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lunes, octubre 15, 2018

ABERRACIÓN ESTELAR de GILBERT SORRENTINO

























ABERRACIÓN ESTELAR de GILBERT SORRENTINO
                ABERRATION STARLIGTH 1980
Ed: Underwood   316 Pág
Traducción: Ce Santiago

Todas las visiones que crees que puede tener un acto, una acción, todas las posibilidades de una interpretación o de una mirada, todas las interpretaciones de un ejemplo o de un movimiento, acaso de una escapada, todas las cosas que crees que son verdades…no lo son, en la literatura no lo son. Los textos nacen del infinito de lo blanco, del despejado lugar de donde nacen las ideas y de ellas los textos y de ellos las palabras, y todas pueden medirse y cumplirse; sí, pese o nos pese la literatura es mentira y, también, verdad; para que exista una debe existir la otra, no hay grado medio, no hay otra posibilidad. Es nuestra verdad y nuestra mentira. Sí, en el caso de la literatura es nuestra interpretación, incluso nuestro deseo, nuestra proyección sobre los textos o sobre el personaje al que queremos u odiamos el que hará que veamos que las cosas hayan sido mentira o verdad, hayan sido probabilidad o intento, infiernos o cielos, donde creemos que todo ha salido bien, o nos caemos de los árboles donde creemos ver mejor o pensamos protegernos. La literatura es un saco de historias en el que el autor ha introducido cosas y nosotros, aprendices de magos, sacamos las ideas y las visiones y las palabras, a las que damos vuelta y mostramos al público encantados o sollozantes, triunfantes o rencorosos, nada es más literario, nada es m más bonito en un libro que desear el bien o el mal, o pensar el futuro o en el pasado de un personaje del que vemos pasar un pedazo de su vida en un instante. Un instante que es tan mentira como verdad. Nosotros nos convertimos de aprendices de magos en autores, en creadores de la novela, porque ya es nuestra, hemos elegido y el que elige crea.


 “Aberración estelar” es la visión de un suceso, que se expande del pasado al futuro lejos de la pequeña extensión real, en unas vacaciones en una casa al lado de un lago en algún lugar de Estado Unidos allá por los años anteriores a la Segunda Guerra Mundial. Lugar y tiempo en el que una mujer divorciada, Marie, su hijo, su padre y un admirador, pasan un verano juntos, y las cosas que sucedieron. Todo ese acontecer será cribado por las cuatro miradas, por las cuatro interpretaciones de los personajes. Si una orquesta de Jazz reúne, digamos, cuatro elementos hasta hacerlos uno, hasta que hacer que la melodía fluya y se pasee por los oídos de los oyentes; este grupo de gente hace que todo lo que ocurrió sea mirado y descubierto y analizado y dada una explicación, que fluirá  buscando el origen de las acciones y reacciones al analizar dichos textos. También verás en las partes en las que se divide dichos textos como el autor señala datos, elabora un perfil del personaje, interpreta, como un catecismo falso o una entrevista al autor mismo, la razón última de las acciones, de los sucesos y los deseos. Muestra las posibles explicaciones de lo que hacen o piensan o hicieron o pensaron personajes, los motivos de sus comportamientos. Y muestra cartas, da visones en primera persona del mundo en el que vive cada cual, y vive por ellos, y muestra sueños o acaso mentiras, hay cosa que son o serán o nunca lo habrán sido,

Marie, la madre y esposa abandonada, vive envuelta en la presión obsesiva de su padre que la tiene como sirviente, vive con el recuerdo de su madre obsesiva y tacaña, y con el recuerdo del amor perdido, del tiempo perdido, de sus obsesiones y de sus complejos y hábitos adquiridos con la presión de la religión de la enseñanza en el temor y el cuidado que le habían inculcado. Ella será el centro de la novela, en ella confluirán todos los caminos que lleva la novela, como un viaje que mezcla esperanzas y deseo sexual, y se ve rodeada, influida, centro del mundo donde le cubren de mentiras, engaños, orgullo y egoísmo. El egoísmo de la nada y del poder del pasado que lleva su padre, y con él todo lo que influyó sobre ella, su poder oculto y despótico. Y ella queriendo huir, y queriendo librarse, y desnudar su mundo y su cuerpo y de nuevo el pasado y el presente y ese admirador que es una puerta de escape y él que desea su cuerpo ¿Y su mente? Y el futuro que pasa por el lado de un coche nuevo y una pipa de olor y Marie quiere aferrarse y... Y aparecen esos caminos que transitan desde el pasado, todos son herencia del pasado, solo en el niño se ve búsqueda del futuro de una vida mejor, de un deseo de cambio, pero frente a él aparecerá el padre cobrando facturas que no tiene, y de su mente saldrán viejos rencores que paga el presente; viejos vicios que cobra en el presente, viejas decepciones que se agolpan, de nuevo, en el presente; viejas creencias que aún perduran. John, el padre, el abuelo, será el ayer hecho hoy,  para que nada pueda escapar a sus ideas, para que  cobre facturas que solo él ha expedido.

Sorrentino remueve el agua y nos deja mirar como las ondas concéntricas van expandiéndose, como los círculos de los personajes van entrando uno en el de otro, como alguno lo invade hasta dejarlo varado. Pero las ondas no paran, vienen del pasado y no desaparecen en el futuro. Deja el futuro en el horizonte, nos ha dicho un probable futuro ¿O era un deseo? ¿Es el deseo suficiente para crear el futuro? ¿Sucederán las cosas como prevemos? ¿Es nuestro deseo o es lo que ha contado Sorrentino? Todo es potencia, probabilidad, todo es necesidad o búsqueda, el mundo que nos describe parece que va caerse de la mesa, pero ¿Habrá una mano que lo sujete? Sorrentino cuenta una historia que tiene muchas caras, caras de muerta y de vivas, de entrometidas y de maridos divorciados, de viejos recuerdo que no se olvida, de paseo, de pasión contenida, sabemos lo que hay, y como en la vida el dado está en el aire, ¿Cuándo caerá? ¿En qué cara?


viernes, junio 15, 2018

UNA MUERTE EN LA FAMILIA de JAMES AGEE


 



















UNA MUERTE EN LA FAMILIA de JAMES AGEE
A Death in the Family (1958).

Edhasa 350 Pág
Traducción de Lucrecia C. de Mathé

Algo va mal, un cielo oscuro amenaza entre ruinas de tiempos pasados, un rugir del tiempo que no para con un gesto de la mano, un detalle que no se quiere olvidar entre millares de ellos, uno solo; un despido de miradas perdidas; una voz que no se repetirá; un abrazo que no verás; un sistema que cede, un recorrido que se acaba. Algo va mal, sí, pero para cada persona que mira desde dentro de la tristeza tiene un diferente sentido: el dolor, el miedo, la pena, no tiene el mismo sentido, ni la misma medida para todos, creemos que somos diferentes, nos ponemos a pensar en cuál será el pensamiento, cuál la medida de la lágrima o de la tristeza del otro, nunca mides el tuyo bajo ninguna regla. ¿Cómo medir el dolor? ¿Cómo medir tu dolor, con qué compararlo? ¿Es más que eso o que aquello? Sintiéndote culpable en un momento de no sufrir te refuerzas en tu postura para seguir viviendo, y, otras veces, para flagelarte. Y sientes todas las mirada en ti, y ves el mismo suelo abisalmente parado, y, en él, el sentido de las flechas parado hacia un mismo lado; todos parecen que ven lo mismo, pero su reacción será distinta: ¿Verán que el mundo gira hacia adelante o lo hace hacia atrás? o ¿ Verán  las flores cortadas o solo sentirán su olor?¿Sentirán la abeja que revolotea buscando su polen para crear vida, o solo verán la hoja lenta y marchita caer, suevamente, al suelo? Agee ve todas las caras del gigantesco poliedro que es la vida, y las mira, y oye todos los pensamientos, los absorbe, oye todos los sonidos y los acaricia. Agee siente todas las pisadas pasar silenciosas hacia la nada, las arrulla; siente compasión por ellos, que están, más que por el que no está.

En Knoxville, comenzado ya hace algunos años el siglo XX, pasea un hombre con su hijo, Rufus, ha salido del cine, y coquetea con el alcohol, en una barra lejana de su casa, para que nadie lo vea. Pasea para que se vaya el olor de su aliento, y se sienta con su hijo, pequeño aún, el contacto de las manos, y de las palabras sobreentendidas es suficiente para que niño piense en el amor que siente. Recuerda, Rufus, la vida en casa, a su madre y a su padre, dejando pasar, cómodos, el tiempo. Viviendo en la orilla de cualquier río serían igual de felices, de calmos, ; recuerda que existen   palabra queridas; piensa en las noches y los días que han pasado, suaves, en su vida aun corta; piensa en el nacimiento de su hermana. Con esos pensamientos eL tiempo va saltando en la novela y recorre el momento en el que una llamada de un hermano del padre, hace que este deba visitar a su padre enfermo. No volverá. No podrá volver. Y entonces la casa cae de su pedestal, la madre se derrumba entre sollozos y su búsqueda de la religión: Dios como ayuda, pero también como explicación, impuesta explicación, denodada explicación; el mundo se derrumba y ella recurre a lo infinito para explicar la vida; sus hermano, su padre, confrontarán ese pensamiento con el más destrozado de los descreimientos, la nada desde la nada, el amor como simple explicación a la vida, el amor como explicación o solución a la nada, luego no queda otra cosa detrás.
Rufus y su pequeña hermana, sorprendidos en la ausencia, sorprendidos en la novedad, descubren la inutilidad de sus pasos, en la torpeza de su camino por lo desconocido, esperando confusos con la esperanza que sirva para algo lo que no sirve para nada: un niño, una niña, buscan la explicación terrena a lo que no es más que aire, más que futuro polvo, eterno aire. Un niño que no encuentra más caminos que la de buscar ser lo que su padre quiso que fuera, pero medido desde la altura, el espacio y el tiempo no adecuado.


Agee confronta dos mundos en esta novela, la religión con el ateísmo, pero no por el puro sentido social o académico de los términos, sino como la explicación y el consuelo en algo que es superior, una esperanza de que eso que sucedió tenía un cometido o una explicación, que no fue un puro azar un despedida inacabada; eso lo enfrenta al frío saber que detrás de todo no hay plan, que la vida no es un sitio de paso, es de término, EL mundo tropieza en las raíces de los que vivieron pero no se salva por ello.

Recuerdo, que la primera vez que leí este libro, hice una minúscula reseña en la que hablaba de que escribía con ternura, hoy no creo que sea así. Habla, creo, desde el dolor y la compresión , parece casi una manera de espantar fantasmas, un excusa para interpretar la vida, en descubrir a la niña y a Rufus (trasunto de él mismo) a su padre ( que murió como el de la novela en un accidente) y ver que tenían, así debía ser,  perdón-no había culpa ni daño en los comportamientos-por que los niños no pueden dominar todo,  no pueden entender el dolor, solo asumir o fingir por algo que no comprenden, sumidos en un sueño de juegos del que creen que despertarán. La madre, los adultos, se buscan entre nubes bajas, entre eternos ocasos que saben, ellos sí lo saben, no acabarán nunca. El mundo ajeno casi fantasmagórico del dolor, del recuerdo cruel, de la soledad instantánea pueblas las líneas del libro, que a pesar de lo que cuenta, descubre un universo sorprendente, donde cada personaje va entrando y saliendo del foco del escritor para contar lo que sale de sus mentes, de sus ojos, de su sueño, de sus bocas.
El día está oscuro, pero, siempre, sea cuando el sol o la luna alumbran detrás de las nubes o sea el reflejo de las mínimas luces de las casas en la noche o el de los ojos de los pájaros dormidos, todo parece que se ilumina, aunque sea solo un poco.

wineruda

martes, junio 12, 2018

VIDA HOGAREÑA de MARILYNNE ROBINSON






















                VIDA HOGAREÑA de MARILYNNE ROBINSON
Housekeeping      1980
Galaxia Gutenberg,   217 Páginas
trad.: Vicente Campos González

Un sitio alejado en el tiempo y en el espacio, un sitio casi imposible, casi un cielo de horas muertas, o un infierno de vidas insensatamente felices;  y algunas veces lugar para siervos,; algunas veces triste, algunas veces un lugar  muerto;  algunas veces vive de los muertos que parecen salir del fondo del lago; algunas veces, sus gentes,  lloran por los vivos, algunas veces ríen, alegres, soñando,  en sus ideas de huir; otras veces nacen para morir, otras veces ya han muerto. Esta es la ciudad donde se inundan las calles y las casas flotan entre árboles y hierbas muertas, donde el tren es lo que conecta al mundo  más allá de su puente, el que cruza dos veces al día, no hay nada, como una Finisterrae que nadie observa, que todos temen, pero que todos desean ver , desean traspasar, ¡Ay! pero nadie  parece querer pasar por esa vía, solo aquellos que murieron en aquel accidente, cuando descarriló el tren entre nubes  de agua y cieno, y allí se quedaron aquellos cuerpos, aquellas almas, prendidas al lago, al fondo del lago, impresas sus caras en las olas o en el dibujo que hace la brisa en las hierbas de las orillas, o entre los muros de las casas derruidas de las islas, pronto nacerán entre cielos que nadie verá, allí murió el abuelo de Ruth y Lucille. Esta ciudad, este sitio,  es Fingerbone. Lugar donde viven ellas, Lucille y Ruth, y es su hogar ¿Su hogar?

¿Hace la ciudad, hacen las casas, las habitaciones, las camas, los recuerdos, los regalos perdidos, hacen los recuerdos un hogar? ¿La vida te hace aferrarte a lo conocido para no arriesgarte, para que nada cambie, para que nada sea diferente a la vida de tus padres, de tus abuelos? Cambiar, vivir, ¿Vivir para cambiar? ¿Cambiar para vivir?
Dos niñas, Ruth y Lucille, son dejadas en casa de su abuela, allí serán cuidadas por ella  y luego por Sylvie, su tía, en un casa alejada de la ciudad, tan alejada como su manera, -la de ellas, la de su abuela, la de Sylvie-,  de ver las cosa, tan lejos del mundo como del pueblo, tan cerca del lago, tan cerca de ser otra cosa de lo que todo el  mundo quería que fueran; están tan lejos de ese mundo, sí, que no parecían pertenecer al mismo cielo ni al mismo  infierno: pero los caminos que toman las personas no siempre coinciden con lo que esperan que fuera,-si lo piensas, tú mismo, ni siquiera tu vida es la que esperabas, nunca reconocemos los lugares que estamos pasando, ni lo haremos cuando pasemos los que nos trae el futuro-. Así la vida de Ruth, de Lucille, de toda su familia, cambia como cambian los días, y, como nunca puedes prever lo que va ocurrir, los caminos que pensaron hacer cada una no tienen por qué coincidir con lo que les pasará, con lo que buscarán o los impongan, las ideas, las familias, laos amigos, las vicisitudes, lo impuesto en la escuela, en la religión, en la impronta del ADN. ¿Somos lo que queremos ser, o lo que quieren otros que seamos, sean quienes sean esos otros? Ser diferente, ¡bendita ambición para algunos!, ¡extraña mal crianza para otros!, decido ir al abismo y me salvan los días, me salvan los dueños de mis días, pero salvarte lo has hecho tú al decidir ser siervo de esos dueños, aún no queriendo.
Ruth nos cuenta que ella y Lucille, ven  que Sylvie, y su   madre y  la abuela, incluso el abuelo muerto, todos influyen en sus vidas, por eso, nos describe,  ellas viven lejos, en otra esfera, en otro universo de pasos y pensamientos, incluso en otro ritmo de del sol y la luna; juntas, tan diferentes corporalmente, como lo serán mentalmente. Nos cuenta que el amor no puede con todo, no puede con derrotas, ni con miradas, no puede con un pueblo que suspira por vivir entre recuerdos y ganas de huir, suspira por sostener  el precario equilibrio que es vivir en la nada y de  la nada, esperando que por las esquinas de las ventanas nadie te vea ser diferente, nadie vea que quieres huir o quieres ser amante o amada, ¿Quieren ser Ruth y Lucille llevadas al rebaño? ¿Son rebaño entre llanuras o serán, preferirán ser, individuas, únicas, ser flores raras en acantilados o despeñaderos?

 Sylvie hace de palanca, o, mejor, hace de contrapeso de la vida servida y la vida libre, hace que las cosas sean oscuras a la noche y plácidas durante el día, pisa por donde no pisa nadie, y no ve que la miran, o mira que la ven, es libre en sus zapatos y en su futuro. Solo los que nadie siente son los que la ven, o piensa ella que la ven, o …

Marylinne Robinson hace, y no suelo ser muy ducho en esto de los elogios, una hermosa novela, en ella acumula la belleza de sus textos, con la cuidada mirada a los gestos de la naturaleza y al devenir de esas mujeres , una mirada que detalla lo que necesitas saber sobre la vida de ellas.  Diría yo que es una manual de mirar la vida que no puede ni debe encajar en esas rutinas de lecturas rápidas y cortantes; porque esta es una lectura de fuego lento, suave, con un paso quedo de las hojas para que no se asuste el clima creado. Un clima, una creación, casi un libro sagrado, o, ¿Por qué no? Un libro sobre lo profano y lo sagrado, sobre la muerte y las almas que migran o se quedan, pero también sobre los cuerpos, las ideas que cambia; lo profano que resucita entre diarios y fuegos que quiere ser accidente:  lo accidental en la vida, la sorpresa, el cambio, el no quedarse entre flores y buscar tréboles en las campas, para ser, como dijo Atahualpa, pájaro corsario. O, por el contrario, ser lo divino que quiere permanecer en la tierra para ser eterno, sujeto por las raíces de los zapatos y las telas, sujeto por los muertos y sus estelas de tumbas. Marylline Robinson habla de vida y de religión entre flores, y de muerte y de amor entre aguas, habla de quedarse y huir, habla de nada y de todo, habla, sí, de mí.






Hoy...

50 ESTADOS, 13 POETAS CONTEMPORÁNEOS de ESTADOS UNIDOS de EZEQUIEL ZAIDENWERG

  50 ESTADOS, 13 POETAS CONTEMPORÁNEOS de ESTADOS UNIDOS SELECCIÓN, TRADUCCIÓN Y PRÓLOGO DE EZEQUIEL ZAIDENWERG     Decían que decía...