SEÑORES Y SIRVIENTES de PIERRE MICHON
“vie de joseph roulin (1988)”, “Maitres et serviteurs (1990)””
Le roi du bois (1996¨”
Anagrama 199Pág
Trad. María Teresa Gallego Urrutia.
Se puede ser el que está bajo el foco, la estrella, el
héroe, el dueño de todo, el famoso; se puede dominar la vida o la historia iluminado
por la luz del proscenio o por los focos desde el cielo; se puede ser el que es
citado en los libros de historia o de arte o de música, incluso ser pie de
página siempre; podríamos admirar su nacimiento, sus actos, su vida, sus casa,
sus obscenidades , incluso su muerte; podríamos querer ser ellos y tener su don
o su suerte; pero siempre, hay otro, una imagen al margen de ellos, de esos; que no está debajo del foco, ni pisa el
proscenio, ni se hablará nunca de él en ningún lado, bajo ninguna excusa; no lo
admiraremos ni amaremos; quizá sea el que sujete el foco que ilumina a nuestros
héroes; podrá ser, quizá, el que mira desde la penumbra. Él será el que los
conoce, los soporta, los cuida o los revive; él conoce el lado que no conocemos
de ellos, el de sus bajezas o pobrezas, o, simplemente, la dureza de su
trabajo, o el desprecio por el mundo o desde el mundo; él sabrá que su muerte
no fue admirable, y que sus pasos nunca son quedos por la noche, ni alegres sus
borracheras, no nos contará sobre las noches en vela o los trabajos de sol a
sol para ser algo que no nos creemos. Este es el trabajo de Pierre Michon,
saber e de esto últimos, de las líneas paralelas de la vida de cinco pintores:
Goya, Watteau, Van Gogh, Piero della Francesca y Claudio de Lorena, - quizá
mejor decir que Michon se aventura a
crear una recreación real o irreal de sus vidas-.
Sí, es así. Desde un lado de la escena, desde el lado del
que mira el cuadro, Michon nos habla de una hipótesis, a veces; o una recreación,
otras; una posibilidad manifiesta o un hecho que nunca pasó en la vida de
aquellos pintores. Michon recoge hechos reales del pintor, acaso anécdotas,
acaso pequeños detalles y los recrea como un punto de partida para desarrollar un
cuento, -o casi un poema-, desde un centro, desde una idea, y lo hace como se haría
una sinfonía que empezaría en una escala concreta que luego se desarrollaría en
diferentes modos y se repetiría en diferentes tonos. De esa forma Michon parte
de un hecho mínimo: de la cara de un cartero que pinta van Gogh; de las miradas
de la gente, compasivas o de desprecio, que se posan en un Goya que busca
reconocimiento y trabajo en la corte; el de un cura que acepta ser pintado por
Watteau, o la pobreza de un antiguo discípulo de Della Francesca; o la mirada
de un joven pastor que conoce, o donde se reconoce, a Claudio de Lorena. Todos
los textos crean un estado de impaciencia por cruzar el camino entre el texto
leído y la necesidad de ver imágenes, fotos, de los cuadros –existentes o no-
de quienes habla; crean la necesidad de comparar historias ciertas con la
fascinación de lo ficticio, de poder reconocer el juego de la creación, de la
tormenta de palabras que empapa dentro de un texto que alude a momentos
concretos -a situaciones que pasaron-.Como la muerte de Watteau de tuberculosis
es recreada por un texto poético casi teatral, donde la belleza de la imagen
del paisaje que lo rodea-en este caso literario que no pictórico- contrasta con
la decadencia mortal de sus gestos y su aliento. O como Van Gogh se recrea
entre amigos, entre sus compañeros lejanos de los libros de biográficos, pero
sí que miran al pintor a la cara, miran,
y ven, a sus pasos difíciles por la vida. o como Michon elige crear una especie de
pequeño cuadro, otra vez literario, que recrea los suburbios de la vida de
Della Francesca, los caminos que lo llevan por detrás de su vida, su casa, para
mostrar a su discípulo Lorentino, recorrer la vida que el maestro no previó para
él ni para su mujer Diosa. O como hace con el dibujo metafórico de la vida de Claudio
de Lorena, donde recrea su mundo desde
fuera, solo aparece su cara como en primer plano, pegada a las hojas, como como
en una cámara que mira a los ojos, -Michon consigue acerca la vida de los
pintores, con apenas un retazo, con un dibujo, con una decisión literaria un
recuerdo a Diosa , la mujer de Lorentino , discípulo de Della Francesca, sirve
para dibujarse a él mismo y a Lorentino..solo una pregunta, un exceso literario poco usado…-. Y
Goya… la recreación del mundo de Goya, casi emparentado a sus figuras
grotescas, con su figura casi de figurante de sus cuadros más que su
protagonista, un hombre que quiere ascender como sea, y que se pega a los
hombres con poder, se casa con sus hija, se posa en sus sillones, se sienta con
sus prostitutas, y llega a donde quiere, sino fuera por la vida que le tocó.
La recreación de sus imágenes, pasa por sus écfrasis que describen y recrean cuadros hasta la interpretación minúscula, hasta el recorrido por sus
pinceladas, pero también pasa por crear la opción de saber la razón de la pintura, la recreación,
o mejor la interpretación de la necesidad de pintar, de la razón última de
todos estos pintores por buscar la pincelada, la expresión, el color, la luz:
Saber de sus derrotas y sus vicios a través de sus pinturas, saber que no son
los santos ni los demonios, al menos en estos relatos cortos, estos
pedazos de lienzos pegados en los
papeles, Esta exposición de un cuadros y muchas vías en letras y papel casi amarillo. La poesía de sus textos, la impronta
poética que exudan sus páginas recrea la belleza de las imágenes que no
aparecen: una pincela da una metáfora, un color un verbo, una luz una comparación, una imagen, sí es una imagen...
casi onírica