viernes, junio 23, 2017

INSANIA de HÉLIA CORREIA



















INSANIA de HÉLIA CORREIA
insânia 1996
Edi Hiru 210 Pág.

Trad Paula Sentandreu Roget y Carlos Penela Martín




La culpa la tienen los poetas, no tienen perdón, los buenos poetas, que de poetas buenos el mundo anda necesitado y, aun así, son los culpables. Culpables porque cuando escriben en prosa cojean en la pierna en la que tienen el zapato donde guardan las metáforas o el celofán donde se pegan a la piel esa incesante necesidad de crear mundos en los que ves nacer en cada palabra; el lector ve nacer el libro en cada párrafo, en cada idea hay una nueva cosa en las que el poeta, culpable, ha creado una nueva mirada, porque eso es el mundo -la vida, la historia de tus y mis vidas-: el mundo son miradas. Tu mundo y mi mundo nunca se parecerán porque mi mirada no es la tuya, ni la tuya, ni la tuya, ni la de aquel, ni la de nadie, es mi mirada agazapada tras mis ideas  y mis aprendizajes, la que descubre lo que quiere-me- contar el libro, Y es entonces cuando el culpable poeta se convierte en inocente, pero inocente de ingenuo, mi mirada ha convertido su libro en mio, se lo he robado, y no, no he cambiado las letras, ni una coma siquiera , no he cambiado nada, pero es mi libro. El poeta prosista, el prosista tahúr, el tahúr poeta sabe que sus palabras dejan que entren en todos los mundos, en cada una de ellas, que la palabras sinónimo no tenga sentido porque no tiene sentido el vaciar un dedal de agua en el mar, el contenido de las cosas son las propias cosas, y las cosas son sus contenidos, pero los arcones que contiene un libro son tantos que abrirlos todos haría de un libro, mil,. Hélia Correia habla desde las entrañas de una poetisa, de sus sonoridades, sus ritmos, sus imágenes que aparecen al cruzar la esquina izquierda del libro, las palabras son poesía, una poesía en prosa que busca contarnos una historia, una manera de enseñarnos un mundo. ¿Qué mundo? Un mundo derruido, un mundo muerto-o a punto de hacerlo o de derruirse y casi desaparecer-, un mundo cayéndose y a punto de estrellarse,. Como una hermosa bailarina de ballet al que se le ha roto una pierna,o si al piano de Sviatoslav Richter se le rompiera la tabla armónica, la belleza está en los dedos, en la ejecución, está en las piernas, está en la intención, está presente en el vacío , está donde siempre estará, pero la crudeza del mundo supera esa extraña combinación de lo bello con lo feo, de la muerte con la letras doradas, de la ignorancia con el saber andar. Y se derrumban las cosas bellas a pesar de estar presas de hermosas cuerdas y horribles cimientos.


“Insania”... ¿Cómo podría describirla?, y ¿Si lo hiciera sabría expresar lo que he sentido al leerlo?¿Mentiría al decirlo? ¿Será esta ”Insania” mía la que quiso contar Helia? ¿El machete con el que desbrocé las zarzas y las enredaderas que dan imagen de ese mundo extraño es el necesario, el que debe cortar o puede cortar las palabras, y los verbos y los adjetivos con los que se quiso escribir este libro? Lo cierto es que no lo sé, y me da igual. Si quieres saber de este libro, debes aprender a mirar el mundo como si este se derrumbara, pero dentro de ese desplome, esa absoluta falta de todo, de esa muerte y amenaza constante esa crueldad de la vida, esa necesidad de todo, y debes aprender a a mirar que esta historia llega a un pueblo llamado A Levada, y el comienzo, vacío de miedo y de necesidad es la llegada desde la nada de una niña llamada Natalina, una niña que no habla, que parece retrasada, que solo se mueve por el pueblo, aceptando comida y algún cariño que solo acepta a cucharaditas, justas y buscadas,. La niña aparecerá y desaparecerá del texto, pero será su centro, será su discurrir y su intención, será acaso su metáfora de tahúr poeta que muestra al mundo de una niña desamparada en un mundo en decadencia y a través, o cerca de ella, aparecerá un mundo de personajes, un batido y desengañado grupo de personas que salen y entran de sus casas, de sus vida, esperando sobrevivir al fin del mundo, que no es y si es, que mueve el hambre y mueve la vida, Es un mundo condenado, amenazante, donde nada cabe excepto la necesidad de sobrevivir sin pensar en el prójimo, lejos de necesidades comunales y de caricias y ayudas: solo es la búsqueda de sobrevivir entre un mundo sucio, raro, casi calumnioso con la vida. Personas que mueren y viven entre cobardías y rebeldías, y destrozos y reencuentros y hasta instintos espirituales que se mueren entre cadáveres que no conocen.

Los libros necesitan, digo mal, mis libros, los libros que yo acepto y amo son los libros que te dejan sensación, sea inquieta o buena, los que son capaces de llegarte al alma o al cerebro o al corazón, o al estómago; no me valen los que utilizan el simple asco o la risa fácil o el lloro sensiblero, eso no es llegar al corazón, o al cerebro o al alma, para eso hay que tener algo más que cuatro formulas manidas que atrapan peces con redes de arrastre. Helia me ha llegado de dos formas: por un lado me ha producido inquietud, una sensación de desasosiego de que algo se trama en el mundo y no es lo que precisamente describe abiertamente ella, no te está contando lo que te está contando, te está hablando, por debajo -sotto voce- de la humanidad, de los tiempos que nos toca vivir, de los años, horas y minutos, en los que la soledad y la inquietud y la nada es parte de la vida de la gente, de nosotros mismos, esa maldita sensación de que nada es como parece y las almas que recorren el mundo se mueven por intereses y nada se sostiene sobre nada excepto en el puro egoísmo. Y por otro lado Helia me ha llegado por algo que repito en todos los libros que comento y en los que lo terrible se cuenta de la forma más hermosa, sea en sus palabras, sea en sus concepción, sea en sus creencias o sea en sus tentativas, y Helia lo hace, crea un mundo extraño, corrosivo, un mundo de muerte en la lluvia, hambre en las casas, frio en el cuerpo, odio en los ojos, bajezas en las ideas, y lo convierte en una novela en la que todo parece encajar como un puzzle del infierno de Dante o del “Juicio final”de El Bosco, un lugar terrible, apocalíptico, pero.... cruelmente bello.

Pero no sería normal hablar sobre “Insania” y dejar el personaje de la niña Natalina, en una pequeña mención que hago a mitad de comentario, ya he dicho que es un personaje silencioso y constante, hasta puede ser una metáfora del mundo débil, pero me he puesto a pensar y me he preguntado la razón por la que Helia creó el personaje, la razón por la que no habla, por la que recorre el mundo tomando lo que necesita, -hasta pedacitos de cariño- y el pueblo la oculta a los extraños y la ayuda y la... Y me respondo como lector tramposo que soy, o me creo, que Natalina es la vida, la simple, pura y hasta inepta vida que nos toca vivir a casi todos nosotros, porque queramos o no, somos o valemos solo nuestros silencios, nos dan cariño y aceptamos lo que podemos o nos quieren dar, la gente también, -sí, sí Helia-, a veces ayuda aunque no sabe la razón o lo hace por inercia, , y somos tan ocultos para el mundo, como una mujer que ha pasado hoy junto a mí-como podría ser un hombre pero digo mujer porque yo soy hombre- que me ha parecido muy hermosa, y triste y he pensado, que a pesar de que aquí “solo” vivimos 27.000 personas jamás la volveré a ver -todo es fugaz y silencioso-. AL final Natalina soy yo, al final Natalina y el mundo y yo y el futuro no es nada, no hay nada. Hasta las pequeñas cosas hermosas, o las pequeñas ayudas se olvidan y se van, hacia ningún lado.



wineruda

2 comentarios:

  1. Jopetas, dejas para el arrastre, que tono de pesimismo y de vacío y de nihilismo, por mucho que exhume belleza. De nuevo no tengo ni idea de novela y de autora.
    Que los libros son siempre nuestros, es verdad y ya lo hemos comentado muchas veces. Cada cual lee desde su mundo que es diferente al de los demás, por eso la novela será diferente para cada lector/a. Que hay personas que leen con gran intensidad y desde las entrañas, también es verdad. Que yo prefiero leer poniendo cierta distancia, que no me busco en la lectura, que prefiero hacerme preguntas que encontrar respuestas... bueno, es mi forma de leer. No me gusta hacer lecturas tan vividas.

    Parece una lectura críptica... ya veremos si llego a ella.

    Un abrazo.

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    Respuestas
    1. Hola Laura
      Yo creo que es la lectura la que te lleva a dónde quiere, si lo merece el autor, si su escritura y su estilo y su tema es lo suficientemente interesante, Agatha Christie podrá atraparme por pura curiosidad más que efímera... volátil, los libros que te llevan a lugares que buscan más allá que una mera diversión o una mera descripción (que también me gustan claro, siempre que estén bien escritos) también valen, pero si encuentro un libro, que entra más allá que una lectura limpia y aséptica, me quedo con ella, es más.. me aferro a ella, eso son las buenas, los capaces de llegarte más allá de la curiosidad o el ejercicio del intelecto.

      un abrazo
      cuídate

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