EBRIA
ILUSIÓN DEL AIRE de GILDARDO MONTOYA CASTRO
Ed-
Universidad Aútonoma Chapingo 105 Pág
La cuna de toda lectura es el
conocimiento. Conocimiento de lo que se lee, conocimiento de cómo se
debe leer, del camino a recorrer en sus páginas, y de algo tan
evidente como tonto de decirlo: conocer lo que se debe o puede o
merece leer. Conocí a Gildardo -y sus escritos- por alguna razón poco prosaica como
es Internet. Lo cierto es que es poco prosaica, pero es un lugar para
ese conocimiento del que hablaba antes, y aunque en este mundo para
conocer una persona que merece la pena cruzas muchos desiertos, y
cierras muchas puertas incluso como si fueran bares abarrotados donde todo parece
un lugar feliz y de gente amena, pero resulta ser un sitio poco
aconsejable, y, a pesar de lo abarrotado, está vacío. Un mundo como
Internet, en el que el lugar que lleva destacando desde años es un
red social en el que el culto al yo es masivo, es una orgía del yo,
una desfile de egos, unos detrás de otros en el que nada parece que
merezca la pena, excepto unas pocas personas en las que se encuentra
latidos de simpatía, de ternura, de amabilidad, de ser gente que
merece la pena, lejos de las personas con posturas perfectamente
ensayadas y huecas..Lejos de lo hueco de ese mundo aparece un poeta mexicano,
alzado detrás de ese nombre de eterno cantante colombiano, que
escribe sobre lugares etéreos, sobre lo eterno, sobre lo no masivo,
sobre miradas sin techo, sobre cielos más que tierras...; él está
lejos de los escritores de lo evidente, de los agrimensores de letras. Siempre he pensado que un poeta no puede ser evidente, no
puede ser el redactor de lo obvio, para eso no sirve la poesía: esos
que hablan de flores rojas y cielos azules, aunque usen las más
bellas palabras, a mí nunca me han gustado; es pintar sobre lo
pintado, es querer copiar a Mozart, querer creer que puedes copiar a
Renoir, o a Manet, o a Degas y hacer sus mismos cuadros. La poesía
no es imitación, por ello no es copia, por ello no es querer
hablar, aun con palabras hermosas, de lo que ves en el jardín, en el
mar , en la feria o la montaña que rodea tu espacio.
ESPEJO
ES EL AGUA
Espejo
es el agua
va
y viene.
Espejo
es el agua,
ventana,
el viaje
de
un hombre
que
mira, escucha,
cómo
sucede,
cómo
respira,
sueño,
el rostro
de
la magnolia.
Espejo
es el agua
va
y viene,
espejo
es el agua,
una
ventana.
Comencé a leer el libro hace tiempo y
me ha llevado por muchos caminos, en ellos se ve al autor, se ve sus
ausencias, sus apetencias, sus obsesiones, sus cadencias: su familia
y su padre, la literatura, sus animales, la música, los colores, la
angustia de ser o de estar, la pérdida, la vida que pasa, la mujer,
pero no la mujer como un ser tangible, sino como un ser casi de otra
esfera, de otro mundo, casi incorpóreo aún en su sensualidad. Estos
poemas, los poemas que lees, los poemas que leerás, todos los poemas
escritos del mundo (los buenos), son lugares, casi personas, con
personalidad propia, saber tratarlos es habilidad del lector.
TENGO
CONMIGO DE TI
Tengo
conmigo de ti
muchacha
bruma,
una
helada tarde,
el
retrato de aquella
boina
gris que cantó
el
poeta, tu delgadez
figura,
tejes, destejes,
tejes,
vendimias en la
hueca
estación... mi
tren
a ninguna parte.
Nadie
subía, nadie bajaba,
nadie,
nadie, sólo pulgas y
más
pulgas, invadiendo,
atacando,
mi vagón solitario,
fantasmal.
Tengo conmigo de ti,
esta
comezón animal,
tanta
infecta incertidumbre,
señor
de los abismos,
mientas
escucho en el
tiempo
cómo tejes, destejes,
tejes
tus bagatelas, muchacha bruma,
ay
aire, aire
ORACIÓN
campana
que tocas
a
deshoras quien
vuelve
tañe
labra
su cruz
insomnio
astral
arriba
arriba
un
avión en huida
no
oye
mis
ladridos
el
niño no duerme mamá
cómo
se mueve el tiempo
sus
chirridos
sus
tristezas
Perro
hambriento
Yo
suelo leer la poesía, desde hace muchos años, haciéndola mía,
cruzando puentes en los poemas para luego derruirlos y quedarme solo
en la orilla contraría de la que parece estar el poeta. No sé si
contraría es la palabra, pero sí al menos en el lado en el que el
camino es solo mio. En “Ebria ilusión del aire”, me ha ocurrido
lo mismo, entre lo que es un escrito personal, casi circular como una
muralla en su protección, se encuentran los lugares en los que se
identifica tu propia experiencia, tu propio espacio entre palabras de
otro. Poder sacar las entrañas a los libros de poesía, a veces
herméticos, a veces tan propios como las sonrisas, es algo que no
ocurre tan fácil como pudiera parecer: pensad que las fotografías
son fáciles de reinventar, pero los sueños o los cuentos o los
poemas contados como un susurro en tu oído, son los que debes y
puedes imaginar.
ACABALADO
EL CORO
Interminable
armónica.
Sin
dar pie a la retirada
sueña
y canta, quítate el
sombrero,
espanta el polvo,
en
los líricos mezquites:
A
dónde van los muertos,
quién
sabe a dónde irán.
Tengo
mis labios partidos,
pero
siento caricias,
tu
olla de barro madre;
sigues
calmando nuestra infinita sed;
y
también, aquí dentro, un hombre inocente,
dicta
cartas a un niño...
¿Para
qué, padre?
Cartas...
“Señor Presidente de la
República,
desde estas lejanías...
quiero
pedirle un poco de...”.
Crece
la noche, en el camposanto.
Y
sin dar pie a la retirada, mis hermanos y yo,
vemos
brotar, entre las tumbas, sedientos
sueños,
lagartijas, ralos arbustos, a un perro,
fiesta
viva, dos gatos y en revoloteo,
paciente
belleza, un búho...
Y
ya todos reunidos, acabalado el coro,
suenan
cristalinas, reparadoras, las orillas:
Los
muertos tañen,
son
querencia,
nunca
se van,
padre,
madre,
y
si los llama la
ausencia,
siempre
regresan,
porque
la
muerte ignora
engaño,
cuando galopas
ilusión
verdadera.
FIGURACIONES
Miro
al hombre encorvado, sus
ojos
en silencio, un horizonte
imposible,
la acera, el parque, el
tiempo.
Miro al hombre encorvado,
como
si fuera a derrumbarse, y me
duele,
me detengo, lo abrazo, le pido
paciencia...
“Déjame” ̶̶ murmura ̶̶ .
Aquí
en la oscuridad pesa
menos
el abismo”.
Y si tuviera que elegir un poema donde quedarme de “Ebria ilusión del aire”, lo haría en uno en el que me encallé al instante, me quedé, como los discos viejos, rallado en su lectura: acababa y volvía a empezar, porque, como esos viejos discos de vinilo, suenan mejor la segunda , tercera, cuarta..vez que lo oyes, y al final son imprescindibles...Los míos, a pesar de todo, están al lado de mi cama, a un brazo de distancia de mí. Este es el poema..
TODAVÍA
ESTOY AQUÍ...
Te
llamaré... ¿M? y tendrás en tus manos
la
carga de mi derrota. No sabré volar en
ti,
¿recuerdas? Habré recorrido el domingo
de
una ciudad extraña tras un aforístico
Lichtenberg
que evocaré para nombrarte...
¿M?
Muerte del amor. “Imbécil”, tus letras
definitivas.
Pisar las cantinas. Pisar. M. Rabia.
Pisar.
Amargo trago. Me toco el sexo
y
Henry Miller me sonríe. Yo me detengo en
cualquier
esquina aturdido de andar reclamando
la
miseria de un beso. Soy un buitre truculento:
“Por
mi culpa, por mi culpa”. Libre estás, vuelas
tan
sin mí. No saber, pendejo, sin infancia, volar
en
ti. Pisar, barquito, que te recorran mis manos
de
pianista ilusionado. Todavía estoy aquí. Besar
tu
delgadez líquida. Serás viento, un bello regalo
de
Mozart. Un perro pide la cuenta. No tiene
colmillos,
¿recuerdas?, colmillos en el sexo. sé que
vendrás.
Detesto el paraíso. Pisar Fuensantas,
aquella
Lesbia, no tengo nada. Gritar. Sacarles los ojos
a
Munch, necesito untar en tus labios marítimos su pus
rencorosa.
Merodearé por los vagones del Metro
preguntando
por el calor de tus piernas que no tengo.
Ayer
Van Gogh me despotricó la desgarradura exacta:
“Es
inútil, la tristeza durará toda la vida”. No tengo
orejas
para darte; una noche estrellada. Necesito cantar.
Me
quedo con los olores, ay, barquito. Pisar. Golpear
las
fichas del silencio. No creo, no soy el amor, ¿recuerdas?
wineruda