EL CENTRO DEL AIRE de JOSÉ MARÍA
MERINO
1ªed 1991
Edt. Alfaguara 350 Pág
Muchas veces escucho música mientras
leo un libro, ayer mientras acababa éste de José María Merino,
sonaba la sonata para piano Nº 17 de Beethoven interpretada por
Sviatoslav Richter, y no es que encajara con el ritmo, ni siquiera con
lo que parecía necesitar el tema de la novela, pero, durante todo
el día de hoy, mientras pensaba como hacer la reseña, había algo
de aquella música que me hacía volver a ella sin aparente motivo;
sin embargo, ahora lo sé, la razón por la que vuelvo a
ella es por el interprete: Sviatoslav Richter. Pero ¿qué tiene que
ver un maestro del piano con una novela española? ¿qué tiene que
ver el fraseo de un piano con la construcción de las frases de una
ficción? ¿qué tiene que ver la sonoridad y la cadencia de la
interpretación del pianista ruso con la prosa serena y sabia del
escritor nacido en La Coruña? Para mí todo y, supongo, para los demás nada...Pero Richter es el pianista
que más admiro y disfruto, su forma de interpretar la música es
diferente a la de los demás, de la misma forma me parece evidente
que reconocería a J.M. Merino allí donde lo leyera -al menos en
las novelas no para niños- porque su manera de desplegar y
combinar sus ideas, la acción , los personajes y el contenido
profundo de la narración es del todo original, como los buenos
escritores que parecen esconderse tras tramas o personajes pero
siempre es evidente su presencia. Como Richter interpretando las
notas con un fraseo vertiginoso y con la agilidad manual y mental
para crear arte del golpeo de una maza contra un metal, Merino
convierte la ilustración de una soledad compartida, los golpeteos de unos pasados sin futuro, los aullidos de unos
futuros lleno de pasado, y troca el sonido áspero del camino casi cerrado por las
zarzas en una hermosa novela sobre los mitos, los recuerdos, y lo que se espera y
se esperó de ellos. Música y literatura parecen conformar un mundo
cerrado, como una cúpula invisible como la que te envuelve tanto
las notas del piano como las palabras de la novela, y rodean la
mente, el cuerpo y las sensaciones hasta dominarlo todo, cada parte
del espacio y, parece, del tiempo. Y acaso tienen la virtud de
desentrañar las notas y los enigmas escritos por las que se mueve y
se movió el mundo.
“El centro del aire” narra la
visión del pasado y la vida de tres personajes -Bernardo, Julio
Lesmes y Magdalena-. Sus vidas desde niños parecen ir juntas, otras
veces en paralelo, otras divergen y , otras veces, chocan. Pero todo
parece reinventarse cuando Julio Lesmes parece haber encontrado viva
a Heidi, que había sido la fuerza centrípeta que parecía unir a
todos, primero al rededor del patio donde jugaron y crecieron y luego
en la juventud de ideas revolucionarias; y que había muerto
-supuestamente- en un accidente de avión. Su reunión llena de
rencores y, también, de amistades recobradas, será el inicio de la
búsqueda de explicaciones de las cosas vividas que les enfrentaron y
que les unieron, pero será además el lugar para espantar fantasmas,
diablos, ángeles y silencios de años.Y aunque pareciera que no ocurre nada, todo el mundo y todos los mundos que existieron y existirán en nuestras mentes se suceden entre sus páginas.
La aparente simplicidad de la trama y
de la idea contrasta con el fascinante desarrollo y dibujo de ellas.
Así se nota durante toda la novela la sensación de frio y niebla
que oprime los pulmones y parece hacerte levantar hasta el imaginario cuello del
pijama para cubrirte de la niebla y la escarcha mientras paseas por
esa ciudad que no está situada en ningún lugar concreto de España
pero parece salir de los recuerdos, imágenes y fotos en blanco y negro de las
ciudades castellanas de la época de Franco. Mientras el aire congela
tus ojos, el ambiente donde se sitúa la trama parece brotar de una
representación antigua de la escena del cementerio de “Don Juan
Tenorio” por las que brumas, fantasmas, figuras desdibujadas y
casi desquiciadas o recuerdos pasados parecen desfilar por sus
páginas. Contrasta el autor la casi claridad inicial -de luz y de
sensaciones- de los recuerdos del patio de juegos donde disfrutaron
de una vida amable y feliz, con el presente de la novela que es
oscuro y triste; pero aún así tuerce de nuevo el nudo de la cuerda y
descubre que el pasado tan feliz no existió del todo y que en la blancura
siempre existirán motas de polvo negro y, más aun, después de
aquello apenas quedan, o no las recuerdan, espacios para la vida que
echar de menos con atracción y sin osadía. El pasado parece ser
el eterno sitio donde se refugia de un presente opresivo, pero los
recuerdos tienden a mitificarse, a convertirse en obscenos reflejos
de algo que pudo haber sido o que lo fue como casi mentira o que,
visto desde ahora, nunca tuvo que haber sido. Y en los que la mirada
de cada uno de los tres personajes, parecen descubrirse que el amor
de uno es el odio del otro o que las miradas ya no traspasan ningún
cristal o que lo que ha sido nunca será. Como un caleidoscopio para
seis ojos donde surgen ideas, pensamientos, sucesos,
interpretaciones, silencios, tumbas ocultas, recuerdos inconexos,
rabia, odio, desinterés, todos los “acasos” que pueden existir
en una relación sujetada con imperdibles, todos los “nuncas” que
no debieron decirse, todas las tonterías que se hicieron, todas las promesas rotas, todas las ideas tiradas por el vertedero, todas
las mentiras que no se han dicho, todas las verdades que se
dirán,, todas las cosas amadas y las personsa queridas...Porque todo eso parece tener cabida en la novela ocupando ese
lugar donde nos vamos a encontrar, seguro, en un algún momento de
nuestra vida.
Merino utiliza todos los cauces
literarios para completar una novela que debería encontrarse entre
las que apartes a un lado para volver a leerla cuando quieras leer
algo bueno-y releerla-. Esos procedimientos llevarán a la novela a
ir completándose a cada paso que recorre: un lugar, un
acontecimiento, una palabra o un recuerdo, llevan a otro y el cuadro
se va rellenado con trazos minuciosos y detallistas hasta que toda la
escena, todo lo sucedido, parece -y sólo parece- haberse completado;
toda lana tiene su rueca pero los hilos no parecen completarse de
igual modo según quien la mueva. Por ello la novela utiliza el
recurso por el que Julio Lesmes escribe una novela, de modo que
parece ser ser testimonio del pasado que debe no olvidarse en
contraposición del futuro que debe alcanzarse. Pero el mundo tiene
muchas perspectivas, la realidad es una y diversa a la vez porque no
puede nadie decir que él posee la verdad o que lo que busca lo va a
encontrar. Nadie vuelve a ser lo mismo después de cumplir un año
tras otro tras otro. Así que leedla en cuanto podáis puesto que las
perspectivas son tantas, los análisis son tan variados, las miradas
tan posiblemente opuestas, que cada lector tendrá su patio propio
infantil, sus recuerdos que seguro son ciertos y sus amigos que nunca
te van a olvidar... pero la novela te enseñará otros caminos, esos
que sólo muestran las obras de arte como es el sonido lejano de las
teclas de aquella máquina de escribir o del piano
wineruda
Me ha encantado esa conexión entre música y lectura. Yo también suelo leer con música de fondo, no siempre, y a veces de forma inesperada música y lectura se dan la mano.
ResponderEliminarNo he leído nada de Merino, pero leer "El centro del aire" ahora me parece ineludible. Como ineludible será hacerlo con Sviatoslav Richter.
Esas tramas que aparentemente son sencillas pero en los que te acabas encontrando son un reclamo para mí.
Un abrazo
Hola Ana
ResponderEliminarSi lo lees con RIchter, es más acertado -que la que cito de Beethoven- acompañarlo
con los preludios de Rachmaninov o sobre todo la Sonata D960 de Schubert que encajaría mejor con el ritmo pausado y casi misterioso de la novela, un poco entre brumas un poco entre paisajes difuminados,casi como un cuadro de Turner pero en Castilla... José María Merino me parece un escritor a descubrir más allá de los grandes "vendedores" de la literatura española..
un abrazo grande
Hola Wineruda.
ResponderEliminarPues comparto impresiones con Ana, esa forma de verter la música en el libro, y el libro en la música tiene un innegable poder de seducción. Y también concuerdo en el valor de la simplicidad, lo que aparece diáfano o sencillo siempre esconde una enorme profundidad, y hay escritores que conjugan esa paradoja con mucha habilidad, por lo que te he leído, Merino es uno de ellos.
Volviendo a la sencillez como catalizador de la profundidad, dices, o escribes, algo que me gusta mucho y se ajusta a lo que acabo de reiterar; "pero la novela te enseñará otros caminos"
Yo soy un caminante incansable, los busco en la vida y, por supuesto, en los libros.
Apunto escritor y compositor... A mi me entusiasma la "Pavana para una infanta difunta" de Maurice Ravel... La escucharía hasta el final de cualquier camino.
Un abrazo!!
Hola Paco
ResponderEliminarCreo firmemente en la intercomunicación de las artes; más que creer, necesito la intercomunicación de las artes: a veces es un libro y un pianista, otras un poema y un blues, otras un cuadro y un sólo de jazz. Y si eso me apasiona, incluso lo hace hace más el contacto más pequeño, más particular entre las artes, la prosa con la poesía, la música clásica con, por ejemplo, el rock progresivo o el jazz... En cuanto atrapo algo que parece encajarme a pesar de sus diferencias, lo adopto como mió para siempre. Por ejemplo la prosa poética en una novela me seduce hasta lo infinito, encontrarla de mi gusto es lo más difícil; que yo recuerde "la muerte de Virgilio" de Broch, y lo que estoy leyendo ahora, una hermosísima novela que ya contaré...
En cuanto a este libro, que no lo he olvidado, me ha parecido tan bueno que lo he incluido en una lista que empecé hace muuuuchos años donde pongo mis libros favoritos -no los que ¡bah! está bien o los ¡mira que bien!- no, sólo pongo los que no olvidaré nunca, y , por cierto, sólo hay siete libros de autores nacidos en España.
preciosa la "pavana para una infanta difunta”
un abrazo paco
¡Hola! Estoy leyendo este libro y hay algunos aspectos que no entiendo ¿podrías ayudarme? ;)
ResponderEliminarLo leí ya hace mucho y no sé si podré ayudarte porque tengo el libro un poco difuminado entre las posteriores lecturas, pero dime a ver si puedo...
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