QUE EL VASTO MUNDO SIGA GIRANDO DE
COLUM MccANN
Let the great world spin 2009
RBA . 480 Pág.
Rompí mi arraigada costumbre de acabar
todos los libros, por malos que fueran, hace ya tiempo, convencido de
que hay tantos para leer, y buenos, que no merece la pena malgastar
el tiempo en una mala historia o en una mala técnica literaria o lo
que fuese de funesto que tuviera el texto. Me pasó con la primera
historia de este libro, a punto estuve de mandarlo a paseo, al rincón
de los olvidables, irritado por su forma de escribirlo, con su
molesta manera de intentar acabar las frases con un final digno de pasar a los anales de la
literatura. Pero por suerte algo me avisaba de que siguiera, y ahí
aparecieron los siguientes capítulos que en nada se parecían al
primero. Todo tenía su explicación : Colum Mccann adapta su manera
de escribir a la manera que lo hacen los protagonistas de sus
capítulos, que en su mayoría son historias narradas en primera
persona por diferentes personajes. Así aparecerá una prostituta de
frases cortas, brutales, desesperadas, o una ama de casa de
sentimientos confusos y grave sensibilidad, o una artista alterada
por la droga y por la búsqueda de el perdón y de si misma o una
divorciada que ha perdido sus hijos y vive en un mundo ajeno a lo que
ella es o... Todos adaptan su lenguaje a su situación, a su
formación o a su vida en ese momento.
La novela en su estructura se parece a
otras en las que una sucesión de historias, en apariencia desunidas,
van encajando unas con otras, donde pequeñas o grandes costuras van
conformando una unidad que acaba en un vestido completo y a medida.
Podría ser, por tanto, que ésta fuese una novela típica, pero no
lo es . Y no lo es porque existen, por fortuna, más cosas en la
literatura que una estructura común: la profundidad de las
historias, lo complejo de los personajes, la originalidad de sus
planteamientos, la valentía de sus textos, la forma de escribir y
describir, cómo lo cuenta, para qué lo cuenta y esas pequeñas
sumas de cosas que te hacen comprender que no es una novela del
montón. Supongo que es como preparar una taza de café negro y
distinguir si te ha salido bueno o demasiado aguado; aquel tiene
sabor, textura y olor ; se nota enseguida.
Todo comienza con un funámbulo que
atraviesa por un cable, claro, la distancia entre las dos torres
gemelas en Nueva York , tiempo más atrás un joven irlandés se
había entregado, en nombre de Dios, a la ayuda de las personas más
desesperadas, y unas prostitutas, años después, pasean sus cuerpos
semidesnudos por las calles del Bronx, y un grupo de mujeres lloran a
sus hijos muertos en la guerra de Vietnam, las drogas corren por las
élites culturales de Nueva York... A pesar de que el tiempo salta en
la historia, la acción principal trascurre en un día de 1974,
Nixon ha dimitido, la guerra de Vietnam está en sus últimos
estertores, sucede algo...
Los personajes se revelan tan distintos
en sus propias historias, en sus mundos ajenos unos de otros, casi
atrapados en sus relaciones y en sus vidas, que parecería imposible
encajarlos en un lugar común. Todo lo cotidiano que los une es la ciudad
de Nueva York: rotunda, inhóspita, salvaje a veces, deshumanizada
siempre, pero que los personajes de la novela la van desnudando;
poniendo cara y cuerpo a una sociedad perdida y en constante búsqueda
de cosas tan simples como amistad, comprensión, amabilidad, amor...
Sólo les hará falta un acontecimiento para perder o ganar en esa
búsqueda. Esa explosión que derriba todo, como un antibiótico que
cura eliminando microorganismos tanto positivos como negativos.
Recuperarse es cuestión de tener suerte en la vida o, más en
concreto, en ese momento de su vida.
Colum Mccann cuenta que pequeñas
cosas cambian la vida de la gente, desde iluminaciones personales,
hasta frases que se dicen o no se dicen o sentimientos que se
expresan o no, o un decisión momentánea basada en una mirada en
búsqueda de ayuda, o una pena profunda o un reflejo instintivo, todo
puede hacer cambiar para siempre la vida. Habla de las decisiones que
se tomaron, del pasado dulce o amargo. Y, como todo, siempre tendrá
dos versiones la del que mira y la del que es mirado, del que odia y
del amado, del que espera y el esperado, del que vive y del que
sobrevive.
Pero, al final, todo fluye, todo gira,
nada se detiene, todos estamos de paso.
wineruda