FORMAS DE DEVOCIÓN: Historias y
Grabados, de DIANE SCHOEMPERLEN
forms of devotion 1998
Ed: Seix Barral 223Pág.
Trad. Ana María de la Fuente
Tengo muchos libros por leer: 500, 600,
no sé, 700. Todos, creo, buscados y rebuscados, no están comprados
al azar. Puede que me haya equivocado en alguno o en muchos, puede
que algunos sean extraños libros de extrañas -y buenas-
recomendaciones, parcas menciones en largas listas, sensaciones
bruscas en un libro, o página, apartado, pero todos y cada uno de
ellos, no falla uno, son deseados, e incluso , necesitados; esperados
con ganas cuando tardaban en llegar. Este libro de Diane
Schoemperlem. la escritora canadiense; lo recibí hace exactamente
tres días, hoy lo reseño. No, no lo reseño: lo expongo, lo saco a
pasear, lo muestro a la mayoría de los lectores, porque supongo que,
como publicado, habrá sido leído, pero, intuyo, por poca gente. Yo
al menos no lo conocía, hasta que lo vi en una pequeñita cita en
una pequeña lista. Y por eso es que da igual que tenga 1000 libros
por leer, que siempre se busca ese nuevo tipo de letra, el diferente
texto, la novedad de hace dos décadas que ni siquiera paso
desapercibida; es que no pasó, no estuvo delante de ningún
escaparate, no lució, probablemente, delante de ningún foco que por
el 98 sería de alto consumo. No se hablaría de él en las tertulias
de la radio ni se mancharía de café en algún bar mientras era
leído, con avidez, por alguna mujer sin prisa, o por algún hombre
sin silencios. No hay manchas en mi libro, no hay huellas dactilares,
no se han reído con él, pero tampoco han llorado, no lo han tirado
con rabia ni lo han acariciado. Pero...
Cuando miraba por estos lugares de
Internet, únicos posibles para encontrar referencias de este libro,
armado con traductores de idiomas, -porque, evidentemente en español
no había nada que leer- vi que aparecía en una conocida librería
en el aparatado: Autoayuda. No se encendieron las alarmas, es que se
oscureció el cielo, cayó algún pájaro muerto a mis pies -mal
augurio- y el triángulo de las Bermudas se desplazó miles de
kilómetros al este. Pero..
Y si un hambriento cruza enfrente tuyo,
espero que le des de comer, dale,aunque sea, dinero para un
bocadillo; si un sediento, de agua, cruza por tu costado, espero que
le acerques un vaso, si es anciano ayúdalo, también, a sentarse en
una silla; si un pájaro cruza cerca de tu mirada, espero que le
observes hasta que se pierda en el horizonte, lejos; si un viento
acaricia tu cara, si huele a hierba cortada o a lluvia de verano,
espero que esperes a cerrar la puerta hasta que se calme; si alguien
te pide un libro para leer, espero que le des uno que hable del
mundo, que hable sobre como verlo, de como analizarlo, en cómo
desnudarlo para que sepas cómo es, que sepa usar el bisturí entre
sus paralelos y meridianos, sepa desecar su mares para ver y limpiar
el fondo. A mí, si me piden ese libro, le recomendaría este.
Y os preguntareis la razón por la que
esa librería pone este libro entre los de autoayuda. Pues es
sencillo, por que el empleado se lió, miró las primera páginas, las sopesó, y no entendió la férrea y cruda ironía que vierte Diane
Schoemperlen en sus escritos; del casi cinismo a la autoayuda hay un camino tan tan tan largo que el empleado hizo muy mal trabajo, no prestó interes a lo desconocido, lo de siempre... Por cierto, lo siento, aun no lo hecho,
no he dicho de qué van estas páginas, de qué va el libro. Tremenda
reseña esta. Pues el libro va de visiones, de formas de mirar la
vida. La vida se mira según los gustos del observador, por lo tanto
tendrá odios y tendrá admiraciones, tendrá: devociones. Y esas
devociones son, para Diane a secas, mi íntima, ya, amiga Diane; digo
que esas devociones son las palabras, las ideas, las imágenes, los
textos inteligentes, es decir; la literatura. Son once relatos, son
como pedazos de nube pegados al papel con celofán, ¿por qué nubes?
por originales, por ser algo tan etéreo que empieza y acaba en el
libro (llueven y escampan ideas), por diferente, por no encontrar
nada parecido en ningún otro libro que haya leído; no he encontrado
esas versiones, esos trucos de prestidigitador de los temas, esa voz
de ella que se adivina detrás de todas las historias, de todos los
vocablos; con su acierto punzante -de bisturí-, con un mirada
cortante -de estilete-, parece que sus ideas están cortadas, ya, con
cuchillo de mesa, y pinchados con el tenedor, con la que la escritora
nos lleva a la boca, sin necesidad de hacernos el “avióncito”
como a lo niños, unos bocados de literatura -la iba a poner en
mayúsculas pero sonaba, o, mejor, se veía muy manido-. Pedazos de
texto que acumulan palabras de mujer, miradas de mujer, visiones
desde lo alto del mundo, desde el cenit de la vida, o desde lo
profundo de un pozo; en las que se distinguen pasiones, amores,
recuerdos, sensaciones, ideas, partes del todo que se desgajaron de
un pangea femenino que mira el mundo desde la libertad, la ironía,
la franqueza, el desacuerdo con las cosas que nos ven llegar, desde
la caída desencantada de que el mundo no es lo que pensaste que iba
a ser; ni el amor, ni todo este maldito universo de pacotilla, ni la
religión, ni los hombres, ni, siquiera, las mujeres. Ya sabes,
además, todos los sabemos, o deberíamos hacerlo, que casi siempre
se pierde el futuro en los atajos y los caminos sin salida en los que
nos empujan los años mientras crecemos. Pero...
Pero no crean que es algo tan sesudo o
analítico, o triste o desencantado, bueno desencantado sí, pero
tampoco es deprimente, no se preocupen; al contrario: es irónico,
tramposo, sincero, demostrativo, limpio, cerradamente cruel a veces,
abiertamente burlón, otras; incluso cínico alguna que otra vez.
Todas sus historias tienen partículas de todo eso, y de más cosas
que no debo decir; todas son, bella y certeramente, apuntadas a la
diana: en ellas aparecen y nos hablan -casi siempre mujeres mostrando sus mundos y sus pensamientos- desde gentes creyentes que mueven los hilos del
mundo hasta la extenuación -propia y ajena-; o las formas con las
que se pueden decorar las habitaciones -y nombrarlas y vivirlas y
dejarlas-; o las de un hombre que no puede vencer al mundo,- ni con
su pareja; o la solitaria mujer excéntrica que hace su paseo por la
ciudad mientras roban en su casa y en su mente y en sus recuerdos; o
la de las mujeres que lo dejan todo, sus saberes y sus poderes, por
la familia y el hombre; o habla de cómo escribir una novela de amor
.¿o cómo no hacerlo? No sé, adivinadlo-; o como mirar con
perspectiva el mundo, tu mundo, tus dibujos, tus lugares o tus
acciones ¿o cómo no hacerlo?; o como los problemas de trenes de
nuestra infancia, nos llevan de un punto A hacia uno B, y nos llevan
consigo, y los lugares tienen vida, ¿sabemos todo de todo?¿queremos
saberlo?; o mira al hombre centímetro a centímetro para saber de
sus ventajas e inconvenientes, de sus fuertes y sus debilidades, de
sus nadas y sus todos; o los cuentos de hadas, que no son lo que
eran, en estos tiempos; y acaba con un diccionario para conocer, no
el mundo, sino los mundos... Cosa diferente.
Todas esas habilidades del libro, así
sin perspectiva, así en blanco y negro, así en descarnado y tierno
a la vez; no parecen ser motivos extraordinarios de lectura. Es
posible, quizá, como siempre, que no tenga día inteligente y, como
diría algún cantante cubano, no sé ir más allá; pero, sí diré
que, la construcción del libro, las bases y las paredes, las ideas y
los dibujos -que frecuentan por todo el libro adornándolo y dándole
belleza-, todas las frases, el estilo, la manera de ver al
literatura, son fruto de una lección de amor por ella -como
besarla, abrazarla, acariciarla, pero también pincharla, abrasarla a
palabras como bucles o bucles como palabras, o a verdades como
templos aún no derribados-. Todas las visiones, los temas, lo
mirado, lo analizado, son certeras vivisecciones de las cosas
de la vida, del amor, de las relaciones, de la vida solitaria, del
matrimonio, de la amistad, de la tontería de vivir, de la
inteligencia de sobrevivir; son operaciones a corazón abierto de una
mujer, protagonista intima en casi todos los casos, en las que
descubre su cerebro , capa a capa, sus neuronas lascivas y recatadas,
amables y duras, tiernas y correosas, se ve el mundo desde lo
profundo de la montaña desde donde no se olvida nada.
Wineruda