Si amaneciera como antes, cruzando la puerta de un bar al
alba, en el mismo momento en el que las estrellas van desapareciendo y alumbra
el sol, mínimamente, como con timidez,
con cierta sorna con respecto a nosotros y a nuestros pasos, vacilantes. La
música que dejamos atrás es , por ejemplo, mi amado disco “Live in Pompeii” de
Pink Floyd, acaso fueran esas ruinas y aquella música y ese amanecer los mejores lugares para encontrarse humanos y estrellas, cielo y
tierra, universo y carne, lo palpable y lo infinito; de tal forma que el alba y
la música, y acaso la felicidad del alcohol o acaso del olvido, son lo que nos
impone para mirar el mundo de otra forma, como removiendo la marmita de las
brujas y los sabios, que miran el cielo, las estrellas, los planetas y el vacío
lleno de nada o de todo, depende cómo lo quieras mirar. Este libro viaja a las estrellas, a los planetas que rondan las calles, de madrugada o al alba, silenciosos para el mundo, rugiendo a tu oído.
¿Quién entiende el mundo y cuándo hará
Él que éste tenga sentido?¿O Ella?
Quizás haya un par de ellos y se sienten
a observar la crema deshaciéndose en su café.
Como la bomba atómica, se parece a eso, dice uno
mientras coloca un enjambre de coordenadas
sobre una cuadrícula gigante. Intercambian sonrisas.
Es tan sencillo que lo habrán terminado para el almuerzo.
Tendrán toda la tarde para nombrar
los espacios entre los espacio, esos que sus ojos
han sido enterrados para distinguir. Nada
se les escapa. Y cuando la nada que es
algo se arrastra hacia ellos, queriendo
ser sentida, la sienten. Entonces anotan
ecuación tras ecuación, sonriéndose mutuamente,
los labios fuertemente sellados.
Tracy K. Smith, mira el cielo para descubrirse a ella misma,
no a los planetas, no a las estrellas, no al vacío de Dios o de Ángeles de
metal, que miraba su padre desde su telescopio, ella, a su manera, mira al mundo , con la herida de las perdidas,
de su padre, de la fe , de la duda de vivir o de ser, de la duda de verse a
ella misma en el pasado y en el futuro. Sus versos evocando el espacio, el
universo, buscan saciar sus ganas de explicarse el mundo, de resolver sus
dudas, maquinan un espacio donde Dios y la nada basculan entre mirarse a través
de un telescopio y de encontrase mirando la nada.
Cuando mi padre trabajaba en el Telescopio Hubble, dijo
que trabajaban como cirujanos: desinfectados y empapelados
de verde, un frío aséptico y luz blanca en la sala.
Leía a Larry Nieven en casa, bebía whisky escocés con hielo,
sus ojos exhaustos y enrojecidos. Eran los años de Reagan,
cuando vivíamos con el dedo sobre El Botón y nos
esforzábamos
por ver a nuestros enemigos como a niños. Mi padre pasó
temporadas enteras
postrado ante el ojo del oráculo, hambriento de hallazgos.
Su rostro se iluminaba cada vez que alguien le preguntaba, y
levantaba los brazos
como si florara, confortablemente en la interminable
noche del espacio. En el patio atábamos a los globos
mensajes
de paz. El príncipe Carlos se casó con Lady Di. Murió Rock
Hudson.
Aprendimos nuevos nombres para las cosas. Cambiamos de
década.
Las primeras imágenes llegaron borrosas y me sentí
avergonzada
de todos aquellos alegres ingenieros, mi padre y su tribu.
La segunda vez
las lentes acertaron. Vimos hasta el confín de todo lo que
allí había.
Tan brutal y tan vivo, que parecía abrazarnos.
La evocación al espacio siempre parece mirar el futuro, pero en Tracy K. Smith; se vuelve al pasado, solo son futuro las dudas, la nada que reinventa cada espacio, para luego revolverse y dejar un “quizá” en la boca, en la mente, pero con una sensación de esperanza vana, de desnudo vacío de recuerdo intenso que desboca la fe y los espacios. Tracy duda del mundo, de este mundo , de esta religión, de las creencias, quiere no estar y no está, está y no quiere estar. ser y no ser, eterna evidencia
El museo de la obsolescencia
Cuánto lo codiciábamos entonces. Tanto
que nos habría salvado, pero vivió,
en cambio, su propio momento, regresando
a la inutilidad con la muda aprobación
de una nueva piel. Nos mira al mirarlo:
nuestros ojos cansados, nuestra temperatura, corazones
de relojería tras nuestras camisas. Estamos aquí
para reírnos de las baratijas, de las ingenuas herramientas,
de esas réplicas de réplicas apiladas como ladrillos.
Hay billetes verdes y bidones de aceite.
Tarros de miel robados de alguna tumba. Libros
sobre guerras, mapas de estrellas muertas.
En el ala sur hay una pequeña habitación
donde se exhibe a un hombre vivo. Pregunta,
y te describirá antiguas religiones. Si
te ríes, se echará las manos a la cabeza
y suspirará. Cuando muera, lo reemplazarán
por un vídeo en bucle ad infinitum.
Habrá exposiciones itinerantes. “Amor”
estuvo una temporada, seguida de “Enfermedad”,
Conceptos difíciles de entender. Lo último que ves
(Tras un espejo -¿Un chiste de alguien?-)
Es una imagen del viejo planeta tomada desde el espacio.
Fuera, hay quien vende camisetas de los Hawks a tres por
ocho.
EL libro descubre versos , los acerca como un microscopio o
un telescopio, mirar lejos o mirase las entrañas, da igual todo es lo mismo, todo
es vida y tierra, todo son huellas de pasos en la nieve o en el cemento. Los
versos desnudan la mente de la poeta, desde su intenso recuerdo de su padre, de
su muerte, de su falta, de sus recuerdos, de sus olores, desde el propio estar en el mundo al vuelo infinito por
las estrellas, acaso. Pero , también habla desde su Pompeya llena de espacio
vacíos en el magma de la vida, almas que parecen descubrirse cuando se despejan
las calles llenas de sus Vesubios particulares, en ella , vidas, odios, muertes,
siempre compasión, siempre latidos cruzados, siempre saber que alguien ha
cruzado esta tierra, que la ha pisado, sean familias propias o gente que no llegó
o niños que se quedaron en los primeros pasos, o amores que siguen o amores que
fueron, vida, tierra, olores, espacio, tiempos vientos ,alas , sembrar para
amar, sembrar para irse, siempre queda algo, algo en la tierra, como un
meteorito inverso que nace en la tierra para incrustarse eternamente en el todo
del universo, donde nada se destruye, solo palpita, en este caso en las páginas
de un libro, libre, intenso, huellas de tierra y lignito, de hierro y poemas.
La vida siempre discurre entre dudas, siempre aporrea la mente cuando sabes que
cuando , quizá cruces, esa alba la puerta de un bar que entras de noche, ya
estará amaneciendo y el alba trae nuevas cosas, malas o buenas, solo que tú no
la diriges, solo las ves, las amas o las soportas, las sufres o las elevas.
La tierra bajo nosotros. La tierra
alrededor y encima. La tierra
empujando hacia arriba contra nuestras casas,
cómplice de la gravedad. La tierra
sin edad, viéndonos erguirnos y acurrucarnos.
Nuestras espadas, nuestros bueyes, las líneas dentadas
que surcamos en la tierra. La tierra
sesgada y dividida en territorios
saboteada y llena de hoyos. Taponada con fuerza.
Trampeada. La tierra se marca con minas,
paciente, esperando su momento. La tierra
flotando en la oscuridad, suspendida en el giro.
La tierra a toda velocidad alrededor del sol.
La tierra a la que nos subimos con incredulidad.
La tierra que saqueamos como ladrones.
La tierra cubierta de lodo en el vientre
de un pueblo sin comida. Enterrándonos.
La tierra que se desprende de nuestros zapatos.
En mi universo de Pink Floyd, en este momento que escucho elevarse las notas como si fuera una explosión, el libro …. el libro tiene un hermoso poema dedicado , no sé si dedicado o en alabanza , a David Bowie, un hermoso poema a Starman, al que descubre entre la vida y la muerte. Y está tan vivo… , tan exactamente limpio…, porque existe en las mismas notas que el éter hace llegar a tu oídos por lo tanto a tu ser... a tu vida… Bowie vivo, porque así lo recuerdas, vivo porque lo que se palpa, existe, y lo que se ama se palpa aun a tientas aun a ciegas aun sin estrechar la piel; existe porque es. Todo el libro hace que el mundo exista porque es, en ese monte es, padre, Bowie, ella niña, amigas, tierras, niños, vidas antes olvidadas, muerte, cielo, dioses acaso que son y no son, dudas, amagos ciertos eternos..
¿No te preguntas, a veces?
1.
De noche, las estrellas brillan como el hielo, y la distancia que abarcan
Esconde algo elemental. No a Dios, exactamente. Más bien a alguien
De caderas delgadas y brillante con la esencia de Bowie — un Starman
O un as cósmico planeando, balanceándose, sufriendo para que podamos ver.
¿Y qué haríamos, tú y yo, si pudiéramos saber con seguridad
´
Que alguien estaba ahí viendo de reojo a través del polvo,
Diciendo que nada está perdido, que todo vive en la espera sólo
Para ser querido de nuevo con suficiente intensidad ? ¿Irías entonces,
Incluso por unas cuantas noches, a esa otra vida donde tú
Y el primer amor que ella tuvo estuvieron ciegos al futuro, y felices?
´
¿Debería ponerme mi abrigo y regresar a la cocina donde mi
Madre y mi padre se sientan a esperar y calentar la cena en la estufa?
Bowie nunca morirá. Nada vendrá por él mientras duerme
Ni nada se cargará por sus venas. Y nunca se volverá viejo,
Al igual que la mujer que perdiste, aquella que siempre tendrá el cabello oscuro
´
Y la cara ruborizada, corriendo hacia una pantalla electrónica
Que marca los minutos, las millas que faltan por correr. Al igual que la vida
En la que siempre soy una niña que mira por la ventana el cielo nocturno
Pensando que un día tocaré el mundo con las manos desnudas
Incluso si éste quema.
´
2.
Él no deja rastro. Pasa inadvertido, veloz como un gato. Eso es Bowie
Para ti: el Papa del Pop, modesto como Cristo. Como una obra de teatro
Dentro de una obra de teatro, él es una marca registrada dos veces. Las horas
´
Caen como el agua de un aire acondicionado. Lo transpiramos,
Enseñándonos a esperar. En silencio, con pereza, el colapso ocurre.
Pero no para Bowie. Él ladea su cabeza, sonríe con esa malvada sonrisa.
´
El tiempo nunca se detiene, ¿pero termina? ¿Y cuántas vidas suceden
Antes del despegue, antes de que nos busquemos a nosotros mismos
Más allá de nosotros mismos, todo glamoroso-resplandeciente, todo brillante y dorado?
´
El futuro no es lo que solía ser. Incluso Bowie tiene sed
De algo bueno y frío. Los jets parpadean en el cielo
Como almas migratorias.
´
3.
Bowie está entre nosotros. Justo aquí
En New York City. Lleva una gorra de beisbol
Y unos jeans caros. Sumergiéndose en
Una tienda delicatessen. Exhibiendo todos esos dientes
Al portero en su camino de regreso.
O está tomando un taxi en Lafayette
Mientras el cielo se nubla en el crepúsculo.
Él no tiene ninguna prisa. No siente
De la forma que piensas que siente.
No presume ni alardea. Hace bromas.
´
He vivido aquí todos estos años
Y nunca lo he visto. Es como no distinguir
Un cometa de una estrella fugaz.
Pero apuesto que arde brillante,
Arrastrando una cola de ardiente materia blanca,
Igual que cuando uno de nosotros deja un rastro de papel higiénico
Cuando regresa del sanitario. Él obtiene
El mundo entero bajo su pie,
Y somos pequeños a su lado,
Aunque hay ocasiones
´
En las que un hombre de su tamaño puede encontrarse
Con tus ojos sólo por un instante
Y mandar un pensamiento como BRILLA
BRILLA BRILLA BRILLA BRILLA
Directo a tu mente. Bowie,
Quiero creerte. Quiero sentir
Tu voluntad como el viento antes de la lluvia.
Ese tipo de voluntad que cualquier persona simplemente obedece,
Arrasado por ese baile hipnótico
Como si algo con el poder suficiente
Hubiera mirado en su dirección y dicho:
Sigue adelante
No existen metáforas
en este libro. al menos metáforas en los versos, acaso todo es una gran metáfora
para quien lo lee, quien lo absorbe para
cambiarlo, para ser libro de versos que
cuenta cosas. Podría ser como de una prosa azul cielo, o acaso sean versos
verde metálico, o negros como el cielo
por la noche, sembrado de puntitos blancos que crean una sensación de belleza,
como un contrapunto de vida y tierra o lápiz y añil, como el olor de los obradores de pan en verano o de las
tostadoras de café cuando llueve, el libro hace un recorrido por el mundo, el
mundo de Tracy y el mío ,o supongo, el tuyo, Todos los versos nacen para
ser devorados por los lectores, asumiendo
venenos y viandas que nutren para que nos alcancen. Poesía para mascar, para deslizar el dedo por sus versos mientras lo lees y te lleva, ligero, casi flotando hacía ese lugar donde la belleza y lo real, lo que importa, lo que te dice algo, no la vana sucesión de imágenes hasta el infinito rosa.
El bar cierra a mis espaldas, Pink Floyd hace esta música
celeste que parece salida desde las estrellas, esa evocación alucinada de psicodelia,
donde los silencios son parte de la música, y la música de los silencios, como
los versos son parte de los silencios, de lo olvidado que recordamos, y lo que
recordamos y sus silencios son parte de estos versos.