lunes, marzo 07, 2022

ARMÓNICA PARA DESNUDAR UN SUEÑO de GILDARDO MONTOYA CASTRO

 


ARMÓNICA PARA DESNUDAR UN SUEÑO de GILDARDO MONTOYA CASTRO

 

 

Cada libro, cada página, cada poema, un verso, dejan un rastro en la persona que los lee, pequeñas manchas en los ojos, como heridas impresas en el iris; deja pequeñas represas repletas de caudales infinitos en la mente. El libro, el poema, el verso, pareciera, a su vez, manchado de los recuerdos, de la vida, de los inciensos y los lápices, ya sin punta, del que los lee. Hubiera dicho, cada vez que he leído un poema hermoso, una página de luz, o de sombra, que estaba escrito para mí, acaso por mí, como si todos los escritores que me gustan, fueran yo, o, solo,  fueran  amanuenses de mis pensamientos o experiencias. Supongo que eso es básicamente amar la literatura, o que ella te ame a ti, no sé bien cuál es el camino de ida y de vuelta.

De la misma forma, por ello,  identificar esos sentimientos y sensaciones en un libro es hermanarte con su autor, aceptarlo en tu casa, darle comida y cobijo, puesto que sabes de su vida, de sus pensamientos, sufrimientos, sabores, amores, caídas y alegrías, más de lo que sabes de tus amigos de carne y boca, o, a veces, como he dicho,  de ti mismo, él sueles ser tú…tantas veces... Pasearte por las páginas es un reto de voyeur, a veces hacia fuera, a veces hacia dentro, la recóndita experiencia de descubrir-te- mundos, olas, holas,  áreas, ojalás y vaivenes.

 

ESTILO

La gramática que pulso

no abandona el espanto,

avanza entre falsas paredes;

con dardos azulados,

desaparezco a diario.

 

Barca sin túnica. Imaginaria de

lo vivo; en tu mástil como apegado

polizón, la hilacha sudorosa de

la nada.

 

Volantazo, qué cansancio.

¿Cómo preñarte de aceite verdadero,

silabario? Mi pecho afónico,

inmóvil al vacío,

filosofía existencial,

aletea,

vuela…

 

 

Gildardo, pasea por sus mundos repletos de fantasmas, fantasmas de aire, de familia, de infancia, de sonidos, de ruidos, de olvidos, de amor, de vaivenes del mundo, fantasmas que generan un ulular de sonidos de gritos infantiles , de música, de besos, de enfados, de alcohol roto; fantasmas que revolotean por las páginas como en una Comala particular, más llena de heridas que de renacidos, más llena de silencios que de voces.

 

VIVIR

Mira atrás de tu voz

el columpio que llama

más allá de tu voz

 

 

Gildardo tienta a las cosas a ser del sonido del silencio, le falta el sonido ausente de la armónica de su padre, o de los gritos de la escuela, de las palabras de su familia, las voces de gente de la niñez, el sonido de los pasos de la vuelta a casa, o a otro tiempo, EL sonido del silencio de cartas sin respuesta, cartas a la vida , al tiempo, al amigo que está, al pasado que no está, a la nada buscando respuestas, el temor de ser y de no ser, no ser en el grito, no ser en las letras, no ser donde debes ser, el temor de no saber las respuestas. Son los sonidos de esa armónica las que deja al descubierto los sueños,  o los presentes o los pasados. Los sueños pueden abarcar toda la realidad por lo tanto el mundo.

 

Carta:

Un poema: polvo y luz

 

Querido Julio:

Un poema: polvo y luz. La templanza trasuda melancólica.

¿Qué cara es la nuestra, la definitiva? Ir viendo, sin

rajarse, Escribo a cuentagotas. Terrible miedo de no decir

algo: por lo menos sensato. Abrazo a mis hijos, detengo

los golpeteos neuróticos. Les escribo a mis amigos

Aleteo magnífico.

aguzaremos el oído,

se  posa en la terraza

un orgullo silencio,

viene la música,

mira el gozo

vamos cantando en la verdadera

realidad del sueño

rasga asombra el aire.

 

Las repuestas, todo se basa en buscar respuestas, subes a vidas y buscas respuestas, subes montañas, bajas a valles, y te preguntas la razón, te casas, tienes hijos, amas, y buscas las respuestas sobre cómo será su vida, y la tuya, a veces pierdes y sabes que en el alcohol habrá una respuesta falsa, pero la buscas, y en el viento, y en el correo, y en el pasado, siempre buscas respuestas, y sabes que si las hubieras no te conformarías con ella, solo quieres saber la realidad, la respuestas única . ¿La hay?

 

 

PERPLEJIDAD

Son tantas abejas, miles, rodeando la casa.

Mi hermana: “exageras; acaso un puñado”.

Clausuro, un miedo ansioso, cualquier intersticio,

insinuación al dolor. Y si las abejas hubieran

entrado, ¿sería yo ahora otro, más curtido al

incesante temor de estar aquí? Respóndanme.

 

 

Saber si las cosas van a salir bien, es tu pregunta de niño, por eso vuelves, volvemos, al pasado , a la niñez , para saber si hemos acertado o para intentar el imposible recomienzo, pasearte en el filo de la vida solo es un paso adelante, para saber que el camino es el que es, y como no lo dominas, no vas a poder dominarlo, ni domarlo, debes aprender a bailar sobre el filo, Gildardo: Sabio en heridas, sabio en palabras, mecedor de vasos, deja que el viento despeje la frente y que el cielo se vuelque sobre las palabras, solo sobre las palabras; el mundo son palabras, andamos sobre ellas… letras para vivir.

 

 

VIVIR EL SUEÑO

Cuando abro la ventana, hermana, escucho tu grito.

hieren sus cristales. Corro temeroso bajo

la lluvia, buscando al culpable; detrás de mí dejo

árboles hambrunos, bestias ebrias, sin remedio;

esquivo rapsodias rastreras de corbata; calle

adentro, tropiezo con el hilo e tu grito

y desperdigo en el lodo las preguntas;

por la granada que estalla en tui voz, hermana

vomito potro negro de clavos.

Silencio mudo e un hombre que  calla.

 

 

 

La poesía sirve para masticar el mundo, para regurgitarlo, para aclarar la vista, como un flash de cámara fotográfica que desnuda el mundo, que lo paraliza para que tú lo veas, en un instante con los ojos abiertos, relucientes, o triste. Gildardo, fotografía los momentos que muestran instantes de su vida, saberes que adquiere, olvidos que no quiso, gente que cruza por su mente, como una salida de autobús que siempre está llena y nadie sale, todas sus personas están en su libro, todas sus dudas, todos sus autobuses sin partir, con sus rabias y sus potencias, sus nostalgias.

 

 

FIEL

Dios muere todos los días

en los pasillos del Metro.

instala su templo de naipes

para que bailen apóstoles;

ciegos, enanos, Marías

y payasos desolados.

En ellos, fe, vuelo, abismal.

Dios mure todos los días

 

 

Todos los poemas son desnudos, son cuadros a la decencia o la indecencia de la vida, todos los poemas son pasiones, todos los poemas son partidas al pasado o al futuro, sin retorno.

 

EL libro desfila por todas las pasiones del hombre, amor, odio, olvido, tristeza, recogimiento, recuerdo, vida. Mesetas entre valles.

 

CONSEJO 1, Cada libro, entiendo, necesita una coreografía, que le dan sus ritmos, su palabras, la conjunción de sus decires y sus pausas, pero, también, necesita una banda sonora que la adule, que la acompañe, que le dé ritmo y ambiente, hasta olor, necesita una cúpula celestial  que  la rodee y proteja, un camino solar que muestre el mundo repleto de sonido,  letras, ambiente el sabor de las letras masticadas. Probar, yo lo hice, con el sonido de la canción THE  SILENCE de MANCHESTER ORCHESTRA, en bucle. Encaja la mezcla de música y libro.

 

 

 

 

 

 

 

lunes, diciembre 06, 2021

VIDA EN MARTE de TRACY K. SMITH.

Si amaneciera como antes, cruzando la puerta de un bar al alba, en el mismo momento en el que las estrellas van desapareciendo y alumbra el sol,  mínimamente, como con timidez, con cierta sorna con respecto a nosotros y a nuestros pasos, vacilantes. La música que dejamos atrás es , por ejemplo, mi amado disco “Live in Pompeii” de Pink Floyd, acaso fueran esas ruinas y aquella música  y ese amanecer  los mejores lugares  para encontrarse humanos y estrellas, cielo y tierra, universo y carne, lo palpable y lo infinito; de tal forma que el alba y la música, y acaso la felicidad del alcohol o acaso del olvido, son lo que nos impone para mirar el mundo de otra forma, como removiendo la marmita de las brujas y los sabios, que miran el cielo, las estrellas, los planetas y el vacío lleno de nada o de todo, depende cómo lo quieras mirar. Este libro viaja a las estrellas, a los planetas que rondan las calles, de madrugada o al alba, silenciosos para el mundo, rugiendo a tu oído.

 

¿Quién entiende el mundo y cuándo hará

Él que éste tenga sentido?¿O Ella?

 

Quizás haya un par de ellos y se sienten

a observar la crema deshaciéndose en su café.

 

Como la bomba atómica, se parece a eso, dice uno

mientras coloca un enjambre de coordenadas

 

sobre una cuadrícula gigante. Intercambian sonrisas.

Es tan sencillo que lo habrán terminado para el almuerzo.

 

Tendrán toda la tarde para nombrar

los espacios entre los espacio, esos que sus ojos

 

han sido enterrados para distinguir. Nada

se les escapa. Y cuando la nada que es

 

algo se arrastra hacia ellos, queriendo

ser sentida, la sienten. Entonces anotan

 

ecuación tras ecuación, sonriéndose mutuamente,

los labios fuertemente sellados.

Tracy K. Smith, mira el cielo para descubrirse a ella misma, no a los planetas, no a las estrellas, no al vacío de Dios o de Ángeles de metal, que miraba su padre desde su telescopio, ella, a su manera,  mira al mundo , con la herida de las perdidas, de su padre, de la fe , de la duda de vivir o de ser, de la duda de verse a ella misma en el pasado y en el futuro. Sus versos evocando el espacio, el universo, buscan saciar sus ganas de explicarse el mundo, de resolver sus dudas, maquinan un espacio donde Dios y la nada basculan entre mirarse a través de un telescopio y de encontrase mirando la nada.

Cuando mi padre trabajaba en el Telescopio Hubble, dijo

que trabajaban como cirujanos: desinfectados y empapelados

de verde, un frío aséptico y luz blanca en la sala.

 

Leía a Larry Nieven en casa, bebía whisky escocés con hielo,

sus ojos exhaustos y enrojecidos. Eran los años de Reagan,

cuando vivíamos con el dedo sobre El Botón y nos esforzábamos

 

por ver a nuestros enemigos como a niños. Mi padre pasó temporadas enteras

postrado ante el ojo del oráculo, hambriento de hallazgos.

Su rostro se iluminaba cada vez que alguien le preguntaba, y levantaba los brazos

 

como si florara, confortablemente en la interminable

noche del espacio. En el patio atábamos a los globos mensajes

de paz. El príncipe Carlos se casó con Lady Di. Murió Rock Hudson.

 

Aprendimos nuevos nombres para las cosas. Cambiamos de década.

 

Las primeras imágenes llegaron borrosas y me sentí avergonzada

de todos aquellos alegres ingenieros, mi padre y su tribu. La segunda vez

las lentes acertaron. Vimos hasta el confín de todo lo que allí había.

 

Tan brutal y tan vivo, que parecía abrazarnos.

 

La evocación al espacio siempre parece mirar el futuro, pero en Tracy K. Smith; se vuelve al pasado, solo son futuro las dudas, la nada que reinventa cada espacio, para luego revolverse y dejar un “quizá” en la boca,  en la mente, pero con una  sensación de esperanza vana, de desnudo vacío de recuerdo intenso que desboca la fe y los espacios. Tracy duda del mundo, de este mundo , de esta religión, de las creencias, quiere no estar y no está, está y  no quiere estar. ser y no ser, eterna evidencia

 

 

El museo de la obsolescencia

Cuánto lo codiciábamos entonces. Tanto

que nos habría salvado, pero vivió,

 

en cambio, su propio momento, regresando

a la inutilidad con la muda aprobación

 

de una nueva piel. Nos mira al mirarlo:

nuestros ojos cansados, nuestra temperatura, corazones

 

de relojería tras nuestras camisas. Estamos aquí

para reírnos de las baratijas, de las ingenuas herramientas,

 

de esas réplicas de réplicas apiladas como ladrillos.

Hay billetes verdes y bidones de aceite.

 

Tarros de miel robados de alguna tumba. Libros

sobre guerras, mapas de estrellas muertas.

 

En el ala sur hay una pequeña habitación

donde se exhibe a un hombre vivo. Pregunta,

 

y te describirá antiguas religiones. Si

te ríes, se echará las manos a la cabeza

 

y suspirará. Cuando muera, lo reemplazarán

por un vídeo en bucle ad infinitum.

 

Habrá exposiciones itinerantes. “Amor”

estuvo una temporada, seguida de “Enfermedad”,

 

Conceptos difíciles de entender. Lo último que ves

(Tras un espejo -¿Un chiste de alguien?-)

 

Es una imagen del viejo planeta tomada desde el espacio.

Fuera, hay quien vende camisetas de los Hawks a tres por ocho.

 

EL libro descubre versos , los acerca como un microscopio o un telescopio, mirar lejos o mirase las entrañas, da igual todo es lo mismo, todo es vida y tierra, todo son huellas de pasos en la nieve o en el cemento. Los versos desnudan la mente de la poeta, desde su intenso recuerdo de su padre, de su muerte, de su falta, de sus recuerdos, de sus olores, desde el  propio estar en el mundo al vuelo infinito por las estrellas, acaso. Pero , también habla desde su Pompeya llena de espacio vacíos en el magma de la vida, almas que parecen descubrirse cuando se despejan las calles llenas de sus Vesubios particulares, en ella , vidas, odios, muertes, siempre compasión, siempre latidos cruzados, siempre saber que alguien ha cruzado esta tierra, que la ha pisado, sean familias propias o gente que no llegó o niños que se quedaron en los primeros pasos, o amores que siguen o amores que fueron, vida, tierra, olores, espacio, tiempos vientos ,alas , sembrar para amar, sembrar para irse, siempre queda algo, algo en la tierra, como un meteorito inverso que nace en la tierra para incrustarse eternamente en el todo del universo, donde nada se destruye, solo palpita, en este caso en las páginas de un libro, libre, intenso, huellas de tierra y lignito, de hierro y poemas. La vida siempre discurre entre dudas, siempre aporrea la mente cuando sabes que cuando , quizá cruces, esa alba la puerta de un bar que entras de noche, ya estará amaneciendo y el alba trae nuevas cosas, malas o buenas, solo que tú no la diriges, solo las ves, las amas o las soportas, las sufres o las elevas. 

La tierra bajo nosotros. La tierra

alrededor y encima. La tierra

empujando hacia arriba contra nuestras casas,

cómplice de la gravedad. La tierra

sin edad, viéndonos erguirnos y acurrucarnos.

Nuestras espadas, nuestros bueyes, las líneas dentadas

que surcamos en la tierra. La tierra

sesgada y dividida en territorios

saboteada y llena de hoyos. Taponada con fuerza.

Trampeada. La tierra se marca con minas,

paciente, esperando su momento. La tierra

flotando en la oscuridad, suspendida en el giro.

La tierra a toda velocidad alrededor del sol.

La tierra a la que nos subimos con incredulidad.

La tierra que saqueamos como ladrones.

La tierra cubierta de lodo en el vientre

de un pueblo sin comida. Enterrándonos.

La tierra que se desprende de nuestros zapatos.

 

 

En mi universo de Pink Floyd, en este momento que escucho elevarse las notas como si fuera una explosión, el libro …. el libro tiene un hermoso poema dedicado , no sé si dedicado o en alabanza , a David Bowie, un hermoso poema a  Starman, al que descubre entre la vida y la muerte. Y está  tan vivo… , tan exactamente limpio…, porque existe en las mismas notas que el éter hace llegar a tu oídos por lo tanto a tu ser... a tu vida… Bowie vivo, porque así lo recuerdas, vivo porque lo que se palpa, existe, y lo que se ama se palpa aun a tientas aun a ciegas aun  sin estrechar la piel; existe porque es. Todo el libro hace que el mundo exista porque es, en ese monte es, padre, Bowie, ella niña, amigas, tierras, niños, vidas antes olvidadas, muerte, cielo, dioses acaso que son y no son, dudas, amagos ciertos eternos..

¿No te preguntas, a veces?

1.

De noche, las estrellas brillan como el hielo, y la distancia que abarcan

Esconde algo elemental. No a Dios, exactamente. Más bien a alguien

De caderas delgadas y brillante con la esencia de Bowie — un Starman

O un as cósmico planeando, balanceándose, sufriendo para que podamos ver.

¿Y qué haríamos, tú y yo, si pudiéramos saber con seguridad

´

Que alguien estaba ahí viendo de reojo a través del polvo,

Diciendo que nada está perdido, que todo vive en la espera sólo

Para ser querido de nuevo con suficiente intensidad ? ¿Irías entonces,

Incluso por unas cuantas noches, a esa otra vida donde tú

Y el primer amor que ella tuvo estuvieron ciegos al futuro, y felices?

´

¿Debería ponerme mi abrigo y regresar a la cocina donde mi

Madre y mi padre se sientan a esperar y calentar la cena en la estufa?

Bowie nunca morirá. Nada vendrá por él mientras duerme

Ni nada se cargará por sus venas. Y nunca se volverá viejo,

Al igual que la mujer que perdiste, aquella que siempre tendrá el cabello oscuro

´

Y la cara ruborizada, corriendo hacia una pantalla electrónica

Que marca los minutos, las millas que faltan por correr. Al igual que la vida

En la que siempre soy una niña que mira por la ventana el cielo nocturno

Pensando que un día tocaré el mundo con las manos desnudas

Incluso si éste quema.

´

2.

Él no deja rastro. Pasa inadvertido, veloz como un gato. Eso es Bowie

Para ti: el Papa del Pop, modesto como Cristo. Como una obra de teatro

Dentro de una obra de teatro, él es una marca registrada dos veces. Las horas

´

Caen como el agua de un aire acondicionado. Lo transpiramos,

Enseñándonos a esperar. En silencio, con pereza, el colapso ocurre.

Pero no para Bowie. Él ladea su cabeza, sonríe con esa malvada sonrisa.

´

El tiempo nunca se detiene, ¿pero termina? ¿Y cuántas vidas suceden

Antes del despegue, antes de que nos busquemos a nosotros mismos

Más allá de nosotros mismos, todo glamoroso-resplandeciente, todo brillante y dorado?

´

El futuro no es lo que solía ser. Incluso Bowie tiene sed

De algo bueno y frío. Los jets parpadean en el cielo

Como almas migratorias.

´

3.

Bowie está entre nosotros. Justo aquí

En New York City. Lleva una gorra de beisbol

Y unos jeans caros. Sumergiéndose en

Una tienda delicatessen. Exhibiendo todos esos dientes

Al portero en su camino de regreso.

O está tomando un taxi en Lafayette

Mientras el cielo se nubla en el crepúsculo.

Él no tiene ninguna prisa. No siente

De la forma que piensas que siente.

No presume ni alardea. Hace bromas.

´

He vivido aquí todos estos años

Y nunca lo he visto. Es como no distinguir

Un cometa de una estrella fugaz.

Pero apuesto que arde brillante,

Arrastrando una cola de ardiente materia blanca,

Igual que cuando uno de nosotros deja un rastro de papel higiénico

Cuando regresa del sanitario. Él obtiene

El mundo entero bajo su pie,

Y somos pequeños a su lado,

Aunque hay ocasiones

´

En las que un hombre de su tamaño puede encontrarse

Con tus ojos sólo por un instante

Y mandar un pensamiento como BRILLA

BRILLA BRILLA BRILLA BRILLA

Directo a tu mente. Bowie,

Quiero creerte. Quiero sentir

Tu voluntad como el viento antes de la lluvia.

Ese tipo de voluntad que cualquier persona simplemente obedece,

Arrasado por ese baile hipnótico

Como si algo con el poder suficiente

Hubiera mirado en su dirección y dicho:

Sigue adelante


No  existen metáforas en este libro. al menos metáforas en los versos, acaso todo es una gran metáfora para quien lo lee,  quien lo absorbe para cambiarlo, para ser libro  de versos que cuenta cosas. Podría ser como de una prosa azul cielo, o acaso sean versos verde metálico,  o negros como el cielo por la noche, sembrado de puntitos blancos que crean una sensación de belleza, como un contrapunto de vida y tierra o lápiz y añil, como el olor  de los obradores de pan en verano o de las tostadoras de café cuando llueve, el libro hace un recorrido por el mundo, el mundo de Tracy y el mío ,o supongo, el tuyo, Todos los versos nacen para ser  devorados por los lectores, asumiendo venenos y viandas que nutren para que nos alcancen. Poesía para mascar, para deslizar el dedo por sus versos mientras lo lees y te lleva, ligero, casi flotando hacía ese lugar donde la belleza y lo real, lo que importa, lo que te dice algo, no la vana sucesión de imágenes hasta el infinito rosa.

 

El bar cierra a mis espaldas, Pink Floyd hace esta música celeste que parece salida desde las estrellas, esa evocación alucinada de psicodelia, donde los silencios son parte de la música, y la música de los silencios, como los versos son parte de los silencios, de lo olvidado que recordamos, y lo que recordamos y sus silencios son parte de estos versos.

 






 

sábado, noviembre 13, 2021

LOS HERMOSOS AÑOS DEL CASTIGO de FLEUR JAEGGY

 






Nada puede hacer olvidar los años vividos lejos de la familia en el espacio cerrado, solitario y opresivo de un colegio para señoritas en un pequeño pueblo de Suiza o de otros que pasaron por el camino; nada arranca más vida de los corazones que una necesidad de cambio, cercano a veces a lo destructivo, para buscar un lugar diferente, de un cariño olvidado, de una personalidad propia; nada oculta más los sentimientos que la manifiesta intención de ser diferente, de buscar lo distinto, que no lo opuesto, porque simplemente no sabes qué es lo opuesto. Esa búsqueda de sí misma aparece en las páginas de la novela, con la desenvoltura que da la narración en primera persona, mirada desde el futuro, rasgando el pasado para mostrar las entrañas de lo que pasó, no ya de los hechos puros y demostrables, sino de la sensación misma que se asoma desde los ojos, desde las palabras, desde los pensamientos de una adolescente , apenas una niña, que recorre los días de su encierro buscando la pericia necesaria para ser adulta siendo una niña, correteando en la frontera en la que por una lado muere la niñez y por otro lado nace esa fase adulta que primero se quiere y luego lastima.

Y si de la imposición, en la distancia, de un tipo de vida por parte de una madre casi olvidada y si de la existencia plana y lúgubre de un padre anodino surge la necesidad de rebelarse, de ser distinta, de no ser como todas las compañeras de las cuales,tras el paso de los años, has olvidado su nombre -esa fue su importancia- es porque la arrogancia despreocupada de la juventud necesita aparentar que posee la independencia que luego tendrá en la edad adulta, practicar los patrones de comportamiento en una vida que no quiere que sea como es ahora, y los ensayos deben ser rigurosos y verdaderos hasta encontrar el desfiladero por donde escapar de rutinas, voces, profesores, directoras, compañeras de colegio o de reglas impuestas


La protagonista, la narradora, descubrirá un lugar diferente en los ojos, en el cuerpo, en la personalidad de una compañera, en Frédérique. Surgirá de esa relación una mezcla de admiración y sumisión que alarga su camino hasta encontrar un sentimiento de amistad que nunca puede ser sexual o erótica -como auguran algunas guías-, porque no es apenas más que una sensación de acercamiento y arrobo llegado de la necesidad de una amistad diferente, de encontrar una mente discrepante con las reglas habituales de sus compañeras de colegio, no en el comportamiento sino en la libertad mental, en la profundidad de sus actos lejanos a lo usual y a lo cotidiano en los pasillos del colegio; encontrar una mente atormentada para un lugar en las que no debutan las apariencias.

Y nada podrá encontrar más adecuado a la mente de la narradora que contar como, en un momento dado, se adecuó a los momentos que estaba viviendo, contradiciendo su propia necesidad o su mismo pensamiento, buscó en lugares que en otro momento no había decidido pisar, pero que al final lo hizo, por propia comodidad o por simple inercia. Y las consecuencias las pagó perdiendo su parte de individualidad, su pedazo de cielo entre los diferentes, aquella amistad diferente; pero de esa experiencia, de la rotura de lazos, de la caída en los oscuros brazos de la conveniencia, apareció el legado, no sé si querido o surgido de la nada, del placer de encontrar un regalo en lo negativo, en el dolor, en la desaparición de lo respetado.


“Los hermosos años del castigo” es un lectura que lleva placer a los sentidos, ocurre entre lugares que me invento oscuros, entre paredes húmedas y cielos nublados; pisando laderas verdes y colegios olvidados, serpenteando entre pasillos abarrotado de gritos y artimañas de colegialas menudas. Es una obra en las que se abren las lejanas mentes de los años olvidados, aquellos en los que de niño creabas fantasmas de las sombras y enemigos en las pizarras, Y que descubre la mente de una muchacha abandonada a su suerte entre una muchedumbre de niñas, ancianas, amigas y enemigas de las que descubre que el paso del tiempo sólo ha permitido olvidar sus caras y dejar sus voces.


lunes, noviembre 01, 2021

LA MUERTE DE VIRGILIO de Hermann Broch

 
















LA MUERTE DE VIRGILIO DE HERMANN BROCH "Der tod des Vergil" 1958 Ed Alianza literaria, 2000 , 489 pág. 

Broch inventa , imagina, los últimos momentos de la vida de Virgilio en aquel doloroso atardecer en Brindis, aquella alucinada noche, la madrugada entre ilusiones, la mañana fatídica de aquel día... Virgilio sueña, suspira, delira, imagina que toda su vida, su poesía, sus íntimos secretos, sus descaradas verdades, reviven por un momento entre las calenturas de la enfermedad y los últimos esfuerzos por vivir o dejar la vida como él hubiera querido. Y tales secretos, tales verdades, tales delirios, salen , en las páginas de Broch, como un volcán de imágenes, como un torrente poético que, casi como una declamación pública, acaso un último intimo recital, rebosa las páginas, las deslinda, para dibujar el cuadro de un ocaso grandioso. El crepúsculo de una vida destinada a sobrevivir a su propio dueño. La prosa poética de Broch describe apenas unas horas, el último suspiro del alma de Virgilio, los delirios de la enfermedad que van y vienen de entre la inconsciencia a la frágil realidad, y narra, en una mezcla de deslumbrado monologo interior y de postrero narrador omnipresente, el desvelo inquieto de la presencia de la muerte, y con ella el fin de sus sueños y el comienzo de sus preocupaciones por su obra, por su "Eneida" inacabada - imperfecta-. por Roma, por el arte, por la verdad... El momento en el que se cruza el presente doloroso y el pasado amable.

 El libro es dividido por  Broch en cuatro partes: Agua (el arribo): el último contacto de Virgilio con el pueblo, las calles de Brindis, los porteadores, los gritos de la gente, lo humano... Fuego (el descenso): la noche en el palacio del Cesar, la vigilia entre la vida y la muerte, lo humano y lo sobrehumano, lo real y lo irreal, el sueño y el delirio, el ser y el no ser. La Tierra (la espera): el último contacto con sus amigos, la postrera conversación con el Cesar Augusto, sobre Roma , sobre el arte, sobre la política, sobre su intención de destruir "la Eneida". Eter (el regreso) el fin. el ascenso al otro destino, acompañado de caras conocidas, de sitios reconocidos, por lugares sospechados, el "orto", por aguas aplacadas...

 La intención superior de la obra de Broch, la clave que sostiene el arco de su creación, es la necesidad de describir la razón por la que Virgilio quería destruir " la Eneida": Sabiendo que iba a morir sin acabar su obra exige que desaparezca, que no muestre el arte imperfecto, que no le señalen como su autor. Duda sobre su propio arte, adivinado en sus horas más sombrías como algo falso, como algo inútil, lejano a la verdad, que se sostiene por amamantarse a sí mismo , " el arte por el arte". Y a ello no se inclina, no quiere dejar esa obra como legado al futuro o a la propia Roma. Consciente de su propia eternidad aún así no quiere que por ello deban recordarlo. Sólo Augusto puede exigirle que no destruya esa obra que es la propia historia de Roma y en realidad algo que ya no le pertenece. Esa última conversación entre los dos versará sobre lo que significa la obra y por ello Roma, y por lo tanto Augusto; y con él: el pueblo, la política, el estado, y la verdad de todo ello. 

"La muerte de Virgilio" no es una obra fácil de leer. No es una novela al uso: el espacio y el tiempo solo cambian en las ensoñaciones poéticas de Virgilio, volando entre los recuerdos de infancia para volver al presente, saliendo de su vigilia para ver a viejos amigos apenas en un instante. Pero nada se mueve, nadie sale de las paredes de aquel palacio de Brindis, acaso algún fantasma del pasado, alguna alucinación corpórea. "La muerte de Virgilio" es para leerlo con pausa, abstraerte y concretar la procesión de imágenes e ideas que pueblan las páginas del libro. Donde aparecen tres realidades: lo escrito evidente -la prosa poética-, las ideas profundas del libro -lo abstracto-, la vida de Virgilio que acaba-el pasado-. Broch elabora un libro donde domina toda los aspectos históricos o ficticios de la época y del lugar, su obra -la poesía y su sentido- , los aspectos políticos, morales y sociales de aquel momento. Para entenderlo, también, hay que conocer dichos aspectos, pero no sólo, la novela como tal es una magnífica obra de arte, donde nada ha sido puesto al azar y donde aparecen momentos de excelencia de la literatura.

lunes, octubre 25, 2021

EL REGRESO de ALISTAIR MACLEOD

 


















EL REGRESO de ALISTAIR MACLEOD





¿Cuándo un cuento es bueno? Supongo que hay tantas respuestas como lectores existen, y la sensibilidad amasada entre las diferentes harinas literarias y aguas genéticas corresponde a una sola persona y a sus universos fantásticos. Pero todos hemos nacido unánimemente con Perrault o Andersen o los hermanos Grimm y luego separamos los caminos para adentrarnos algunos en caminos clásicos, otros postmodernos o quizá los olvidamos, simplemente, para siempre, o -espera- acaso nos gustan todos.

Daré mi opinión sobre cuál es el cuento bueno, al menos el que me gusta a mí:
Yo lo concibo como el concierto de una banda de Jazz; uno de esas grandes Big Band de los principios de los años cuarenta del siglo XX, donde Benny Goodman, Count Basie o Duke Ellington dirigían grupos rítmicos donde el swing o el boogie era ritmo e improvisación. Y la melodía surgía de los instrumentos de viento, los bajos y la batería imprimían ritmo, la flauta la suavidad que apenas se oye pero existe y es imprescindible y el clarinete la estridencia irrepetible de lo bello. Y... Billie Holiday daba sentido a la música, dándole palabra, sensibilidad, gesto y sentido. Así el cuento es la conjunción de todos esos factores, efectivamente, iguales que el jazz. Sobre el ritmo de las historias donde la vida en calma o salvaje, reprime o incita a sus actores, nacidos o eternos, y es improvisación y melodía a la vez; los paisajes y las historias paralelas son como el sonido de la flauta. Y el cantante, el escritor, rellena de personalidad, de dulzura o acidez, de tristeza o alegría, de pasado o de futuro, de abrazos o de golpes, las páginas de esos libros. Pues eso es “El regreso” de Alistair Macleod. Un concierto sintonizado en una radio de válvulas de aquellas que recogían en directo inolvidables sonidos. Lleno de la complicada simplicidad del que se apropian las grandes obras; donde los colores, los olores, las miradas, los sentidos, las pequeñas cosas o las grandes tragedias se empastan de tal manera que esos diferentes elementos son uno sólo. La elasticidad de las palabras abarca todos los extremos del cuento, cada pequeño elemento es parte del conjunto, y todo el conjunto es ese pequeño elemento, desde un perro que mira triste o una ladera helada, o una caricia con la mano sucia de carbón o, lo que es mas difícil, una palabra no dicha.



En el estrecho paisaje de Cabo Bretón, una isla de Nueva Escocia en Canadá, donde el carbón y la pesca es la única forma de supervivencia, y sólo eso, supervivencia, viven hombres y mujeres duros, de mirada fuerte y limpia, atada a sus costumbres y a su forma de vida, por dura que sea. El libro son las historias de alguno de sus habitantes: hombres viejos que no dan su brazo a torcer, que avanzan porque tras un paso saben que debe venir otro, orgullosos de su pasado y torcidos bajo los techos sucios de las minas de carbón o alzados en la popa de un mar bravío; mujeres fuertes que sostiene el mundo sin ningún punto de apoyo, que aman, paren, luchan y mueren defendiendo a su prole, limpias de mente y abrasadas del frío de las soledades de las viudas del mar o de la mina. Pero también son historias de jóvenes que quieren huir de la negrura del carbón y de la blancura de la espuma del mar, buscando un futuro mejor, llevándose las esperanzas y las lágrimas gastadas de sus padres, es la crónica de gente que va y no quiere irse, y de gente que vuelve y quiere irse. Y , también, son el testimonio de aquellas islas de sus paisajes y sus rocas toscas y graves, de su nieve sucia por el carbón, de niños que juegan en las playas, de barcos que no se hunden, de las níveas gaviotas chillonas, de las vacas de ojos grandes y de los coches de asmática respiración. Todos envueltos en la bruma no sólo atmosférica, la de historias que van acabando, que van cambiando, donde, aunque algunos se resisten, el tiempo no se para y avanza lento e intransigente.

Son las crónicas de un mundo que ya no será, pero fue; y como las grandes melodías parecen oírse aun en las ráfagas de viento que vienen de mañana cuando los coches no obstaculizan su paso con sus bocinas estridentes o su música de consumo rápido.

sábado, septiembre 25, 2021

LAS DIEZ MIL COSAS DE MARIA DERMOUT

 



LAS DIEZ MIL COSAS DE MARIA DERMOUT

de tienduiz end dingen 1959
ED. DESTINO 1959




Algo se me escapa de la novela de  María Dermout,-es la segunda vez que la leo y ya ves...- algo se me había escapado de entre los dedos como la arena fina de aquellas playas de las Molucas cuando la leí por  primera vez, puede que lo que me escondió su cara real fuese  algo parecido a una  espuma de cieno y agua, o el retroceder del agua, o el sorber de las rocas o simplemente la resaca que arrastra arena, piedras , animales y cuerpos, e ideas. Sí, se me escapó mucho. Así que escurro mis memorias y me queda un sabor a desconocido, un  sabor a cosas que dejas pasar, como un amor que el tiempo solo te deja reconocer su lado más pequeño, perdido entre brumas o solo menospreciado por que era otra cosa, siempre otra cosa.

Y así es... La lista de detalles, a veces ínfimos a veces aparatosos, que se habían despeñado por acantilados  o por las hojas, por los lomos, de este  viejo libro, eran muchos, casi como un mes sin cuento. Asi que...por mi falta de atención o porque con el tiempo uno aprende a leer con más sabiduría y  presteza, vas descubriendo que se perdieron demasiados para un mínimo de rigor literario. Y disfrutas de una nueva lectura.  Cada detalle era una nueva forma que aparecía en el recuerdo, de entre aquellas diez mil cosas que aparecen casi una por una despejando las  hojas del libro, todas las disfrutas. Yo voy  reconociendo unas pocas, voy, paso a paso, mezclando, empastando, todo el imaginario del libro que se desvela apabullante. Únicamente armando, en principio, de ese  saber literario que presupones alto y destacado, pero mi orgullo se hunde, mísero, en una sorpresa de esas que te exigen que calles la boca, que parece Maria Dermout decirte, calla tonto y lee; ella te rodea, te señala, te deletrea todos sus nombres para que no los vuelvas a olvidar.


Siempre me ha impresionado la capacidad de un escritor para  combinar lo bello y lo triste, lo poético con lo cruel y lo crudo. María Dermout lo lleva más allá, compagina las páginas, los lugares, los sentimientos, las situaciones más bellas, contraponiéndolas a lo más duro, a la cara menos dulce de la vida, la que quiere andar en puntillas, y quizás por ello puede construir un libro sobre la vida, sin artificios ni atajos, claro como un destello de luz en un lago oscuro. Así son las cosas. ..A fin de cuentas el transcurrir del tiempo es una sucesión de malos y buenos momentos, de imágenes bellas y trágicas, de momentos para recordar o para olvidar, de vivos y muertos, de amor y odio. Y todo eso se pasea por los reversos y anversos de sus papeles manchados de húmedades, pequeños puntos de humedad que parecen darte el mapa del mundo.


El libro te seduce, casi te fascina, por el recorrido por la vida de una sucesión de mujeres y hombres, en las que la principal protagonista es“ La Dama del Pequeño Jardín” , que educada por su abuela, maestra en las cosas mágicas, maravilla del mundo, ama de  las formas invisibles, de los elementos que confunden realidad y deseo. Ella es la dueña de un pequeña parte del mundo en una isla de las Molucas en un momento indeterminado entre el siglo XIX y XX, donde la vida se mueve lenta y ordenadamente, donde cada cosa debe ser respetada y llevada por un cauce acorde a su dignidad e importancia, donde las pequeñas cosas tienen la misma importancia que las grandes, donde los detalles mueven el mundo.

 Pero, el libro, asombrado y asombroso,  también te seduce por el recorrido por el lado oscuro de la vida: la muerte. Pero que en el libro aparece como un suceder de la vida, un paso más en ese destino, en el paseo por la carretera del tiempo, de las cosas y personas que van y vienen, y se acaban: porque hay personas que matan y las hay que mueren. Todos son, quizá, victimas al mismo tiempo, pero son las asesinadas las que vuelven a hacerse preguntas, a regañar a los vivos, a comprender su principio y su fin, a jugar en sus playas o sus selvas., a reclamar la vida que se fue, la que no dejaron que sucediera, la que se olvidó en las manos , o cuchillo o arma del que le quitó el siguiente paso. Y....Nadie sabe si son de verdad o es la mente de las personas que se apenan por ellos los que las han atraído, pero ahí están , vivos por un momento, explosiones de realidad que duran un momento o siempre. Sí....Sobreviviendo entre las palabras y la memoria de las personas que las amaron o que simplemente las recuerdan o respetan tanto su vida como su muerte.

Parece por un momento, mientras lees el libro, que de las páginas del libro emana un olor a especias y mar, que el calor inunda la habitación y los pájaros de vivos colores sobrevuelan la lámpara del techo, golpean los colores el techo y los ojos; ¿es la magia de la literatura, de la buena literatura? o acaso solo sea la simple realidad más allá de lo normal, de lo pisado y hundido, de lo crédulo, la que hace parecer ciertos los hechos que se describen, las cosas que se cuentan, nada parece distante, no hay océanos separándonos, entre tú y “la dama del pequeño jardín”. Vives, ríes, te matan, remas entre las “proas” de la bahía exterior de la isla, recoges cocos, cortas orquídeas, ves fantasmas y los delatas, recoges moluscos y caparazones, pescas pequeños peces a la luz de las antorchas, tocas campanas para despedir a los invitados, guardas cosas mágicas en los cajones, y todas aquellas miles de cosas que cuando cierres los ojos, ahora o dentro de muchos años, te harán recordar cosas importantes o bellas que has leído, visto,  hecho o soñado.



jueves, septiembre 16, 2021

ELOGIEMOS AHORA A HOMBRES FAMOSOS de JAMES AGEE y WALKER EVANS

 


















ELOGIEMOS AHORA A HOMBRES FAMOSOS de JAMES AGEE y WALKER EVANS





A finales de los años 30 del siglo pasado dos periodistas reciben el encargo de hacer un reportaje sobre los agricultores arrendatarios del sur de Alabama en Estados Unidos. James Agee lo escribiría y Walker Evans lo fotografiaría. Rechazado el proyecto una vez escrito se convertiría en este libro. Por lo tanto, este libro debería ser un reportaje o, más allá, un ensayo sobre las formas de vida de esos arrendatarios pobres. Ambas cosas lo son, cierto, pero va más lejos, a algún lugar incierto entre la narrativa de ficción , la poesía y  el relato intimista, todas esas formas que podrían incluirse en una novela. Pero .. ¿ Lo es? Cada lector tendrá su propia opinión, sin duda hay momentos que lo parece, otros son más una expresión de un ensayo político, otras veces social o ético o un relato periodístico puro, pero la aparición de una especie de monologo interior , de recursos estilísticos totalmente literarios, de prosa poética -o directamente poemas-, de descripciones natural y firmemente también literarias, haría dudar a cualquiera que este libro es un híbrido de la literatura de ficción o un cuerpo extraño en la corriente de sangre del ensayo o el periodismo.

El libro se divide en tres partes: la primera es la aparición de los dos periodistas en el pueblo, en las casas y en la vida cotidiana de las tres familias protagonistas -los Ricketts, los Woods y los Gudger-. En esta parte,Agee, habla sobre cosas normales: del paisaje, de lo diario, de cada individuo, del trabajo duro -del cansancio que sobrelleva-, de la falta de futuro, de que no hay nada tras el día siguiente sino la misma rutina esclavizada y harapienta. Pero lo que da valor a lo contado es la épica que hace de lo habitual , aclama el respeto y el amor por cada una de las personas de las que habla a través del fragor y lo barroco de su prosa poética, que requiere concentración en la léctura para que nada se te escape, para que nada se te oculte, para recuperar el significado profundo de lo que cuenta James Agee, que utilizará contínuas digresiónes para dar su visión de ese mundo y de su mundo  particular, de como ve las cosas y como querría que fuesen.

La segunda parte es el análisis pormenorizado de lo que tienen esas familias: dinero, vivienda, ropa, educación, trabajo, del cultivo del algodón y el maiz, ... Todo ello, ese simple análisis -que no lo es tanto-, más sus reflexiones, le servirán para reflejar las terribles condiciones de vida de esos arrendatarios blancos que son el centro de su “reportaje” (aunque en todo el libro aparecerán las condiciones aún más atroces de los agricultores negros) . Todo está contado y casi enumerado de manera minuciosa, y lo que pudiera parecer un informe burocrático se convierte en casi un poema -desde las descripciones,  hasta esas reflexiones de lo inhumano de la situación - donde Agee parece espiar a sus actores y su escenario para ver que sus defectos son bellos, que cada cosa, por pobre y fea que sea, es parte de un todo único y estremecedor que remueve la mente y los sentidos, y allí muestra su admiración y su amor por cada una de las cosas que ve, y renueva su rabia, política y racional, por esa situación y por lo que significa para todos los que la sufren.

En la tercera parte, la más corta, Agee habla directamente a sus tres familias protagonistas, les habla a la cara, se dirige a ellos y les dice que los entiende, que comprende sus problemas, que sabe de su dolor, que sufre el calor y el frío de sus cuerpos, que nota las heridas que provoca la recolección del algodón . Y, a través de una suerte de monologo interior, cuenta sus reacciones ante ellos, el sentimiento que le producen, y, a través de múltiples digresiones, habla de sus fantasías y de sus fantasmas, de las imágenes que le vuelven del pasado y le proyectan a un mundo querido posterior, habla del paisaje que le rodea. Y más allá de la unión de la realidad y la ficción aparece un mundo repleto de personas que pueblan una vida sin futuro y donde el presente es una extensión de la nada.


Las extraordinarias fotos de Walker Evans -adoro esas fotografías-   merecen que, una vez acabado el libro, se vuelva a ellas para ver a esas  importantes, famosas,  personas que han sido fotografiadas. Ésas que a través de sus ojos, sus ropas o sus gestos, improvisan un canto a la dignidad humana más allá de la posición social, económica, educativa que les ha tocado vivir. Son personas que ya no existen en la realidad, pero son expresión de todo lo que puede poblar, pobló y poblará el mundo pasado, presente y el futuro. Y que son dignos de ser conocidos, y contadas sus historias aunque no sean personajes importantes o no aparezcan más allá del reflejo en una partida de nacimiento, de boda o de defunción.






Hoy...

50 ESTADOS, 13 POETAS CONTEMPORÁNEOS de ESTADOS UNIDOS de EZEQUIEL ZAIDENWERG

  50 ESTADOS, 13 POETAS CONTEMPORÁNEOS de ESTADOS UNIDOS SELECCIÓN, TRADUCCIÓN Y PRÓLOGO DE EZEQUIEL ZAIDENWERG     Decían que decía...