POESÍAS (1927 -1938) de SANDRO PENNA
Signos 132 Pag
Versión Eduardo Domínguez
Lo escueto o lo prolijo, lo esencial o
lo poblado de pistas -huellas , indicios- para encontrar el camino o
el ritmo o , quizá, la mentira o la verdad de unos versos, pero...
¿dónde buscar la poesía? La poesía se busca, y se pude encontrar
en todos los lados, en los más prosaicos y en la belleza absoluta,
la belleza objetiva y real, pero siempre siempre en la cabeza del
lector, pero no de los lectores: la del Lector, el de la unidad, Y
en todos los lados, la poesía te -a ti, único lector, quizá el que
acaba con todo- te abre todas las puertas del mundo, todas las
rotondas te llevan al mismo destino, a lo mejor a los cruces de
camino donde esté el diablo -vendiendo o comprando almas-o no lo
esté, vigilándolos. O te lleve donde el poeta te muestra el
destino límpido, fácil, recto, allí donde están sus caminos y
sus libros cubiertos de señales y pistas y señales de tráfico que
lleva al mismo sitio,. Camino que, secreto de los secretos de los
secretos, es el cerebro, y allí en el cerebro, la sensibilidad, y
dentro de la sensibilidad la inteligencia ¿la inteligencia dentro de
la sensibilidad? Sí, por supuesto, no puede existir un poeta-ni un
lector- inteligente sin ser sensible, solo puede ser sensible si la
inteligencia de sus propuestas, de sus vidas contadas y creadas -y
creídas- o inventadas o dibujadas, o sugeridas o queridas o
merecidas o expulsadas, o escupidas, , cualquiera de esas , sus
imágenes, desbordan su cráneo, ojos, boca, sus salivas, poros y
venas que explotan para convertirse en señal de vida, no de muerte
sino de que está vivo -y está vivo el lector-, que ahí hay, hubo y
habrá vida.
La vida...es recordar un
despertar
triste en un tren al alba, haber
visto
afuera la luz incierta, haber
sentido
en el cuerpo roto la melancolía
virgen y áspera del aire
penetrante
Recordar sin embargo la
liberación
inesperada es menos amargo: a mi
lado
un joven marinero: azul
y blando su uniforme, fuera,
un mar de color intenso.
Sandro Penna, escribe como si lo
hiciera con las viejas plumillas de los escribientes de tintero y
secante, donde no puede escaparse una raya, una gota, un mal guión;
no puede salirse del extremo de la página, ni corregir un mal gesto,
por ello su escritura es milimétrica, pensada, sentida, aguda,
encaja en el papel como si tuviera un patrón encuadrado en los
versos, llenos de belleza, de estricta y apuntada belleza. Con un
patrón para escribir, y un patrón para lanzar el ancla que fije la
poesái en su sitio, sin que se la lleven los malos tiempos.
Me habían dejado solo
en el campo, bajo
la fina lluvia, solo.
En silencio me miraban
En silencio me miraban
maravillados
los desnudos álamos; sufrían
de mi pesar; pesar
de no saber con claridad....
Y la tierra húmeda
y los negros montes altos
vencidos callaban. Se diría
que un dios sin bondad
hubieses con un solo gesto
petrificado todo.
Y la lluvia lavaba las piedras.
Sus poemas recorren un espacio de
tiempo que se mueve por las estaciones del año como si llevaran un
recorrido por un mundo que varia por las estaciones y en el que el
mundo se conservaba estable, sereno, sin movimiento, y solo cambiaban
el paisaje lleno de lluvias, soles, hojas cayendo... como un mundo
donde lo humano parezca inmutable , pero lo que le rodea lo hace
distinto, hace que la inmutabilidad se rompa porque el hombre, el
poeta, el amor del poeta, el mundo del poeta, la vida -su vida- varía
con las estaciones, con los humores y los amores destinados a ser o
no ser porque como el viento cambia en invierno, el sol desnuda el
mundo y los cuerpos en verano
Si tras la ventana iluminada
un joven duerme, en la noche
estival,
y sueña
Un tren pasa veloz
y va lejos
El mar es como antes
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El mar es azul.
El mar está en clama.
EL corazón , apenas un grito
de alegría, y todo está en
calma
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SI estoy abatido vago
entre la multitud
de los barrios
periféricos. Mas la humedad
días del invierno me
deja triste y solo.
A bocanadas suben a la
calle efluvios
salidos de un gimnasio
subterráneo.
Donde jóvenes y
fieras desudan asaltan
a enemigos
imaginarios, abajo el resuello
entrecortado.
Un viejo mendigo
mira
conmigo, la escena sin
nostalgia
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FALSA PRIMAVERA
PLÁCIDOS gatos,
amantes
(en el césped la hora
está quieta)
de vidrios relucientes
Torpemente felices,
del olor a cuartel
se despojan los
soldados.
Mas efímero es a los
vacuos
anhelos el sol que
amas,
En el áspero
crepúsculo, el cielo
a las ramas secas es
grave.
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FANTASIA PARA UN
INICIO DE PRIMAVERA
TUS infernales ojos
ya no me miran
siento en mí alas
que nacen. Y miro a
los alto
Susurran verdes prados
ligeros trenes negros
que olvidan, felices,
las estaciones de
ayer.
Donde-detenidas las
horas
en atónitos relojes-
vuelve un confuso amor
a las cosas errantes.
Partir aún es fácil
si tus espaldas dejas
-desmemoriado- la
nieve
que desciende del
fondo del valle.
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YA me habla el otoño.
En el oscuro
alfeizar, en silencio,
escucho cómo mis pensamientos
se pliegan bajo el
viento de poniente
que se abate sobre las
hojas de mis negros
árboles, vivos solo
en la noche.
Luego me recojo en el
lecho. Y me saluda
el canto de un
muchacho que la noche
cruel, inicia: la vida
no cambia.
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VENTANA
TODO pesar se HA
venido abajo. Llueve
tranquilamente sobre
la eterna vida
Allí en el garaje,
con su motor
se ve -a lo lejos- un
joven obrero
Cierro el libro y me
acerco a aquella
vida lejana, pero cuál
es la verdadera
no lo sé.
Y no lo dice el nuevo
sol.
La poesía de Penna lleva
consigo la expresión de su amor homosexual, pero siempre llevado por
la sensualidad, nunca por la sexualidad ni explícita , ni excitada,
ni siquiera exigente, es una sensualidad casi lánguida, casi
derrotada, siempre fiel y sensible. Su mirada lleva a la expresión
por lo bello, o lo admirado, o lo posible y lo imposible, por los
momentos felices por presentes o felices por posibles incluso por
imposibles; por ser , por poder ser, porque las cosas son como las
imagina el poeta, y como tal son tan verdad como si estuvieran
ocurriendo ahora, en este mismo momento, exacto.
Las estrellas siguen
inmóviles en el cielo
La hora de verano es
igual a otro verano.
Pero el muchacho que
delante de ti camina
si no lo llamas nunca
será el mismo
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Llueve sobre la
ciudad. Llueve sobre el campo
donde encontré, bajo
el sol, al dichoso amigo.
El, en edad delicada,
tiene el corazón vago.
Y en mí seguro que no
piensa. Mas inocentes
pecados, la lluvia me
reaviva.
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LAS negras escaleras
de mi taberna
tú desciendes todo
empapado de viento.
Tienes un bonito pelo
que cae por encima de
tus vivos ojos
en uno de mis
firmamentos
remotos.
En la humosa taberna
huela a puerto y huele
a viento.
Libre viento que
modela los cuerpos
y mueve el paso de los
blancos marineros.
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Salgo de mi trabajo
repleto
de áridas palabras:
mas en la cancela
los dioses han
colocado para contento mio
a a un muchacho que
juega con el tedio.
Todos los poemas que en este
libro de Penna que abarca entre los años !927 y 1938 son poemas
cortos como sentencias, azules como mares -a veces celestes, a veces
verdosos , a veces tristes como los del invierno- son poemas que no
esconden nada, no busquen cuevas y hondonadas ocultas a la vista,
son como expresiones de una mirada desde una ventana o un silla en en
el punto más alto y en el suelo de la ciudad donde ocurre todo, en
una ciudad que pudo ser cualquiera donde pasee la belleza
ESCUELA
En las mañanas azules
filas esbeltas y
negras
de colegiales,
Reclinados
luego sobre los
libros, Banderas
de nostalgia campestre
los árboles en las
ventanas
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EL BALCÓN
LE asombraba al
muchacho inmerso en aventuras
entre libros lejanas,
de las casas residenciales
el monótono canto de
las criadas
-la verde lasitud de
las primavera
Vacíos destello sobre
el maravillaban.
Mas el negro
cortejo lento de los
seminaristas
en la orilla lejana
dibujaba
.tioadíva- vastas
fantasías de viajes.
Deslizábanse nubes de
mármol
doradas sobre el
apagado monasterio.
Volvía del cementerio
ligero
por las calles del
pueblo un carro negro.
Y las cosas vuelven, nada
cambia, porque todo se repite, y los pequeños y grandes cambios
apenas tiene tiempo para variar porque todo vuelve; pasa el tiempo ,
los años, y todo vuelve; el amor, la vida, el amor silencioso
inmutable, los vientos, que no se mueven de su lado, del del poeta,
ni los pájaros, ni los árboles, ni las ciudades, ni el amor, ni los
pájaros, ni las mil estaciones, todo vuelve, a ser como antes, o así
lo espera le poeta
porque los poetas siempre
quieren que la vida sea como ellos quieren, perfecta
OH desolado al alba
vuelo de bajas
golondrinas
sobre al ciudad
desierta
Volverás entre las
suaves
partículas de
primavera
entre fulgentes coches
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Es tan agradable
encontrarse
en una aldea
desconocida.
Un chico con buzo pasa
a tu lado
Tú piensas en su vida
-en la mesa que el
espera.
Y en la cansada
bicicleta
en que la que se
apoya.
Y tú sigues en al
carretera
desconocida e
infinita.
Solo le pides a tu
vida
que siga finalmente
como es.
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POR el viejo barrio
no vive melancolía.
Viven los jirones una
vida delicada
que el sol dora, Y así
será
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VIVIR quisiera
adormecido
dentro del suave
murmullo de la vida
wineruda