lunes, noviembre 11, 2019

EL ORDEN NATURAL DE LAS COSAS de ANTÓNIO LOBO ANTUNES


 

















EL ORDEN NATURAL DE LAS COSAS de ANTÓNIO LOBO ANTUNES
SIRUELA 311 Pág.
Traduc. Mario Merlino

Mientras lo leía, un amigo me preguntó lo que pregunta por educación  todo el que encuentra a alguien conocido leyendo: ¿De qué va, está bien? Y me quedé pensando a ver cómo le explico a mi amigo, -que sé que nunca le gustará, ni por asomo, Lobo Antunes ni nada que se le parezca-, que el libro habla -la verdad es que habla de lo que siempre habla Don António-: del pasado, de la soledad, de la muerte, de la añoranza, habla de la tristeza,  del hombre y la mujer desnudos sin espacio para ocultar nada, habla de lo real, del pensamiento último de las personas, su naturaleza descarnada, habla de la maldad, y del amor, habla de la vida pura y dura sin ocultar nada, y, me preguntaba ante mi amigo, a ver cómo le iba a decir que iba de eso… y que es un libro tremendamente bello. 

¿De qué va, está bien? Era entonces algo que me hizo plantearme la razón por la que me gusta Lobo Antunes. Supongo, pensé, que decir que este libro con sus crudezas y sus sucesos terribles, y sus señales de soledad y de olvido, era hermoso, era algo atrevido, o supongo que sería más correcto decir, que era algo que no lo comprendería demasiada gente bajo estándares tópicos de la literatura actual; pero, pensé,  es inevitable que lo diga porque es cierto. Se confrontan entonces en estas novelas dos mundos enfrentados y en apariencia contradictorios, el mundo de los temas duros y no bellos, y de la expresión, la explicación, la exposición que sí es bella, hasta tremendamente bella. Sin embargo lo diferencia la clave para distinguir esa separación creo que es que  el mundo de Lobo Antunes, su territorio, como lo es Macondo para Márquez o Obaba para Atxaga o Yoknapatawpha para Faulkner, es la escritura, es su prosa, es su estilo; allá donde otros configuran un espacio o una manera de ver el mundo o de comportarse, él descubre en su prosa el mundo común en el que viven sus figuras y sus paisajes; él, desde la poesía, crea un lugar donde van dibujando, casi siempre en primera persona, un lugar y una vida que parecen un lugar común para muchas de sus novelas(las 12 que he leído). Poesía, o prosa poética, que empieza en la primera línea y acaba en el sucinto final –que casi siempre , ese final , pudiera acabar de otra manera que no importaría, los libros de Lobo Antunes no van de eso, de sorpresivos y tremendos finales- Y esa poesía va creando su propio ritmo interno, muchas veces como si fuera una letanía religiosa, que repite ideas o frases, o renueva personajes, o crea un sucesión de imágenes que van dando un ritmo de corazón viviente, como una sístole y diástole de verbos y adjetivos que van generando una corriente eléctrica –a veces como una descarga-  que engendra una novela. La poesía de sus libros no habla de cosas bellas, pero la propia poesía, la combinación de palabras e ideas son tan hermosas que superan las imágenes que a veces recrea. 

¿De qué va, está bien? También te hace pensar en que ese narrador en primera persona, ese descarnado recuento de suceso o sensaciones, o, simplemente, de pasados o ignorancias, sea una expresión última de un recuerdo, como el monólogo interior de una persona confesándose a sí misma. Pero no puedo dejar de pensar que en realidad todas esas primeras personas narradoras siempre están bajo el mismo patrón, ese territorio Lobo Antunes, y de forma que todas las primeras personas parecen salir del mismo árbol, o ser meandros del mismo río, y son sus experiencias las que diferencias la realidad de cada una de ellas. Sobre la persona narradora, entonces, está siempre, evidente, la voz de Don António.

¿De qué va, está bien? Me pregunté al acabarlo ý pensé que es probablemente, este, el mejor libro que había leído nunca. Pensé que este libro en el que la confesiones o explicaciones o declaraciones de amor, verdad, odio o sufrimiento  de cada uno de sus personajes en primera persona recomponiendo una historia desde sus puntos de vista (reales o falsos, soñados o recordados) era una creación literaria digna de decir que era lo mejor que había leído.  Luego lo repensé y me dije, que sí que era de los mejores libros que había leído, pero probablemente lo que estaba admirando es la totalidad de los libros que he leído de Lobo Antunes –cree recordar que 12- y que cada vez que lo leo voy sumando cosa al conocimiento de su forma de narrar, a la comprensión de sus textos, de sus guiños, de sus ritmos, de sus oraciones, de sus penas, de sus manías, de sus pasajes repetidos, de sus creencias, de sus tics, de sus nadas y sus todos; y  de las cosas que aún no he descubierto y tengo que descubrir o de las cosas que quiero entender y su “obra rio” irá completando; esas cosas que me faltan por saber, porque creo que todas las obras que he leído de él son parte de un conjunto superior, como un rio que va acogiendo afluentes y suman al río principal, y se ocultan en él, pero también lo muestran. Por eso creo que en realidad el lugar donde trascurren sus novelas es su escritura, es su prosa poética la que crea una uniformidad en su mundo,  la que hace que si lees a Lobo Antunes sabes perfectamente que es él, que no es nadie más , que aunque encuentre una hoja desgarrada en el suelo, sin título ni plan, sepas que es él, porque la literatura es más literatura cuando lo importante, o al menos tan importante como los sucesos contados, es el ´cómo están contados puesto que la literatura es, y no es otra cosa, que el arte de la expresión de la palabra.

martes, octubre 22, 2019

ZARZARROSA de ROBERT COOVER






















ZARZARROSA de ROBERT COOVER
ANAGRAMA 100 pág.
Trad. J.A.  Masoliver Ródenas



Una marca de salida, un rodeo, una forma de retomar la literatura, recreando los alrededores, los probables o improbables lugares, donde pudo o no pudo pasar una historia paralela a la narración oficial, a la ficción que nos atrapó, que nos han contado, que hemos leído ¿Qué pudo pasar si hubiéramos mirado desde el otro lado del libro? ¿Qué rodeó el mundo del mundo donde pasaron todas esas cosas que nos cuentan los libros?¿Nacieron, murieron, volvieron a mirar, se separaron personajes, historias o lugares que conocimos allí? O… ¿Qué hubiera pasado si lo que nos cuentan no hubiera sucedido así? O… ¿ Qué hubiera pasado o, mejor, que ha pasado si lo que han contado no hubiera sido del todo parecido a lo que leímos? ¿Qué verdad o qué  mentira están detrás de las ficciones, mejor dicho, de mis ficciones?

La Bella Durmiente espera, el príncipe acude, el amor se rinde a la leyenda, sigue sus pasos, sigue, apocado sus términos de uso en las cláusulas del contrato oficial, de lo que nos han contado, el camino de siempre. EL príncipe no puede pasar, duda, sobre la realidad de aquel castillo desolado a la que debe acudir a besar a una mujer dormida hace 100 años, el mundo se supera, las trabas se superan, pero ¿Y el propio cuento? ¿Se supera? ¿Se supera el camino que le marcaron? ¿Y si su futuro es el futuro de todos los príncipes héroes, destinado a vivir otra historia que no es suya, a ser feliz siempre? ¿Y si es el mismo príncipe de todas las historias, abanderado de la vida regía, del héroe sin destino, o con destino tan fijado que no tiene destino, tiene EL destino?

¿Y si ella no sabe qué hace, y si ella duda, y si la que creó el cuento, el narrador, la bruja , el hada, que la hundió  en ese sueño insomne es el creador de los cuentos?  Con el derecho a alterarlos a placer, por gusto o disgusto de la princesa dormida o el príncipe alterado ¿Acaso son Dioses de pluma disfrazado de brujas, de  husos, de agujas, disfrazados de literatos muertos tras las ventanas los que mueven su mundo, hasta dormida, los que deciden el bien y el mal, los que no te dejarán saber si te besarán o seguirás mil años más dormida  o si estás ya tan vieja o viejo que no querrás volver a ese mundo moderno o… ? ¿Pero si el hada autor se aburre y cambia el cuento? ¿Y ocurre, se le ocurre, que ella, la princesa, sea maldecida todos los días?, ¿Y si ella siente que el príncipe viene pero se va, o si aparecen primero  unos ladrones de baja estofa y la atacan y la despiertan con un beso obsceno y un amor no buscado y un sexo obligado?¿Y si entonces nacen niños bastardos del príncipe? ¿Y si al hada-bruja-escritor se le ocurre que cambiar la historia es el lado más correcto, el único, para ver el cuento de otra manera? ¿Y si en realidad el castigo, la condena de la bruja, la venganza, no era dormirla sino cambiar la historia, amenazarla con mil finales diferentes, horrendos o solo diferentes a las perdices mil veces comidas o los besos de príncipes y principitos y princesas hasta el final de los tiempos?.
La realidad  es cambiante, todos conocen el cuento de la BELLA DURMIENTE y todo castigo, todo amor, pasa en algún lado, en alguna generación, en alguna jornada de noche han sido contado a niños y niñas de mil sitios de mil edades, pero  la realidad crecida, los años, van variando como varía la vida, como la literatura va creando nuevas formas de ver el mundo, y el mundo tiene mil formas de ver la literatura, y las leyendas y los mitos, todas las cosas van girando en el mundo y nosotros, como en una canción sicodélica,  giramos en el espacio viendo el mundo, el cuento, la vida, las opciones, los lados de  forma que nadie vio y probablemente ni nosotros volveremos a ver.

Alguien dijo, algún cantante en el jaleo de los días de feria, que nunca se puede  saber lo que va a ocurrir mañana, salvo que tras el fin de semana llega el lunes otra vez.

viernes, octubre 11, 2019

ME ACUERDO de GEORGES PEREC


 


















ME ACUERDO de GEORGES PEREC
Impedimenta 176 Pag
Traducción de Mercedes Cebrián

Supongo que este libro es un ejemplo de vida, una pequeña reseña de fotos sin objetivo pero con objeto, de reflejos, casi olvidos, que quedan en el cerebro de Perec sobre el pasado; y, así, son la manifestación de que existieron, de que sucedieron, de que estuvieron en sus ojos, en su boca, en su oídos, en sus miedos y,  por otro lado, son, como libro, un recibo de vuelta, un redentor de pasados, un billete al mundo; son, como libro, por el simple hecho de serlo, un disparo a la eternidad, porque  no desparecerán con Georges, ni con el siglo, ni con la vida mía, ni con la historia de los materiales; son pereceros en cuanto papel y ojos, pero no como parte de la memoria colectiva que comerá de sus páginas, leerá de sus letras unidas y recordará que pasó esto o aquello, que para Perec sirvieron poco o mucho es poco importante; pero lo que es  importante es que quedaron en su mente –son reflejo de una época, de una era, de un día, de un instante tan importante como para eso, para quedarse-, se quedaron , pues,  por una frase, por un golpe, por ser importante, por no serlo; solo ellos, y por ser ellos. EL mundo se soporta, se apoya y estima en grandes historias que lo manejan y son el imaginario del grupo; en cambio las pequeñas cosas, esas que sostienen tu mundo y el mío, esas, sí, son las cosas que son importantes, como las que dibujaste con un dibujo desvaído en el libro de texto de primaria que recordarás que fue algo importante 40 años después, como un flash, como algo vivido. Y estos recuerdos recuerdan que algo olía, que algo se mojaba, que aquel cantaba, que aquella acuarela era bella, o aquel jazz importaba, que el mundo no está hecho de portadas  o grandes titulares , ni siquiera de retratos, está hecha de tus y mis pequeñas cosas que , cosidas, hacen el mundo.
Probaré:
Me acuerdo del sabor de la leche en botella que nos daban en párvulos.
Me acuerdo de  una serie de vaqueros en la televisión, yo quería ser “el virginiano”.
Me acuerdo de  volver de clase por primera vez solo, atravesando calles con  muy pocos coches,
Me acuerdo de  que en las peleas de boxeo con mi hermano yo quería ser “Mantequilla” González.
Me acuerdo de  mi sorpresa al ver por primera vez a un hombre de raza negra, era mi médico.
Me acuerdo de las enormes ollas de leche de vaca que nos dejaba el lechero en la puerta, recuerdo su espesa nata y su sabor agradable.
Me acuerdo de  la gente mirar al cielo cuando pasaba un avión a lo lejos.
Me acuerdo de  atrapar renacuajos y la sensación de seda de su piel.
Me acuerdo de  que en la radio cantaban  los Beatles, no me gustaban.
Me acuerdo de ver por una esquina de la cortina  desfilar patrullas de policía militar de casco blanco que amagaban  disparar a las ventanas.
Me acuerdo de  los sobres que valían 50 céntimos en los que salían pequeñas figuras de soldados o de indios y vaqueros.
Me acuerdo de  que nos dieron fiesta cuando murió Franco, y yo jugando en la mesa de la cocina oyendo marchas militares en la radio.
Me acuerdo de  la mirada ávida e imposible a los Donuts que parecían ya resecos.
Me acuerdo de  Carpanta, d Obelix, de Mortadelo, del Capitán Trueno.
Me acuerdo de  hacer cola en al entrada del colegio, y ponernos en fila, nos alineábamos  con estilo militar, recuerdo en el patio jugar a manifestantes y policías.
Me acuerdo del olor de una tostadora de café a la puerta del colegio
Me acuerdo de  a Gila anunciando máquinas de afeitar Fllomatic.
Me acuerdo de devorar los libros de “Los cinco” y tirarlos encima de los armarios para no acabarlos en un día.
Me acuerdo de  una compañera de clase embaraza con 13 años abandonar el colegio.
Me acuerdo de  oír en el viejo reproductor de cassettes encajado en una tapa de piel, a SImón y Garfunkel… me hacía adulto, pensaba.
Me acuerdo de mi primera clase en el instituto, la felicidad de lo distinto.
Me acuerdo de  la enciclopedia Maravillas del saber.
Me acuerdo de  que me regalaron ,y leer con avidez , “Crónica de una muerte anunciada”
Me acuerdo del estruendo de las bombas que apagaban vidas.
Me acuerdo de leer con gusto “ La tesis de Nancy” las risas casi infantiles al leerla en clase de BUP.
Me acuerdo de los Sex Pistols en la radio, con sorpresa, aporreando las guitarras y el mundo.
Me acuerdo del olor a quemado en el salón de actos del instituto mientras veía, entre risas, “Coge el dinero y corre”.
Me acuerdo del olor amargo de los botes de humo.
Me acuerdo de  los ojos muy abiertos con la vida de los Aurelianos y los José Arcadios.
Me acuerdo de  los jonkies paseando por la plaza y las jeringuillas en el suelo.
Me acuerdo del olor de las fábricas, el humo negro que lo invadía todo.
Me acuerdo de  los tableteos de las ametralladoras alguna noche.
Me acuerdo de  los trabajadores en los sótanos con el ruido penetrante de las prensas y el olor a aceite y las ventanas pequeñas y la luz tenue que los cubría.
Me acuerdo de  la luz hiriente de los hornos y el olor del acero al rojo vivo que atravesaba la nariz.
Me acuerdo del ruido inconfundible de las furgonetas de la Policía Nacional.
Me acuerdo del rio rojo por los vertidos de las fábricas.
Me acuerdo de amigos mios con los brazos cosidos a pinchazos, y la lengua y  los tobillos.
Me acuerdo del monte verde y la nieve que llegaba hasta las rodillas.
Me acuerdo de mi primer disco propio "Breakfast in America" de Supertramp.
Me acuerdo de   Starsky y Hutch y su coche de raya blanca.
Me acuerdo del sabor acre de la cerveza y el tabaco.
Me acuerdo del mundo gris.Me acuerdo de que llovía sirimiri días enteros.
Me acuerdo de la primera clase de latín y la sorpresa de que me gustara.
Me acuerdo de …

Hoy...

50 ESTADOS, 13 POETAS CONTEMPORÁNEOS de ESTADOS UNIDOS de EZEQUIEL ZAIDENWERG

  50 ESTADOS, 13 POETAS CONTEMPORÁNEOS de ESTADOS UNIDOS SELECCIÓN, TRADUCCIÓN Y PRÓLOGO DE EZEQUIEL ZAIDENWERG     Decían que decía...