EL ARTE DE DESGRANAR ALUBIAS de WIESLAW
MYSLIWSKI
2006 Traktat o łuskaniu fasoli
EDITORIAL 451
Páginas 414
TRADC. Francisco Javier Villaverde
Tú, yo, la sonrisa del cómplice, la
mirada del niño, la caricia del amable, la sensibilidad de la
ternura, la ternura de los cientos de perdedores que no le dan
importancia, él, nosotros, las mayúsculas victorias de los amantes,
las secuelas de las grandes noches de amor o de alcohol, vosotros,
las ganancias de la amabilidad gratuita, los versos libres de rimas
consonantes, los poemas que te rasgan los vestidos y el ojo, el ojo
rasgado de “el perro andaluz”, las alpargatas de los vencedores,
ellos, hasta usted,...todas esas cosas desaparecerían sin la
memoria, sin el simple, escueto, estrecho derecho o ejercicio fútil o
desatino o esfuerzo o casualidad o, incluso, delirio alcohólico de una noche agraciada o
desgraciada de recuerdos, o de flash alimentador. No, nada existiría;
estamos pendientes , dependientes, de que algo o alguien nos recuerde
o nos haga recordar los hechos, que sin ello -ellos- seria, seríamos, la nada;
acaso fotos en alguna estúpida instantánea refleja y
compulsiva de algún móvil que alguien olvidara o borrará en su esfuerzo
por atrapar todo lo que sale al encuentro de sus ojos, sin
comprender que nada es todo, y todo es nada si no comprendes,
sorprendes, amas, das vida a lo que quieres y haces recordar . ¿Y lo
impalpable, y lo incorpóreo, y lo terrible y lo amado, y lo etéreo
y la sorpresa, y el odio, y la rabia? ¿Quién sabrá de ello?¿Quién
nos dibujará y nos pintara de rojo odio y blanco sabio nuestro
pasado cuando no estemos? ¿Quién sabrá que bajo nuestra apariencia
de tristes, alegres, estúpidos, inteligentes o tiernas personas
éramos algo más que una foto vacia, retraída y desvaída en un cuaderno para
demostrar que estudiamos secundaria con un montón de desconocidos y
que son tan espectrales como ahora las de los daguerrotipos de hace mil
años cuando ya hayamos muerto?¿Qué queda de la nada si no hay nada
que quede de nosotros acaso una herencia mal pagada y una pagoda de
palillos y un infiernillo para té de bolsitas que morirá en algún
templete de una casa de muñecas?
“El arte de desgranar alubias” bajo
su título de libro de cocina para principiantes poco inspirados, o,
todo lo contrario, para sibaritas genios de la cocina de autor de
rostro de revista. Debajo de ese título, se esconde una genialidad, un
libro que atrapa todos lo que deben tener los libros, pero es que todos, sin faltar
ninguno, no falta ni una señal, ni una rama que indique el camino,
ni la trampa para cazar ratones para que no se coman el papel...No, no falta
nada de la alta literatura, de la de levantarse , saludar, levantar
el sombrero que tanto obsesiona y marca al protagonista, y saludar a
un escritor que si algo le falta es que se le conozca...aquí...
“EL arte de desgranar alubias”...¿Qué
es? Un monólogo.
¿Un Monólogo? No. Es un falso
monologo, o quizá tramposo, o demasiado listo-a saber-, el autor obvia a uno de los protagonistas de la
conversación y deja que el vigilante, conteste las preguntas
fantasmas -llegadas del vacío- que el otro hace y, sobre todo, sacie su impulso de contar
su historia, y con su historia... la historia de Polonia antes y después
de la Segunda Guerra Mundial, y que la historia de Polonia hable de
la vida de la gente, la jodida vida de la gente que pelea por el
mundo -todo el mundo- por vivir, por conservar existencias y estancias, por
sobrevivir, y por no olvidar y por enfrentarse a la vida aquí y allá, en desigual combate....
Una persona sin nombre aparece en la
caseta del vigilante de unas casas de campo, probablemente -¿probablemente?- buscando
alubias; el vigilante comenzará a desgranarlas de sus vainas con la ayuda de ese
desconocido visitante, y en el transcurso de ese ejercicio, medio
culinario y medio social, a la forma de las viejas reuniones alrededor de la abuela que contaba cuentos de Andersen o Perrault a su
manera:; el vigilante, contará su vida, (a golpe de recuerdo que va
y viene, que salta, disgrega, dispersa, digresiona, recuerda y olvida
y vuelve a recordar) la vida de esas casas de campo , esa zona y sus habitantes
y la suya propia, oriundo de allí.. Su vida, caída en el hoyo de la historia en el que
Europa, y con ella Polonia, se hundió en la lodazal de sangre, odio y
muerte; en una historia que saldrá desde los -pocos- años felices
en ese mismo sitio donde ahora se alzan los chalets , cuando era niño
y la terrible llegada de esa los nazis en la Guerra mundial, Y la
muerte...muerte de su familia, de asesinatos, fuego, la nada, el
furor ciego de la herrumbre mental, el miedo, odio, desgracia,, Y luego la
llegada de los partisanos. salvación pero muerte otra vez; y al acabar la
guerra: la escuela para niños perdidos,-y sus historias de
vejaciones , hambre y energía comunista desvencijada- y sus vida de
aprendiz de electricista y su interés por la música y el saxofón.
Esa escueta historia, así contada desnuda y en papel blanco desnudo,
en verde blog o blanco impresora, no deja de ser una expresión
pobre de una novela que no merece tan escasa y tan resumida
explicación,. El libro no es eso, o no es solo eso; el libro es un
recorrido , a salto de recuerdo, a salto de digresión, a herida
sangrante sacada del cerebro, a herida limpiada por el tiempo, a
cicatriz vencida y a victoria perdida que el cuidador de las casas de
campo va contando a su compañero desgranador de alubias. Todas esas cosas y vivencias que caen
como años, años que saltan de niñez a la vejez y de juventud a la
niñez y de padres a su abuelo y a esposas y muertos y a vivos y
a desgracias y a viajes al extranjero-de orquesta en orquesta-, y a la
llegada de los soldados y su olor a muerte y sus fuego de muerte; y, acabada al guerra,
la llegada de las escuelas de firme poder comunista y los ejecutivos,
comisarios comisionados, jefes, generales, burócratas comunistas de
firme poder insensato, y de sórdidas paredes desnudas de todo lo que
no sea pensamiento único, y ceguera y corrupción y necedad, y
nuevos lugares con viejos trajes de lujo.
Y sobre todo, el libro, se llena de
personajes; personas que dejan huella, personajes que no son nadie,
no tienen nombre, pero que siempre pasan por la vida del desgranador
de alubias que cree reconocer -como un rastro de avión en el cielo
que parece el mismo siempre o parece reconocer ojos o la sonrisa de alguien que sin duda reconoces y la manera de andar de otro alguien que crees que has visto toda la vida- porque
todos son parte -parecen serlo, deben serlo, deberían serlo- de su pasado y si no lo son, se asume que deben serlo para
poder sobrevivir. Él sobrevive de recuerdos así que todo es
recuerdo aunque sea falso, aunque no sea ciertamente cierto -o sí, nadie puede saberlo-. Las personas
necesitan tener pasado -uno o muchos- y contarlo, aunque sea para que por un momento y en
algún lugar y en algún instante, alguien sabrá que existieron
y tú sabrás o ellos sabrán que les -te- gustaban los pasteles y los vinos espumosos y la vida
ajetreada, y el olor de la magnolias, y los pasteles dulces y no le -te-
gustaban los trenes, y que -ella- quiso ser actriz o que no quiso ser nada,
o que vivió, suave, sin ruido por las calles de esa ciudad ruinosa.
Y el desgranador de alubias debe contar
que hubo una enfermera que lo ayudó, y una viuda que le acunó y un
mujer que lo quiso y un tullido que le enseñó lo que es el saxófono
y la música, y que aprendió que hay amor y que no lo hay, y que no
hay nada y que lo hay todo, y a beber y a olvidar para beber y beber
para olvidar y a huir y salir de donde te conocen, -pero solo un
instante-; aprendió que solo cuando se separen, cuando eso se acabe
acaso quedarán lo que ha conseguido que se prenda de la mente y de
la curiosidad del oyente, vivirá ese instante o esa eternidad o esa
nada,(sea en al imaginación , sea en el misterio de la duda o en el
seguridad de que estuvo allí). O quizá necesite que los nombres de
las tumbas de los muertos que allí viven en el bosque donde la
guerra aun sigue , se sigan leyéndose para que vivan, siempre vivos
, hay que vivir en papel o en el mundo o en el spray sucio que
mancha la nada, O en los espacios donde las pequeñas cosas crean
rabia y la rabia crea pequeñas cosas y los sombreros crean mundos y
los fantasmas nacen de las fotos y escriben nuevas historias y no
dejan que nadie se aproveche de ellas.
A veces, todo se resume, en luchar
para que el olvido no sea el intento del alcohol para no reconocer la
realidad, la realidad es la que es, te joda o no, es lo que hay,
seguirá viviendo mientras tú merezcas la pena
El mundo de este libro, el espacio , el
ambiente, la voz del narrador, la historia, el lado real de lo que
quiere contar, la luna en estado creciente que va perdiendo la
oscuridad y que pronto será luna llena, es de lo mejor que he leído
en los últimos años
Mis respetos ...
Mi pena porque será
pasto de alguna limpieza de alguna librería que no lo vendió, de
alguna biblioteca que no lo quiso, de algún horno que necesitaba
alimento, que buscaba cosas que hicieran pensar, pero así son las
cosas...
Mis Respetos Wieslaw
Yo al menos sé que en España hay un
libro que nunca estará -no estuvo- en la mesa de maravillas de
último grito, de esas de amante recién salida en la revista del
corazón, o que bailaban can can con medias de rejilla en portentosos palacios, pero que tú libro es infinitamente mejor que el suyo.