martes, febrero 23, 2021

PIEZAS EN FUGA de ANNE MICHAELS

 


ncuentra el modo de hacer necesaria la belleza; encuentra el modo de hacer bella la necesidad.


           Siempre escribo reseñas acompañado de música, que puede variar en edad y mesura, pero esta reseña me ha llevado, no he tenido otro camino, a la Misa de Réquiem en re menor de Mozart. Toda la tragedia, todo el dolor y misterio que acompaña a cada una de las notas de la partitura, solo es comparable a la belleza, a la estremecedora delicadeza de sus coros, al sonido trágico y conmovedor de las voces que cantan el Kyrie Eleison; a la imborrable sonoridad del Offertorium. Lo que debiera ser un canto fúnebre, se convierte en un turbador signo del esplendor entre cualquiera de las artes. De igual modo “Piezas en fuga” es la constatación de una tragedia, donde el olvido es imposible, donde el dolor y el recuerdo son como voces, ecos, que se elevan como un Réquiem insistente, agudo, lacerante, pero querido, porque todo lo que se olvida parece morir, todo lo que no se extraña acaba en el rincón oscuro de la mente, ése donde la mente no perdona pero sí encarcela todo el pesar por las personas y, también, por los hechos -las caricias, el sonido de un piano, de una risa estridente, de un olor penetrante, de un rastro de pisadas amadas en el barro- que se quedaron atrás injusta y salvajemente. Pero, como en el Réquiem de Mozart, la belleza de la composición de Anne Michaels se suspende sobre el libro, como una brisa suave que domina una atardecer ardiente -infernal-. Las palabras elegidas, las imágenes, la profunda poesía de sus textos y sus ideas, los recorridos de sus personajes, todo, son como partes de un composición coral , que al unísono recrea un movimiento infausto pero con voces precisas y hermosas. Así aparece esa extraña contradicción que entraña todo el arte, y, ciertamente, la literatura que es el enfrentamiento de lo bello y lo triste, lo hermosa fealdad de un texto donde lo que cuenta se enfrenta a cómo se cuenta, ese brutal choque entre lo que no quisieras ver en un papel -que repudias lo que cuenta- pero admiras la forma en el que al autor se ha enfrentado a él y lo ha contado. Infierno de hermosas fogatas.



Cuando un hombre muere, sus secretos se juntan como cristales, como la escarcha sobre una ventana. Su último aliento oscurece el vidrio.



            En esta novela, escrita en primera persona, el protagonista es Jacob, un niño judío polaco, que presencia el asesinato de su familia por los nazis. Huye sin destino ni esperanzas de su escondite y es salvado por un profesor griego - Athos- que lo lleva a su tierra. Allí, escondido durante los años que duró la invasión nazi de Grecia, va aprendiendo a vivir pero no a olvidar a sus padres, a su hermana -Bella-, al horror, va sucumbiendo al terror a la vida que le acompañara gran parte de su vida, pero, también, va aprendiendo a conocer y querer a Athos -su forma de ver la vida y el mundo, sus gustos, sus manías-. Los dos emigraran a Canadá, donde Athos sera profesor de geología y escritor de libros que denuncien la barbarie nazi. Allí Jacob conocerá otro mundo, otra vida, pero nunca se separará del fantasma presente y querido de su hermana y de la presencia atronadora de sus padres, pero tampoco de los terrores que le sobresaltan el sueño, le atosigan el alma, le hacen voltear el corazón. Pero, también, allí conocerá a sus más queridos amigos y a su esposa, que cambiará su forma de ver el mundo y el pasado.



Escucho los sonidos de la preparación del desayuno, sonidos que duelen. Escucho a Yosha, cada nota aprendiéndose el aire. Labios de gravedad me empujan hacia la tierra. Lluvia helada se adhiere a la nieve recién caída, plata y blanco. En el sofá de Maurice, los juncos se enredan a lo largo de la orilla del río, la lluvia de primavera cae con fuerza en la artesas de hojalata, la habitación está sumergida en el clima. Cada sonido es tacto. La lluvia sobre los hombros desnudos de Michaela, Tanto verde, que vamos a pensar que tenemos algún problema en los ojos, Ninguna señal se da por sentada. Otra vez, otra vez por primera vez.



              A Anne Michaels, no le importa tanto construir una novela estrictamente escrita con los cánones de composición al uso, no creo que fuera esa su intención, ella necesita contar una historia sobre unos hechos terribles, para los cuales no escatima imágenes crudas y demenciales -como lo fueron- de las salvajes atrocidades de los nazis, y las cuenta como poeta que es, así como escritora que busca en lo más profundo de la mente y del comportamiento del ser humano; de ese modo habla de todas los pasos que da el ser humano: el crecimiento, el amor filial, el amor de la amistad, el amor sexual y sensual, la madurez, el ocaso. Y cada paso que dan los protagonistas,-sus errores, sus triunfos, sus manías, sus rencores, sus miedos – es acompañado por una preciso corte, una elevada punción, que muestra sus entrañas, sus más recónditos anhelos, sus más profundos odios, sus mas queridas cosas, sus pequeños apegos. Es una novela sobre los latidos de Jacob, sobre su desordenada e insegura vida. Su historia no tiene, no necesita, un lugar, ni siquiera unas anteojeras que le enseñe el camino, se mueve con el impulso que le da la memoria, y, por ello, sobre el recuerdo y el olvido (imposible, posible, deseado, odiado, amoroso, cruel). La memoria no tiene estanques, no tiene puentes ni diques, planea sobre las personas desmedida y afanosa, como el vuelo de un albatros, como la belleza de un atardecer en la isla Griega donde vive Jacob con su mujer (la mujer que lo salva). Éste es un libro descontrolado como una larga poesía, sin cuartetas ni tercetos; es una narración para leer con el alma oprimida y los ojos lastimados por la luz oscura, pero con la alabanza de una creación bella, apasionada, firme en los conceptos, y admirable en los verbos, en las recreaciones, en los dibujos de vidas, en los paisajes, en los caudales de sentimientos, en los adjetivos, en los sustantivos, en todo, o en casi todo;  es un libro sobre Jacob, un niño desmantelado por la vida, al que le salva el amor -de alguien, el oculto en el mundo-, el que le ayuda a ayudarse a él mismo, el que preña sus sueños de vida por vivir más que vivida.  




           Es una novela de lágrimas, de rabia, de odio, de sensaciones bastardas, pero también es una historia de redención, de búsqueda de salvación, de recuerdos, de poesía contada para ser apreciada como una bebida anhelada tomada a pequeños sorbos.

Impresionante

12 comentarios:

  1. Es una historia, una historia de algo que le pasó a alguien, qué habría de llevarnos a su lectura más que la estética de su escritura?, no hay planteo que sorprenda y tampoco bando, lo atroz es atroz, está fuera de discusión. No sabría encontrar el motivo para leerle, insisto, ¿es la forma?, ¿es estético?, la poesía no sólo es estética sino que además es estética. ¿Por qué habríamos de leerle más que por una satisfacción estética? ¿Por qué cambiarle por Los jardines que se bifurcan?, uno e infinito final.
    Por qué lo impresionante a uno no conmueve a otros.
    Sdos.


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  2. mas creo en los duendes y otras criaturas mágicas.

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    1. Querida Selva
      No deja de sorprenderme su afirmación, puesto que viene de usted, confesa y reclamada admiradora de Isidoro, cuyo obra destaca y asume ese poder, incluso necesidad, esteticista, hasta el punto que sus famosos cuentos filosóficos, incluyendo ese que cita de reinterpretar a Aristóteles a través de Leibniz, cambiaba para ser de una afirmación de otro filósofo cualquiera, que no es que fuera, dicen, eso dicen. Isidoro, un escritor de ascendencia filosófica concreta, sino que aceptaba, por estética, que eso dicen, cualquiera, si de ahí salía un buen cuento, o una buena idea.
      Así que, querida Selva, la belleza de las cosas está en cómo se escribe y en qué se escribe, leerlo o no es pura decisión personal:de la misma forma que elegir lo que es bello, o no, es pura decisión, aunque con componente objetivo, a pesar de Duchamp, o por él. pero intuyo que ISidoro está mas cerca de Marcel, que Anne Michaels.
      Cuide de guardar lo bello, porque usted que conoce todo eso, le gustaría lo que acabo de admirar en una ventana románica en una iglesia de Burgos, en donde la contraclave derecha está desplazada, y no solo conserva su belleza, sino que la realza en ese equilibrio circense que lleva miles de año enseñando

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  3. es así, el románico!, qué maravilla señor, señor, efectivamente y como bien dice, estoy segurísima que es esa singularidad la que pone en mayor valor la construcción. Me permito sugerirle indagar sobre el mundo de las funiculares o curvas de presión, de la estática gráfica. Resulta que Gaudí armaba sus modelos (la Sagrada familia es ejemplo de ello en su museo del parque Güell) a partir del tendido de hilos, imagine una telarañas horizontal que luego en algunos puntos de sus "cerudas-hilos" cargase con bolsas de arena. El conjunto tomaría una forma de hilos estirados por esas cargas de arena, hilos estirados es sinónimo de hilos traccionados, si le pone de cabeza o especula, esos hilos aparecerán como cúpulas. Si luego varía la cantidad de arena de esas bolsitas lo que bajan esos puntos (suben en la imagen especular) irá variando la forma del conjunto. Esos hilos toman la forma de lo que llamamos la línea de presiones, es decir la "deformada" del hilo sometido a esa carga. Si construimos una estructura copiando esas formas se tratará de una superficie comprimida, sólo comprimida, no existiendo flexión, lo que en términos constructivos es perfecto, asegurará su estabilidad. La arquitectura románica tiene mucho de eso, de hecho se basa en esos principios de la estática. Se siente bien ver entendiendo el fenómeno. Ahora volviendo al libro no se puede comparar un texto que además de sumergirnos en la reflexión existencial estético es estético y eso es lo que pasa con el argentino. El que propone el atlas o el humo de la cerilla es otra cosa, otro producto, ...
    Como sea le valió que me enterase de esa iglesia que no sé cuál es porque la catedral no es románica, otro acertijo.
    muchas gracias

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    1. Querida Selva:
      No es una catedral, el románico más bonito que conozco es el de las viejas y pequeñas parroquias y hermitas de la Castilla antigua: Burgos, Soria, en especial Palencia, preciosa Palencia,
      y la iglesia que cito es esta
      https://www.romanicodigital.com/sites/default/files/pdfs/files/burgos_AGUILAR_DE_BUREBA.pdf

      Verá en la segunda foto a color esa anormalidad que de cerca a mí me impresiona más
      embargo ahora que lo veo de cerca, es un elemento decorativo posterior más que un elemento estructural, pero bueno también es un canto a una doble chapuza de la que España luce a menudo, por un lado ese elemento extraño y luego la propia restauración jaja. En fin, el Románico ha sobrevivido a muchas generaciones y sobrevivirá a esta.
      Las primeras impresiones siempre engañan y más en un móvil.
      POr cierto, preciosa su descripción de la creación de los espacios, los volúmenes, las cargas...La débil y rocosa perfección que se crea para sostener ese mundo.
      Las arañas... enseñando al mundo, debo ser de los pocos que no las odian, es más me gustan. Jaj
      ME encanta el ROmánico, incluso el prerrománico, en el que, si no lo conoce, le invito a que mire las construcciones de Lillo o del Naranco o... del prerrománico asturiano, muy bonito, mucho.
      Cuídese Selva, y me da que sus clases serán muy interesantes.

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  4. Qué interesante, no está muy mantenida, apenas "remendada", una lástima. Es probable que la falta de simetría de la s construcciones contiguas a la singularidad a que refiere tengan algo de culpa en la formación de esa grieta vertical. No sabemos si la idea original es que ambas columnas (pilares) apoyasen en el semi-aro de sillería inferior o no. España si que sabe de "oraciones de piedra" en palabras de Alexandre Dumas padre.
    Hace muchos años leí La reina Margot de ese autor, le recomiendo a quien guste la historia de Francia.
    Primo Levi, yo leí a Primo Levi.
    Pasarla bien, disfrutar mientras se pueda.

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  5. por los campos de esa España "de la piedra piadosa de catedrales y santuarios".
    recuerdo Sigüenza, Trujillo, Cáceres, Guadalupe, Salamanca, qué bonita se presentaba a mis ojos jóvenes.
    pero hay tanto mundo por conocer, otros vientos.
    gracias por esa parroquia.

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    1. Viajó usted mucho, pero por las grandes avenidas, debería, lo digo como consejo de amigo, algún día torcer a los caminos de piedra y pasear por las pequeñas ciudades..¿habrá alguna catedral más bonita que esta humilde ermita de Burgos?
      https://www.terranostrum.es/turismo/ermita-de-san-pedro-de-tejada

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  6. Creo recordar que le interesaba esta escritora uruguaya, por estos días se re-edita su primer libro:https://www.escaramuza.com.uy/narrativa/cuentos-y-avances-de-libros/item/lee-un-fragmento-de-la-mujer-desnuda-de-armonia-somers.html
    Sdos.

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    1. Gracias, me interesaba. Aquí, supongo que por escaso, está a precios prohibitivos. Supongo que con la edad uno tiende a buscar,leer, gente diferente.
      Gracias.
      Por cierto, gente diferente como usted.
      Tómelo como un elogio :)

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  7. Estimado Atlas amigo, gracias por “el elogio” y no pierda esa costumbre.
    El hombrecillo de los gansos, cuando un hombre deja pasar la felicidad, el destino lo convierte en un perro, decía Jakob en boca de Nothafft.
    Tiempo de Pascuas, pasarla bien, aquí en el estuario que se cree mar.

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    1. En la creencia de ser está la mayor parte de la esencia de poder, y, si no fuera posible, se mira de cerca el estuario y la cercanía hace que sea tan inabarcable que parece mar. Yo estoy en un lugar que se cree valle y apenas es un paso de río vago
      Cuídese

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