miércoles, mayo 06, 2015

LOS HERMOSOS AÑOS DEL CASTIGO de FLEUR JAEGGY













LOS HERMOSOS AÑOS DEL CASTIGO de FLEUR JAEGGY
I BEATI ANNI DEL CASTIGO 1989
Edtr. Tusquets 118 Pág.
Trdt. Juana Bignozzi



Nada puede hacer olvidar los años vividos lejos de la familia en el espacio cerrado, solitario y opresivo de un colegio para señoritas en un pequeño pueblo de Suiza o de otros que pasaron por el camino; nada arranca más vida de los corazones que una necesidad de cambio, cercano a veces a lo destructivo, para buscar un lugar diferente, de un cariño olvidado, de una personalidad propia; nada oculta más los sentimientos que la manifiesta intención de ser diferente, de buscar lo distinto, que no lo opuesto, porque simplemente no sabes qué es lo opuesto. Esa búsqueda de sí misma aparece en las páginas de la novela, con la desenvoltura que da la narración en primera persona, mirada desde el futuro, rasgando el pasado para mostrar las entrañas de lo que pasó, no ya de los hechos puros y demostrables, sino de la sensación misma que se asoma desde los ojos, desde las palabras, desde los pensamientos de una adolescente , apenas una niña, que recorre los días de su encierro buscando la pericia necesaria para ser adulta siendo una niña, correteando en la frontera en la que por una lado muere la niñez y por otro lado nace esa fase adulta que primero se quiere y luego lastima.

Y si de la imposición, en la distancia, de un tipo de vida por parte de una madre casi olvidada y si de la existencia plana y lúgubre de un padre anodino surge la necesidad de rebelarse, de ser distinta, de no ser como todas las compañeras de las cuales,tras el paso de los años, has olvidado su nombre -esa fue su importancia- es porque la arrogancia despreocupada de la juventud necesita aparentar que posee la independencia que luego tendrá en la edad adulta, practicar los patrones de comportamiento en una vida que no quiere que sea como es ahora, y los ensayos deben ser rigurosos y verdaderos hasta encontrar el desfiladero por donde escapar de rutinas, voces, profesores, directoras, compañeras de colegio o de reglas impuestas


La protagonista, la narradora, descubrirá un lugar diferente en los ojos, en el cuerpo, en la personalidad de una compañera, en Frédérique. Surgirá de esa relación una mezcla de admiración y sumisión que alarga su camino hasta encontrar un sentimiento de amistad que nunca puede ser sexual o erótica -como auguran algunas guías-, porque no es apenas más que una sensación de acercamiento y arrobo llegado de la necesidad de una amistad diferente, de encontrar una mente discrepante con las reglas habituales de sus compañeras de colegio, no en el comportamiento sino en la libertad mental, en la profundidad de sus actos lejanos a lo usual y a lo cotidiano en los pasillos del colegio; encontrar una mente atormentada para un lugar en las que no debutan las apariencias.

Y nada podrá encontrar más adecuado a la mente de la narradora que contar como, en un momento dado, se adecuó a los momentos que estaba viviendo, contradiciendo su propia necesidad o su mismo pensamiento, buscó en lugares que en otro momento no había decidido pisar, pero que al final lo hizo, por propia comodidad o por simple inercia. Y las consecuencias las pagó perdiendo su parte de individualidad, su pedazo de cielo entre los diferentes, aquella amistad diferente; pero de esa experiencia, de la rotura de lazos, de la caída en los oscuros brazos de la conveniencia, apareció el legado, no sé si querido o surgido de la nada, del placer de encontrar un regalo en lo negativo, en el dolor, en la desaparición de lo respetado.


“Los hermosos años del castigo” es un lectura que lleva placer a los sentidos, ocurre entre lugares que me invento oscuros, entre paredes húmedas y cielos nublados; pisando laderas verdes y colegios olvidados, serpenteando entre pasillos abarrotado de gritos y artimañas de colegialas menudas. Es una obra en las que se abren las lejanas mentes de los años olvidados, aquellos en los que de niño creabas fantasmas de las sombras y enemigos en las pizarras, Y que descubre la mente de una muchacha abandonada a su suerte entre una muchedumbre de niñas, ancianas, amigas y enemigas de las que descubre que el paso del tiempo sólo ha permitido olvidar sus caras y dejar sus voces.



wineruda

martes, mayo 05, 2015

EL SUR de COLM TÓIBÍN



















EL SUR de COLM TÓIBÍN
the south 1990
Edtr. Emece 190 Pág.
Trdct. José Manuel Álvarez Flórez


Este libro cuenta la historia de Katherine Proctor, una irlandesa protestante de origen inglés, que abandona a su marido y a su hijo para buscar otra vida en la Barcelona de los años 50 durante la dictadura de Franco, allí conocerá a Miguel, un pintor que luchó con los anarquistas durante la guerra civil, él será su compañero y amante; conocerá también a Michael Graves, un irlandés católico huido de su tierra. En Cataluña encontrará otra forma de vivir, aprenderá a pintar y a ver el mundo de otra forma, será como descubrir un nuevo mundo lejos de la oscuridad, humedad , la incomunicación y el encierro de Irlanda y de su propio matrimonio.

El libro combina parte de narraciones en tercera persona con los diarios o cartas en primera persona -por supuesto- de Katherine, en éstos es donde Tóibín mostrará toda la personalidad de ella, todos los sentimientos ocultos que le cuesta mostrar en sociedad, todas las contradicciones de su vida y la libertad absoluta de su planteamiento de vida, la diferentes sensaciones y las dos maneras de comprender a sus dos amigos, Michael y Miguel. En las páginas del libro también aparecerán apenas susurradas, casi ocultas-para el que no pretenda verlas- tras las acciones y pensamientos directos de Katherine las razones veladas de sus formas de comportarse, la casi laxitud de su comportamiento real con las profundas razones de ser como es y los motivos en los que se apoyan todos sus actos.

La pintura y la guerra civil y el enfrentamiento entre católicos y protestantes en Irlanda, serán los tres centros importantes del transcurrir de la vida de los personajes en el libro: la pintura descrita con absoluta belleza y conocimiento, donde describe una inmensa gama de colores, situaciones, ambientes o paisajes; pinceladas que aparecerán de forma minuciosa y visible en los ojos a través, incluso, de las palabras. La guerra civil será, por su cercanía temporal y por los personajes que rodean la historia, parte primordial e inevitable del transcurrir de la vida en Cataluña. La cuestión irlandesa parecerá como trasfondo obsesivo de su vida en Irlanda, tanto en el pasado como en el presente, incluso en su influencia en su matrimonio y en la vida de su familia, será algo que le consumirá a Katherine toda su vida.

Tenía miedo en este libro de que conociendo, más o menos, las ciudades que describe y el ambiente que transcurre la novela -España tras la guerra civil- y habiendo sido escrito por un escritor extranjero, éste pudiera caer en un cierto grado de “folclorismo” habitual en ciertas novelas ampliamente conocidas, pero no, la narración discurre sin que peque de ello. Tóibín parece conocer de lo que habla y por qué lo cuenta. El transcurrir es fluido y supongo que más que correcto desde el conocimiento que yo tengo de Cataluña y de aquellas épocas.


Cuando lees un libro en los que las situaciones transcurren de forma más o menos normal, que pudiera parecerle a alguien que es una historia, floja, de ficción, es decir que no parece acontecer nada diferente; que no hay nada, o casi nada, que destaque por su relevancia: no hay grandes héroes, no hay grandes situaciones, no explota el mundo; puedes llegar a pensar que el libro no es notable, que, incluso, es anodino, que las situaciones son planas y no hay un ascenso a grandes cumbres ni descensos a hermosos infiernos. Cuando ocurre eso sólo debes pararte a pensar que debajo, entre o a través de, en este caso, los personajes se descubre el verdadero mundo; el universo profundo que surge por entre cada página. Descubriras la soberbia concepción de sus diferentes mentalidades,aparecerá la disección, a través de lo que dicen, hacen o piensan, de sus cerebros, y, por ello, surgirá  la razón de sus actitudes, aciertos, errores, incluso de sus comportamientos erráticos o ilógicos. Basta pensar en una palabra para que se dibuje el origen de ello en la mente de Katherine, Miguel o Michael, nada parece escapar de la encerrona en las que el autor ha montado a sus personajes, no dejándoles más camino que mostrarse como son;  por medio de cómo actúan, cómo miran, cómo reaccionan, incluso se mostrarán  en el comportamiento odioso, desolador o lamentable con las que en en algunos momentos actúan. Por lo tanto nadie debería quedarse en la superficie del libro, en una lectura somera o frívola de un libro, al menos no en éste.



Wineruda

lunes, mayo 04, 2015

EL TIEMPO ES UN CANALLA de JENNIFER EGAN















EL TIEMPO ES UN CANALLA de JENNIFER EGAN
A visit from the goon squad 2010
Edt. Minúscula. 407 Pág.
Trdt. Carles Andreu.





Supongamos que existe un gran lago alimentado por caudalosos manantiales, con la salvedad de que dichos manantiales puedan estar intercomunicados entre ellos por intrincadas y, a veces, escondidas ramificaciones que han podido existir o que existen, o, en el colmo de la premonición, existirán. Dicho lago sería tan extenso que acaso pudiera abarcar desde Nueva York, hasta África, pasando por un sometido país de una Sudamérica virtual; en él existiría una vida compuesta por la suma de las memorias que traen las avenidas de los manantiales. Supongamos que los principales traigan entre sus aguas mensajes sobre un tal Bennie Salazar, un productor musical en la cresta de la ola, que otro traigan mensajes sobre Sasha su asistente cleptómana, otros sobre sus familias, sus amores, sobre antiguos amigos, sobre actrices venidas a menos, sobre publicistas olvidadas... Todos esos mensajes  se sumarán y compondrán una capa que cubrirá toda la superficie del lago, dándole un color y un olor especial, una sustancia propia que, vista en perspectiva, creará un paisaje completo, exclusivo y espléndido. Toda la belleza o la fealdad que trajeron aquellas aguas, todo lo cristalino o agitado, todo lo potable o lo insalubre, lo que saboreemos o gocemos, será lo que bebamos del lago en la lata golpeada que usamos de vaso. Supongamos, entonces, que regurgitemos un libro lleno de aquellos memorias, mensajes o historias...


Jennifer Egan escribe una novela de pequeñas historias conectadas por los personajes con conexiones evidentes o casi evidentes, pero separadas en lo espacial, en lo temporal y en lo temático. En lo temporal las historias variarán de el pasado al presente, para repetirlo, de nuevo, otra vez, incluso se atreverá con un futuro post-apocalíptico; en lo espacial variará de ciudades y países; en lo temático no habrá un punto único común, más allá de la conexión con la música de Bennie Salazar y sus amigos. Pero, todo, se adivinará completo, como una masa de escayola con la que vas rellenando huecos en la pared, hasta convertirla, en una espacio liso y completo; veras que cada paletada, en apariencia inconexa, va cubriéndolo todo y ya estará preparado para que la identifiques como una pared propia prepara para que la alises y veas la totalidad de su esplendor.

Pero...¿De qué habla el libro? A mí me ha producido un efecto melancólico, supongo que, por edad,  reconozco  alguno de los ambientes de los que habla -a otro nivel y en otro lugar por supuesto- he reconocido la música, el olor de los cigarrillos, los bailes, las épocas, los vestidos, los peinados, los pensamientos... Y he pensado, como la novela, que los tiempos van cambiando, que nada se para y que cada momento tiene su reflejo en el futuro, como lo ha tenido en el pasado, y que sientes como una herida en tu interior cuando notas el brusco movimiento que han causado los años, que nada puede detenerlo, y que muchas veces suele ser para mal, que nada de lo que habíamos previsto se suele cumplir, y que duele volver la vista y ver que todos aquellos cosas o personas que has querido, admirado o conocido no son lo que fueron o como pensaste que eran o iban a ser o, simplemente,  han desaparecido. Y es mal consejo revisar desde el presente lo pasado ya que no ganas, siempre pierdes. Hay un viejo dicho que dice: “no vuelvas a un sitio donde fuiste feliz” porque nada se mantiene en su sitio, ni en el espacio ni el tiempo y cada vez que lo quieres recordar te cae a la cabeza una bolsa de excrementos o te atizan un sonoro tortazo, para que aprendas a mirar al frente y para que hagas un ejercicio de olvido y no te reconcoma el alma esos amigos que has perdido, las cosas que has hecho o no has hecho, o los lugares que debiste ver o no ver. La solución, como en el libro, es esperar que el futuro sea mejor, aunque sólo sea un poco. Y así esperar que la vida dé algunas oportunidades aunque sean por efecto de una acción remendada o una apuesta alocada o, acaso, porque han nacido o crecido personas, quizá, mejores que tú o esperar que la suerte llegue por algún lado y puedas volver a los sitios que has sido feliz.



wineruda

martes, abril 28, 2015

LOS HUESOS DEL INVIERNO de DANIEL WOODRELL













LOS HUESOS DEL INVIERNO de DANIEL WOODRELL
winter`s bone 2006
Edt. Alba. 221 Pág.
Trdt. Concha Cardeñoso




Cuando alguien, como yo, se siente apegado, casi adherido, a la novela negra clásica, aquélla que detallaban Dashiell Hammett o Raymond Chandler, ésa que pasaba como un suspiro, desnuda de segundos sentidos, limpia de polvo y paja; donde la acción y la palabra eran el acto supremo de la historia, donde todo encaja y fluye sin artificios como una bicicleta que baja por una pendiente sin más ayuda que lo natural, sin motores ni gasolina que la alimente. Cuando ese alguien encuentra “Los huesos del invierno” se para unos segundos y se sorprende de la necesidad que tenía de ella. Y no es que cumpla con todos los cánones estrictos de aquel tipo de novela, en la pura práctica está en el lado opuesto: allá donde hay duros detectives aquí hay una jovencita tenaz, donde en aquella novela había elegantes gansters con sombreros marca “borsalino” en ésta aparece rudos hombres de las montañas de camisa raída y vaqueros gastados, aquéllas sucedían en grandes ciudades, en ésta todo sucede entre montañas y bosques... Y a pesar, también, de la utilización de la recreación de ambientes -solitarios, boscosos, nevados, invernales-, que no encaja en todos los tópicos de esa novela negra, a pesar de todo eso... Woodrell escribe, y consigue, una novela casi clásica en la propuesta, en la formación, en la sensación y en esa rodada y suave percepción que parece desprenderse de todás las páginas del libro-en el planteamiento, en el nudo y en el desenlace- y la tranquilizadora imagen de las frases que se concatenan como debieran, que los párrafos están en el orden debido y que las hojas se pasan debido a que esperas con ansiedad lo que sucede en el reverso. Todas esas cosas que, al menos yo, espero de la lectura de una novela negra que te atrapa sin perdón. Todos los olores de los libros viejos, de tapas rotas y envejecidas se me acumularon súbitamente en la nariz y me recordaron la vieja sensación que me atrapó hace ya años, pero con el sabor a fresco de los dedos al tocar y pasar las blancas páginas del libro nuevo.


“Los huesos de invierno” es la historia de la adolescente Ree Dolly y de sus hermanos pequeños, su madre loca y su padre Jessup. Y también de todos los habitantes de las colinas de Ozarks: viejos, jóvenes, niños y niñas casi todos fuera de la ley, para los que la metanfetamina y todos los tipos de droga son su modo de supervivencia, sobreviviendo en un ambiente hostil y salvaje, donde las conversaciones se cortan con cuchillo, las relaciones se establecen sobre sangre, y la vida se rige por los mismos valores que se regiría en una familia presa en una cárcel de bosques y casas arruinadas. En ese ambiente Ree deberá encontrar a su padre que ha huido dejando la casa y la tierra donde viven como fianza de su excarcelamiento. Por lo tanto, la desaparición supondría la perdida de la casa, y el caos para su familia. Por ello encontrarlo será una necesidad y un deber  para ella.


Woodrell escribe sobre un país en otro país, donde las viejas tradiciones y lo antiguo están, por contraste, imbuidas en las formas de actuar de unas personas que viven de las modernas drogas, donde la blanca nieve se enfrenta a un lugar y unos ambientes oscuros y sucios, donde la quietud de la naturaleza se enfrenta a la terrenal sucesión de hechos feroces e implacables. Todo se enfrenta y nada parece sagrado excepto la leyes no habladas, no escritas.

“ Los huesos de invierno” es una novela violenta, aparece en lo que se dice, en lo que se piensa, en lo que se hace y en lo que no se  hace, pero con un resplandor de esperanza; de rigor humano sobre la imposible visión de un mundo tranquilo donde, por debajo de una sociedad enferma, se descubren pequeñas raíces de brotes recién nacidos, donde aunque debieran crecer como árboles malsanos, también pueden crecer altos robles de cuerpo recto y firme. Quizás sólo sea la impresión de que sobre toda la podredumbre del mundo rige cierta actitud moral aunque sea sólo adaptada a esa vida que viven.




viernes, abril 24, 2015

TRES MUJERES FUERTES de MARIE NDIAYE



















TRES MUJERES FUERTES de MARIE NDIAYE
Trois femmes puissantes 2009
Edt. Acantilado 291 Pág.
Trad. José Ramón Monreal




Hay veces que un libro te atrapa, te atrae o te hace recordarlo, por cosas muy diferentes, a veces una frase, otras una imagen, algunas otras un personaje. Éste lo hace por múltiples razones, pero, para mí , la principal es el personaje de Khady. Eso no significa que los otros relatos de las dos mujeres sean desechables, ni mucho menos, pero me parece que la novela va ascendiendo, va llegando a su plenitud, al apogeo de su belleza como literatura en el último relato, como si en la escalera cuanto más alto se ascienda más certero y claro se puede ver el paisaje. Y el relato de la vida despiadada de Khady es de una perfección tal que no podrás olvidarlo y te rondará la mente mucho tiempo después de que el libro haya acumulado polvo entre las estanterías de tu biblioteca. Yo tuve la mala idea de leerlo -y acabarlo- a última hora de la noche: las imágenes, las palabras, las caras, los olores, las situaciones, las sensaciones, la rabia; retumbaron en mi cabeza, mucho más allá del alba de la mañana. El insomnio que viene de la literatura es el más profundo y más esclarecedor de todos los desvelos.


La novela habla de mujeres africanas -más en concreto senegalesas- que viven o quieren vivir en Francia, cuyas historias están unidas por un fino filamento... La primera es Norah una abogada que vuelve a Senegal, desde Francia, atendiendo una llamada de su padre. Su odiado, despreciado, orgulloso padre; aquél que las abandonó siendo niñas llevándose sólo a su hermano menor y que sobrevive solitario cuando ya ha sido olvidado su esplendor personal y su poder. Norah enfrenta sus sensaciones de ese encuentro con su país y su padre, con la necesidad de controlar su vida personal en Francia y la ignorancia de la razón de esa llamada. Ésta parte es opresiva, los pensamientos fluyen del pasado lejano a la vida cotidiana,  y generan un sensación de angustia por lo que fue, lo que es y lo que será.


La segunda protagonista es Fanta. Su historia será contada a través de su marido Rudy. Marie Ndiaye utiliza una técnica literaria que sólo puedo denominar como una suerte de monólogo interior , para, a través de las reflexiones, las penas, las alucinaciones, las envidias, las locuras, los olvidos, las excusas de su marido; intentar describir la vida de Fanta tanto en su Senegal originario como ahora en Francia, e intentar explicar cómo son las cosas para el propio Rudy, y cómo han llegado a la situación en la que están. Es una parte en la que la impresión del que el porfiado intento de describir la situación te bombardea de imágenes. situaciones e ideas hasta oprimirte los sentidos y descubrir unas personas perdidas entre lo que parecía que eran o que querían ser y la dura realidad de lo que son.


La tercera “Mujer fuerte” es Khady, una viuda solitaria y recogida que siempre ha intentado sobrevivir en un mundo hostil, como ahora lo hace en la casa de sus suegros. Lo único que sabe es que solamente se tiene a ella misma e intenta no sobresalir más allá del suelo de la choza, no hablar, no mirar para que nadie note su presencia. Todo deberá cambiar cuando la envían a Europa en una barca desvencijada. La nave que surca la novela derrota hacia una costa terrible, llena de acantilados afilados y playas quemadas, donde los restos de los naufragios quedan suspendidos a la espera de los que vendrán. Es una parte de la novela en la que la angustia sobrevuela todo, la sensación, terrible, de soledad y de futuro incierto invade tu mente, hasta no poder sobreponerte a ello aunque lo intentes. La espantosa realidad se describe de manera inmisericorde, sin tapujos, sin contraventanas que tapen el sol aplastante que rueda por el horizonte del día a día, del de hoy, pero también el de mañana, y pasado y pasado...


Marie Ndaye intenta conocer y reflejar cada uno de los pensamientos de sus personajes, de tal manera que su prosa aplasta las páginas del libro con visiones, ideas, recuerdos, sus reflexiones, sus odios, sus supersticiones...  Las ideas a veces van y vienen, se sueltan y vuelven a aparecer unos párrafos más allá. Todo lo utiliza para crear un mundo en la que la fragilidad aparente de sus protagonistas, se vuelve omnipotencia; donde el pensamiento recrea el pasado y el sombrío presente, la tortura de sus recuerdos se aposenta, regia, en su mente. La crudeza de la vida de estas mujeres sólo puede sobreponerse por su poderosa dignidad, por la sensación de que son personas a las que, más allá de su pobreza, inteligencia o suerte, serán dueñas, o lo intentaran, de sus destinos o al menos de la dirección de su vida. Se revela la percepción de que avanzarán siempre hacia adelante aunque se quede en el camino esa vida o sus sueños. Es un libro poblado de imágenes duras, de símbolos -árboles, cuervos, aves rapaces- que inventan un mundo justo en la frontera de la magia y la realidad; lleno de personas crueles donde no queda apenas espacio para la existencia, pero, sin embargo, sépanlo, hasta esos pequeños cantos rodados del camino tienen su belleza-eterna-.




wineruda

domingo, abril 19, 2015

LA LIBRERIA de PENELOPE FITZGERALD





















LA LIBRERIA de PENELOPE FITZGERALD
The bookshop 1978
Edt. Impedimenta. 191 Pág



Cuando leo una novela de fácil lectura y no demasiado tamaño, siempre acepto el peligro de leerla deprisa, como si de un tenue soplo se tratara, y acabar con la impresión de haber dejado algo por el camino, no haberla suficientemente desmenuzado por la propia inercia de la lectura. Así que asiento el paso, freno mis ojos, y dejo que no sean los sentidos la que la analicen. Y me paro a reflexionar sobre lo leído una vez acabado el libro. Cierto es que se hace siempre, pero es esencial en el caso de este tipo de libros que desde su apariencia de inofensivos retratos de una ciudad, unas personas o unos momentos más o menos exóticos, más o menos amables, más o menos típicos, esconden, socavados, pozos de agua estancada, con ese salitre que corroe las construcciones, los acantilados y las almas inexorablemente.

Penelope Fitzgerald no habla, aunque parezca lo contrario, de libros o literatura en esta novela, se llama “La Librería” como podría haberse llamado “La sastrería"” o “ La Licorería” o “ El Colmado” las referencias literarias o acerca de libros no variarían el recorrido de la historia, nada que aportan esos temas haría diferente esta novela. Habla de otras cosas: de mezquindad, del clasismo imperante todavía en la sociedad inglesa -que supura por todos las heridas de la comunidad-, habla de cierta inexorabilidad de los acontecimientos para ciertos tipos de personas esa sociedad, de lo limitado que es el horizonte para una parte de los habitantes de ese pueblo, pero también habla, por contraposición, del coraje, de las ganas de vivir o de intentar aprender a sobrevivir con lo que se tiene entre las manos.

El recorrido de la novela por los ambientes y paisajes del libro, te hacen recordar viejas novelas inglesas sobre pintorescos pueblecitos marineros, donde las gaviotas, las olas, las casitas cerradas, los hoscos acantilados, largas playas, sus días lluviosos, su color gris, hasta su poltergeist de andar por casa, parecen dibujar un paisaje casi de postal de vacaciones, pero detrás esconde una ciudad encerrada en sí misma, donde el mar va devorando centímetro a centímetros sus costas, donde las personas son hurañas, donde parece que no ha pasado el tiempo y no parece que quieran que lo haga, donde parece que están aislados mental y geográficamente del resto del mundo. Y aunque pudiera parecer que la autora sólo utiliza la ironía -que lo hace en abundancia- lo que refleja es un mundo triste, desesperanzado, corto de miras y apático.

Los personajes están esbozados como si fueran parte de una pintura impresionista, pequeñas pinceladas, dibujan la personalidad de los habitantes del pueblo, pequeños puntos de colores, a veces brillantes y otros oscuros, configuran, claramente, los rasgos definitorios de su comportamiento. Hasta los diálogos son cortos, casi cortantes, para reflejar muchas cosas en pequeño espacio; con pocos elementos se define la totalidad. Así todo pasa rápidamente, casi bruscamente, y cada cosa que cuenta lo hace con el ahorro, casi la frugalidad, del que sabe lo que quiere contar y no necesita más espacio.

La historia, en sí, es simple: Florence Green una mujer solitaria de mediana edad, decide comprar un edificio histórico, para convertirlo en una librería. La dificultad es que un pueblo pequeño, donde las personas no alteran sus vidas por nada, a no ser que seas la mujer más rica del pueblo, que pretende que las cosas sucedan como ella quiere. Algunas personas la ayudaran, otras la zancadillearan, pero el camino, para ella, seguirá adelante.


wineruda

jueves, abril 16, 2015

LA CALLE DE LAS CAMELIAS de MERÇE RODOREDA


 
















 
LA CALLE DE LAS CAMELIAS de MERÇE RODOREDA
El carrer de las Camèlies 1966
Edt. Salvat 253 Pág.



¿Acaso no se escapan los pájaros de la comida y el agua segura de su jaula para encontrar su libertad, para encontrar su camino sea el que sea? ¿Acaso esos pájaros no lograrán marcharse cuando el frió e inerte invierno se desploma sobre los árboles y campiñas, sin comida ni calor que los satisfaga? ¿Acaso eso evita su fuga, sus ganas de salir de entre barrotes de hierro y comederos de plástico, palos que no son de madera y columpios de un sólo trayecto?


Cecilia fue encontrada, allá por las primeras décadas del siglo XX, a la puerta de unos señores acomodados, era un bebe de lloros forzados y risas fáciles. Acogida por aquellos señores fue educada en el estricto conocimiento de ser niña abandonada; vivió en su mundo de ensoñaciones, olores, flores, rocíos, sentimientos encontrados, sábanas de segunda mano, cariños controlados y ganas de ver el mundo lejos de los arriates del jardín de la casa. Así, un día, partió de casa para siempre sin ser niña pero tampoco madura, con su amigo de infantiles escapadas, ya convertidas en huidas sin retorno. Vivió, con él, entre maderas amontonadas de su refugio lleno de goteras, agujeros y vientos traidores. Acabado aquello, nada mantenía a Cecilia entre los abrazos, las miradas, las palabras de una persona única; y seguía escapando de todos sus amantes: los esporádicos de las calles de Las Ramblas o, más tarde, de los pisos de mantenida por hombres casados buscando su rutina de amor lejos del matrimonio. A pesar de que su descenso fue lo más lejos al infierno, su mente se perdía entre sueños-a veces pesadillas- y realidades que variaban entre lo pasado y su mundo interior lleno de recuerdos, ganas, futuros, flores, imágenes, ensoñaciones, miedos, engaños y la búsqueda de su propia supervivencia.

Rodoreda utiliza la primera persona, para contar tanto los hechos como las reflexiones, los sueños, las sensaciones; para describir la, a veces, errática mente de Cecilia. Eso le permite, a la autora, no juzgar al personaje; ni la condena ni la absuelve, sólo la describe tal cual es, con sus errores y sus triunfos, sus caídas a los abismos y sus vueltas a la superficie. Lo usa para describir y registrar una época en una ciudad -Barcelona-, un lado de la sociedad de aquella época, un comportamiento masculino, una forma de ver el mundo, un código moral y ético, una forma de vida,; donde una mujer sin oficio ni beneficio, no educada en nada, no consolada ni defendida por nadie, es pasto para amorales o impasibles hombres de mirada dura y comportamiento angustioso.


Es sencillamente admirable la facilidad de Rodoreda para lijar con lima de grano grueso lo que parece una superficie lisa y suave, para agriar con ácido lo que las palabras de su prosa agradable, natural y delicada, parecen indicar. Sobre las lineas de frases que no parecen advertir lo que va ocurrir o está ocurriendo, estalla una situación donde la zozobra y la angustia se apodera de la acción, de los gestos o las voces. Pero nada se inmuta en su discurso: ha sucedido y lo he contado. Como si fuera una visión de un carretera polvorienta que se dirige al horizonte con baches y trayectos lisos, donde un coche recorre esa carretera a pesar de todos los obstáculos y sigue recto, para perderse allá entre la podredumbre de la neblina sucia y la belleza de las flores silvestres que invaden la ruta. El recorrido a pesar de todo será fluido y sencillo sólo acomodado al color del cielo, al ruido suave del motor, a los jirones de niebla oscura y al olor de aquellas flores, acaso camelias.



wineruda

Hoy...

50 ESTADOS, 13 POETAS CONTEMPORÁNEOS de ESTADOS UNIDOS de EZEQUIEL ZAIDENWERG

  50 ESTADOS, 13 POETAS CONTEMPORÁNEOS de ESTADOS UNIDOS SELECCIÓN, TRADUCCIÓN Y PRÓLOGO DE EZEQUIEL ZAIDENWERG     Decían que decía...