EL TIEMPO ES UN CANALLA de JENNIFER
EGAN
A visit from the goon squad 2010
Edt. Minúscula. 407 Pág.
Trdt. Carles Andreu.
Supongamos que existe un gran lago
alimentado por caudalosos manantiales, con la salvedad de que dichos
manantiales puedan estar intercomunicados entre ellos por intrincadas
y, a veces, escondidas ramificaciones que han podido existir o que
existen, o, en el colmo de la premonición, existirán. Dicho lago
sería tan extenso que acaso pudiera abarcar desde Nueva York, hasta
África, pasando por un sometido país de una Sudamérica virtual; en
él existiría una vida compuesta por la suma de las memorias que
traen las avenidas de los manantiales. Supongamos que los principales
traigan entre sus aguas mensajes sobre un tal Bennie Salazar, un
productor musical en la cresta de la ola, que otro traigan mensajes
sobre Sasha su asistente cleptómana, otros sobre sus familias, sus
amores, sobre antiguos amigos, sobre actrices venidas a menos, sobre
publicistas olvidadas... Todos esos mensajes se sumarán
y compondrán una capa que cubrirá toda la superficie del lago,
dándole un color y un olor especial, una sustancia propia que, vista
en perspectiva, creará un paisaje completo, exclusivo y espléndido. Toda la
belleza o la fealdad que trajeron aquellas aguas, todo lo cristalino
o agitado, todo lo potable o lo insalubre, lo que saboreemos o
gocemos, será lo que bebamos del lago en la lata golpeada que usamos
de vaso. Supongamos, entonces, que regurgitemos un libro lleno de
aquellos memorias, mensajes o historias...
Jennifer Egan escribe una novela de
pequeñas historias conectadas por los personajes con conexiones
evidentes o casi evidentes, pero separadas en lo espacial, en lo
temporal y en lo temático. En lo temporal las historias variarán de
el pasado al presente, para repetirlo, de nuevo, otra vez, incluso
se atreverá con un futuro post-apocalíptico; en lo espacial variará
de ciudades y países; en lo temático no habrá un punto único
común, más allá de la conexión con la música de Bennie Salazar y
sus amigos. Pero, todo, se adivinará completo, como una masa de
escayola con la que vas rellenando huecos en la pared, hasta
convertirla, en una espacio liso y completo; veras que cada paletada,
en apariencia inconexa, va cubriéndolo todo y ya estará preparado
para que la identifiques como una pared propia prepara para que la
alises y veas la totalidad de su esplendor.
Pero...¿De qué habla el libro? A mí
me ha producido un efecto melancólico, supongo que, por edad,
reconozco alguno de los ambientes de los que habla -a otro nivel y
en otro lugar por supuesto- he reconocido la música, el olor de los
cigarrillos, los bailes, las épocas, los vestidos, los peinados, los
pensamientos... Y he pensado, como la novela, que los tiempos van
cambiando, que nada se para y que cada momento tiene su reflejo en el
futuro, como lo ha tenido en el pasado, y que sientes como una herida
en tu interior cuando notas el brusco movimiento que han causado los
años, que nada puede detenerlo, y que muchas veces suele ser para
mal, que nada de lo que habíamos previsto se suele cumplir, y que duele volver
la vista y ver que todos aquellos cosas o personas que has querido,
admirado o conocido no son lo que fueron o como pensaste que eran o
iban a ser o, simplemente, han desaparecido. Y es mal consejo revisar desde el
presente lo pasado ya que no ganas, siempre pierdes. Hay un viejo
dicho que dice: “no vuelvas a un sitio donde fuiste feliz”
porque nada se mantiene en su sitio, ni en el espacio ni el tiempo y
cada vez que lo quieres recordar te cae a la cabeza una bolsa de
excrementos o te atizan un sonoro tortazo, para que aprendas a mirar
al frente y para que hagas un ejercicio de olvido y no te reconcoma
el alma esos amigos que has perdido, las cosas que has hecho o no has
hecho, o los lugares que debiste ver o no ver. La solución, como en
el libro, es esperar que el futuro sea mejor, aunque sólo sea un
poco. Y así esperar que la vida dé algunas oportunidades aunque
sean por efecto de una acción remendada o una apuesta alocada o,
acaso, porque han nacido o crecido personas, quizá, mejores que tú
o esperar que la suerte llegue por algún lado y puedas volver a los
sitios que has sido feliz.
wineruda
Me gustó mucho este libro. Como en los mejores libros, uno se encariña con los personajes. La historia habla del paso del tiempo, y si, produce melancolía o algo parecido.
ResponderEliminarMe gustó más que Stone Arabia de Dana Spiotta, un libro en alguna medida parecido.
Saludos.
Hola Darío: a mí también me gustó, los personajes tienen ese algo por el que parecen necesitar ternura. Pero de todos modos lo que más me dejó poso de la lectura es el desasosiego de pensar que ciertamente el tiempo sí es un canalla.
ResponderEliminarun saludo
wineruda
Si, totalmente, el tiempo es un canalla. El pasado se presenta fragmentado y nosotros agarramos los pedazos que nos convienen, y, cuando los traemos al día a día del presente, nos provoca ese desasosiego.
ResponderEliminarOtro elemento efectivo (o efectista) del libro es que está dispuesto en forma de relatos o cuentos (no termina siendo una novela) con lo cual los finales son más impactantes y ahí logran sensibilizarnos.
Por cierto, muy buenas tus reseñas.
Saludos.
gracias Darío
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