ME ACUERDO de GEORGES PEREC
Impedimenta 176 Pag
Traducción de Mercedes Cebrián
Supongo que este libro es un ejemplo de vida, una pequeña
reseña de fotos sin objetivo pero con objeto, de reflejos, casi olvidos, que
quedan en el cerebro de Perec sobre el pasado; y, así, son la manifestación de
que existieron, de que sucedieron, de que estuvieron en sus ojos, en su boca,
en su oídos, en sus miedos y, por otro
lado, son, como libro, un recibo de vuelta, un redentor de pasados, un billete
al mundo; son, como libro, por el simple hecho de serlo, un disparo a la eternidad,
porque no desparecerán con Georges, ni
con el siglo, ni con la vida mía, ni con la historia de los materiales; son
pereceros en cuanto papel y ojos, pero no como parte de la memoria colectiva
que comerá de sus páginas, leerá de sus letras unidas y recordará que pasó esto
o aquello, que para Perec sirvieron poco o mucho es poco importante; pero lo
que es importante es que quedaron en su mente
–son reflejo de una época, de una era, de un día, de un instante tan importante
como para eso, para quedarse-, se quedaron , pues, por una frase, por un golpe, por ser
importante, por no serlo; solo ellos, y por ser ellos. EL mundo se soporta, se
apoya y estima en grandes historias que lo manejan y son el imaginario del
grupo; en cambio las pequeñas cosas, esas que sostienen tu mundo y el mío, esas,
sí, son las cosas que son importantes, como las que dibujaste con un dibujo desvaído
en el libro de texto de primaria que recordarás que fue algo importante 40 años
después, como un flash, como algo vivido. Y estos recuerdos recuerdan que algo
olía, que algo se mojaba, que aquel cantaba, que aquella acuarela era bella, o
aquel jazz importaba, que el mundo no está hecho de portadas o grandes titulares , ni siquiera de retratos,
está hecha de tus y mis pequeñas cosas que , cosidas, hacen el mundo.
Probaré:
Me acuerdo del sabor de la leche en botella que nos daban en párvulos.
Me acuerdo de una serie de vaqueros en la televisión, yo quería
ser “el virginiano”.
Me acuerdo de volver de clase por primera vez solo, atravesando
calles con muy pocos coches,
Me acuerdo de que en las peleas de boxeo con mi hermano yo quería ser “Mantequilla”
González.
Me acuerdo de mi sorpresa al ver por primera vez a un hombre de
raza negra, era mi médico.
Me acuerdo de las enormes ollas de leche de vaca que nos dejaba
el lechero en la puerta, recuerdo su espesa nata y su sabor agradable.
Me acuerdo de la gente mirar al cielo cuando pasaba un avión a lo
lejos.
Me acuerdo de atrapar renacuajos y la sensación de seda de su
piel.
Me acuerdo de que en la radio cantaban los Beatles, no me gustaban.
Me acuerdo de ver por una esquina de la cortina desfilar patrullas de policía militar de casco
blanco que amagaban disparar a las
ventanas.
Me acuerdo de los sobres que valían 50 céntimos en los que salían
pequeñas figuras de soldados o de indios y vaqueros.
Me acuerdo de que nos dieron fiesta cuando murió Franco, y yo
jugando en la mesa de la cocina oyendo marchas militares en la radio.
Me acuerdo de la mirada ávida e imposible a los Donuts que
parecían ya resecos.
Me acuerdo de Carpanta, d Obelix, de Mortadelo, del Capitán Trueno.
Me acuerdo de hacer cola en al entrada del colegio, y ponernos en
fila, nos alineábamos con estilo
militar, recuerdo en el patio jugar a manifestantes y policías.
Me acuerdo del olor de una tostadora de café a la puerta del
colegio
Me acuerdo de a Gila anunciando máquinas de afeitar Fllomatic.
Me acuerdo de devorar los libros de “Los cinco” y tirarlos encima
de los armarios para no acabarlos en un día.
Me acuerdo de una compañera de clase embaraza con 13 años
abandonar el colegio.
Me acuerdo de oír en el viejo reproductor de cassettes encajado
en una tapa de piel, a SImón y Garfunkel… me hacía adulto, pensaba.
Me acuerdo de mi primera clase en el instituto, la felicidad de
lo distinto.
Me acuerdo de la enciclopedia Maravillas del saber.
Me acuerdo de que me regalaron ,y leer con avidez , “Crónica de una muerte
anunciada”
Me acuerdo del estruendo de las bombas que apagaban vidas.
Me acuerdo de leer con gusto “ La tesis de Nancy” las risas casi infantiles al leerla en clase de BUP.
Me acuerdo de los Sex Pistols en la radio, con sorpresa, aporreando
las guitarras y el mundo.
Me acuerdo del olor a quemado en el
salón de actos del instituto mientras veía, entre risas, “Coge el dinero y
corre”.
Me acuerdo del olor amargo de los botes
de humo.
Me acuerdo de los ojos muy abiertos con
la vida de los Aurelianos y los José Arcadios.
Me acuerdo de los jonkies paseando por
la plaza y las jeringuillas en el suelo.
Me acuerdo del olor de las fábricas,
el humo negro que lo invadía todo.
Me acuerdo de los tableteos de
las ametralladoras alguna noche.
Me acuerdo de los trabajadores en los
sótanos con el ruido penetrante de las prensas y el olor a aceite y las
ventanas pequeñas y la luz tenue que los cubría.
Me acuerdo de la luz hiriente de los
hornos y el olor del acero al rojo vivo que atravesaba la nariz.
Me acuerdo del ruido inconfundible de
las furgonetas de la Policía Nacional.
Me acuerdo del rio rojo por los
vertidos de las fábricas.
Me acuerdo de amigos mios con los brazos cosidos a pinchazos, y la lengua y los tobillos.
Me acuerdo del monte verde y la nieve
que llegaba hasta las rodillas.
Me acuerdo de mi primer disco propio "Breakfast in America" de Supertramp.
Me acuerdo de mi primer disco propio "Breakfast in America" de Supertramp.
Me acuerdo de Starsky y Hutch y su
coche de raya blanca.
Me acuerdo del sabor acre de la
cerveza y el tabaco.
Me acuerdo del mundo gris.Me acuerdo de que
llovía sirimiri días enteros.
Me acuerdo de la primera clase de latín
y la sorpresa de que me gustara.
Me acuerdo de …