sábado, junio 04, 2022

TROPISMOS de NATHALIE SARRAUTE

 







             Como gotas de tormenta de verano, grandes, desafiantes, que golpean el suelo y desperdigan por doquier polvo, calor y lágrimas, estos pequeños textos te golpean quizá más como granizo, hacen daño, son como amenazas constantes, como una lámpara de araña a punto de caer, como un tejado cayendo, como el cielo de los dioses derrumbándose sobre las mentes de los asustado fieles que abarrotan misas y lugares de condena.



        Los Tropismos son unos pequeños relatos, casi inspiraciones, casi amenazas que han pasado justo un momento por delante tuyo, o solo por  la mente, y tardas un segundo, apenas un segundo, tras su paso en saber del riesgo que has pasado, de lo que pudo pasar, que lo que te ha cruzado no era normal. Son sombras sobre días de sol, sombras que renacen en los sueños, o nacen intimidantes cuando piensas fijamente  en las cosas, en lo que tienes miedo, o lo que temes aunque no solo sea miedo; y, de estar forma,  les insuflas vida, das vida a las sombras de los pasillos, a las ganas de estar solo, a los movimientos extraños, a las obsesiones. Sí… supongo que he acertado con la palabra: los Topismos son relatos de lo obsesivo, de las cosas que hacen que repitas tú salida de casa, o que sientas miedo a moverte, a cambiar, al cambio, en efecto… sí …sientes miedo a que algo cambien, u una obsesión por la seguridad, por estar solo en tu lugar seguro, en el lugar donde todo parece protegerte, y las cosas no parecen amenazantes. Y lo peor de todo es que las obsesiones no cambian, no se escapan, no huyen por la ventana como los miedos a la luz del día;  las obsesiones se quedan, se quedan en edad y tiempo, y aumentan como la edad de los árboles, como la medida de tu estatura en al esquina de la puerta, y todo parece engañarte, todo parece envolverte, parece que sigue a tu lado, pegado como una mirada obscena, como un gesto miedoso, pegado con un pegamento abúlico, que parece que hace que no puedas moverte no por su potencia sino por su  duración, un pegamento que hace que las cosas estén junto a tus ojos, a tus oídos, a tu sensación, pero, ante todo a tus recuerdos;  todo es recuerdo, todo llega desde siempre, todo es desde siempre, sí, todo nace contigo, nace y te envuelve, los miedos que contagian a los niños, Y  llega a la adolescencia y … te acompaña hasta el cadalso de los sentidos
            Las cosas que no se cierran te envuelven, la garra oculta que solo tú ves, circundante y que aferra , de tu vida; es eso terrible y extraño que no cuentas a nadie que nace y vive en ti.


            Y el propio lenguaje de Nathalie, en sus Tropismos, acompaña a la obsesión… la acompaña y la acentúa, hace de ella un lugar central de lo que quiere contar:  giros verbales que enroscan los sentidos, como tornillos que van apretando la idea de que todo parece escurrirse por el sumidero de la mente, del lugar donde está lo temido y lo extraño. Adjetivos, sustantivos, verbos, frases que expresan, señalan o simulan miedos y ahogos, rituales y banderías;  expresan sensaciones que desembocan en el gran rio de lo inmaterial, de lo impalpable.  Porque lo que se siente no se puede tocar, son sensaciones, son horrores, miedos o pasmos. Lo impalpable como el centro del libro, las cosas necesitan de la expresión de la lengua y la elección de las palabras y los contextos para expresar que todo, las decenas de historias, de Tropismos, son expresiones de un situación a veces desesperada, a veces terrible, a veces temida u otras tan naturales que parece que ocurren junto a ti, pero expresan algo que te pone nervioso, no horrorizado, no, no va de eso, es solo la tensión de cosas que pueden pasar, que han pasado, que están pasando, pero casi siempre en la cabeza de alguien, del protagonista, del niño, del anciano, de la mujer que repite su misma estancia en la vida, porque parece que la vida la amenaza, la rodea, siente su pulso sino repite un gesto, una inmovilidad que la deje sobrevivir ese día.


            La sensación de inmutabilidad de las cosas que suceden a los protagonistas, de no poder luchar contra el mundo propio que lo rodea y amenaza, que hace de ellos personas a punto de implosionar, como guerreros que han tapado sus lanzas y amenazan con saltar desde las almenas, al vacio, a la oscuridad de la que nada saben.

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