SI NADIE HABLA DE LAS COSAS QUE
IMPORTAN de JON MCGREGOR
if nobody speaks of remarkable things
2002
Edt., Quinteto 281 Pág.
Trd. Libertad Aguilera y Gabriel Dols
Decía Sylvia Plath que era vertical
pero preferiría ser horizontal; en su abatida perfección, Sylvia,
-mi, tu, Sylvia- de oscuras meninges y plácidas mañanas, hablaba de que
no se es como se quiere ser y, en su insaciable lamento, brotaba ya
ese rasgo tenebroso de coqueteo con la muerte. Jon Mcgregor quiso ser
novelista, pero resultó ser poeta; quiso ser un contador de historia, pero es un soñador: y, como Sylvia, su apesadumbrada perfección se
desploma sobre la lisa y brillante -hasta lo resbaladizo- blancura del
papel. Y aunque no encontréis aquellas rimas o estrofas, sí hay
versos -de arte mayor-; y hallaréis ese perdido oficio de hacer
sentir hasta el roce de una pluma en la piel y el soplo inmóvil de un
viento inesperado en la nuca; descubriréis, con este libro, el
placer casi inaudito de las palabras como reflejo de un amor, ese
amor fuerte, descarnado, desnudo, casi inesperado, del autor por sus
personajes, acaso, de tan queridos, hijos de un pasado tan despejado
como nervioso y el cariño por el reflejo de las sensaciones -todas-, como
una película de aquellas antiguas de 8 milímetros que mira el mundo
en todas direcciones desde arriba, desde abajo, rápido, lento,
minucioso y general, desde dentro de los ojos, desde el cenit del
mundo, desde los infiernos, desde tu cerebro, desde mi mirada.. Y
aunque Jon Mcgregor es horizontal porque todas sus visiones son
parte de un reposado, minucioso, sabio análisis del mundo y de las
situaciones -desde el flamear de una cortina con el viento, hasta el
vuelo de una paloma-; también es vertical, porque busca el
intrincado, furioso , incontrolable, apenado y rabioso, espacio que
se encuentra detrás de las palabras, ese que se oculta tras el
evidente raciocinio que expresa una frase o una imagen, y que refleja
el inexplicable suceso que supone lo irracional en los márgenes de
esas cosas evidentes.-ese mundo que es como un fado cantado con ojos
alegres-. Y aunque la belleza no es mensurable, ni siquiera
alcanzamos a entender como lo triste parece bello, y lo alegre parece
excomulgarnos, para mí este libro se encuentra en el filo de lo
bello y lo triste, del blues más hermoso y del fado más añorado. Y
si alguien lo llama prosa poética, sabed que de lo mundano, del
asfalto, del hierro, de unas zapatillas, de un guerra ganada, de una camiseta zurcida, de una cara sin afeitar, de un figura de arcilla
rota, de un cristal roto, de un hijo que se tarda en concebir, de un
coche nuevo, de unas gafas sin ajustar, de un beso sin acabar, de un
teléfono que no suena, de un perro que camina, de una grúa que no
baja, de una mirada que no termina, de una tormenta inesperada, de un
pelo encrespado, de un toalla mojada... de todo eso, sobre todo de eso, surge la poesía. Aun la seda más fina tiene el origen en
una gusano verde.
Una mujer cuenta en primera persona sus
sensaciones sobre lo que le pasa: desde esa explicable inquietud que
sale de un acontecer concreto de su vida, hasta esa sensación de que todo
parece desperdigarse: su vida, su trabajo, sus sensaciones, su
familia, sus recuerdos. Y lo que le queda es una vida solitaria y
descentrada y el rencor por un pasado que prefiere olvidar. Nada
parece cerrarse en su acontecer diario y parece descubrir, desde un
punto de vista entre conformado y hastiado -en ese extraño punto
medio- que el mundo no le consuela. Paralelamente aparece una
historia en el que aparece ella -tangencialmente- en el pasado,
cuando ocurrió un suceso en un barrio donde ella vivía. En la vida de aquel espacio y aquellos habitantes, en un momento concreto -un día exacto-, el autor va
haciendo una exhaustivo análisis casi fotográfico -como con una antigua cámara polaroid de aquellas de fotos instantanteas- como si el mundo mirado detrás de una objetivo, cayera
por un embudo diapositiva a diapositiva, y viéramos , segundo tras segundo, lo
que acontecía en ese instante concreto, en cada casa, en cada habitación , en la calle, en el tejado, en el aire y en el suelo, en los juegos y en la cama, y será tanto lo que pasa en en la propia vida real del momento como
en los pensamientos de los personajes. Aparecerán niños, ancianos,
jóvenes desafiantes, parejas que huyen, unos chicos que hacen una barbacoa, unos
gemelos jugando en medio de la carretera, un hombre pintando de azul
una ventana, una niña pensando en ángeles, su padre muerto en vida,
un chico limpiando una zapatilla con sangre, un hombre enjuagando su
coche... todo parece ir llevándonos, como una siniestra carretera
donde desaparece el paisaje a cada metro que recorremos , para verse
al final, allá a lo lejos, un mundo de rayos y oscuridad siniestra.
Y aunque en la primeras páginas del libro aparece una imagen de desastre
apunto de ocurrir -una imagen parada en el espacio y en el tiempo-
en todo el libro, entre imágenes atrapadas en los cuadros de una
exposición, van desfilando belleza y presagios infortunados, trazos
como el arco iris, y brochazos bestialmente negros... y sabores ácidos
y dulces. Un sollozo en un campo de lirios.
Si no hablamos de cosas importantes,
¿cómo sabremos que son importantes?, si no leemos cosas bellas,
¿para qué leemos?
Si ahora me preguntaran qué libro
hubiera deseado escribir, contestaría que éste.
wineruda
Hola Wineruda.
ResponderEliminarReconozco que siempre voy postergando a muchos autores actuales, jóvenes prometedores, etc. La ansiedad lectora ( cuando uno piensa todo lo que hay por leer), motiva mi actitud, pero es una situación que de vez en cuando intento corregir. Como suele ser habitual, Wineruda, tus palabras hacen apetecible la lectura, aunque ahora esperan otros autores.
También me gusta encontrar la belleza en los libros, y algunos llevan eso a una interpretación equivocada, cuando aducen que también hay que ir al lado más siniestro, menos agradecido, al lenguaje duro y áspero con el que se cuentan algunas historias, lo que yo refiero, y supongo que es tu caso, es que se puede contar la fatalidad desde la belleza, se puede escribir sobre una catástrofe, el Holocausto, la soledad o la muerte con un estilo que, en el aspecto literario, se nos presenta bello por su evocación, su habilidad metafórica, etc.
Lo sé, al final todo está en la mirada y el ánimo de quien lee.
Un abrazo, Wineruda.
Hola
ResponderEliminarsupongo que asociamos a sordidez, lo apagado, lo tenebroso, con lo no bello, gran estupidez, porque sería lo mismo que afirmar que todo lo bello, hablando siempre desde el punto de vista del arte en todas sus manifestaciones, seria esplendido y magnífico. No, para nada, existe lo bello expresado de forma sórdida, y lo feo expresado de manera bella. EL amor puede ser un acto de belleza, pero no siempre es expresado de esa manera, una domus romana derruida es bella aun en su derrumbe, y así en todas las expresiones del arte, aunque podríamos decir del artista, en como lo siente el artista, o su capacidad, o su técnica, o su sensibilidad, incluso su pensamiento político. EN este libro no necesita de rosas y rayos del sol para expresarlos de manera bella, un arriate de hierbas sin podar ya muestra belleza. Luego podríamos hablar del contraste de hablar tristemente de cosas bellas, o bellamente de tristes, pero ese es otro tema..
Bueno que como siempre me lio jajaja
Pdt. una expresión de belleza triste, espero que te guste
https://youtu.be/E2jNjb7p4wc
un abrazo
Leí de McGregor hace tiempo "Tantas maneras de empezar", un libro del que ahora mismo haría mejor relectura, pero que, en cualquier caso, me dejó con leer más de este autor, por eso ya tenía este libro entre mis objetivos. Además es que ya el título me mola... me sugiere un montón.
ResponderEliminarSiempre me gustan tus reseñas, pero esta tiene algo especial que no sé muy bien definir. Tal vez sea una reseña oblicua (ni horizontal ni vertical) :)
Se habla muy poco de lo realmente importante, como si lo importante estuviera fuera de la zona de confort. Que realmente lo está... Será por eso.
Cuando comenté "El nadador en el mar secreto" recuerdo que comenté algo así como que el dolor era bello... No todo el dolor, evidentemente, me refería al que transpiraba ese libro, porque era un dolor que surgía del amor, que dignificaba y purificaba. Así que sí, puede haber, hay muchos libros que puede que no sean la alegría de la huerta, pero son belleza pura.
Un abrazo
Hola Ana
ResponderEliminarMe gusta mucho que te guste, es más, me encanta- Lo hice con el cariño que me provocó todo lo que cuenta el libro. pero tengo un problema con este libro, lo denomino depresión post lectionem, esa que aparece tras leer un libro de esos que no es que te guste mucho, es que lo adoras, ( en el último año me ha pasado con Anne Michaels, con Masip, con "el regreso" de Alistair Macleod y con éste) y consiste -dicha depresión- en que después de haber acabado el susodicho libro, empiezas y empiezas otros, y no, y no, que no te encajan, no parecen ser lo buenos que sabes que son, -entre ayer y hoy empecé "Imperio" de Negri y Hardt, "Antimemorias" de Malraux, "cuerpos de rey" de Michon ´que sé que son buenos, los espero de hace meses o años, pero tras leer el de Mcgregor, no me encajan. Sólo tengo un sistema para pasar la depresión: no leer en una semana y oír música a todo trapo -y, shhh, comer chocolate con almendras-.
Un abrazo grande
Wineruda, qué preciosidad de concierto, muchísimas gracias por el enlace. Ya lo tengo en mi colección discográfica.
ResponderEliminarDisfruta del finde :)
Hola Paco
ResponderEliminarQUería poner estos motetes de Mondonville de ejemplo en el comentario del libro, pero ya había hablado mucho de musica clásica, y preferí poner fados o blues -. Pero me encantan, hace no demasiado los descubrí y me gustan una barbaridad -no paro de oírlos-
me gusta que te gusten
un gran abrazo