LAS PEQUEÑAS VIRTUDES de NATALIA
GINZBURG
le piccole virtú 1962
Edtral. Acantilado 164 Pág
Trdt. Cecilia Filipetto
No puedo dejar de pensar en mamás patas
o gallinas seguidas de sus polluelos a los que intentan enseñar el
camino a seguir, la cáscara a la que picar o el lugar donde
refugiarse, cuando leo los ensayos de Natalia Ginzburg, que también
son relatos y, también, recuerdos autobiográficos. En ellos pone
toda su pasión, su experiencia, su sangre y hasta sus entrañas para
mostrar lo que para ella es el camino, la cáscara o el refugio por
donde entender la familia, el crecimiento, las relaciones, los
amigos, la educación , la vida a fin de cuentas. Y, sí, alguien
podría decir que eso no es nada, que son unas palabras más sobre
esos temas, que son solamente consejos para leer, tendones sin
músculo. Acaso sea cierto, pero cualquier expresión del talento que
no tenga una finalidad o como diría algún cantante cubano “
que cosa fuera la maza sin cantera” herramienta
sin oficio, no es digna de tener en cuenta. Así las protectoras alas
de Natalia se despliegan para mostrar un camino, su camino, a un
mundo lleno de simple vida de niños, de atribulados padres, de
amigo desarraigados, de las comunes relaciones de pareja, de caminos
a la educación, incluso sobre cómo vivir en Inglaterra y
sobrevivir a ello. Y unicamente si caminas con ella hasta el final
del libro podrás entender los miedos -quizá terrores- los intentos
fallidos y acertados, las horas gastadas, los pasados no olvidados,
las esperanzas gastadas y los destinos cumplidos, las vidas agotadas,
las experiencias enriquecedoras y los amores y odios profundos que
sustentan todas su páginas, las canteras donde las mazas de las
palabras golpean una y otra vez.
Cada
ensayo está escrito en primera persona, aparentemente retazos de su
pasado que persiguen construir, o quizá mejor reconstruir un pasado,
pero no por el mero hecho de contarlo sino que tienen una finalidad
última, una enseñanza que descubrir. Así aparece su estancia
obligada en los Abruzzos donde la apagada y triste realidad deja paso
a un recuerdo de felicidad por que tenía “fe en un porvenir fácil
y alegre”; o aparece la felicidad está en unos zapatos rotos; o
aparecen sus recuerdos de su amigo Cesare Pavese; o emerge la
desastrosa vida de una italiana viviendo en la oscura, triste y
diferente Inglaterra, o se manifiesta la desperdigada vida de una
esposa inquieta e insegura con un marido perfecto y arrogante, pero
donde la felicidad estaba en estar juntos; O surge el recuerdo del
horror de la guerra, del temor a un timbrazo en la noche, a la
policía, a la inseguridad de vivir pendientes de un mundo que no
controlas; o aparece un canto al oficio de escribir, a la necesidad
de rellenar páginas, imaginar cosas, crear figuras o dibujar caras e
inventar conversaciones para ser uno mismo, más allá de cualquier
intento artístico, mucho más allá; se presenta, también un
crítica a la imposición del silencio como pecado “fruto amargo de
nuestra época malsana”; nos cuenta un relato sobre el crecimiento,
de cómo crecemos y vivimos nuestra vida pendientes de los demás,
hasta que surge una individualidad que no lo es, de cómo queremos
ser diferentes a nuestros padres y no lo conseguimos; por último nos
cuenta sobre cómo educar a los hijos, de cómo nos conformamos en
enseñar las pequeñas virtudes donde deberíamos enseñar las
grandes virtudes, esas que enseñan el camino recto, lejos de
remiendos impone el buscar un fuerte hilvanado.
Aunque
todos tiene su poso y sus virtudes, me quedo con tres de los ensayos
que he citado: uno titulado “Mi oficio” que habla del trabajo del
escritor, para ser exactos de sus sensaciones como escritora, pero
las explicaciones, sus sentimientos, sus ideas son un manual para
leer alguien que quiera, siquiera, asomarse a ese lado del arte. El
otro se titula “Las relaciones humanas” y es una hermosísima
parábola sobre el camino de la vida, desde niño a adolescente, de
joven a maduro, de hijo a padre. Un análisis sobre sentimientos,
esperanzas truncadas, ideas, posturas, errores y triunfos, cambios y
búsquedas. Por último me quedo con “Elogio y lamento de
Inglaterra” con una sutil y maliciosa descripción de su vida en
ese país.
wineruda