retratos, está hecha de tus y mis pequeñas cosas que , cosidas, hacen el mundo.
Probaré:
Me acuerdo del sabor de la leche en botella que nos daban en párvulos.
Me acuerdo de  una serie de vaqueros en la televisión, yo quería ser “el virginiano”.
Me acuerdo de  volver de clase por primera vez solo, atravesando calles con  muy pocos coches,
Me acuerdo de  que en las peleas de boxeo con mi hermano yo quería ser “Mantequilla” González.
Me acuerdo de  mi sorpresa al ver por primera vez a un hombre de raza negra, era mi médico.
Me acuerdo de las enormes ollas de leche de vaca que nos dejaba el lechero en la puerta, recuerdo su espesa nata y su sabor agradable.
Me acuerdo de  la gente mirar al cielo cuando pasaba un avión a lo lejos.
Me acuerdo de  atrapar renacuajos y la sensación de seda de su piel.
Me acuerdo de  que en la radio cantaban  los Beatles, no me gustaban.
Me acuerdo de ver por una esquina de la cortina  desfilar patrullas de policía militar de casco blanco que amagaban  disparar a las ventanas.
Me acuerdo de  los sobres que valían 50 céntimos en los que salían pequeñas figuras de soldados o de indios y vaqueros.
Me acuerdo de  que nos dieron fiesta cuando murió Franco, y yo jugando en la mesa de la cocina oyendo marchas militares en la radio.
Me acuerdo de  la mirada ávida e imposible a los Donuts que parecían ya resecos.
Me acuerdo de  Carpanta, d Obelix, de Mortadelo, del Capitán Trueno.
Me acuerdo de  hacer cola en al entrada del colegio, y ponernos en fila, nos alineábamos  con estilo militar, recuerdo en el patio jugar a manifestantes y policías.
Me acuerdo del olor de una tostadora de café a la puerta del colegio
Me acuerdo de  a Gila anunciando máquinas de afeitar Fllomatic.
Me acuerdo de devorar los libros de “Los cinco” y tirarlos encima de los armarios para no acabarlos en un día.
Me acuerdo de  una compañera de clase embaraza con 13 años abandonar el colegio.
Me acuerdo de  oír en el viejo reproductor de cassettes encajado en una tapa de piel, a SImón y Garfunkel… me hacía adulto, pensaba.
Me acuerdo de mi primera clase en el instituto, la felicidad de lo distinto.
Me acuerdo de  la enciclopedia Maravillas del saber.
Me acuerdo de  que me regalaron ,y leer con avidez , “Crónica de una muerte anunciada”
Me acuerdo del estruendo de las bombas que apagaban vidas.
Me acuerdo de leer con gusto “ La tesis de Nancy” las risas casi infantiles al leerla en clase de BUP.
Me acuerdo de los Sex Pistols en la radio, con sorpresa, aporreando las guitarras y el mundo.
Me acuerdo del olor a quemado en el salón de actos del instituto mientras veía, entre risas, “Coge el dinero y corre”.
Me acuerdo del olor amargo de los botes de humo.
Me acuerdo de  los ojos muy abiertos con la vida de los Aurelianos y los José Arcadios.
Me acuerdo de  los jonkies paseando por la plaza y las jeringuillas en el suelo.
Me acuerdo del olor de las fábricas, el humo negro que lo invadía todo.
Me acuerdo de  los tableteos de las ametralladoras alguna noche.
Me acuerdo de  los trabajadores en los sótanos con el ruido penetrante de las prensas y el olor a aceite y las ventanas pequeñas y la luz tenue que los cubría.
Me acuerdo de  la luz hiriente de los hornos y el olor del acero al rojo vivo que atravesaba la nariz.
Me acuerdo del ruido inconfundible de las furgonetas de la Policía Nacional.
Me acuerdo del rio rojo por los vertidos de las fábricas.
Me acuerdo de amigos mios con los brazos cosidos a pinchazos, y la lengua y  los tobillos.
Me acuerdo del monte verde y la nieve que llegaba hasta las rodillas.
Me acuerdo de mi primer disco propio "Breakfast in America" de Supertramp.
Me acuerdo de   Starsky y Hutch y su coche de raya blanca.
Me acuerdo del sabor acre de la cerveza y el tabaco.
Me acuerdo del mundo gris.Me acuerdo de que llovía sirimiri días enteros.
Me acuerdo de la primera clase de latín y la sorpresa de que me gustara.
Me acuerdo de …

4 comentarios:

  1. "Me acuerdo de los sobres que valían 50 céntimos en los que salían pequeñas figuras de soldados o de indios y vaqueros"

    Cada vez que salía a comprar con mi madre por las tiendas del barrio, terminaba comprándome, ante mi matraca, un sobrecito de indios y vaqueros, siempre en el kiosko de señor Eloy... era vernos acercándonos al kiosko, y ya tenía preparado un sobre, el buen hombre, aún me acuerdo de él.
    Y jamás se me ha olvidado el olor de la bici nueva con la que apareció un verano mi padre, una G.A.C.
    Y otros tantos que nombras...

    Si Perec te ha hecho abrir "la maleta" con tantos recuerdos, ya ha cumplido con creces.

    Gracias Wineruda, cuídate.

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    1. Creo que algún día haré esa lista completa, para cuando se me olvide..
      un abazo

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  2. Tengo este libro, Wine. No lo encaré porque parecía en extremo simple. Tenía que venir a visitarte para que encontrara el verdadero sentido del por qué. Gracias por recordarme que el secreto está siempre en las cosas simples, y en recordarlo.
    Un abrazo, Maestro.

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    Respuestas
    1. Me alegro qeu así sucediera, yo creo que es más un libro para buscar tu interpretación, que puramente para leer lo que dice Perec, que también claro, pero de alguna forma es como oler una época, sentirla: son las partes que
      en otras novelas pasan tangencialmente, son atrezzo, aquí son protagonistas.
      Gracias Marcelo

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