domingo, octubre 21, 2018

HOPPER de MARK STRAND

























HOPPER de MARK STRAND
(1994)
LUMEN  115 Pág
Trd. Juan Antonio Montiel

Un poeta hablando de pintura, de cuadros, de escenas estáticas que se moverán en el instante que las ves, en ese mínimo momento en el que estás contemplando el cuadro y un ciclo de vida –de tu vida- se mueve entre sus figuras geométricas, sus cuerpos derrotados y sus pinturas heladas; un cuadro que respira por detrás  de las máscaras pintadas que repiten sus telas; un cuadro en el que solo la luz vive entre las paredes, pero deja la impresión de la poesía; esa poesía que sale de descubrir la soledad en una letra, en unas palabras o en un recuerdo, y en el que en estos cuadros también aparece cuando te muestra una escena, plácida o cálida, silenciosa –siempre-, la poesía aparece  cuando  muestra algo que revuelve el cerebro y la imaginación, cuando revela y rebela tus emociones. Sí, eso es parte, una, la no menos importante de la poesía: mostrar un sentimiento, usa sensación que va avivarse , va quemar tu mente, llena de recuerdos.  La vida son recuerdos, que te los muestre una palabra o una música o una imagen, es algo que no importa, la poesía es un gesto y es una mirada, y es una pared en blanco y es un pincel, y es un cuadro silencioso, y es un techo manchado de humo y una levita caída en el suelo.


Mark Strand, el poeta canadiense, mira a Edward Hopper, el pintor estadounidense que pinta poemas de luces. Ambos se reúnen en un punto entre la enseñanza y la admiración que muestra Strand por los cuadros. Él los interpreta desde un punto de vista artístico, pero también desde la enseñanza que nos deja, de la impresión que quiere dar el cuadro, es un écfrasis natural que desviste a los cuadros de su impostada tranquilidad, de esa imagen que una mirada ausente o desdeñosa podría ver que son acciones o imágenes o pinturas simples y quietas, solitarias y aburridas, pero no, allí se ve, se siente, una sensación de desamparo o de tranquilidad o de tristeza. Realmente si te adentras aparece su inquietante interpretación; cuadros que dejan paso al olvido, al miedo, a la soledad, a la distancia, a la distancia o a la simple vida…interior.



La luz, el color, la posición de las figuras, el paisaje, el dibujo, la técnica artística que crea Hopper está al servicio de la recreación del instante que es un cuadro, y él consigue convertirlo en momento atrapado en el que a veces quedas aprehendido a él, como en una red o un anzuelo que te deja prendido de sus paredes o sus tristezas o perdido en tu sorpresa de ver un cuadro lejano que refleja un instante de tu propia vida-acaso una sensación-. O puede que no quedes atrapado en el cuadro, pero veas por dónde ha venido esa mujer sentada mirando el mundo o por dónde se irán esa pareja que ya no tiene nada que decirse o  el desamparo de la acomodadora del cine, enfrentadas sus vidas entre los escorzos y las actitudes esquivas que la extraña y simple minuciosidad de Hopper inventa en sus escenas. Escenas que suelen ser momentos desoladores o simples reflejos de lo habitual, de la vida pintada como sucesión de cosas que a veces quedan atrapadas para contener, entre el marco de un cuadro, un momento inolvidable, no tanto porque conozcas el sitio o la situación, sino porque te refleja cómo han sido momentos tuyos.
Un poeta que escribe pinturas y un pintor que pinta poemas, los papeles se invierten, o ¿quizá se cruzan?, se pisan los estados y las manchas del suelo –sean de tinta de escribir o de pintar-. Strand quiso ser pintor y se quedó en escritor de huellas, huellas de la vida en los poemas o huellas de tinta y pintura en sus zapatos de escribir. Hopper es el pintor que no necesita de grandes demostraciones pictóricas para contar lo que pocos cuentan, no necesita de barroquismo para llenar el cuadro de sentido, para abarrotarlo incluso, no necesita de colores abruptos para que se le vea, para que sus cuadros refuljan como un fósforo encendido.


De entre todos los pintores Hopper es mi favorito, me cuenta cosas que ningún otro lo ha hecho, no es el mejor dibujante, no es el mejor con los juegos de luces, sus cuadros no hacen juegos de sombras ni hay luz que alumbre desde fuera; porque sus cuadros son luz, y son la luz que necesitan, son luces que llegan desde dentro del cuadro, desde el personaje o la ventana abierta o la noche apenas subrayada. Hopper es el pintor que más se acerca a la poesía, no de las cosas bellas, no del amor, no de las grandes pasiones, sino que es la poesía de la vida, de las derrotas y las visiones, de la mirada sutil al instante, a la revelación de un estado y un estadio de la vida.



Strand escribe un librito extremadamente bello por lo que se compone,  cuadros  que él analiza, descubre y desnuda sus significados, sus texturas y sus técnicas, esos que él ha descubierto desde su sensibilidad, Strand no escribe poesía en este libro, pero habla desde ella, desde el análisis del mundo más allá de los convencional, de lo obvio, de lo común, para encontrar el pulso de la sensación, la vida o el sentido a cada cuadro.

Una belleza.


6 comentarios:

  1. Me gusta mucho Hopper, puede que, como dices, y dices bien, no sea el mejor dibujante, pero sus cuadros reflejan el alma de lo que contienen. Será por lo que tú afirmas de una forma tan exacta, pinta poesía, que siempre huye de la perfección.
    Anoto este delicioso libro, y alabo tu gusto ;)
    Gracias Wineruda, cuídate!

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    1. LA perfección debe ser el estado más aburrido del mundo, no hay nada que alcanzar, ni por lo que pelear. Además no existe, se engaña el que crea que existe ,acaso perfecciones propias o sentimientos privados en los que ves completada una parte de tu vida o de tu visión del mundo sin pedir nada más. Pero yo ni aún así encuentro la perfección,... ni en HOpper, así que no debe existir jaja
      gracias Paco
      Cuídate

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  2. Uh, uh, uh... no conocía este libro y lo quiero ya. Me encanta Hooper (tengo algún poster y postales de sus cuadros), a Strand le conozco menos (poco) pero la combinación se me hace irresistible. Muchísimas gracias.

    Un abrazo.

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    1. De nada espero que te guste cuando lo encuentres :)
      un abrazo

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  3. No puedo opinar sobre dibujo -lo hago pésimamente- pero lo que rescato de Hopper siempre ha sido la combinación entre atmósfera e iluminación. Como señalas, hay retazos de soledad, distancia y olvido en la mayoría de ellos y ninguna figura está al azar. Hay un equilibrio tan sutil entre lo que se exhibe y la emoción que transmite que valdrá la pena visitar este libro.
    Gracias por descubrírnoslo, Wine.
    Cuídese, maestro.
    Un abrazo.

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    1. Un cuadro de Hopper es una declaración de vida, casi una biografía . Contada, descrita y analizada por Strand es una luz.
      Gracias
      Cuídate Marcelo

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