TRES MUJERES FUERTES de MARIE NDIAYE
Trois femmes puissantes 2009Edt. Acantilado 291 Pág.
Trad. José Ramón Monreal
Hay veces que un libro te atrapa, te atrae o te hace recordarlo, por cosas muy diferentes, a veces una frase, otras una imagen, algunas otras un personaje. Éste lo hace por múltiples razones, pero, para mí , la principal es el personaje de Khady. Eso no significa que los otros relatos de las dos mujeres sean desechables, ni mucho menos, pero me parece que la novela va ascendiendo, va llegando a su plenitud, al apogeo de su belleza como literatura en el último relato, como si en la escalera cuanto más alto se ascienda más certero y claro se puede ver el paisaje. Y el relato de la vida despiadada de Khady es de una perfección tal que no podrás olvidarlo y te rondará la mente mucho tiempo después de que el libro haya acumulado polvo entre las estanterías de tu biblioteca. Yo tuve la mala idea de leerlo -y acabarlo- a última hora de la noche: las imágenes, las palabras, las caras, los olores, las situaciones, las sensaciones, la rabia; retumbaron en mi cabeza, mucho más allá del alba de la mañana. El insomnio que viene de la literatura es el más profundo y más esclarecedor de todos los desvelos.
La novela habla de mujeres africanas -más en concreto senegalesas- que viven o quieren vivir en Francia, cuyas historias están unidas por un fino filamento... La primera es Norah una abogada que vuelve a Senegal, desde Francia, atendiendo una llamada de su padre. Su odiado, despreciado, orgulloso padre; aquél que las abandonó siendo niñas llevándose sólo a su hermano menor y que sobrevive solitario cuando ya ha sido olvidado su esplendor personal y su poder. Norah enfrenta sus sensaciones de ese encuentro con su país y su padre, con la necesidad de controlar su vida personal en Francia y la ignorancia de la razón de esa llamada. Ésta parte es opresiva, los pensamientos fluyen del pasado lejano a la vida cotidiana, y generan un sensación de angustia por lo que fue, lo que es y lo que será.
La segunda protagonista es Fanta. Su historia será contada a través de su marido Rudy. Marie Ndiaye utiliza una técnica literaria que sólo puedo denominar como una suerte de monólogo interior , para, a través de las reflexiones, las penas, las alucinaciones, las envidias, las locuras, los olvidos, las excusas de su marido; intentar describir la vida de Fanta tanto en su Senegal originario como ahora en Francia, e intentar explicar cómo son las cosas para el propio Rudy, y cómo han llegado a la situación en la que están. Es una parte en la que la impresión del que el porfiado intento de describir la situación te bombardea de imágenes. situaciones e ideas hasta oprimirte los sentidos y descubrir unas personas perdidas entre lo que parecía que eran o que querían ser y la dura realidad de lo que son.
La tercera “Mujer fuerte” es Khady, una viuda solitaria y recogida que siempre ha intentado sobrevivir en un mundo hostil, como ahora lo hace en la casa de sus suegros. Lo único que sabe es que solamente se tiene a ella misma e intenta no sobresalir más allá del suelo de la choza, no hablar, no mirar para que nadie note su presencia. Todo deberá cambiar cuando la envían a Europa en una barca desvencijada. La nave que surca la novela derrota hacia una costa terrible, llena de acantilados afilados y playas quemadas, donde los restos de los naufragios quedan suspendidos a la espera de los que vendrán. Es una parte de la novela en la que la angustia sobrevuela todo, la sensación, terrible, de soledad y de futuro incierto invade tu mente, hasta no poder sobreponerte a ello aunque lo intentes. La espantosa realidad se describe de manera inmisericorde, sin tapujos, sin contraventanas que tapen el sol aplastante que rueda por el horizonte del día a día, del de hoy, pero también el de mañana, y pasado y pasado...
Marie Ndaye intenta conocer y reflejar cada uno de los pensamientos de sus personajes, de tal manera que su prosa aplasta las páginas del libro con visiones, ideas, recuerdos, sus reflexiones, sus odios, sus supersticiones... Las ideas a veces van y vienen, se sueltan y vuelven a aparecer unos párrafos más allá. Todo lo utiliza para crear un mundo en la que la fragilidad aparente de sus protagonistas, se vuelve omnipotencia; donde el pensamiento recrea el pasado y el sombrío presente, la tortura de sus recuerdos se aposenta, regia, en su mente. La crudeza de la vida de estas mujeres sólo puede sobreponerse por su poderosa dignidad, por la sensación de que son personas a las que, más allá de su pobreza, inteligencia o suerte, serán dueñas, o lo intentaran, de sus destinos o al menos de la dirección de su vida. Se revela la percepción de que avanzarán siempre hacia adelante aunque se quede en el camino esa vida o sus sueños. Es un libro poblado de imágenes duras, de símbolos -árboles, cuervos, aves rapaces- que inventan un mundo justo en la frontera de la magia y la realidad; lleno de personas crueles donde no queda apenas espacio para la existencia, pero, sin embargo, sépanlo, hasta esos pequeños cantos rodados del camino tienen su belleza-eterna-.
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