sábado, febrero 10, 2018

EL SACRILEGIO DE ALAN KENT de ERSKINE CALDWELL

























EL SACRILEGIO DE ALAN KENT de ERSKINE CALDWELL
The Sacrilege of Alan Kent (1936)
Ed Navona 160 Páginas



Miro el mar desde el dique, estoy al final de él, pegado al agua y las rompientes, desde aquí veo las olas venir, tranquilas, desnudas; las veo venir sin detenerse; llegan, golpean, a las rocas y apenas queda de ellas más que gotas de agua, quedan manchas efímeras en los enormes granitos, y una salpicadura de espuma que desaparece, lentamente, en charcos de algas, cangrejos y botellas de plástico que han quedado apresados en este hacinamiento de escollos que se abre, inmenso, frente a mí. Cada ola podría contarme una historia diferente, cada ola me trae diferente colores, raros olores, dispares sonidos, desiguales, acaso, recuerdos. Me pongo a pensar, mientras alguna gota me salpica la cara, en la vida que va trayéndote historias y recuerdos e incidentes y aventuras e impresiones que llegan a nosotros y apenas nos dejan marcas y manchas, pero, algunas, se quedan encalladas en nuestra inmensa escollera, atrapados entre recuerdos de vida, basura, amor y muerte. Verter todos los recuerdos, tajantes como un escupitajo, certeros como un mirada de odio, apenados como una caricia no olvidada, tristes como una carcajada solitaria; verterlos en un texto es saber que la vida son apenas instantes, y que los rellenos son los que nos consuelan, pero son las realidades, las que duran un momento, las que hacen daño o las que quieres, y, esas, no se mudan nunca del dique que somos; y que contar esos recuerdos es contar, sí, tu vida, pero también la vida de todos; nada cambia, solo nombres y sonidos, acaso muertes o penas o risas, pero eso no importa, lo que importa, lo que es común a todos, es la sensación, la impresión, -la vida es interior, lo exterior solo es circunstancial-; así que eso  interior, eso profundo, es lo que queda grabado en tu cerebro, pegado a la piel; y eso, es lo mismo para todos.

“El sacrilegio de Alan Kent” es la historia de un tipo en el profundo sur de EEUU que buscaba. Buscaba la vida, buscaba el amor filial y sensual, amor a la vida y a la propia búsqueda, buscaba ser diferente, buscaba el camino de vuelta, buscaba a alguien, se buscaba a sí mismo -buscaba saber dónde perdió la senda, el motivo de todo- buscaba a su familia y el amor y la calle donde jugó de niño y buscaba ser visto, pero encontró la absoluta complicación del yo propio -disperso y extraño, sólido y conformista- en un mundo desierto donde no importas a nadie; y si no importas a nadie no sirve cómo seas, solo te importa sobrevivir al precio que sea, tener un techo, una cama, una caricia efímera pagada o dispersa; te sirve tener un pasado y tener un futuro, solo que, si no eres parte de nadie, de absolutamente nadie, no tienes la certeza de tus pasos, ni del camino y, lo que es peor, del fin del camino. Alan Kent, busca vivir, no importa el modo, no importa el camino, pero a veces sí importa el fin, y bajo la figura de un tipo que no tiene futuro se descubre, incluso cuando recibe los mayores golpes y mira las mayores tristezas, aún así, se descubre que las olas golpean en un dique grueso que no se romperá a pesar de todo. Tras el basto rodaje de la vida, tras el pesado pasado que se torció sin saber, sin querer, sin motivo, quedan en Alan las ganas de volver al camino que perdió, que no debió abandonar, aunque la vida va perdiéndose en el polvo que levantó en el viaje y tras ella no se ve el fin, y no se ve el principio.

Alan Kent cuenta en frases escuetas-versos sacudidos por el viento y quemados por el sol del sur-, en ideas sueltas, en pocos textos de imágenes bellas y rudas -cuadros atrapados  en un segundo- que van cosiéndose, con un profundo hálito poético, su historia - su pasado profundo con sus padres que se perdieron como su vida entonces, y la historia desde que escapó de allí- descrita como en versos perdidos de una canción de gesta moderna. Gesta contada como  una explicación del pasado, donde nos enseña su recorrido por el mundo, la razón de su ser, la extrañeza con sus comportamientos. Nos va descubriendo esa vida pasada y su recorrido; para mostrarnos, herido y resignado, su futuro. Canción de gesta extraña donde sobrevivir es el único motivo de estar; y en la que el amor y la vida tranquila, y la compresión y la suerte y la mirada amable y el mundo apacible, solo se le parecen a a Alan en los sueños, que van apareciendo y despareciendo del texto. Nos cuenta una historia cosida con silencios, en las que no sabes si te oculta su vida, o su vida es esa sucesión de espacios solitarios e impresiones solitarias -miradas de ojos entrecerrados por el sol-, que nos dejan ver acaso un poco de la vida, acaso lo que quiere que veamos, acaso lo único que merece la pena que sepamos. Aquel vivir entre muerte y soledad e infinita pobreza y miradas frías y amores que se pierden, podría ser, y es, una vida de infierno, de tenebroso pasado, de futuro cerrado como la puerta de un hotel de lluviosa noche, pero aún en esa triste sensación, la belleza de las palabras, la percepción de que el que cuenta, el cerebro y el alma que transcribe esas ideas, es tan compresivo y cercano como sus hermosa prosa poética atravesada por imágenes duras.
Las olas que parecen la vida, van, pequeñas, llegando a su final, cada una es un momento; todas hacen el mar.

Sacrilegio: dícese cuando se ultraja lo que para otros es amado o sagrado. Sacrilegio: el amargo despertar al mundo del que nada tiene. Sacrílego: el que muestra que la vida amada por otros es tan sucia y esquiva y cruel que no soporta un simple amanecer. Sacrilegio: vivir en un mundo en el que para algunos es fácil y placentero y para otros se compone de errores pasados, de presentes sin intención y no hay futuro visible. Sacrilegio: el amor venerado por algunos, el amor perdido por los que ya no volverán a verlo. Sacrílego: el que no ve lo que otros ven. Sacrilegio: vidas derrotadas entre salones de perlas, diamantes  y ámbar. Sacrilegio: no hay más que mirar por la ventana la vida pasar.




8 comentarios:

  1. Fenomenal Win. Reitero lo que siempre te digo, o a veces no te digo pero lo pienso y más que ello estoy convencido, tus análisis son un poema; ciertamente te metes tan dentro de la historia que has leído , que no puedes más que hacer correr la magia de las letras, hacia los dominios de la poesía. Místico y de alto impacto, me apresuro a ponerme de pie para aplaudirte y sigo pensando como es posible que aquellos que nunca publicaron, tienen el don de hacernos sentir, comprender y admirarnos ante tanta virtud literaria. Y como dices por ahí, ...es la vida. Un abrazo, genio.

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    1. SUcede que cuando he exprimido todo lo que puedo sacar de la prosa, me queda solo el lenguaje poético para expresar lo que me dice el texto, para hablar de sensaciones y sentidos. La poesía, o algo parecido a ella, es lo que aparece cuando no te llega el diccionario para expresarte, o lo aprendido.
      un abrazo
      gracias por la recomendación

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  2. Querido Wineruda, me encuentro con este regreso tuyo, y lo haces por la puerta grande, no tanto por el libro (que también, por supuesto) como por tu forma de transmitirlo, única, como bien dice José Santos, e inmensa, igual que esa escollera a la que vas, en donde rompen las olas y permanecen los recuerdos.

    Todos aquellos que acuden al mar, a contemplar en silencio el viaje final de las olas, llevan dentro algo de Alan Kent, así es, un nuevo amanecer es el Edén para unos y el infierno para otros. Bien lo dices en tu memorable final...

    "no hay más que mirar la vida por la ventana pasar"

    Abrazo, amigo Wineruda ;)

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    1. La vida es amada por unos y odiada por otros, sacrílegos de la vida de los primeros, que adoran la santa creación, la sensata obviedad, el tranquilo paso de la vida por ellos; para estos los que no aceptan que haya gente inconformista con esa forma de vivir, incluso un tipo de política, de educación, de mirada al mundo, de un consumo normal, de... para aquellos, los que protestan, los que sufren son sacrílegos de su ideología diaria. El mundo también se compone de arrabales y periferia, de pobres y descontentos.
      Sacrilegio es morir sin ver el mar y sacrilegio es dejar que, tantos, mueran en el mar...
      Nuestras ventanas muestra cosas que no muestran los periódicos..
      un abrazo
      cuídate

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  3. Caldwell escribía sobre ese Big Sur, profundo, tan desapercibido como sustancioso. Éste parece uno de esos libros donde pesa tanto la mirada del observador como la del protagonista, una simbiosis difícil de hallar.
    No hace falta agregar nada a lo que han dicho José y Paco respecto de tu bien decir, al que nos tienes habituado; siempre sensible, siempre sentido.
    Sacrilegio... ¡qué buen vocablo! Tú lo has resumido de magnífica forma, aunque creo que daría para una colección con varios tomos.
    Gracias por tu reseña.
    Un abrazo grande.

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  4. El libro cuenta en flash momentos, fotos, casi escupitajos, como digo, en los que adivinas una historia, una vida, un desastre, un esperanza...
    Sacrílego es una palabra a laque buscar todos sus significados
    gracias Marcelo
    cuídate

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    1. Si, Wine. Llevan mucha razón tus palabras. Debiéramos empaparnos un poco más.
      Y no soló con estos vocablos...
      Me cuido. Hazlo tú también.

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    2. Si, Wine. Llevan mucha razón tus palabras. Debiéramos empaparnos un poco más.
      Y no soló con estos vocablos...
      Me cuido. Hazlo tú también.

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