CARGAR
MERCURIO CON UNA HORQUETA de RICHARD BRAUTIGAN
Trad: Sebastián Díaz Barriga. Ed Kriller71
CALOR
Hoy hace calor, me temo que mi
lectura será menos agradable, sin embargo ayer llovía y había niebla y me gustó mucho. La lectura depende del estado
de tu mente, un poema mucho más. La lectura se hace subjetiva al extremo, nada
sirve igual de un lado de tu mente, de tu humor, y del otro. La descripción real,
la expresión literal del autor cambia por la emocional del lector. Ambos crean
patrones de lectura que, unidos, recomponen el rompecabezas dual, crean el cuerpo de esa especie de caos. La creación simultanea
de ambas miradas son las que crean belleza o despiertan la audacia o la
reflexión, pero también, pudieran, la tristeza o el rechazo. El mundo es dual, pero en
el caso de la lectura en general, y de la poesía en particular, es, sobretodo, un efecto momentáneo,
es exactamente momentáneo, como oír una canción, como el sonido repentino del
cuco en el bosque, como el romper de una ola, como la mirada escurridiza de un
tímido o de una mirada de deseo que pasará insatisfecha para siempre, que te influye en ese instante, pero la siguiente ola, el siguiente cucú, la siguiente mirada, serán otras, las verás y notarás de otro modo; ni mejor ni peor, otro.
NOS CONOCEMOS. LO INTENTAMOS. NO
SUCEDE NADA, PERO
Nos conocemos, lo intentamos, no
sucede nada, pero
después de eso sentimos vergüenza
siempre que nos vemos. Miramos
hacia otra parte.
VALOR
Un poema, uno cualquiera, este de
aquí arriba por ejemplo, que me habla sobre el pasado, el amor, la incomodidad de lo
que fue y no fue, sobre la realidad que no inventa relatos, un estado donde la
gente habita, el beso que no fue, el
demasiado alcohol que llevó a donde, en cualquier otro momento, no iban a llegar; donde el
verso y la mirada sustituyen a la palabra dicha. Sí, este poema vale como
expresión de realidades cercanas, como tal habrá alguien que lo desprecie como
lugar que ya visitó; porque asomados a la barandilla del abismo creemos que la
realidad nuestra es la universal, como un pequeño universo asomado a tus ojos o tu boca o a tus piernas. El verso es todo lo que ama el poeta en ese momento
de la creación, o lo que odia o lo que admira, por tanto es un universo en sí
mismo, recrear sus paseos por las afueras de su mente es el todo, es el
completo paseo sin escafandra y con el cordón umbilical de la tinta y el papel,
es lo que hace diferente a un expresión local, coloquial, universal, acaso
comúnmente pensada, de un poema: el resquicio de la puerta que crea un mundo, aparatoso o
pequeñito.
POR MIEDO A ESTAR SOLO
Por miedo a estar solo
haces tantas cosas
que jamás harías
MUSICA
Un poema traducido, cualquiera,
pierde el traqueteo de sus vocales, el sonido simple de sus palabras, el ritmo
-a veces claqué, a veces tango o vals o metal- de sus versos; rescatar el sonido del sentido
de las palabras que obtenemos es imposible, como es imposible pasar un río
ancho saltando de piedra en piedra, -chapoteo a chapoteo-, o como es dibujar con la mano el zigzagueo de un relámpago en el instante que sucede. Sin embargo los poemas, traducidos, bombardean,
a mí me bombardean, de ideas, de
capacidad de soñar, en este caso recorriendo un camino paralelo al original:
son los textos, sus imágenes, esas ideas, los que llevan a buscar a Bach o a
Pink Floyd o a Enigma o a Children of Bodom o a… -siempre en idiomas que no
conozco para que no sumen- . Cuando me encuentra su latido, el sonido exacto de
sus letras, entonces, nace otro poema, una ilusión de ritmo y partes a caballo,
trotando por las piedras o por la hierba, un universo en un balancín de niños
que se equilibra o en un tobogán que se desliza al fin del mundo o al fin del
libro. Este libro necesitó, lo hizo, acumuló puentes y almadías para llegar a
Lou Reed, rock and roll animal en bucle, porque debía ser así, el tono de la
voz de Lou era el tono del libro, el deje exigente y sorprendido de su voz era
su tono, el destino parecía ligado entre ellos: estuve allí y miro lo mismo,
canto lo que me cuentas. Lou Brautigan, Richard Reed, rock y versos, Mercurio
animal, versos como un fa sostenido, afilado riff que escribe poemas, un
campamento para versos de Richard y una hoguera que solo come oxígeno y respiro
al acabar el verso.
WALTER
Todas las noches, antes de dormir
Walter tose, como nunca ha dormido
en un cuarto con nadie más, piensa
que todo el mundo tose
Antes
de dormir. Ese es su mundo
PUNTOS DE FUGA
Si miro un cuadro, y si así lo ha querido el pintor, me induce, me apunta a mirar a
algo, disparos al final de la nada, anteojos
para ver la profundidad del espejo con la cara de Velázquez o a la estrella más
lejana de Van Gogh. En este libro sus puntos de fuga me llevan lejos , muy
lejos a un lugar separado por desiertos
y murallas construidas por el paso del tiempo y las caras y los amigos y
de horas y horas de mirar y ver; es un lugar solitario, donde parece asentarse
una figura que mira alrededor y descubre, como cuando al pisar una rama cruje
en la oscuridad, su mundo despejado de gente. El lugar de un anacoreta urbano
en medio de un poblado paso de cebra, que vive solo, solo con su pasado y su
pensamiento, con un cuchillo, un pequeño bisturí, en la mano que abre ventanitas y corsés y puertas del tiempo a su(s) pasado(s)
y lo seca colgado de un alambre en la puerta, como alfombras que pisó o zapatos
o pañuelos o rotuladores que ya no pintan, una fila de recuerdos que rodean la
casa y el paso de cebra en el que todos pasan y nadie ve.
NADIE CONOCE
EL VALOR DE LA EXPERIENCIA
Nadie conoce el valor de la
experiencia
pero es mejor que quedarse de brazos cruzados
me
digo una y otra vez.
RICHARD
Conozco a Richard Brautigan a través de sus novelas, no sé si he leído cuatro o cinco, pero bastantes. Un niño superdotado que cuenta historias de malvados inocentes y de héroes que reinan en un universo que parece cartón o de feria o de universo muy muy pequeñito. Los personajes de los libros que leí son casi siempre solitarios a la fuerza o por convencimiento; donde la ironía, la locura surrealista que no de ido, lo inesperado, lo vagamente irreal y lo fuertemente creativo reinan en sus Novelas. ¿En sus poemas? Las ideas, los patrones que se deslizan de poema en poema, de página en página, no son metáforas, no son imágenes, no son recursos del poeta fundado en el palabra exacta, en el verbo afligido o creativo, no, no son, son poemas en lo que lo une, lo que cuenta, está unido a la idea, a la sensación, al fin común de sus versos a la razón última de sus versos. ¿Cuál?
LA SOMBRA DE
SIETE AÑOS DE MALA SUERTE
Una cara formada con restos de
otras caras
necesita de un espejo hecho de
pedazos
de
otros espejos.
!AH! Y LEONARD COHEN
Se me ha ocurrido, de repente, pensar que Leonard Cohen sería un buen
acompañamiento a los poemas de Richard Brautigan.
Lo he hecho, he leído sus poemas
con la canción “I'm Your Man” en bucle, y me ha sorprendido el tono triste que
rezuman alguna de los poemas de Richard, como esos amigos que siempre ríen y soportan
el peso de la conversación, de los silencios, de la calle, de la madrugada,
hasta que un día descubres en la franca risa de su boca el tizne triste de una
mirada oculta. Yo soy tu hombre, y soy tu verso, y soy el poeta que nace y
vive, y se irá, que hasta te juzga en poemas y en las caricias, soy el poeta que
nadie descubre y que mira. Soy…
CHARCOS DE LODO, ENTRE AMIGOS
A INICIOS DE PRIMAVERA
Así me
Siento
5
de octubre
ESAS
Esas pequeñitas cosas que
convierten una frase, una idea, una conversación en otra cosa: a veces en
belleza, a veces en algo mortal, a veces en algo que no sabías que sentías, esa
sensación de lo que es real es falso, y lo que es falso es real, el que convierte
el amor en pasión y la pasión en odio, todas esas 10.000 cosas son trozos de
espacio que debes pisar y visitar, que debes asomarte a la ventana y oír la conversación
de la pareja de amantes o a los que discuten por el tráfico o del poeta versado
en soledades y miradas afiladas, en versos huidizos que atrapas, como atrapas a
Márquez cuando su coronel ya no puede leer y deja ese olor de
absoluta soledad que no puedes sacarte de la ropa, o como Wenders agarra a Shepard
de las solapas y le exprime el mundo de los moteles y los suburbios y las soledades de París (Texas) a golpe de miradas y de líneas que escapan
hasta el fin de los mundos, hasta el fin de ese mundo. El verso empapa, las
naranjas son amargas y Brautigan usa zapatillas de andar por casa, porque no
hace ruido, pero le veo caminar pasillo arriba pasillo abajo, autopista
adelante allá donde el punto de fuga me lleva a perderme.