LOS HERMOSOS AÑOS DEL CASTIGO de FLEUR
JAEGGY
I BEATI ANNI DEL CASTIGO 1989
Edtr. Tusquets 118 Pág.
Trdt. Juana Bignozzi
Nada puede hacer olvidar los años
vividos lejos de la familia en el espacio cerrado, solitario y
opresivo de un colegio para señoritas en un pequeño pueblo de Suiza
o de otros que pasaron por el camino; nada arranca más vida de los
corazones que una necesidad de cambio, cercano a veces a lo
destructivo, para buscar un lugar diferente, de un cariño olvidado,
de una personalidad propia; nada oculta más los sentimientos que la
manifiesta intención de ser diferente, de buscar lo distinto, que
no lo opuesto, porque simplemente no sabes qué es lo opuesto. Esa
búsqueda de sí misma aparece en las páginas de la novela, con la
desenvoltura que da la narración en primera persona, mirada desde el
futuro, rasgando el pasado para mostrar las entrañas de lo que pasó,
no ya de los hechos puros y demostrables, sino de la sensación misma
que se asoma desde los ojos, desde las palabras, desde los pensamientos de una
adolescente , apenas una niña, que recorre los días de su encierro
buscando la pericia necesaria para ser adulta siendo una niña,
correteando en la frontera en la que por una lado muere la niñez y
por otro lado nace esa fase adulta que primero se quiere y luego
lastima.
Y si de la imposición, en la
distancia, de un tipo de vida por parte de una madre casi olvidada y
si de la existencia plana y lúgubre de un padre anodino surge la
necesidad de rebelarse, de ser distinta, de no ser como todas las
compañeras de las cuales,tras el paso de los años, has olvidado su
nombre -esa fue su importancia- es porque la arrogancia despreocupada
de la juventud necesita aparentar que posee la independencia que
luego tendrá en la edad adulta, practicar los patrones de
comportamiento en una vida que no quiere que sea como es ahora, y los
ensayos deben ser rigurosos y verdaderos hasta encontrar el
desfiladero por donde escapar de rutinas, voces, profesores,
directoras, compañeras de colegio o de reglas impuestas
La protagonista, la narradora,
descubrirá un lugar diferente en los ojos, en el cuerpo, en la
personalidad de una compañera, en Frédérique. Surgirá de esa
relación una mezcla de admiración y sumisión que alarga su camino
hasta encontrar un sentimiento de amistad que nunca puede ser sexual
o erótica -como auguran algunas guías-, porque no es apenas más
que una sensación de acercamiento y arrobo llegado de la necesidad
de una amistad diferente, de encontrar una mente discrepante con las
reglas habituales de sus compañeras de colegio, no en el
comportamiento sino en la libertad mental, en la profundidad de sus
actos lejanos a lo usual y a lo cotidiano en los pasillos del
colegio; encontrar una mente atormentada para un lugar en las que
no debutan las apariencias.
Y nada podrá encontrar más adecuado a
la mente de la narradora que contar como, en un momento dado, se
adecuó a los momentos que estaba viviendo, contradiciendo su propia
necesidad o su mismo pensamiento, buscó en lugares que en otro
momento no había decidido pisar, pero que al final lo hizo, por
propia comodidad o por simple inercia. Y las consecuencias las pagó
perdiendo su parte de individualidad, su pedazo de cielo entre los
diferentes, aquella amistad diferente; pero de esa experiencia, de la
rotura de lazos, de la caída en los oscuros brazos de la
conveniencia, apareció el legado, no sé si querido o surgido de la
nada, del placer de encontrar un regalo en lo negativo, en el dolor,
en la desaparición de lo respetado.
“Los hermosos años del castigo” es
un lectura que lleva placer a los sentidos, ocurre entre lugares que
me invento oscuros, entre paredes húmedas y cielos nublados; pisando
laderas verdes y colegios olvidados, serpenteando entre pasillos
abarrotado de gritos y artimañas de colegialas menudas. Es una obra
en las que se abren las lejanas mentes de los años olvidados,
aquellos en los que de niño creabas fantasmas de las sombras y
enemigos en las pizarras, Y que descubre la mente de una muchacha
abandonada a su suerte entre una muchedumbre de niñas, ancianas,
amigas y enemigas de las que descubre que el paso del tiempo sólo
ha permitido olvidar sus caras y dejar sus voces.
wineruda