miércoles, abril 06, 2016

POESÍA CLÁSICA CHINA edición de GUOJAN CHEN


















POESÍA CLÁSICA CHINA edición de GUOJAN CHEN
cátedra 387 Pág
2001


Buscar, siempre buscar donde aparezca, debajo de la mesa, en las aceras, entre los matorrales, en las cloacas, en el cielo gris de contaminación, en la mesa con la pata coja, en el mesón apartado del camino, entre nenúfares o maizales a medio cultivar, entre madrigueras de tejones o en tejados rotos por el viento del norte; algo que supere el mero pasatiempo, se aleje de la simple diversión, y no toque, siquiera, esa ridicula exusa que clama por   dejar pasar el tiempo entretenido; y  llegar a un punto más allá: el placer. Ese placer que no nace de algo que necesites, pero una vez conocido es parte de tu vida, como un gancho, o mejor un anzuelo, que se te ha enganchado en esa mísera porción del cerebro que dedicamos a soportar mejor este universo de cosas rematadamente egoístas en el que vivimos, donde nada está hecho sino para que sea aplaudido por la masa, si no es así no parece merecer la pena. Así algo tan simple como leer un libro de poesía clásica china es una buena situación para que seas llamado raro, elitista, extraño, o especial. Sin embargo,  el agrado que me produce el leerlo supera hasta lo inimaginable las miradas de soslayo que he recibido mientras lo leía. Vivir para disfrutar de las cosas que son agradables, que te aportan sensaciones nuevas, experiencias, desde físicas hasta visuales o intelectuales, o simplemente esas que te hacen quedarte en un estado de dicha, que aunque solo dure medio segundo es suficiente para disfrutar de un momento de ese placer. Aunque sea  con poco vino en mi vaso y sin compañía ¿qué importa? ...nada

EN LAS AFUERAS DE LA CIUDAD EN PRIMAVERA

Cantando, bebo sólo,
en mi jardín vació.
Compongo unos poemas
en este hermoso día.
Las orquídeas invaden las estrechas sendas.
Los sauces cubren el largo arroyo.
Ha terminado la lluvia
Las flores mojadas
brillas como perlas.
Calmado el viento, me parece
que hay menos hojas en los árboles.
Quiero embriagarme a gusto
como los ermitaños.
Sólo temo que en mi jarra
no haya suficiente vino.
(Wang Bo 650-676)

El placer es tan variable que puede atraparte incluso en el momento de desdicha, en ese estado que te reconforta hasta sufrir, porque el mundo , si sufres, parece que quiere sufrir contigo: el simple hecho de contar o universalizar tu tristeza es parte de los placeres que ocultamente disfrutan , y no reconocen, los heridos de amor o de distancia...




LUNA ESPLENDOROSA

Luna esplendorosa.
Ilumina las cortinas ante mi lecho.
Triste, no puedo conciliar el sueño.
Me levanto y me paseo por la alcoba.
Aunque dicen que es feliz la senda del viajero
prefiero verlo de regreso pronto.
Salgo a la puerta, sola, melancólica.
¿A quién voy a confiar mis tristezas?
Dirijo a la lejanía la última mirada
y vuelvo a mi aposento.
Las lágrimas mojan mi blusa y mi falda.
Anónimo (siglo II)


EN EL BOSQUE DE BAMBÚES

Sentado solo entre silenciosos bambúes
taño mi laúd y silbo unas canciones.
Nadie sabe que estoy en el espejo follaje.
Sólo la brillante luna acude a acompañarme.
(Wang Fei 701-761)


NOSTALGIA

Río diáfano: Pájaros blancos.
Las montañas verdean,
y las flores lucen más frescas.
En estas contemplaciones
se irá la primavera.
¿Qué estación del año
me llevará a mi hogar,
hace tiempo abandonado?
(Du Fu 712-770)

Encontrarme con estos poemas chinos ha sido una experiencia que atraviesa lo casual, para convertirse en un previsto intento de buscar modos diferentes de mirar la vida. La simpleza que buscan estos versos en los que destaca la descripción de la naturaleza, de la amistad, de lo amores, de la vida que trascurre normal y lenta por el tiempo, entre el espacio que se encuentra entre la eterna juventud y la repentina vejez. Encontrándote con los ríos que siempre van atravesando el paisaje y que parecen los mismos pero nunca dejan que los recuerdes como fueron, porque cambian a cada instante para ser como la vida, inexpertos en ser expertos, locuaces en silencios y tremendamente viejos para lo jóvenes que son, porque aunque el rio ,como nosotros que parecemos siempre los mismos, él parece el mismo pero nunca atraviesan la mismas aguas su cauce. Así es eterno como lo somos nosotros porque somos hijos de nuestros padres y aquellos de sus padres, y aquellos de otros, y otros... Todo pasa y sólo los ingenuos parecen quedarse, y los jóvenes que creen que se van a quedar.

DE NOCHE , VISPERA DEL AÑO NUEVO

En la posada, solo, permanezco
desvelado ante una lámpara gélida.
Está mi corazón de viajero
en honda melancólica inmerso.
Mi pensamiento atraviesa mil leguas
para llegar a mi tierra natal.
Mañana van a encontrar
más blanca mi cabellera.

(Gao Shi (702-765)

LA ALDEA JIANG
II
En mi vejez me veo obligado
a vegetar en casa
sumergido en la melancolía.
Mi pequeño hijo
no se separa de mí ni un minuto
temiendo que vuelva a abandonarlo.
El año pasado solía dar paseos
por el estanque para tomar el fresco.
Ahora, el viento del norte, sopla con ira.
Mil reflexiones embargan mi mente.
Por suerte vamos a tener una buena cosecha
y ya veo las bodegas llenas.
Verteré vino en mi copa
para aliviar el crepúsculo de mi vida.
(Du Fu 712-770)

Y aunque los poemas clásicos chinos son para ser cantados o para ser leídos, poco importa, lo cierto que dejas pasear los ojos por sus versos, en las que a pesar de que la traducción ha hecho perder mucha de belleza, esta es tan alta que deja que sientas el arrobo de sus aires, de sus olores, de sus perdidas, el trastorno de sus huidas y destierros, la maravilla de sus ríos, bambúes, árboles, cielos, mujeres, hombres, ancianos y niños que parten de su páginas para, a pesar de lo siglos pasados, entrar por tus ventanas y pasear entre el aire de tus pulmones y dejan oír la cadencia del sonido de sus corazones o el rugido de sus riadas, o el sonido del lento crecimiento de sus tallos o el destructivo sonido de alguna batalla perdida o de alguna amada que no quisimos olvidar y aun resuenan sus pasos por el aire que rodea tu mente mientras lees el libro.

A LA ORILLA DEL LAGO

A la fresca sombra de los bambúes,
dos monjes de la montaña, sentados
se enfrascan en su juego de ajedrez.
Nadie los ve a través e la espesura,.
Pero de vez en cuando se percibe
el ruido de una pieza que se mueve.

(Bai Juyi 772-846)



EL CREPÚSCULO

Han vuelto a los establos ovejas y vacas.
Todos han cerrado su puerta de leño.
Brisa. Luna. Noche plateada,
Ríos y montañas pintorescos, más ajenos.
El sosegado arroyo murmura entre las peñas.
El rocío perla las hierbas de otoño..
La luz del candil baña mi blanca cabeza,
¿Por qué parpadeas con tanto gozo?
(Gao Shi 702-765)


SENTADO; SOLO; EN LA MONTAÑA DE JINGTING

Los pájaros han vuelto a sus ruidos en bandadas.
Perezosa, la última nube se aleja.
Oh montaña, eres mi única compañera.
Ni a ti ni a mí el mirarnos nos cansa.
(Li Bai 701-762)

Pero al final todo ejercicio de lectura busca un único fin, el gusto de leer cosas que lleguen un poco más allá de lo que llega el resto de las cosas que haces a lo largo de un día: frenar y pararse del todo para desviar el timón con el que te conduces por lugares que se desvían de la estúpida rutina diaria, pero no con ese desvió de un entretenimiento inocuo y febril, sino ese que busca una pausada y directa mirada al lado oculto de la luna, ese que dicen los mayores que esconde riquezas y bellezas sin cuento, solo se te exige una cosa, que el encontrarlo sea un esfuerzo mayor que el de mirar una lectura de la  nada  o una serie repetida de televisión, o unas noticias teledirigidas...


EL OCASO
El sol poniente cuelga
de los ganchos de una cortina.
El crepúsculo envuelve
el arroyo de primavera.
Fragantes flores visten
el jardín de la orilla.
Sobre las lentas barcas,
el humo de fogones.
Gorriones charlatanes
se disputan las ramas.
En todo el patio, errantes.
los insectos vuelan.
Una sola copa basta
para disolver infinitas tristezas.
(Gao Shi 702-765)



Y en estos tiempos en los que la poesía es pasto de las llamas de los hogueras que arrasan  este siglo con prisa y de búsqueda de la lectura útil y fácil, época de las de pensamiento rápido y  busca de la brillante idea que nos haga ricos de repente; donde la lotería es el medio para hacerse mejor persona y la fama rápida es la forma de ser alguien importante; leer este libro de versos antiguos, de letras pausadas e ideas sencillas y pensamientos bellos, es una forma de rebelarse contra todo y contra todos,  Leo, pienso y hago lo que me place, y me place lo que leo, hago y pienso...


wineruda







domingo, abril 03, 2016

LAS MENTIRAS DE LA NOCHE de GESUALDO BUFALINO





















LAS MENTIRAS DE LA NOCHE de GESUALDO BUFALINO
le menzogne della notte 1988
Edtral. Anagrama 185 Pag
Tduc. Joaquín Jordá






Acabaríamos leyendo textos limpios y sin más sentido que el claro y directo que surge de la rápida lectura de la unión de sus letras; acabaríamos leyendo pasajes al que sólo el sentido práctico daría valor a lo que entendiéramos; acabaríamos leyendo relatos en los que te cuentan lo que quieres oír ; acabaríamos leyendo narraciones en los que los temas tratados sean el resultado de un estudio de los gustos más de moda aparecidos tras una encuesta; terminaríamos leyendo dejando de lado la belleza de lo inútil, del encanto de lo improductivo; dejaríamos de saborear lo leído con paciencia, con la parsimonia del que saborea una taza de chocolate espeso, con el saber del que escucha una canción de cuna cantada en euskera; todo eso sucedería si no existieran textos como los de “Las mentiras de la noche” y escritores como Gesualdo Bufalino, en los que, lejos de la unión monótona de letras y conjunciones, de comas o puntos y seguidos más o menos abundantes, de palabras de significados únicos o polisémicos; él descubre -nos hace descubrir- lugares por donde vadear el rio mojándote hasta el gaznate de ideas y frases, y párrafos, y hojas, y capítulos, y búsquedas, que no hubieras conocido si hubieras cruzado por el puente, más cercano, más transitado,  pero más tedioso. De modo que él encuentra ese paso que cruza el rio y que se aleja de lo pedante vacío y ocupa la orilla de lo culto rebosante de sutilezas, inteligencia, sabiduría, y, más que nada, eso que alguien definió como sublime. Porque sublime es su forma de escribir, su modo de contar historias, de inventar mundos que a pesar de lo pequeños que parecen en lo que miden, consiguen abarcar todo un universo de temas, sensaciones, pasiones, muertes, desavenencias, últimos estertores, paraísos cercados. Y si como los antiguos maestros alfareros hacían cuencos de un pedazo de barro, y ese cuenco en su limpia fragilidad, representa todo lo que de la utilidad ha troncado a ser inútilmente maravilloso; contar historias, como estas, es la más maravillosa de las inutilidades, pero que nos hace un poco más listos, debido a que si alguien, como Bufalino, nos apunta con el indice para que veamos lo bello que es el atardecer, miramos no sólo la caída del sol sino también las manchas de tinta en la mano y los ojos secos de leer y escribir del que señala: los atardeceres ocurren todos los días,  que alguien se pare para mostrárnoslos es , ahora, cosa de lunáticos...





Una noche sirve al libro para contarnos una historia de siglos: la de la lucha de las personas por su libertad y la de otros para que no la consigan. Un castillo, una celda, una simple habitación es el centro de un universo, donde explotará una supernova que engullirá presentimientos, presunciones, palabras dichas o calladas, miedos y vergüenzas de unos simples humanos condenados a elegir entre sus ideales y la muerte, entre ellos y la vida de los demás. Cuatro personas, cuatro reos en un penal en una isla, son condenados a la guillotina, por actos en contra del rey borbón. El gobernador del penal les hará una proposición: perdonarles si delatan a su jefe supremo. En la vigilia de la noche anterior a su delación o muerte, los cuatro, junto a un legendario bandido al que van a ajusticiar con ellos, deciden contar -como un decamerón moderno- historias que hagan pasar el mortífero tiempo, y les sitúe, según su opinión,  en el momento en el que su vida cambió. Verdades, mentiras, sabiduría y estupidez, orgullo y rubor, sexo y castidad, muerte y vida , pasaran por sus relatos contados a la tenebrosa luz de una luna perezosa en salir y rápida en su intención de ocultarse en el horizonte. Pero, si alguien se fiaría de que el mundo  tiene un único y simple camino, este libro hará hacerse desconfiado a esa persona desconocida:  nada creerá porque sí, nada pensará porque es lo lógico, porque así siempre fue, porque nada cambia, porque el mundo es tan aburrido como parece, que vencida la inteligencia la monotonía nos invade.


De los papeles que, parece sorprender, resultan ser  las hojas de este libro, hay momentos que aparenta exudar gotas de sudor frio resultantes del miedo momentáneo de los reos de muerte, pero también gotas de sudor resultantes del calor que parecen despedir las historias que cuentan, los paisajes que cruzan, los soles de los que se ocultan, de las lunas que buscan, de las frias mañanas que preferirían olvidar...Parece que esos papeles rememoran, también, historias de antiguos estudios lectivos, donde socialistas utópicos, Saint-Simon, carbonarios,...son parte de esa memoria entre joven y olvidadiza, y que aquí parece dar cuerpo y sentido a todo aquello, dando forma y concepto a las ideas, a los hombres, a los porqués, a las venganzas, a las luchas...Pisando terreno húmedo, parece que te hundes en las profundidades de la historias, comes con ellos, peleas con ellos, mientes con ellos, descubres con ellos, pero sabes que todo aquello son los estertores, quizá, de su vida; ponerte en su piel es lo que un lector atento haría para gozar y vivir, llorar y morir con sus letras. Simplemente es literatura, no hay más elogio.


 Como en las antiguas películas, los vampiros góticos y de bajo  presupuesto pero plena y extrañamente majestuosos  en su decrepitud  y en su milenaria  decadencia,  huyen del sol que alumbra y calienta pero no de la luna que brilla..¿la diferencia? siempre he pensado que porque  uno es útil y la otra es hermosa...


Posdata: no cometáis la estupidez que hice yo de leer la contraportada del libro antes de leerlo. Lo cierto es que, sin acritud, el que la pensó parece que no ha leído un libro en su vida...

wineruda









martes, marzo 22, 2016

AGUA, PERRO, CABALLO, CABEZA de GONÇALO M. TAVARES

















AGUA, PERRO, CABALLO, CABEZA de GONÇALO M. TAVARES
agua, cao, cavalo, cabeça 2006
Edt Xordica 78 Pág
Trd. Florencia Garramuño





Si empuñas un cuchillo y marcas la piel, la tuya o la de alguien, con una fina herida de la que brota una pequeña gota alargada de sangre; si una mirada te atraviesa llena de pánico o de odio, de estremecimiento o de amargura; si un grito rompe el silencio de una sosegada madrugada y te crea una vigilia de temor y presagio; si un repentino soplo de aire frio te estremece, incómoda, la piel; si una pesadilla revienta en tu cabeza con una solidez de verdad fermentada en miedo; si la boca, enferma de miedo y sospecha, se ha vuelto tan seca que la saliva te lima, áspera, la garganta... Entonces comprenderás este libro, porque habrás conocido la sensación de advertencia, la horrible sensación premonitoria de que algo horrible pasa, pasó o puede pasar; si te ha ocurrido algo de eso o todo eso buscarás la huella que ha quedado en ti de esa amenaza, creíble como los sueños que se repiten como un deja vu afanoso por retarte y aprisionarte, real como la sangre que gotea de tu mano y golpea el suelo con una cadencia repugnante.



Si una voz, acre y presta a golpear, te repitiera un salmo escrito con lágrimas y sangre derramada por héroes caídos, suicidas, poetas del infierno, por ángeles enterrados entre sábanas de un hospital, de cuerpos insepultos, de ojos ensangrentados, de navajas amenazantes, de rosas clavadas en el corazón, con el aullido triste de niños enterrados entre escombros, de cisnes con cuellos cortados, de carne apaleada; entonces, cuando esa voz haya llegado a ti, sabrás por donde circula la sangre de este libro, por donde ha insuflado vida el creador a su obra. Obra que te incomodará, como incomoda todo lo que no es controlable, todo lo que te repele y prefieres tener en algún rincón de la mente en la que no se pueda entrar si no es con el beneplácito de tu apacible vida segura, con el parapeto que formas con tu santa y adecuada existencia por el que el mal, o la intención del mal, o la precocidad del mal, es controlado por un simple abrir o cerrar de ojos, o por el sacudir de tu cabeza y una beatífica sonrisa para con tus amados hijos que nada temen, ni temerán porque la vida está controlada por ti y por tu simple y decisivo deseo.








Pero si tu deseo no  puede controlar todo, alrededor de este libro surgirá ese enemigo letal que es el miedo, ese que rompe todas tus barreras, ese que te hace ocultar debajo de tus pestañas, ese que no te perdona una flaqueza, ese que no olvida con el tiempo, ese que se repite cada mañana cuando abres la puerta, ese que se repite cada vez que pasa alguien, demasiado cerca, a tu lado, ese que existe cuando alguien que amas cierra la puerta a sus espaldas. Y en este libro conocerás, a golpe de frase cortante, casi lacerante, el sonido seco de lo que sucede en el mundo, o, quizás, solo en tu mente, y repetirá como aquel salmo de ángeles enterrados, situaciones imposibles que esperas que lo sean y que no despierten de su cuadrado de letras negras y papel blanco, porque esperas que el salmo-pesadilla sólo exista en el momento que abres el libro, en ese escaso y preciso instante, y que se acabe con el soplo de aire de las páginas al cerrarse; pero no , como todo buen libro, te apretará las sienes y te escupirá en la cara esa saliva seca del miedo diciéndote que todas esas cosas estaban en ti, en tu memoria personal o en la propiedad comunal que es el recelo, la desconfianza, el asombro, el desasosiego, y, en fin, la cobardía.



Y si hay momentos que el libro te produce esa sensación de inquietud, casi de temor reverencial por lo innombrable, por lo feo, por lo oscuro, por lo que el mundo parece despreciar, por lo que nadie parece querer que se diga, que se vea, que se escuche; entonces sabrás que de verdad eres un cobarde, porque todo lo que se dice en este libro existe, existió y existirá; como una plegaría existió en la boca de los oprimidos sin más esperanza. En estos cuentos cortos, muy cortos, tú tendrás tu oración maldita, tu grito insepulto por el cual la literatura se viste con sudarios fríos y se tumba en carreteras heladas entre gatos negros muertos y ojos vidriosos de miedo y desconcierto.



Wineruda

jueves, marzo 17, 2016

VINIERON COMO GOLONDRINAS de WILLIAM MAXVELL


















VINIERON COMO GOLONDRINAS de WILLIAM MAXVELL
they came like swallows 1937
Ed. Debolsillo 207Pág
Trad. Gabriela Bustelo





A veces un escritor, pienso, debe sentirse como un barrenero en una mina, que arranca las entrañas a la tierra, impone caminos donde sólo hubo paredes, y en la asfixiante oquedad descubre, cuando esta sólo, el ruido de las gotas al caer, de las paredes moviéndose y los quejidos de los techos presionando las vigas; y cuando está acompañado siente el olor ácido del sudor y el intenso pánico oculto entre fatigas, monotonía y riegos allá donde la dinamita va a explotar, asustando, por el suave temblor en los pies, a sus familias en sus casas. Y el escritor debe sentirse así, decido imaginar, porque las historias nacen por un lado del propio ingenio y por otro lado del esfuerzo por dinamitar las cuatro paredes que a veces parecen encerrar recuerdos, pensamientos o ideas. Confinados no sólo por la propia inercia del olvido simple, sino por el más doloroso olvido necesario y terapéutico. Pero como todo dueño de mina sabe, la riqueza que provoca los esfuerzos ajenos, reconforta al más despreciable de los escépticos. Y un escritor es a la vez dueño de la mina y caballo de tiro, potro y jinete, puesto que es autor y actor a la vez. ¿Que qué quiero decir? Pongamos de ejemplo este libro, que para eso lo he titulado con su nombre: Maxvell, retoma y recuerda una época de su vida: la terrible pandemia de la gripe española que asoló el mundo allá por los años finales de la segunda década del siglo XX, y en ella incrusta una historia sobre la sensibilidad. Esa parte de la personalidad que sólo se ha creado con el trascurrir del tiempo y de las miradas, y de las caricias, y de los dolores y de las ausencias, y de las presencias y de olvidos, hartazgos, posesiones, favores tuyos, y solamente tuyos, barrenados en tu mente con dinamita hecha con tu pelo, con tu sangre y con tu carne, formando un mapa de una mina intrincada y desafiante de la que sólo existe un dueño, un dibujante, un trabajador, una victima y un ataúd, y son todos tuyos y para ti. Maxvell muestra toda su ternura, que no su sensiblería, para mostrar como si fuera el punto de vista de los canarios que llevaban los mineros para sentir cuando pudiera explotar la mina. Animales presos en un mundo tan cerrado como oscuro, pero plenos de belleza propia, incluso alegría, en el canto y en el colorido de sus plumas, como plenos de extrañeza de estar en lugar al que nunca hubieran deseado ir.




En la época en la que coincide el final de la Primera Guerra Mundial con la propagación de la gripe española, una familia con dos hijos, y otro por venir, vive en una barrio de una ciudad acomodada de Estados Unidos. Rodeada por casi toda su familia y por algunos recuerdos, el tiempo transcurre como debe ser para cada uno de los habitantes de la casa. Sus problemas, sensaciones, sentimientos, miradas regaladas y perdidas, sus caricias deseadas, sus pequeños rencores y sus mínimas infamias empiezan a discurrir por las páginas del libro descritas uno detrás de otro por los miembros de la familia, siendo el eje en el que circula el aire y la sangre de la familia, la madre/esposa/hermana Elizabeth. Ese pequeño universo gira, aunque le pese a Copérnico, sobre el centro de un planeta pequeño, alado, tierno y seguro que se convierte de día en esa mujer que parece que da sentido a la rotación de sus satélites. Vadeando el mundo, sus hijos -Robert y Bunny- su hermana -Irene- y su marido -James- libran una batalla consigo mismos para poseer , defender, arreglar los errores que se van creando cuando la mente va intentando ser más lista que la vida.




Maxvell es un autor que investiga el mundo que le rodea, parece encontrar el color, incluso el matiz exacto, de la mirada de las personas, parece percibir el grado de fuerza del abrazo, o el método por el cual la sonrisa o las lágrimas parecen surgir de un niño de un segundo a otro. Incluso da la impresión que descubre el sabor de las sonrisas sólo por su calidez, y la fiereza de la mueca midiendo el grado de separación de la comisura de los labios. Nada parece ocultarsele al escritor, ha encontrado el camino, los mapas, los senderos y sabe por donde discurren, incluso por donde han discurrido los ya ocultos por la maleza del tiempo. Es probable que sea porque fue su camino, su maleza, su fiereza, sus lagrimas, sus sonrisas, su pasado, sus abrazos, sus alegrías, sus oquedades y su mina profunda.


Este es un libro, pulido, cristalino, bello y con aristas, como un diamante.

wineruda




miércoles, marzo 09, 2016

SI NADIE HABLA DE LAS COSAS QUE IMPORTAN de JON MCGREGOR



















SI NADIE HABLA DE LAS COSAS QUE IMPORTAN de JON MCGREGOR
if nobody speaks of remarkable things 2002
Edt., Quinteto 281 Pág.
Trd. Libertad Aguilera y Gabriel Dols






Decía Sylvia Plath que era vertical pero preferiría ser horizontal; en su abatida perfección, Sylvia, -mi, tu,  Sylvia- de oscuras meninges y plácidas mañanas, hablaba de que no se es como se quiere ser y, en su insaciable lamento, brotaba ya ese rasgo tenebroso de coqueteo con la muerte. Jon Mcgregor quiso ser novelista, pero resultó ser poeta; quiso ser un contador de historia, pero es un soñador: y, como Sylvia, su apesadumbrada perfección se desploma sobre la lisa y brillante -hasta lo resbaladizo- blancura del papel. Y aunque no encontréis aquellas rimas o estrofas, sí hay versos -de arte mayor-; y hallaréis ese perdido oficio de hacer sentir hasta el roce de una pluma en la piel y el soplo inmóvil de un viento inesperado en la nuca; descubriréis, con este libro, el placer casi inaudito de las palabras como reflejo de un amor, ese amor fuerte, descarnado, desnudo, casi inesperado, del autor por sus personajes, acaso, de tan queridos, hijos de un pasado tan despejado como nervioso y el cariño por el reflejo de las sensaciones -todas-, como una película de aquellas antiguas de 8 milímetros que mira el mundo en todas direcciones desde arriba, desde abajo, rápido, lento, minucioso y general, desde dentro de los ojos, desde el cenit del mundo, desde los infiernos, desde tu cerebro, desde mi mirada.. Y aunque Jon Mcgregor es horizontal porque todas sus visiones son parte de un reposado, minucioso, sabio análisis del mundo y de las situaciones -desde el flamear de una cortina con el viento, hasta el vuelo de una paloma-; también es vertical, porque busca el intrincado, furioso , incontrolable, apenado y rabioso, espacio que se encuentra detrás de las palabras, ese que se oculta tras el evidente raciocinio que expresa una frase o una imagen, y que refleja el inexplicable suceso que supone lo irracional en los márgenes de esas cosas evidentes.-ese mundo que es como un fado cantado con ojos alegres-. Y aunque la belleza no es mensurable, ni siquiera alcanzamos a entender como lo triste parece bello, y lo alegre parece excomulgarnos, para mí este libro se encuentra en el filo de lo bello y lo triste, del blues más hermoso y del fado más añorado. Y si alguien lo llama prosa poética, sabed que de lo mundano, del asfalto, del hierro, de unas zapatillas, de un guerra ganada, de una camiseta zurcida, de una cara sin afeitar, de un figura de arcilla rota, de un cristal roto, de un hijo que se tarda en concebir, de un coche nuevo, de unas gafas sin ajustar, de un beso sin acabar, de un teléfono que no suena, de un perro que camina, de una grúa que no baja, de una mirada que no termina, de una tormenta inesperada, de un pelo encrespado, de un toalla mojada... de todo eso, sobre todo de eso, surge la poesía. Aun la seda más fina tiene el origen en una gusano verde.






Una mujer cuenta en primera persona sus sensaciones sobre lo que le pasa: desde esa explicable inquietud que sale de un acontecer concreto de su vida, hasta esa sensación de que todo parece desperdigarse: su vida, su trabajo, sus sensaciones, su familia, sus recuerdos. Y lo que le queda es una vida solitaria y descentrada y el rencor por un pasado que prefiere olvidar. Nada parece cerrarse en su acontecer diario y parece descubrir, desde un punto de vista entre conformado y hastiado -en ese extraño punto medio- que el mundo no le consuela. Paralelamente aparece una historia en el que aparece ella -tangencialmente- en el pasado, cuando ocurrió un suceso en un barrio donde ella vivía. En la vida de aquel espacio y aquellos habitantes, en un momento concreto -un día exacto-,  el autor va haciendo una exhaustivo análisis casi fotográfico -como  con una antigua cámara polaroid de aquellas de fotos instantanteas- como si el mundo mirado detrás de una objetivo,  cayera por un embudo diapositiva a diapositiva, y viéramos , segundo tras segundo,  lo que acontecía en ese instante concreto, en cada casa, en cada habitación , en la calle, en el tejado, en el aire y en el suelo, en los juegos y en la cama, y será tanto lo que pasa en en la propia vida real del momento  como  en los pensamientos de los personajes. Aparecerán niños, ancianos, jóvenes desafiantes, parejas que huyen, unos chicos que hacen una  barbacoa, unos gemelos jugando en medio de la carretera, un hombre pintando de azul una ventana, una niña pensando en ángeles, su padre muerto en vida, un chico limpiando una zapatilla con sangre, un hombre enjuagando su coche... todo parece ir llevándonos, como una siniestra carretera donde desaparece el paisaje a cada metro que recorremos , para verse al final, allá a lo lejos, un mundo de rayos y oscuridad siniestra. Y aunque en la primeras páginas del libro aparece una imagen de desastre apunto de ocurrir -una imagen parada en el espacio y en el tiempo- en todo el libro, entre imágenes atrapadas en los cuadros de una exposición, van desfilando belleza y presagios infortunados, trazos como el arco iris, y brochazos bestialmente negros... y sabores ácidos y dulces. Un sollozo en un campo de lirios.

Si no hablamos de cosas importantes, ¿cómo sabremos que son importantes?, si no leemos cosas bellas, ¿para qué leemos?

Si ahora me preguntaran qué libro hubiera deseado escribir, contestaría que éste.


wineruda

viernes, marzo 04, 2016

EL CENTRO DEL AIRE de JOSÉ MARÍA MERINO

















EL CENTRO DEL AIRE de JOSÉ MARÍA MERINO

1ªed 1991
Edt. Alfaguara 350 Pág












Muchas veces escucho música mientras leo un libro, ayer mientras acababa éste de José María Merino, sonaba la sonata para piano Nº 17 de Beethoven interpretada por Sviatoslav Richter, y no es que encajara con el ritmo, ni siquiera con lo que parecía necesitar el tema de la novela, pero, durante todo el día de hoy, mientras pensaba como hacer la reseña, había algo de aquella música que me hacía volver a ella sin aparente motivo; sin embargo, ahora lo sé, la razón por la que vuelvo a ella es por el interprete: Sviatoslav Richter. Pero ¿qué tiene que ver un maestro del piano con una novela española? ¿qué tiene que ver el fraseo de un piano con la construcción de las frases de una ficción? ¿qué tiene que ver la sonoridad y la cadencia de la interpretación del pianista ruso con la prosa serena y sabia del escritor nacido en La Coruña? Para mí todo y, supongo,  para los demás nada...Pero Richter es el pianista que más admiro y disfruto, su forma de interpretar la música es diferente a la de los demás, de la misma forma me parece evidente que reconocería a J.M. Merino allí donde lo leyera -al menos en las novelas no para niños- porque su manera de desplegar y combinar sus ideas, la acción , los personajes y el contenido profundo de la narración es del todo original, como los buenos escritores que parecen esconderse tras tramas o personajes pero siempre es evidente su presencia. Como Richter interpretando las notas con un fraseo vertiginoso y con la agilidad manual y mental para crear arte del golpeo de una maza contra un metal, Merino convierte la ilustración de una soledad compartida, los golpeteos de unos pasados sin futuro, los aullidos de unos futuros lleno de pasado, y troca el sonido áspero del  camino casi cerrado por las zarzas en una hermosa novela sobre los mitos, los recuerdos, y lo que se espera y se esperó de ellos. Música y literatura parecen conformar un mundo cerrado, como una cúpula invisible como la que te envuelve tanto las notas del piano como las palabras de la novela, y rodean la mente, el cuerpo y las sensaciones hasta dominarlo todo, cada parte del espacio y, parece, del tiempo. Y acaso tienen la virtud de desentrañar las notas y los enigmas escritos por las que se mueve y se movió el mundo.



“El centro del aire” narra la visión del pasado y la vida de tres personajes -Bernardo, Julio Lesmes y Magdalena-. Sus vidas desde niños parecen ir juntas, otras veces en paralelo, otras divergen y , otras veces, chocan. Pero todo parece reinventarse cuando Julio Lesmes parece haber encontrado viva a Heidi, que había sido la fuerza centrípeta que parecía unir a todos, primero al rededor del patio donde jugaron y crecieron y luego en la juventud de ideas revolucionarias; y que había muerto -supuestamente- en un accidente de avión. Su reunión llena de rencores y, también, de amistades recobradas, será el inicio de la búsqueda de explicaciones de las cosas vividas que les enfrentaron y que les unieron, pero será además el lugar para espantar fantasmas, diablos, ángeles y silencios de años.Y aunque pareciera que no ocurre nada, todo el mundo y  todos los mundos que existieron y existirán en nuestras mentes se suceden entre sus páginas.




La aparente simplicidad de la trama y de la idea contrasta con el fascinante desarrollo y dibujo de ellas. Así se nota durante toda la novela la sensación de frio y niebla que oprime los pulmones y parece hacerte levantar hasta el imaginario cuello del pijama para cubrirte de la niebla y la escarcha mientras paseas por esa ciudad que no está situada en ningún lugar concreto de España pero parece salir de los recuerdos, imágenes y fotos en blanco y negro de las ciudades castellanas de la época de Franco. Mientras el aire congela tus ojos, el ambiente donde se sitúa la trama parece brotar de una representación antigua de la escena del cementerio de “Don Juan Tenorio” por las que brumas, fantasmas, figuras desdibujadas y casi desquiciadas o recuerdos pasados parecen desfilar por sus páginas. Contrasta el autor la casi claridad inicial -de luz y de sensaciones- de los recuerdos del patio de juegos donde disfrutaron de una vida amable y feliz, con el presente de la novela que es oscuro y triste; pero aún así tuerce de nuevo  el nudo de la cuerda y descubre que el pasado tan feliz no existió del todo y que en la blancura siempre existirán motas de polvo negro y, más aun, después de aquello apenas quedan, o no las recuerdan, espacios para la vida que echar de menos con atracción y sin osadía. El pasado parece ser el eterno sitio donde se refugia de un presente opresivo, pero los recuerdos tienden a mitificarse, a convertirse en obscenos reflejos de algo que pudo haber sido o que lo fue como casi mentira o que, visto desde ahora, nunca tuvo que haber sido. Y en los que la mirada de cada uno de los tres personajes, parecen descubrirse que el amor de uno es el odio del otro o que las miradas ya no traspasan ningún cristal o que lo que ha sido nunca será. Como un caleidoscopio para seis ojos donde surgen ideas, pensamientos, sucesos, interpretaciones, silencios, tumbas ocultas, recuerdos inconexos, rabia, odio, desinterés, todos los “acasos” que pueden existir en una relación sujetada con imperdibles, todos los “nuncas” que no debieron decirse, todas las tonterías que se hicieron, todas las promesas rotas, todas las ideas tiradas por el vertedero, todas las mentiras que no se han dicho, todas las verdades que se dirán,, todas las cosas amadas y las personsa queridas...Porque todo eso parece tener cabida en la novela ocupando ese lugar donde nos vamos a encontrar, seguro, en un algún momento de nuestra vida.

Merino utiliza todos los cauces literarios para completar una novela que debería encontrarse entre las que apartes a un lado para volver a leerla cuando quieras leer algo bueno-y releerla-. Esos procedimientos llevarán a la novela a ir completándose a cada paso que recorre: un lugar, un acontecimiento, una palabra o un recuerdo, llevan a otro y el cuadro se va rellenado con trazos minuciosos y detallistas hasta que toda la escena, todo lo sucedido, parece -y sólo parece- haberse completado; toda lana tiene su rueca pero los hilos no parecen completarse de igual modo según quien la mueva. Por ello la novela utiliza el recurso por el que Julio Lesmes escribe una novela, de modo que parece ser ser testimonio del pasado que debe no olvidarse en contraposición del futuro que debe alcanzarse. Pero el mundo tiene muchas perspectivas, la realidad es una y diversa a la vez porque no puede nadie decir que él posee la verdad o que lo que busca lo va a encontrar. Nadie vuelve a ser lo mismo después de cumplir un año tras otro tras otro. Así que leedla en cuanto podáis puesto que las perspectivas son tantas, los análisis son tan variados, las miradas tan posiblemente opuestas, que cada lector tendrá su patio propio infantil, sus recuerdos que seguro son ciertos y sus amigos que nunca te van a olvidar... pero la novela te enseñará otros caminos, esos que sólo muestran las obras de arte como es el sonido lejano de las teclas de aquella máquina de escribir o del piano



wineruda

miércoles, marzo 02, 2016

HISTORIAS FALSAS de GONÇALO M. TAVARES



















HISTORIAS FALSAS de GONÇALO M. TAVARES
histórias falsas 2005
Ed. Xordica 59 Pág
Trd. Ana M. García Iglesias

Hace ya bastante tiempo que, no sé por qué camino, llegó este autor a mis listas de búsquedas, probablemente, no recuerdo, algún buen consejo de las páginas que visito. Aceptado, autor y libros, me propuse comparar con otras opiniones y conocer más de ellos. La mayoría de las opiniones eran de hace más de 6 años y hablaban de que este escritor estaba de moda, no sé si utilizaban el raído cliché de “rabiosa actualidad” ,-creo que no, que es más un recuerdo falsificado mio-. Tiempo después, cuando tuve la oportunidad de comprarlo, lo volví a buscar para refrescar ideas pero los enlaces parecían los mismos, y no había casi nuevas entradas, al menos en castellano. No entiendo la razón por la que existen modas en la literatura: un autor-una obra- es bueno ahora, dentro de un mes, y lo será dentro de 30 años: ¿Por qué ese estrangulamiento temporal?¿ Por qué ese impulso momentáneo que parece hundirse poco tiempo después? Sí, se podrá decir que, acaso, no volvió a publicar nada bueno, pero conozco muchos, demasiados, autores que contradicen esa proposición, ya que sus obras mejores son las más lejanas al auge literario -al boom de su agencia de marketing- que pareció ser abandonado a su suerte preso de olas, snobismos, franjas de periódicos, o recomendaciones de presidentes del gobierno asociados al cambio. Un recuerdo cercano, que viene al caso, es el aturullamiento literario que me provocó el leer “El diario de Hamlet García” de P. Masip, y me gustó tanto que recomendé a quien se me acercara la obra-y aún lo hago-; por algún camino llegó esta recomendación a alguien relacionado con la Cultura -con mayúsculas- y el comentario fue un apenas:”¡ah bueno! Lo leí cuando estuvo de moda en Madrid... por los 90”. Como si la obra tuviera sólo el espacio y el tiempo necesario para haber sido descubierta, usada y enterrada por una generación -y sólo una- de personas pasmosamente cultas. Me recordó esa frase a las usadas por los vendedores de ropa que miran mal cuando entras en una tienda de lujo con tus valientes pantalones vaqueros pasados de moda hace 5 años. ¿Masip, Alfau, Tavares... y tantos otros que conocieron su auge, caerán en la decadencia estúpida del desconocimiento? ¿Ese desconocimiento nacido de la búsqueda de lo más nuevo, de los más IN, de lo más COOL, de lo más originalmente decrépito?.


Y Tavares no merece eso...Su libro corto, muy corto, de cuentos sobre filósofos y filosofía, es un recorrido por una esquina de la literatura, como una barca sin remos pero con rumbo que se introduce en el océano, donde la ficción y la realidad, la literatura y la historia de la filosofía, parecen encontrar su sitio entre lo diferente. Desde situaciones, momentos, frases, encuentros -a veces leyendas tan probables como improbables puedan ser- que aparecen en los manuales e historias de la filosofía, surgirán los cuentos en los cuales se irá tejiendo  una reflexión sobra la vida, el carácter, los hombres, el poder, lo necesario, lo desconocido, el saber... En ellos, descubriras a filósofos como Platón buscando el modo de preservar el conocimiento y la belleza del mundo; o  Anaxagoras buscando el fin último de sus creencias; o Marco Aurelio y el orgullo, el deber y la venganza;  Heráclito y el fuego; Zenón y la conservación de su creencia ante todo;  Tales de Mileto encontrando el límite entre el saber y el amor; Diógenes enseñando el camino al prepotente ... Aunque cite a los filósofos como personajes de los cuentos no lo son tanto como protagonistas principales, que en algunos casos también, sino como agentes de la acción o del pensamiento que sustenta cada cuento, hasta completar unas historias donde lo supuestamente real, o lo histórico, o lo legendario, va derramándose por la historia hasta mezclarse en el suelo con la tierra poseída de historias falsas,  inventadas, y que se mezclan para conformar una especie de barro con los que el autor crea figuras de esas que solo les falta el soplo de algún dios clásico o bárbaro para ser reales -o al menos parecerlo-. Cada historia parece reunir en pequeños terrones todo el interés que pueda tener alguien que rastrea un libro que te hace reflexionar, disipar, rememorar, reconocer y respetar las ideas de un mundo cultural tan lejano en el tiempo y en el espacio como cercano en su necesidad y en su influencia.



Esa pequeña nigromancia que parece producirse cuando se combina un libro corto, muy corto, con un texto de interés, se ha manifestado en este libro. Esa sensación de leerlo tan rápido que debes frenar para reconocer y interpretar lo que te cuenta, esa necesidad de reflexión sobre lo dicho y lo no dicho, brota del libro al cerrarse. Y así que en algún rincón de ese sitio donde parecen esconderse los autores que no deben olvidarse se habrá encendido una luz, y si alguien lee este texto espero que mantenga la luz y no sople la vela, para que lo que no debe perderse no se pierda, y busque -y encuentre- algún camino -o atajo-.



wineruda






Hoy...

50 ESTADOS, 13 POETAS CONTEMPORÁNEOS de ESTADOS UNIDOS de EZEQUIEL ZAIDENWERG

  50 ESTADOS, 13 POETAS CONTEMPORÁNEOS de ESTADOS UNIDOS SELECCIÓN, TRADUCCIÓN Y PRÓLOGO DE EZEQUIEL ZAIDENWERG     Decían que decía...