ELOGIO DE LA POESÍA
Me encuentro en una posición descubierta, : voy a dejar la trinchera de las reseñas de largas
poesías transcritas y ser más sociable y simplemente citar libros de poesía que
me gustaron, debo dejar ese afán de proselitismo, que en mi defensa, debo decir, es un arranque de ganas de esparcir por el mundo, que quiera oírlos claro,
los libros que me gustaron ¿No es algo ejemplar? ¿No es algo así como filantrópico?
Supongo que deberé conformarme con pensar que es algo excéntrico. No es una queja, es una
descripción; así la última reseña sobre Ferlinghetti, mi admirado Ferlinghetti,
y su Coney Island de la mente, apenas ha concentrado un puñado de visitas que
caben en la cuenta de los dedos de dos o tres manos , -contando robots- . Que no me quejo, no, que
pienso que yo no hago cosas para que me lean, aunque, puedo aceptar que quizá
en la poesía sí lo haga, que me gusta tanto la poesía que quiero que les guste tanto,
tanto, como a mí a los demás. Pero me excedo, supongo, porque la reseña de Ferlinghetti,
ocupa 24 folios: que sí, que es un exceso, para ser una reseña, pero es más exceso trascribir
los versos en este pequeño espacio en el que escribo –y poco adecuado, como
todos- en donde se cerraban las hojas del libro mientras lo leía para pasarlo
al ordenador, se caía en el peor momento, y mi monumental torpeza al escribir
textos en el ordenador, todo hizo que escribir la reseña -de esas y de las demás- un largo camino sembrado de puntas.... me costó Dios y ayuda esos 24 folios de transcripción,
para…. Pero bueno, me ha pasado con todos, así que me callo, pero cambiaré de estrategia: acepto más el descubrimiento de que me he cansado de transcribir hojas y hojas, y solo hablaré sobre
libros y autores; hablaré y plantearé
dudas, propuestas, ganas lanzadas de libros que quizá a nadie interesarán, pero
aquí estarán para alguien que lea y vea que hay unos pocos poetas que hacen
belleza de los verbos y de los adjetivos y de las ideas, y de las imágenes sin
móvil, y de los textos sin imágenes.
La vida va cambiando y los viejos, mis viejos, poetas
parecen perderse y desvanecerse entre un trajín de libros de consumo rápido;
además nunca creí que la poesía tendría su carril de vehículos rápidos y los más
bellos se quedan en la cuneta.
En fin…
Tengo tantos libros de poesía por poner que me invade una
sensación de impericia; tengo tantos libros
de mar, de tierra, de bares, de borracheras, tengo tantos de poesías sobre amores
prohibidos, sobre belleza, sobre viajes; tengo tantos de poesías sobre traiciones, sobre descuidos,
sobre inercias, sobre muerte, sobre fines y futuros; que este ordenador en el
que quedan algunos gigas libres no tendría memoria suficiente, ni yo dedos y
paciencia para comentarlos: así que hablaré, hoy, ahora, sobre poesía en
inglés. Y abriré la puerta a un autor que no reconoce mucha gente, que parece
tener el nombre de un cantante de blues,
o de un héroe de la guerra de la independencia americana : Billy Collins. Tengo
dos libros traducidos-versionados- al español: “Navegando a solas por la
habitación” y “-Lo malo de la poesía : y otros poemas” en el que te hace dudar
si son sus temas o son el tratamiento de esos temas, o ambas cosas, las que te
hacen reconocer una idea de miradas nuevas a sitios donde no suele aparecer la poesía,
o mejor dicho los poemas –la poesía aparece desperdigada y por ello omnipresente
por todos los lados si lo miras bien- ; y , pienso, que esa mirada diferente
deja un poso sorprendente en los lectores; deja cierto tono de humor, de sorpresa, de
ironía, de viejos recuerdos mirados de otra manera...; como la mirada de un amigo
de visión más perspicaz de lo normal.
Y de Billy me paso a… a mi escritora de cabecera, esa que
nunca me ha defraudado, no ha escrito mucho, pero no necesita hacerlo, expresa
en tres libros lo que sesudos escritos de escritores orgullosos en toda su
creación no lo han hecho: Anne Michaels. De ella he conseguido, por fin, su
libro de poesía en español “El peso de las naranjas & miner’s pond” y al leerlo he pensado:
¡válgame Dios!, dónde estaba este libro
que no lo había conseguido antes..., ¡Qué desperdicio de lecturas perdidas!, no voy a
decir muchas cosas, el que me crea que lo busque, y si lo encuentra -lo tiene complicdo--que disfrute
de la pequeña poesía, de los textos, con
punta…Lo imagino escrito con un lápiz afilado de color azul, con el que, ella, dibuja en el margen de sus hojas cosas sobre
el recuerdo querido, la belleza y el olvido imposible; es un libro sobre la delicadeza,
sobre la mirada afilada, que puede descubrir belleza sí, pero también, sobre la
desolación, y el amor, sobre viejas miradas de amor por el mundo y el pasado.
Robert Frost, ¡Robert Frost! Tanto tiempo esperado sus
poemas en español, y, de repente, aparecen, avasalladores, sus
poemas completos y te dejan sorprendido; a veces parecen diarios de viejos
moradores de granjas, otras parecen escritos de un observador que ve el mundo
desde la copa de los árboles, o de la ventana del granero de la granja, o desde
el campanario de la iglesia que domina el mundo tranquilo o cruel o viejo o
simpar o amable o fiero o…. que movía el mundo rural de aquellos Estados Unidos
de entonces…Siempre me ha sorprendido, y me ha dado una señal , el dicho de
Frost :”la poesía es lo que se pierde en la traducción ”-lost in traslation-
, y quizá nunca conoceré al Frost que
conocieron todas esas gentes que lo leían como la biblia de los versos de
entonces, pero sí encuentro una mirada , quizá no la original, quizá no la que necesitaba
Frost, pero sí, el reflejo de la caverna, las sombras de Platón, que todavía
impresiona por el fuego que alimenta su reflejos y que constata sus límites y
sus diferenciados contornos. Así que yo tengo a MI Frost, quizas no sea EL Frost, pero es el mio. De lo perdido saca lo que puedas decía mi Mafalda.
El emperador de los helados, él será el sobrenombre con el
que recuerde a Wallace Stevens, tengo sus poemas del viejo libro de Plaza y
Janés, que he leído muchas veces, y la poesía reunida recién publicada. Wallace
es otra cosa. Y desde aquella vieja lectura, -`por el tiempo pasado- hasta ahora
hay tantos descubrimientos, tantas miradas de reconocimiento, de camaradería
entre nosotros, que he olvidado el tiempo en el que me costaba que entrara en
mis caminos, y ahora lo reconozco,- de lejos, a oscuras, de noche o de día
- en sus poemas sobre la vida y el mundo, sobre personajes, paisajes, pasados,
personas, vidas, sí sobre la vida.
¡AH! Philip Larkin, empecé con comprar, hace mucho, "El barco
del norte", pasé recogiendo de una criba de una biblioteca, "Las bodas de Pentecostés", y ahora
su "Poesía reunida", y quiero a Larkin, con su acidez, con su mirada poco amable con
el mundo, hasta con su poder de describir
ese mundo un poco gris que le rodeaba, un poco vacío, un poco perdido, pero ,
es cierto, me dejó descolocado leer a un crítico, en el que describía su
poesía, en inglés, más que una poesía ácida, es una poesía agria, desencantada, en
el que perdía ese humor negro o satírico de lo ácido, para descubrir una mirada desubicada
–perdida- con lo que veía.
Hay más, tengo muchos más:- William Carlos Williams, Hart Crane, Ginsberg, Ted Hughes, la
antología de Kriller71 de Frank O’Hara, Sylvia, Robert
Hass, Elizabeth Bishop, Kenneth Koch, Kenneth Rexroth, Marianne Moore, Adrienne Rich, Robert Lowell, Gregory Corso, H.D. , e.e. cummings, W.H. Auden, Denise Levertov, John Ashbery, Roethke, Sandburg, Snyder, Amy Lowell, etc - se desborda mi biblioteca de
poetas que escriben en inglés, y quizá siga algún día…
Ahora lo dejo
porque estoy escuchando otro poeta, sin letra, que la poesía no solo es texto e
imagen, oigo a Charlie Parker, a Bird, y se ilumina esta noche ya cercana a las
dos de la mañana.
Wineruda